Día 233

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2 de Cronicas 28

Acaz rey de Judá

2Cr 28:1

Acaz, rey de Judá

28:1-27—2R 16:1-20

Acaz tenía veinte años cuando ascendió al trono, y reinó en Jerusalén dieciséis años. Pero a diferencia de su antepasado David, Acaz no hizo lo que agrada al SEÑOR.

2Cr 28:2 Al contrario, siguió el mal ejemplo de los reyes de Israel, y también hizo imágenes fundidas de los baales.

2Cr 28:3 Así mismo, quemó incienso en el valle de Ben Hinón y sacrificó en el fuego a sus hijos, según las repugnantes ceremonias de las naciones que el SEÑOR había expulsado al paso de los israelitas.

2Cr 28:4 También ofrecía sacrificios y quemaba incienso en los santuarios paganos, en las colinas y bajo todo árbol frondoso.

Judá derrotado

2Cr 28:5 Por eso el SEÑOR su Dios lo entregó al poder del rey de Siria. Los sirios lo derrotaron, y capturaron una gran cantidad de prisioneros que se llevaron a Damasco. Acaz también cayó en poder del rey de Israel, quien le infligió una gran derrota.

2Cr 28:6 En un solo día, Pecaj hijo de Remalías mató en Judá a ciento veinte mil hombres, todos ellos soldados valientes, porque los habitantes de Judá habían abandonado al SEÑOR, Dios de sus antepasados.

2Cr 28:7 Zicrí, un guerrero de Efraín, mató a Maseías, hijo del rey, a Azricán, oficial encargado del palacio, y a Elcaná, que era el oficial más importante después del rey.

2Cr 28:8 De entre sus hermanos de Judá, los israelitas capturaron a doscientas mil personas, incluyendo a mujeres, niños y niñas. Además, se apoderaron de un enorme botín, que se llevaron a Samaria.

2Cr 28:9 Había allí un hombre llamado Oded, que era profeta del SEÑOR. Cuando el ejército regresaba a Samaria, este profeta salió a su encuentro y les dijo: —El SEÑOR, Dios de sus antepasados, entregó a los de Judá en manos de ustedes, porque estaba enojado con ellos. Pero ustedes los mataron con tal furia, que repercutió en el cielo.

2Cr 28:10 Y como si fuera poco, ¡ahora pretenden convertir a los habitantes de Judá y de Jerusalén en sus esclavos! ¿Acaso no son también ustedes culpables de haber pecado contra el SEÑOR su Dios?

2Cr 28:11 Por tanto, háganme caso: dejen libres a los prisioneros. ¿Acaso no son sus propios hermanos? ¡La ira del SEÑOR se ha encendido contra ustedes!

2Cr 28:12 Entonces Azarías hijo de Johanán, Berequías hijo de Mesilemot, Ezequías hijo de Salún, y Amasá hijo de Hadlay, que eran jefes de los efraimitas, se enfrentaron a los que regresaban de la guerra

2Cr 28:13 y les dijeron: —No traigan aquí a los prisioneros, porque eso nos haría culpables ante el SEÑOR. ¿Acaso pretenden aumentar nuestros pecados y nuestras faltas? ¡Ya es muy grande nuestra culpa, y la ira del SEÑOR se ha encendido contra Israel!

2Cr 28:14 Así que los soldados dejaron libres a los prisioneros, y pusieron el botín a los pies de los jefes y de toda la asamblea.

2Cr 28:15 Algunos fueron nombrados para que se hicieran cargo de los prisioneros, y con la ropa y el calzado del botín vistieron a todos los que estaban desnudos. Luego les dieron de comer y de beber, y les untaron aceite. Finalmente, a los que estaban débiles los montaron en burros y los llevaron a Jericó, la ciudad de las palmeras, para reunirlos con sus hermanos. Después, aquellos hombres volvieron a Samaria.

2Cr 28:16 En aquel tiempo, el rey Acaz solicitó la ayuda de los reyes de Asiria,

2Cr 28:17 porque los edomitas habían atacado nuevamente a Judá y se habían llevado algunos prisioneros.

2Cr 28:18 Por su parte, los filisteos saquearon las ciudades de Judá que estaban en la llanura y en el Néguev, se apoderaron de Bet Semes, Ayalón, Guederot, Soco, Timná y Guimzó, junto con sus respectivas aldeas, y se establecieron en ellas.

2Cr 28:19 Así fue como el SEÑOR humilló a Judá, por culpa de Acaz su rey,[a] quien permitió el desenfreno en Judá y se rebeló totalmente contra el SEÑOR.

2Cr 28:20 Tiglat Piléser, rey de Asiria, en vez de apoyar a Acaz, marchó contra él y empeoró su situación.

2Cr 28:21 Entonces Acaz le entregó al rey de Asiria todo lo que había de valor en el templo del SEÑOR, en el palacio real y en las casas de sus oficiales; pero eso de nada le sirvió.

La idolatría de Acaz

2Cr 28:22 Y a pesar de encontrarse tan presionado, el rey Acaz se empecinó en su rebelión contra el SEÑOR.

2Cr 28:23 Incluso ofreció sacrificios a los dioses de Damasco que lo habían derrotado, pues pensó: «Como los dioses de Siria ayudan a sus reyes, también me ayudarán a mí si les ofrezco sacrificios.» Pero esos dioses fueron su ruina y la de todo Israel.

2Cr 28:24 Acaz también juntó y despedazó los utensilios del templo del SEÑOR, cerró sus puertas e hizo construir altares en cada esquina de Jerusalén.

2Cr 28:25 Y en todas las ciudades de Judá hizo construir santuarios paganos para quemar incienso a otros dioses, ofendiendo así al SEÑOR, Dios de sus antepasados.

2Cr 28:26 Los demás acontecimientos de su reinado, desde el primero hasta el último, lo mismo que su conducta, están escritos en el libro de los reyes de Judá y de Israel.

2Cr 28:27 Acaz murió y fue sepultado en la ciudad de Jerusalén, pero no en el panteón de los reyes de Israel. Su hijo Ezequías lo sucedió en el trono.

2 de Cronicas 29

Ezequías rey de Judá

2Cr 29:1

Ezequías, rey de Judá

29:1-2—2R 18:2-3

Ezequías tenía veinticinco años cuando ascendió al trono, y reinó en Jerusalén veintinueve años. Su madre era Abías hija de Zacarías.

2Cr 29:2 Ezequías hizo lo que agrada al SEÑOR, pues en todo siguió el buen ejemplo de su antepasado David.

Ezequías limpia el templo

2Cr 29:3 En el mes primero del primer año de su reinado, Ezequías mandó que se abrieran las puertas del templo del SEÑOR, y las reparó.

2Cr 29:4 En la plaza oriental convocó a los sacerdotes y a los levitas,

2Cr 29:5 y les dijo: «¡Levitas, escúchenme! Purifíquense ustedes, y purifiquen también el templo del SEÑOR, Dios de sus antepasados, y saquen las cosas profanas que hay en el santuario.

2Cr 29:6 Es un hecho que nuestros antepasados se rebelaron e hicieron lo que ofende al SEÑOR nuestro Dios, y que lo abandonaron. Es también un hecho que le dieron la espalda al SEÑOR, y que despreciaron el lugar donde él habita.

2Cr 29:7 Así mismo, cerraron las puertas del atrio, apagaron las lámparas, y dejaron de quemar incienso y de ofrecer holocaustos en el santuario al Dios de Israel.

2Cr 29:8 »¡Por eso la ira del SEÑOR cayó sobre Judá y Jerusalén, y los convirtió en objeto de horror, de desolación y de burla, tal como ustedes pueden verlo ahora con sus propios ojos!

2Cr 29:9 ¡Por eso nuestros antepasados murieron a filo de espada, y nuestros hijos, nuestras hijas y nuestras mujeres fueron llevados al cautiverio!

2Cr 29:10 »Yo me propongo ahora hacer un pacto con el SEÑOR, Dios de Israel, para que retire de nosotros su ardiente ira.

2Cr 29:11 Así que, hijos míos, no sean negligentes, pues el SEÑOR los ha escogido a ustedes para que estén en su presencia, y le sirvan, y sean sus ministros y le quemen incienso.»

2Cr 29:12 Éstos son los levitas que se dispusieron a trabajar: De los descendientes de Coat: Mahat hijo de Amasay, y Joel hijo de Azarías. De los descendientes de Merari: Quis hijo de Abdí, y Azarías hijo de Yalelel. De los descendientes de Guersón: Joa hijo de Zimá, y Edén hijo de Joa.

2Cr 29:13 De los descendientes de Elizafán: Simri y Jeyel. De los descendientes de Asaf: Zacarías y Matanías.

2Cr 29:14 De los descendientes de Hemán: Jehiel y Simí. De los descendientes de Jedutún: Semaías y Uziel.

2Cr 29:15 Éstos reunieron a sus parientes, se purificaron y entraron en el templo del SEÑOR para purificarlo, cumpliendo así la orden del rey, según las palabras del SEÑOR.

2Cr 29:16 Después los sacerdotes entraron al interior del templo del SEÑOR para purificarlo. Sacaron al atrio del templo todos los objetos paganos[a] que encontraron allí, y los levitas los recogieron y los arrojaron al arroyo de Cedrón.

2Cr 29:17 Comenzaron a purificar el templo el primer día del mes primero, y al octavo día ya habían llegado al pórtico del templo. Para completar la purificación emplearon otros ocho días, de modo que terminaron el día dieciséis del mes primero.

2Cr 29:18 Más tarde, se presentaron ante el rey Ezequías y le dijeron: «Ya hemos purificado el templo del SEÑOR, el altar de los holocaustos con sus utensilios, y la mesa para el pan de la Presencia con sus utensilios.

2Cr 29:19 Además, hemos reparado y purificado todos los utensilios que, en su rebeldía, el rey Acaz profanó durante su reinado, y los hemos puesto ante el altar del SEÑOR.»

Ezequías restaura la adoración en el templo

2Cr 29:20 El rey Ezequías se levantó muy de mañana, reunió a los jefes de la ciudad y se fue con ellos al templo del SEÑOR.

2Cr 29:21 Llevaron siete bueyes, siete carneros y siete corderos; además, como ofrenda por el pecado del reino, del santuario y de Judá, llevaron siete machos cabríos. El rey ordenó a los sacerdotes descendientes de Aarón que los ofrecieran en holocausto sobre el altar del SEÑOR.

2Cr 29:22 Los sacerdotes mataron los toros, recogieron la sangre y la rociaron sobre el altar; luego mataron los carneros y rociaron la sangre sobre el altar; después mataron los corderos y rociaron la sangre sobre el altar.

2Cr 29:23 Finalmente, a los machos cabríos de la ofrenda por el pecado los llevaron y los colocaron delante del rey y de la asamblea para que pusieran las manos sobre ellos;

2Cr 29:24 luego los mataron y rociaron la sangre sobre el altar como una ofrenda por el pecado de todo Israel, pues el rey había ordenado que el holocausto y el sacrificio por el pecado se ofrecieran por todo Israel.

2Cr 29:25 Ezequías instaló también a los levitas en el templo del SEÑOR, con música de címbalos, arpas y liras, tal como lo habían ordenado David, Natán el profeta, y Gad, el vidente del rey. Este mandato lo dio el SEÑOR por medio de sus profetas.

2Cr 29:26 Los levitas estaban de pie con los instrumentos musicales de David, y los sacerdotes, con las trompetas.

2Cr 29:27 Entonces Ezequías ordenó que se ofreciera el holocausto sobre el altar. En cuanto comenzó el holocausto, comenzaron también los cantos al SEÑOR y el toque de trompetas, acompañados de los instrumentos musicales de David, rey de Israel.

2Cr 29:28 Toda la asamblea permaneció postrada hasta que terminó el holocausto, mientras los cantores entonaban los cantos y los trompetistas hacían resonar sus instrumentos.

2Cr 29:29 Cuando terminaron de ofrecer el holocausto, el rey y todos los que estaban con él se postraron para adorar al SEÑOR.

2Cr 29:30 El rey Ezequías y los jefes les ordenaron a los levitas que cantaran al SEÑOR las alabanzas que David y Asaf el vidente habían compuesto. Los levitas lo hicieron con alegría, y se postraron en adoración.

2Cr 29:31 Luego Ezequías dijo: «Ahora que ustedes se han consagrado al SEÑOR, acérquense y preséntenle en su templo los sacrificios y las ofrendas de acción de gracias.»

2Cr 29:32 Así que la asamblea llevó setenta bueyes, cien carneros y doscientos corderos, para ofrecerlos en holocausto al SEÑOR.

2Cr 29:33 También se consagraron seiscientos bueyes y tres mil ovejas.

2Cr 29:34 Pero como los sacerdotes eran pocos y no podían desollar tantos animales, sus parientes levitas tuvieron que ayudarlos para terminar el trabajo, a fin de que los otros sacerdotes pudieran purificarse, pues los levitas habían sido más diligentes en purificarse que los sacerdotes.

2Cr 29:35 Se ofrecieron muchos holocaustos, además de la grasa de los sacrificios de comunión y de las libaciones para cada holocausto. Así fue como se restableció el culto en el templo del SEÑOR.

2Cr 29:36 Y Ezequías y todo el pueblo se regocijaron de que Dios hubiera preparado al pueblo para hacerlo todo con rapidez.

2 de Cronicas 30

Celebración de la pascua

2Cr 30:1

Celebración de la Pascua

Ezequías escribió cartas a todo Israel y Judá, incluyendo a las tribus de Efraín y Manasés, y se las envió, para que acudieran al templo del SEÑOR en Jerusalén a celebrar la Pascua del SEÑOR, Dios de Israel.

2Cr 30:2 El rey, los jefes y toda la asamblea habían decidido celebrar la Pascua en el mes segundo.

2Cr 30:3 No pudieron hacerlo en la fecha correspondiente porque muchos de los sacerdotes aún no se habían purificado, y el pueblo no se había reunido en Jerusalén.

2Cr 30:4 Como la propuesta les agradó al rey y a la asamblea,

2Cr 30:5 acordaron pregonar por todo Israel, desde Dan hasta Berseba, que todos debían acudir a Jerusalén para celebrar la Pascua del SEÑOR, Dios de Israel, pues muchos no la celebraban como está prescrito.

2Cr 30:6 Los mensajeros salieron por todo Israel y Judá con las cartas del rey y de sus oficiales, y de acuerdo con la orden del rey iban proclamando: «Israelitas, vuélvanse al SEÑOR, Dios de Abraham, de Isaac y de Israel, para que él se vuelva al remanente de ustedes, que escapó del poder de los reyes de Asiria.

2Cr 30:7 No sean como sus antepasados, ni como sus hermanos, que se rebelaron contra el SEÑOR, Dios de sus antepasados. Por eso él los convirtió en objeto de burla, como ahora lo pueden ver.

2Cr 30:8 No sean tercos, como sus antepasados. Sométanse al SEÑOR, y entren en su santuario, que él consagró para siempre. Sirvan al SEÑOR su Dios, para que él retire su ardiente ira.

2Cr 30:9 Si se vuelven al SEÑOR, sus hermanos y sus hijos serán tratados con benevolencia por aquellos que los tienen cautivos, y podrán regresar a esta tierra. El SEÑOR su Dios es compasivo y misericordioso. Si ustedes se vuelven a él, jamás los abandonará.»

2Cr 30:10 Los mensajeros recorrieron toda la región de Efraín y Manasés de ciudad en ciudad, hasta llegar a la región de Zabulón, pero todos se reían y se burlaban de ellos.

2Cr 30:11 No obstante, algunos de las tribus de Aser, Manasés y Zabulón se humillaron y fueron a Jerusalén.

2Cr 30:12 También los habitantes de Judá, movidos por Dios, cumplieron unánimes la orden del rey y de los jefes, conforme a la palabra del SEÑOR.

2Cr 30:13 En el mes segundo, una inmensa muchedumbre se reunió en Jerusalén para celebrar la fiesta de los Panes sin levadura.

2Cr 30:14 Quitaron los altares que había en Jerusalén y los altares donde se quemaba incienso, y los arrojaron al arroyo de Cedrón.

2Cr 30:15 El día catorce del mes segundo celebraron[a] la Pascua. Los sacerdotes y los levitas, compungidos, se purificaron y llevaron holocaustos al templo del SEÑOR,

2Cr 30:16 después de lo cual ocuparon sus respectivos puestos, conforme a la ley de Moisés, hombre de Dios. Los levitas entregaban la sangre a los sacerdotes, y éstos la rociaban.

2Cr 30:17 Como muchos de la asamblea no se habían purificado, para consagrarlos al SEÑOR los levitas tuvieron que matar por ellos los corderos de la Pascua.

2Cr 30:18 En efecto, mucha gente de Efraín, de Manasés, de Isacar y de Zabulón participó de la comida pascual sin haberse purificado, con lo que transgredieron lo prescrito. Pero Ezequías oró así a favor de ellos: «Perdona, buen Dios,

2Cr 30:19 a todo el que se ha empeñado de todo corazón en buscarte a ti, SEÑOR, Dios de sus antepasados, aunque no se haya purificado según las normas de santidad.»

2Cr 30:20 Y el SEÑOR escuchó a Ezequías y perdonó[b] al pueblo.

2Cr 30:21 Los israelitas que se encontraban en Jerusalén celebraron con mucho gozo, y durante siete días, la fiesta de los Panes sin levadura. Los levitas y los sacerdotes alababan al SEÑOR todos los días, y le entonaban cantos al son de sus instrumentos musicales.[c]

2Cr 30:22 Y Ezequías felicitó a los levitas que habían tenido una buena disposición para servir al SEÑOR. Durante siete días celebraron la fiesta y participaron de la comida pascual, ofreciendo sacrificios de comunión y alabando al SEÑOR, Dios de sus antepasados.

2Cr 30:23 Pero toda la asamblea acordó prolongar la fiesta siete días más, y llenos de gozo celebraron esos siete días.

2Cr 30:24 Ezequías, rey de Judá, le obsequió a la asamblea mil bueyes y siete mil ovejas, y también los jefes regalaron mil bueyes y diez mil ovejas. Y muchos más sacerdotes se purificaron.

2Cr 30:25 Toda la asamblea de Judá estaba alegre, lo mismo que todos los sacerdotes, levitas y extranjeros que habían llegado de Israel, así como los que vivían en Judá.

2Cr 30:26 Desde la época de Salomón hijo de David, rey de Israel, no se había celebrado en Jerusalén una fiesta tan alegre.

2Cr 30:27 Después los sacerdotes y los levitas se pusieron de pie y bendijeron al pueblo, y el SEÑOR los escuchó; su oración llegó hasta el cielo, el santo lugar donde Dios habita.

2 de Cronicas 31

Ezequías organiza a los sacerdotes

2Cr 31:1 Cuando terminó la fiesta, todos los israelitas que estaban allí recorrieron las ciudades de Judá para derribar las piedras sagradas y las imágenes de la diosa Aserá. También derribaron por completo los altares y los santuarios paganos que había en los territorios de Judá, Benjamín, Efraín y Manasés. Después de eso, todos ellos regresaron a sus ciudades, cada uno a su propiedad.

2Cr 31:2

Reorganización del culto

31:20-21—2R 18:5-7

Ezequías les asignó turnos a los sacerdotes y levitas, para que cada uno sirviera según su oficio, y así ofreciera los holocaustos y los sacrificios de comunión, oficiara en el culto, cantara las alabanzas al SEÑOR, o sirviera en las puertas del templo[a] del SEÑOR.

2Cr 31:3 El rey destinó parte de sus bienes para los holocaustos matutinos y vespertinos, y para los holocaustos de los sábados, de luna nueva y de las fiestas solemnes, como está escrito en la ley del SEÑOR.

2Cr 31:4 También ordenó que los habitantes de Jerusalén entregaran a los sacerdotes y a los levitas la parte que les correspondía, para que pudieran dedicarse a la ley del SEÑOR.

2Cr 31:5 Tan pronto como se dio la orden, los israelitas entregaron en abundancia las primicias del trigo, del vino, del aceite, de la miel y de todos los productos del campo. También dieron en abundancia el diezmo de todo.

2Cr 31:6 De igual manera, los habitantes de Israel y los que vivían en las ciudades de Judá entregaron el diezmo de bueyes y ovejas, y de todas aquellas cosas que eran consagradas al SEÑOR su Dios, y todo lo colocaron en montones.

2Cr 31:7 Comenzaron a formar los montones en el mes tercero, y terminaron en el séptimo.

2Cr 31:8 Cuando Ezequías y sus oficiales fueron y vieron los montones, bendijeron al SEÑOR y a su pueblo Israel.

2Cr 31:9 Entonces Ezequías pidió a los sacerdotes y a los levitas que le informaran acerca de esos montones,

2Cr 31:10 y el sumo sacerdote Azarías, descendiente de Sadoc, le contestó: «Desde que el pueblo comenzó a traer sus ofrendas al templo del SEÑOR, hemos tenido suficiente comida y nos ha sobrado mucho, porque el SEÑOR ha bendecido a su pueblo. En esos montones está lo que ha sobrado.»

2Cr 31:11 Ezequías ordenó entonces que prepararan unos depósitos en el templo del SEÑOR, y así lo hicieron.

2Cr 31:12 Y todos llevaron fielmente las ofrendas, los diezmos y los dones consagrados. El encargado de administrar todo esto era el levita Conanías, y su hermano Simí le ayudaba.

2Cr 31:13 El rey Ezequías y Azarías, que administraba el templo de Dios, nombraron como inspectores a Jehiel, Azazías, Najat, Asael, Jerimot, Jozabad, Eliel, Ismaquías, Mahat y Benaías, y los pusieron bajo las órdenes de Conanías y su hermano Simí.

2Cr 31:14 El levita Coré hijo de Imná, guardián de la puerta oriental, estaba encargado de las ofrendas voluntarias que se hacían al SEÑOR, y de distribuir las ofrendas del SEÑOR y los dones consagrados.

2Cr 31:15 Bajo sus órdenes estaban Edén, Minjamín, Jesúa, Semaías, Amarías y Secanías. Éstos se hallaban en las ciudades de los sacerdotes y, según sus turnos, distribuían fielmente las ofrendas entre sus compañeros, grandes y pequeños.

2Cr 31:16 Se distribuían entre los varones de tres años para arriba que estuvieran inscritos en el registro genealógico y que prestaran diariamente sus servicios en el templo del SEÑOR, según sus respectivos turnos y oficios.

2Cr 31:17 A los sacerdotes se les registraba de acuerdo con sus familias patriarcales, y a los levitas mayores de veinte años, de acuerdo con sus oficios y turnos.

2Cr 31:18 En el registro se incluían los niños pequeños, las mujeres, los hijos y las hijas, es decir, todo el grupo, ya que se mantenían fielmente consagrados.

2Cr 31:19 Además, en todas las ciudades había personas encargadas de repartir las porciones entre los sacerdotes descendientes de Aarón, y entre los levitas que estaban inscritos en el registro y que vivían en las aldeas de sus ciudades.

2Cr 31:20 Eso mismo hizo Ezequías en todo Judá, actuando con bondad, rectitud y fidelidad ante el SEÑOR su Dios.

2Cr 31:21 Todo lo que emprendió para el servicio del templo de Dios, lo hizo de todo corazón, de acuerdo con la ley y el mandamiento de buscar a Dios, y tuvo éxito.

Salmo 78

Contad a la generación venidera

Sal 78:1

Masquil de Asaf.

Pueblo mío, atiende a mi enseñanza; presta oído a las palabras de mi boca.

Sal 78:2 Mis labios pronunciarán parábolas y evocarán misterios de antaño,

Sal 78:3 cosas que hemos oído y conocido, y que nuestros padres nos han contado.

Sal 78:4 No las esconderemos de sus descendientes; hablaremos a la generación venidera del poder del SEÑOR, de sus proezas, y de las maravillas que ha realizado.

Sal 78:5 Él promulgó un decreto para Jacob, dictó una ley para Israel; ordenó a nuestros antepasados enseñarlos a sus descendientes,

Sal 78:6 para que los conocieran las generaciones venideras y los hijos que habrían de nacer, que a su vez los enseñarían a sus hijos.

Sal 78:7 Así ellos pondrían su confianza en Dios y no se olvidarían de sus proezas, sino que cumplirían sus mandamientos.

Sal 78:8 Así no serían como sus antepasados: generación obstinada y rebelde, gente de corazón fluctuante, cuyo espíritu no se mantuvo fiel a Dios.

Sal 78:9 La tribu de Efraín, con sus diestros arqueros, se puso en fuga el día de la batalla.

Sal 78:10 No cumplieron con el pacto de Dios, sino que se negaron a seguir sus enseñanzas.

Sal 78:11 Echaron al olvido sus proezas, las maravillas que les había mostrado,

Sal 78:12 los milagros que hizo a la vista de sus padres en la tierra de Egipto, en la región de Zoán.

Sal 78:13 Partió el mar en dos para que ellos lo cruzaran, mientras mantenía las aguas firmes como un muro.

Sal 78:14 De día los guió con una nube, y toda la noche con luz de fuego.

Sal 78:15 En el desierto partió en dos las rocas, y les dio a beber torrentes de aguas;

Sal 78:16 hizo que brotaran arroyos de la peña y que las aguas fluyeran como ríos.

Sal 78:17 Pero ellos volvieron a pecar contra él; en el desierto se rebelaron contra el Altísimo.

Sal 78:18 Con toda intención pusieron a Dios a prueba, y le exigieron comida a su antojo.

Sal 78:19 Murmuraron contra Dios, y aun dijeron: «¿Podrá Dios tendernos una mesa en el desierto?

Sal 78:20 Cuando golpeó la roca, el agua brotó en torrentes; pero ¿podrá también darnos de comer?, ¿podrá proveerle carne a su pueblo?»

Sal 78:21 Cuando el SEÑOR oyó esto, se puso muy furioso; su enojo se encendió contra Jacob, su ira ardió contra Israel.

Sal 78:22 Porque no confiaron en Dios, ni creyeron que él los salvaría.

Sal 78:23 Desde lo alto dio una orden a las nubes, y se abrieron las puertas de los cielos.

Sal 78:24 Hizo que les lloviera maná, para que comieran; pan del cielo les dio a comer.

Sal 78:25 Todos ellos comieron pan de ángeles; Dios les envió comida hasta saciarlos.

Sal 78:26 Desató desde el cielo el viento solano, y con su poder levantó el viento del sur.

Sal 78:27 Cual lluvia de polvo, hizo que les lloviera carne; ¡nubes de pájaros, como la arena del mar!

Sal 78:28 Los hizo caer en medio de su campamento y en los alrededores de sus tiendas.

Sal 78:29 Comieron y se hartaron, pues Dios les cumplió su capricho.

Sal 78:30 Pero el capricho no les duró mucho: aún tenían la comida en la boca

Sal 78:31 cuando el enojo de Dios vino sobre ellos: dio muerte a sus hombres más robustos; abatió a la flor y nata de Israel.

Sal 78:32 A pesar de todo, siguieron pecando y no creyeron en sus maravillas.

Sal 78:33 Por tanto, Dios hizo que sus días se esfumaran como un suspiro, que sus años acabaran en medio del terror.

Sal 78:34 Si Dios los castigaba, entonces lo buscaban, y con ansias se volvían de nuevo a él.

Sal 78:35 Se acordaban de que Dios era su roca, de que el Dios Altísimo era su redentor.

Sal 78:36 Pero entonces lo halagaban con la boca, y le mentían con la lengua.

Sal 78:37 No fue su corazón sincero para con Dios; no fueron fieles a su pacto.

Sal 78:38 Sin embargo, él les tuvo compasión; les perdonó su maldad y no los destruyó. Una y otra vez contuvo su enojo, y no se dejó llevar del todo por la ira.

Sal 78:39 Se acordó de que eran simples mortales, un efímero suspiro que jamás regresa.

Sal 78:40 ¡Cuántas veces se rebelaron contra él en el desierto, y lo entristecieron en los páramos!

Sal 78:41 Una y otra vez ponían a Dios a prueba; provocaban al Santo de Israel.

Sal 78:42 Jamás se acordaron de su poder, de cuando los rescató del opresor,

Sal 78:43 ni de sus señales milagrosas en Egipto, ni de sus portentos en la región de Zoán,

Sal 78:44 cuando convirtió en sangre los ríos egipcios y no pudieron ellos beber de sus arroyos;

Sal 78:45 cuando les envió tábanos que se los devoraban, y ranas que los destruían;

Sal 78:46 cuando entregó sus cosechas a los saltamontes, y sus sembrados a la langosta;

Sal 78:47 cuando con granizo destruyó sus viñas, y con escarcha sus higueras;

Sal 78:48 cuando entregó su ganado al granizo, y sus rebaños a las centellas;

Sal 78:49 cuando lanzó contra ellos el ardor de su ira, de su furor, indignación y hostilidad: ¡todo un ejército de ángeles destructores!

Sal 78:50 Dio rienda suelta a su enojo y no los libró de la muerte, sino que los entregó a la plaga.

Sal 78:51 Dio muerte a todos los primogénitos de Egipto, a las primicias de su raza en los campamentos de Cam.

Sal 78:52 A su pueblo lo guió como a un rebaño; los llevó por el desierto, como a ovejas,

Sal 78:53 infundiéndoles confianza para que no temieran. Pero a sus enemigos se los tragó el mar.

Sal 78:54 Trajo a su pueblo a esta su tierra santa, a estas montañas que su diestra conquistó.

Sal 78:55 Al paso de los israelitas expulsó naciones, cuyas tierras dio a su pueblo en heredad; ¡así estableció en sus tiendas a las tribus de Israel!

Sal 78:56 Pero ellos pusieron a prueba a Dios: se rebelaron contra el Altísimo y desobedecieron sus estatutos.

Sal 78:57 Fueron desleales y traidores, como sus padres; ¡tan falsos como un arco defectuoso!

Sal 78:58 Lo irritaron con sus santuarios paganos; con sus ídolos despertaron sus celos.

Sal 78:59 Dios lo supo y se puso muy furioso, por lo que rechazó completamente a Israel.

Sal 78:60 Abandonó el tabernáculo de Siló, que era su santuario aquí en la tierra,

Sal 78:61 y dejó que el símbolo de su poder y gloria cayera cautivo en manos enemigas.

Sal 78:62 Tan furioso estaba contra su pueblo que dejó que los mataran a filo de espada.

Sal 78:63 A sus jóvenes los consumió el fuego, y no hubo cantos nupciales para sus doncellas;

Sal 78:64 a filo de espada cayeron sus sacerdotes, y sus viudas no pudieron hacerles duelo.

Sal 78:65 Despertó entonces el Señor, como quien despierta de un sueño, como un guerrero que, por causa del vino, lanza gritos desaforados.

Sal 78:66 Hizo retroceder a sus enemigos, y los puso en vergüenza para siempre.

Sal 78:67 Rechazó a los descendientes[a] de José, y no escogió a la tribu de Efraín;

Sal 78:68 más bien, escogió a la tribu de Judá y al monte Sión, al cual ama.

Sal 78:69 Construyó su santuario, alto como los cielos,[b] como la tierra, que él afirmó para siempre.

Sal 78:70 Escogió a su siervo David, al que sacó de los apriscos de las ovejas,

Sal 78:71 y lo quitó de andar arreando los rebaños para que fuera el pastor de Jacob, su pueblo; el pastor de Israel, su herencia.

Sal 78:72 Y David los pastoreó con corazón sincero; con mano experta los dirigió.