09

La Imagen de Dios

Este video traza la idea de los humanos como co-gobernadores al lado de Dios, quienes están encargados de desarrollar el mundo y sus recursos y llevarlo a nuevos horizontes. ¿Cómo ha sido alterada esta vocación humana por nuestro egoísmo y maldad, y cómo abrió Jesús una nueva forma de ser humano, a través de su vida, muerte y resurrección?

02 El Pacto con Abraham

Génesis 29

Jacob se casa con Lea y Raquel

Gén 29:1

Jacob llega a Padán Aram

Jacob continuó su viaje y llegó a la tierra de los orientales.

Gén 29:2 Al llegar vio, en medio del campo, un pozo donde descansaban tres rebaños de ovejas, ya que éstas bebían agua de allí. Sobre la boca del pozo había una piedra muy grande.

Gén 29:3 Por eso los pastores corrían la piedra sólo cuando estaban juntos todos los rebaños, y luego de abrevar a las ovejas volvían a colocarla en su lugar, sobre la boca del pozo.

Gén 29:4 Jacob les preguntó a los pastores: —¿De dónde son ustedes? —Somos de Jarán —respondieron.

Gén 29:5 —¿Conocen a Labán, el hijo de Najor? —volvió a preguntar Jacob. —Claro que sí —respondieron.

Gén 29:6 Jacob siguió preguntando: —¿Se encuentra bien de salud? —Sí, está bien —le contestaron—. A propósito, ahí viene su hija Raquel con las ovejas.

Gén 29:7 Entonces Jacob les dijo: —Todavía estamos en pleno día, y es muy temprano para encerrar el rebaño. ¿Por qué no les dan de beber a las ovejas y las llevan a pastar?

Gén 29:8 Y ellos respondieron: —No podemos hacerlo hasta que se junten todos los rebaños y los pastores quiten la piedra que está sobre la boca del pozo. Sólo entonces podremos dar de beber a las ovejas.

Gén 29:9 Todavía estaba Jacob hablando con ellos, cuando Raquel llegó con las ovejas de su padre, pues era ella quien las cuidaba.

Gén 29:10 En cuanto Jacob vio a Raquel, hija de su tío Labán, con las ovejas de éste, se acercó y quitó la piedra que estaba sobre la boca del pozo, y les dio de beber a las ovejas.

Gén 29:11 Luego besó a Raquel, rompió en llanto,

Gén 29:12 y le contó que era pariente de Labán, por ser hijo de su hermana Rebeca. Raquel salió entonces corriendo a contárselo a su padre.

Gén 29:13 Al oír Labán las noticias acerca de su sobrino Jacob, salió a recibirlo y, entre abrazos y besos, lo llevó a su casa. Allí Jacob le contó todo lo que había sucedido,

Gén 29:14 y Labán le dijo: «Realmente, tú eres de mi propia sangre.»

Jacob se casa con Lea y Raquel

Jacob había estado ya un mes con Labán

Gén 29:15 cuando éste le dijo: —Por más que seas mi pariente, no vas a trabajar para mí gratis. Dime cuánto quieres ganar.

Gén 29:16 Labán tenía dos hijas. La mayor se llamaba Lea, y la menor, Raquel.

Gén 29:17 Lea tenía ojos apagados,[a] mientras que Raquel era una mujer muy hermosa.

Gén 29:18 Como Jacob se había enamorado de Raquel, le dijo a su tío: —Me ofrezco a trabajar para ti siete años, a cambio de Raquel, tu hija menor.

Gén 29:19 Labán le contestó: —Es mejor que te la entregue a ti, y no a un extraño. Quédate conmigo.

Gén 29:20 Así que Jacob trabajó siete años para poder casarse con Raquel, pero como estaba muy enamorado de ella le pareció poco tiempo.

Gén 29:21 Entonces Jacob le dijo a Labán: —Ya he cumplido con el tiempo pactado. Dame mi mujer para que me case con ella.

Gén 29:22 Labán reunió a toda la gente del lugar y ofreció una gran fiesta.

Gén 29:23 Pero cuando llegó la noche, tomó a su hija Lea y se la entregó a Jacob, y Jacob se acostó con ella.

Gén 29:24 Además, como Lea tenía una criada que se llamaba Zilpá, Labán se la dio, para que la atendiera.

Gén 29:25 A la mañana siguiente, Jacob se dio cuenta de que había estado con Lea, y le reclamó a Labán: —¿Qué me has hecho? ¿Acaso no trabajé contigo para casarme con Raquel? ¿Por qué me has engañado?

Gén 29:26 Labán le contestó: —La costumbre en nuestro país es casar primero a la mayor y luego a la menor.

Gén 29:27 Por eso, cumple ahora con la semana nupcial de ésta, y por siete años más de trabajo te daré la otra.

Gén 29:28 Así lo hizo Jacob, y cuando terminó la semana nupcial de la primera, Labán le entregó a Raquel por esposa.

Gén 29:29 También Raquel tenía una criada, llamada Bilhá, y Labán se la dio para que la atendiera.

Gén 29:30 Jacob entonces se acostó con Raquel, y la amó mucho más que a Lea, aunque tuvo que trabajar para Labán siete años más.

Los hijos de Jacob

Gén 29:31

Los hijos de Jacob

Cuando el SEÑOR vio que Lea no era amada, le concedió hijos. Mientras tanto, Raquel permaneció estéril.

Gén 29:32 Lea quedó embarazada y dio a luz un hijo, al que llamó Rubén,[b] porque dijo: «El SEÑOR ha visto mi aflicción; ahora sí me amará mi esposo.»

Gén 29:33 Lea volvió a quedar embarazada y dio a luz otro hijo, al que llamó Simeón,[c] porque dijo: «Llegó a oídos del SEÑOR que no soy amada, y por eso me dio también este hijo.»

Gén 29:34 Luego quedó embarazada de nuevo y dio a luz un tercer hijo, al que llamó Leví,[d] porque dijo: «Ahora sí me amará mi esposo, porque le he dado tres hijos.»

Gén 29:35 Lea volvió a quedar embarazada, y dio a luz un cuarto hijo, al que llamó Judá[e] porque dijo: «Esta vez alabaré al SEÑOR.» Después de esto, dejó de dar a luz.

Génesis 30

Gén 30:1 Cuando Raquel se dio cuenta de que no le podía dar hijos a Jacob, tuvo envidia de su hermana y le dijo a Jacob: —¡Dame hijos! Si no me los das, ¡me muero!

Gén 30:2 Pero Jacob se enojó muchísimo con ella y le dijo: —¿Acaso crees que soy Dios? ¡Es él quien te ha hecho estéril!

Gén 30:3 —Aquí tienes a mi criada Bilhá —propuso Raquel—. Acuéstate con ella. Así ella dará a luz sobre mis rodillas, y por medio de ella también yo podré formar una familia.

Gén 30:4 Entonces Raquel le dio a Jacob por mujer su criada Bilhá, y Jacob se acostó con ella.

Gén 30:5 Bilhá quedó embarazada y le dio un hijo a Jacob.

Gén 30:6 Y Raquel exclamó: «¡Dios me ha hecho justicia! ¡Escuchó mi plegaria y me ha dado un hijo!» Por eso Raquel le puso por nombre Dan.[a]

Gén 30:7 Después Bilhá, la criada de Raquel, quedó embarazada otra vez y dio a luz un segundo hijo de Jacob.

Gén 30:8 Y Raquel dijo: «He tenido una lucha muy grande con mi hermana, pero he vencido.» Por eso Raquel lo llamó Neftalí.[b]

Gén 30:9 Lea, al ver que ya no podía tener hijos, tomó a su criada Zilpá y se la entregó a Jacob por mujer,

Gén 30:10 y ésta le dio a Jacob un hijo.

Gén 30:11 Entonces Lea exclamó: «¡Qué suerte!» Por eso lo llamó Gad.[c]

Gén 30:12 Zilpá, la criada de Lea, le dio un segundo hijo a Jacob.

Gén 30:13 Lea volvió a exclamar: «¡Qué feliz soy! Las mujeres me dirán que soy feliz.» Por eso lo llamó Aser.[d]

Gén 30:14 Durante los días de la cosecha de trigo, Rubén salió al campo. Allí encontró unas frutas llamadas mandrágoras, y se las llevó a Lea, su madre. Entonces Raquel le dijo a Lea: —Por favor, dame algunas mandrágoras de las que te trajo tu hijo.

Gén 30:15 Pero Lea le contestó: —¿Te parece poco el haberme quitado a mi marido, que ahora quieres también quitarme las mandrágoras de mi hijo? —Bueno —contestó Raquel—, te propongo que, a cambio de las mandrágoras de tu hijo, Jacob duerma contigo esta noche.

Gén 30:16 Al anochecer, cuando Jacob volvía del campo, Lea salió a su encuentro y le dijo: —Hoy te acostarás conmigo, porque te he alquilado a cambio de las mandrágoras de mi hijo. Y Jacob durmió con ella esa noche.

Gén 30:17 Dios escuchó a Lea, y ella quedó embarazada y le dio a Jacob un quinto hijo.

Gén 30:18 Entonces dijo Lea: «Dios me ha recompensado, porque yo le entregué mi criada a mi esposo.» Por eso lo llamó Isacar.[e]

Gén 30:19 Lea quedó embarazada de nuevo, y le dio a Jacob un sexto hijo.

Gén 30:20 «Dios me ha favorecido con un buen regalo —dijo Lea—. Esta vez mi esposo se quedará conmigo,[f] porque le he dado seis hijos.» Por eso lo llamó Zabulón.[g]

Gén 30:21 Luego Lea dio a luz una hija, a la cual llamó Dina.

Gén 30:22 Pero Dios también se acordó de Raquel; la escuchó y le quitó la esterilidad.

Gén 30:23 Fue así como ella quedó embarazada y dio a luz un hijo. Entonces exclamó: «Dios ha borrado mi desgracia.»

Gén 30:24 Por eso lo llamó José, y dijo: «Quiera el SEÑOR darme otro hijo.»

Prosperidad de Jacob

Gén 30:25

Jacob se enriquece

Después de que Raquel dio a luz a José, Jacob le dijo a Labán: —Déjame regresar a mi hogar y a mi propia tierra.

Gén 30:26 Dame las mujeres por las que te he servido, y mis hijos, y déjame ir. Tú bien sabes cómo he trabajado para ti.

Gén 30:27 Pero Labán le contestó: —Por favor, quédate. He sabido por adivinación que, gracias a ti, el SEÑOR me ha bendecido.

Gén 30:28 Y le propuso: —Fija tú mismo el salario que quieras ganar, y yo te lo pagaré.

Gén 30:29 Jacob le respondió: —Tú bien sabes cómo he trabajado, y cómo gracias a mis desvelos han mejorado tus animales.

Gén 30:30 Lo que tenías antes de mi venida, que era muy poco, se ha multiplicado enormemente. Gracias a mí, el SEÑOR te ha bendecido. Ahora quiero hacer algo por mi propia familia.

Gén 30:31 —¿Cuánto quieres que te pague? —preguntó Labán. —No tienes que pagarme nada —respondió Jacob—. Si aceptas lo que estoy por proponerte, seguiré cuidando tus ovejas.

Gén 30:32 Hoy, cuando pase yo con todo tu rebaño, tú irás apartando toda oveja manchada o moteada, y todos los corderos negros, y todos los cabritos manchados o moteados. Ellos serán mi salario.

Gén 30:33 Así, el día de mañana, cuando vengas a controlar lo que he ganado, mi honradez responderá por mí: si encuentras alguna oveja o cabrito que no sea manchado o moteado, o algún cordero que no sea negro, será que te lo he robado.

Gén 30:34 —Está bien —acordó Labán—, acepto tu propuesta.

Gén 30:35 Ese mismo día Labán apartó todos los chivos rayados y moteados, todas las cabras manchadas y moteadas, todas las que tenían alguna mancha blanca, y todos los corderos negros, y los puso al cuidado de sus hijos.

Gén 30:36 Después de eso, puso una distancia de tres días de viaje entre él y Jacob. Mientras tanto, Jacob seguía cuidando las otras ovejas de Labán.

Gén 30:37 Jacob cortó ramas verdes de álamo, de almendro y de plátano, y las peló de tal manera que quedaran franjas blancas al descubierto.

Gén 30:38 Luego tomó las ramas que había pelado, y las puso en todos los abrevaderos para que el rebaño las tuviera enfrente cuando se acercara a beber agua. Cuando las ovejas estaban en celo y llegaban a los abrevaderos,

Gén 30:39 los machos se unían con las hembras frente a las ramas, y así tenían crías rayadas, moteadas o manchadas.

Gén 30:40 Entonces Jacob apartaba estos corderos y los ponía frente a los animales rayados y negros del rebaño de Labán. De esta manera logró crear su propio rebaño, diferente al de Labán.

Gén 30:41 Además, cuando las hembras más robustas estaban en celo, Jacob colocaba las ramas en los bebederos, frente a los animales, para que se unieran mirando hacia las ramas.

Gén 30:42 Pero cuando llegaban los animales más débiles, no colocaba las ramas. Así los animales débiles eran para Labán y los robustos eran para Jacob.

Gén 30:43 De esta manera Jacob prosperó muchísimo y llegó a tener muchos rebaños, criados y criadas, camellos y asnos.

Génesis 31

Jacob huye de Labán

Gén 31:1

Jacob huye de Labán

Pero Jacob se enteró de que los hijos de Labán andaban diciendo: «Jacob se ha ido apoderando de todo lo que le pertenecía a nuestro padre, y se ha enriquecido a costa suya.»

Gén 31:2 También notó que Labán ya no lo trataba como antes.

Gén 31:3 Entonces el SEÑOR le dijo a Jacob: «Vuélvete a la tierra de tus padres, donde están tus parientes, que yo estaré contigo.»

Gén 31:4 Jacob mandó llamar a Raquel y a Lea al campo donde estaba el rebaño,

Gén 31:5 y les dijo: —Me he dado cuenta de que su padre ya no me trata como antes. ¡Pero el Dios de mi padre ha estado conmigo!

Gén 31:6 Ustedes saben muy bien que yo he trabajado para su padre Labán con todas mis fuerzas.

Gén 31:7 No obstante, él me ha engañado y me ha cambiado el salario muchas veces.[a] Pero Dios no le ha permitido causarme ningún daño.

Gén 31:8 Si él acordaba conmigo: “Los animales manchados serán tu salario”, todas las hembras tenían crías manchadas; y si él acordaba: “Los animales rayados serán tu salario”, todas las hembras tenían crías rayadas.

Gén 31:9 Así Dios le ha quitado el ganado al padre de ustedes, y me lo ha dado a mí.

Gén 31:10 »En cierta ocasión, durante la época en que los animales estaban en celo, tuve un sueño. En ese sueño veía que los chivos que cubrían a las cabras eran rayados, manchados o moteados.

Gén 31:11 En ese mismo sueño, el ángel de Dios me llamó: “¡Jacob!” Y yo le respondí: “Aquí estoy.”

Gén 31:12 Entonces él me dijo: “Fíjate bien, y te darás cuenta de que todos los chivos que cubren a las cabras son rayados, manchados o moteados. Yo he visto todo lo que te ha hecho Labán.

Gén 31:13 Yo soy el Dios de Betel, donde ungiste una estela y me hiciste una promesa. Vete ahora de esta tierra, y vuelve a la tierra de tu origen.”

Gén 31:14 Raquel y Lea le respondieron: —Ya no tenemos ninguna parte ni herencia en la casa de nuestro padre.

Gén 31:15 Al contrario, nos ha tratado como si fuéramos extranjeras. Nos ha vendido, y se ha gastado todo lo que recibió por nosotras.

Gén 31:16 Lo cierto es que toda la riqueza que Dios le ha quitado a nuestro padre es nuestra y de nuestros hijos. Por eso, haz ahora todo lo que Dios te ha ordenado.

Gén 31:17 Entonces Jacob se preparó y montó a sus hijos y a sus esposas en los camellos,

Gén 31:18 puso en marcha todo su ganado, junto con todos los bienes que había acumulado en Padán Aram,[b] y se dirigió hacia la tierra de Canaán, donde vivía su padre Isaac.

Gén 31:19 Mientras Labán estaba ausente esquilando sus ovejas, Raquel aprovechó el momento para robarse los ídolos familiares.

Gén 31:20 Fue así como Jacob engañó a Labán el arameo y huyó sin decirle nada.

Gén 31:21 Jacob se escapó con todo lo que tenía. Una vez que cruzó el río Éufrates, se encaminó hacia la región montañosa de Galaad.

Gén 31:22

Labán persigue a Jacob

Al tercer día le informaron a Labán que Jacob se había escapado.

Gén 31:23 Entonces Labán reunió a sus parientes y lo persiguió durante siete días, hasta que lo alcanzó en los montes de Galaad.

Gén 31:24 Pero esa misma noche Dios se le apareció en un sueño a Labán el arameo, y le dijo: «¡Cuidado con amenazar a Jacob!»

Gén 31:25 Labán alcanzó a Jacob en los montes de Galaad, donde éste había acampado. También Labán acampó allí, junto con sus parientes,

Gén 31:26 y le reclamó a Jacob: —¿Qué has hecho? ¡Me has engañado, y te has llevado a mis hijas como si fueran prisioneras de guerra!

Gén 31:27 ¿Por qué has huido en secreto, con engaños y sin decirme nada? Yo te habría despedido con alegría, y con música de tambores y de arpa.

Gén 31:28 Ni siquiera me dejaste besar a mis hijas y a mis nietos. ¡Te has comportado como un necio!

Gén 31:29 Mi poder es más que suficiente para hacerles daño, pero anoche el Dios de tu padre me habló y me dijo: “¡Cuidado con amenazar a Jacob!”

Gén 31:30 Ahora bien, entiendo que hayas querido irte porque añoras la casa de tu padre, pero, ¿por qué me robaste mis dioses?

Gén 31:31 Jacob le respondió: —La verdad es que me entró mucho miedo, porque pensé que podrías quitarme a tus hijas por la fuerza.

Gén 31:32 Pero si encuentras tus dioses en poder de alguno de los que están aquí, tal persona no quedará con vida. Pongo a nuestros parientes como testigos: busca lo que sea tuyo, y llévatelo. Pero Jacob no sabía que Raquel se había robado los ídolos de Labán,

Gén 31:33 así que Labán entró en la carpa de Jacob, luego en la de Lea y en la de las dos criadas, pero no encontró lo que buscaba. Cuando salió de la carpa de Lea, entró en la de Raquel.

Gén 31:34 Pero Raquel, luego de tomar los ídolos y esconderlos bajo la montura del camello, se sentó sobre ellos. Labán los buscó por toda la carpa, pero no los encontró.

Gén 31:35 Entonces Raquel le dijo a su padre: —Por favor, no se enoje mi padre si no puedo levantarme ante usted, pero es que estoy en mi período de menstruación. Labán buscó los ídolos, pero no logró encontrarlos.

Gén 31:36 Entonces Jacob se enojó con Labán, e indignado le reclamó: —¿Qué crimen o pecado he cometido, para que me acoses de esta manera?

Gén 31:37 Ya has registrado todas mis cosas, ¿y acaso has encontrado algo que te pertenezca? Si algo has encontrado, ponlo aquí, frente a nuestros parientes, y que ellos determinen quién de los dos tiene la razón.

Gén 31:38 Durante los veinte años que estuve contigo, nunca abortaron tus ovejas ni tus cabras, ni jamás me comí un carnero de tus rebaños.

Gén 31:39 Nunca te traje un animal despedazado por las fieras, ya que yo mismo me hacía cargo de esa pérdida. Además, lo que se robaban de día o de noche, tú me lo reclamabas.

Gén 31:40 De día me consumía el calor, y de noche me moría de frío, y ni dormir podía.

Gén 31:41 De los veinte años que estuve en tu casa, catorce te serví por tus dos hijas, y seis por tu ganado, y muchas veces[c] me cambiaste el salario.

Gén 31:42 Si no hubiera estado conmigo el Dios de mi padre, el Dios de Abraham, el Dios a quien Isaac temía, seguramente me habrías despedido con las manos vacías. Pero Dios vio mi aflicción y el trabajo de mis manos, y anoche me hizo justicia.

Gén 31:43 Labán le replicó a Jacob: —Estas mujeres son mis hijas, y estos muchachos son mis nietos; mías también son las ovejas; todo lo que ves me pertenece. Pero, ¿qué podría hacerles ahora a mis hijas y a mis nietos?

Gén 31:44 Hagamos un pacto tú y yo, y que ese pacto nos sirva como testimonio.

Gén 31:45 Entonces Jacob tomó una piedra, la levantó como una estela,

Gén 31:46 y les dijo a sus parientes: —¡Junten piedras! Ellos juntaron piedras, las amontonaron, y comieron allí, junto al montón de piedras.

Gén 31:47 A ese lugar Labán le puso por nombre Yegar Saduta, mientras que Jacob lo llamó Galaad.[d]

Gén 31:48 —Este montón de piedras —declaró Labán—nos servirá de testimonio. Por eso se le llamó Galaad a ese lugar,

Gén 31:49 y también se le llamó Mizpa, porque Labán juró: —Que el SEÑOR nos vigile cuando ya estemos lejos el uno del otro.

Gén 31:50 Si tú maltratas a mis hijas, o tomas otras mujeres que no sean ellas, recuerda que Dios es nuestro testigo, aunque no haya ningún otro testigo entre nosotros.

Gén 31:51 Mira este montón de piedras y la estela que he levantado entre nosotros —señaló Labán—.

Gén 31:52 Ambos serán testigos de que ni tú ni yo cruzaremos esta línea con el propósito de hacernos daño.

Gén 31:53 ¡Que el Dios de Abraham y el Dios de Najor sea nuestro juez! Entonces Jacob juró por el Dios a quien temía su padre Isaac.

Gén 31:54 Luego ofreció un sacrificio en lo alto de un monte, e invitó a sus parientes a participar en la comida. Después de que todos comieron, pasaron la noche allí.

Gén 31:55 A la madrugada del día siguiente Labán se levantó, besó y bendijo a sus nietos y a sus hijas, y regresó a su casa.

Salmo 9

Contaré todas tus maravillas

Sal 9:1

Al director musical. Sígase la tonada de «La muerte del hijo». Salmo de David.

Álef

Quiero alabarte, SEÑOR, con todo el corazón, y contar todas tus maravillas.

Sal 9:2 Quiero alegrarme y regocijarme en ti, y cantar salmos a tu nombre, oh Altísimo.

Sal 9:3

Bet

Mis enemigos retroceden; tropiezan y perecen ante ti.

Sal 9:4 Porque tú me has hecho justicia, me has vindicado; tú, juez justo, ocupas tu trono.

Sal 9:5

Guímel

Reprendiste a los paganos, destruiste a los malvados; ¡para siempre borraste su memoria!

Sal 9:6 Desgracia sin fin cayó sobre el enemigo; arrancaste de raíz sus ciudades, y hasta su recuerdo se ha desvanecido.

Sal 9:7

He

Pero el SEÑOR reina por siempre; para emitir juicio ha establecido su trono.

Sal 9:8 Juzgará al mundo con justicia; gobernará a los pueblos con equidad.

Sal 9:9

Vav

El SEÑOR es refugio de los oprimidos; es su baluarte en momentos de angustia.

Sal 9:10 En ti confían los que conocen tu nombre, porque tú, SEÑOR, jamás abandonas a los que te buscan.

Sal 9:11

Zayin

Canten salmos al SEÑOR, el rey de Sión; proclamen sus proezas entre las naciones.

Sal 9:12 El vengador de los inocentes[b] se acuerda de ellos; no pasa por alto el clamor de los afligidos.

Sal 9:13

Jet

Ten compasión de mí, SEÑOR; mira cómo me afligen los que me odian. Sácame de las puertas de la muerte,

Sal 9:14 para que en las puertas de Jerusalén[c] proclame tus alabanzas y me regocije en tu salvación.

Sal 9:15

Tet

Han caído los paganos en la fosa que han cavado; sus pies quedaron atrapados en la red que ellos mismos escondieron.

Sal 9:16 Al SEÑOR se le conoce porque imparte justicia; el malvado cae en la trampa que él mismo tendió. Higaión. Selah

Sal 9:17

Yod

Bajan al sepulcro los malvados, todos los paganos que de Dios se olvidan.

Sal 9:18

Caf

Pero no se olvidará para siempre al necesitado, ni para siempre se perderá la esperanza del pobre.

Sal 9:19 ¡Levántate, SEÑOR! No dejes que el hombre prevalezca; ¡haz que las naciones comparezcan ante ti!

Sal 9:20 Infúndeles terror, SEÑOR; ¡que los pueblos sepan que son simples mortales! Selah