Día 244
14 Jesús & el Reino
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Mateo 17
La transfiguración
Mat 17:1
La transfiguración
17:1-8—Lc 9:28-36
17:1-13—Mr 9:2-13
Seis días después, Jesús tomó consigo a Pedro, a Jacobo y a Juan, el hermano de Jacobo, y los llevó aparte, a una montaña alta.
Mat 17:2 Allí se transfiguró en presencia de ellos; su rostro resplandeció como el sol, y su ropa se volvió blanca como la luz.
Mat 17:3 En esto, se les aparecieron Moisés y Elías conversando con Jesús.
Mat 17:4 Pedro le dijo a Jesús: —Señor, ¡qué bien que estemos aquí! Si quieres, levantaré tres albergues: uno para ti, otro para Moisés y otro para Elías.
Mat 17:5 Mientras estaba aún hablando, apareció una nube luminosa que los envolvió, de la cual salió una voz que dijo: «Éste es mi Hijo amado; estoy muy complacido con él. ¡Escúchenlo!»
Mat 17:6 Al oír esto, los discípulos se postraron sobre su rostro, aterrorizados.
Mat 17:7 Pero Jesús se acercó a ellos y los tocó. —Levántense —les dijo—. No tengan miedo.
Mat 17:8 Cuando alzaron la vista, no vieron a nadie más que a Jesús.
Mat 17:9 Mientras bajaban de la montaña, Jesús les encargó: —No le cuenten a nadie lo que han visto hasta que el Hijo del hombre resucite.
Mat 17:10 Entonces los discípulos le preguntaron a Jesús: —¿Por qué dicen los maestros de la ley que Elías tiene que venir primero?
Mat 17:11 —Sin duda Elías viene, y restaurará todas las cosas —respondió Jesús—.
Mat 17:12 Pero les digo que Elías ya vino, y no lo reconocieron sino que hicieron con él todo lo que quisieron. De la misma manera va a sufrir el Hijo del hombre a manos de ellos.
Mat 17:13 Entonces entendieron los discípulos que les estaba hablando de Juan el Bautista.
Jesús sana a un muchacho endemoniado
Mat 17:14
Jesús sana a un muchacho endemoniado
17:14-19—Mr 9:14-28; Lc 9:37-42
Cuando llegaron a la multitud, un hombre se acercó a Jesús y se arrodilló delante de él.
Mat 17:15 —Señor, ten compasión de mi hijo. Le dan ataques y sufre terriblemente. Muchas veces cae en el fuego o en el agua.
Mat 17:16 Se lo traje a tus discípulos, pero no pudieron sanarlo.
Mat 17:17 —¡Ah, generación incrédula y perversa! —respondió Jesús—. ¿Hasta cuándo tendré que estar con ustedes? ¿Hasta cuándo tendré que soportarlos? Tráiganme acá al muchacho.
Mat 17:18 Jesús reprendió al demonio, el cual salió del muchacho, y éste quedó sano desde aquel momento.
Mat 17:19 Después los discípulos se acercaron a Jesús y, en privado, le preguntaron: —¿Por qué nosotros no pudimos expulsarlo?
Mat 17:20 —Porque ustedes tienen tan poca fe —les respondió—. Les aseguro que si tienen fe tan pequeña como un grano de mostaza, podrán decirle a esta montaña: “Trasládate de aquí para allá”, y se trasladará. Para ustedes nada será imposible.[a]
Mat 17:21 --
Jesús predice de nuevo su muerte y resurrección
Mat 17:22 Estando reunidos en Galilea, Jesús les dijo: «El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres.
Mat 17:23 Lo matarán, pero al tercer día resucitará.» Y los discípulos se entristecieron mucho.
El impuesto del templo
Mat 17:24
El impuesto del templo
Cuando Jesús y sus discípulos llegaron a Capernaúm, los que cobraban el impuesto del templo[b] se acercaron a Pedro y le preguntaron: —¿Su maestro no paga el impuesto del templo?
Mat 17:25 —Sí, lo paga —respondió Pedro. Al entrar Pedro en la casa, se adelantó Jesús a preguntarle: —¿Tú qué opinas, Simón? Los reyes de la tierra, ¿a quiénes cobran tributos e impuestos: a los suyos o a los demás?
Mat 17:26 —A los demás —contestó Pedro. —Entonces los suyos están exentos —le dijo Jesús—.
Mat 17:27 Pero, para no escandalizar a esta gente, vete al lago y echa el anzuelo. Saca el primer pez que pique; ábrele la boca y encontrarás una moneda.[c] Tómala y dásela a ellos por mi impuesto y por el tuyo.
Mateo 18
¿Quién es el mayor?
Mat 18:1
El más importante en el reino de los cielos
18:1-5—Mr 9:33-37; Lc 9:46-48
En ese momento los discípulos se acercaron a Jesús y le preguntaron: —¿Quién es el más importante en el reino de los cielos?
Mat 18:2 Él llamó a un niño y lo puso en medio de ellos.
Mat 18:3 Entonces dijo: —Les aseguro que a menos que ustedes cambien y se vuelvan como niños, no entrarán en el reino de los cielos.
Mat 18:4 Por tanto, el que se humilla como este niño será el más grande en el reino de los cielos.
Mat 18:5 »Y el que recibe en mi nombre a un niño como éste, me recibe a mí.
Mat 18:6 Pero si alguien hace pecar a uno de estos pequeños que creen en mí, más le valdría que le colgaran al cuello una gran piedra de molino y lo hundieran en lo profundo del mar.
Tentaciones al pecado
Mat 18:7 »¡Ay del mundo por las cosas que hacen pecar a la gente! Inevitable es que sucedan, pero ¡ay del que hace pecar a los demás!
Mat 18:8 Si tu mano o tu pie te hace pecar, córtatelo y arrójalo. Más te vale entrar en la vida manco o cojo que ser arrojado al fuego eterno con tus dos manos y tus dos pies.
Mat 18:9 Y si tu ojo te hace pecar, sácatelo y arrójalo. Más te vale entrar tuerto en la vida que con dos ojos ser arrojado al fuego del infierno.[a]
La parábola de la oveja perdida
Mat 18:10
Parábola de la oveja perdida
18:12-14—Lc 15:4-7
»Miren que no menosprecien a uno de estos pequeños. Porque les digo que en el cielo los ángeles de ellos contemplan siempre el rostro de mi Padre celestial.[b]
Mat 18:11 --
Mat 18:12 »¿Qué les parece? Si un hombre tiene cien ovejas y se le extravía una de ellas, ¿no dejará las noventa y nueve en las colinas para ir en busca de la extraviada?
Mat 18:13 Y si llega a encontrarla, les aseguro que se pondrá más feliz por esa sola oveja que por las noventa y nueve que no se extraviaron.
Mat 18:14 Así también, el Padre de ustedes que está en el cielo no quiere que se pierda ninguno de estos pequeños.
Si tu hermano peca contra ti
Mat 18:15
El hermano que peca contra ti
»Si tu hermano peca contra ti,[c] ve a solas con él y hazle ver su falta. Si te hace caso, has ganado a tu hermano.
Mat 18:16 Pero si no, lleva contigo a uno o dos más, para que “todo asunto se resuelva mediante el testimonio de dos o tres testigos” .[d]
Mat 18:17 Si se niega a hacerles caso a ellos, díselo a la iglesia; y si incluso a la iglesia no le hace caso, trátalo como si fuera un incrédulo o un renegado.[e]
Mat 18:18 »Les aseguro que todo lo que ustedes aten en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desaten en la tierra quedará desatado en el cielo.
Mat 18:19 »Además les digo que si dos de ustedes en la tierra se ponen de acuerdo sobre cualquier cosa que pidan, les será concedida por mi Padre que está en el cielo.
Mat 18:20 Porque donde dos o tres se reúnen en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.
La parábola del siervo que no perdonó
Mat 18:21
Parábola del siervo despiadado
Pedro se acercó a Jesús y le preguntó: —Señor, ¿cuántas veces tengo que perdonar a mi hermano que peca contra mí? ¿Hasta siete veces?
Mat 18:22 —No te digo que hasta siete veces, sino hasta setenta y siete veces[f] —le contestó Jesús—.
Mat 18:23 »Por eso el reino de los cielos se parece a un rey que quiso ajustar cuentas con sus siervos.
Mat 18:24 Al comenzar a hacerlo, se le presentó uno que le debía miles y miles de monedas de oro.[g]
Mat 18:25 Como él no tenía con qué pagar, el señor mandó que lo vendieran a él, a su esposa y a sus hijos, y todo lo que tenía, para así saldar la deuda.
Mat 18:26 El siervo se postró delante de él. “Tenga paciencia conmigo —le rogó—, y se lo pagaré todo.”
Mat 18:27 El señor se compadeció de su siervo, le perdonó la deuda y lo dejó en libertad.
Mat 18:28 »Al salir, aquel siervo se encontró con uno de sus compañeros que le debía cien monedas de plata.[h] Lo agarró por el cuello y comenzó a estrangularlo. “¡Págame lo que me debes!”, le exigió.
Mat 18:29 Su compañero se postró delante de él. “Ten paciencia conmigo —le rogó—, y te lo pagaré.”
Mat 18:30 Pero él se negó. Más bien fue y lo hizo meter en la cárcel hasta que pagara la deuda.
Mat 18:31 Cuando los demás siervos vieron lo ocurrido, se entristecieron mucho y fueron a contarle a su señor todo lo que había sucedido.
Mat 18:32 Entonces el señor mandó llamar al siervo. “¡Siervo malvado! —le increpó—. Te perdoné toda aquella deuda porque me lo suplicaste.
Mat 18:33 ¿No debías tú también haberte compadecido de tu compañero, así como yo me compadecí de ti?”
Mat 18:34 Y enojado, su señor lo entregó a los carceleros para que lo torturaran hasta que pagara todo lo que debía.
Mat 18:35 »Así también mi Padre celestial los tratará a ustedes, a menos que cada uno perdone de corazón a su hermano.
Salmo 89
Las misericordias de Jehová cantaré perpetuamente
Sal 89:1
Masquil de Etán el ezraíta.
Oh SEÑOR, por siempre cantaré la grandeza de tu amor; por todas las generaciones proclamará mi boca tu fidelidad.
Sal 89:2 Declararé que tu amor permanece firme para siempre, que has afirmado en el cielo tu fidelidad.
Sal 89:3 Dijiste: «He hecho un pacto con mi escogido; le he jurado a David mi siervo:
Sal 89:4 “Estableceré tu dinastía para siempre, y afirmaré tu trono por todas las generaciones.” » Selah
Sal 89:5 Los cielos, SEÑOR, celebran tus maravillas, y tu fidelidad la asamblea de los santos.
Sal 89:6 ¿Quién en los cielos es comparable al SEÑOR? ¿Quién como él entre los seres celestiales?
Sal 89:7 Dios es muy temido en la asamblea de los santos; grande y portentoso sobre cuantos lo rodean.
Sal 89:8 ¿Quién como tú, SEÑOR, Dios Todopoderoso, rodeado de poder y de fidelidad?
Sal 89:9 Tú gobiernas sobre el mar embravecido; tú apaciguas sus encrespadas olas.
Sal 89:10 Aplastaste a Rahab como a un cadáver; con tu brazo poderoso dispersaste a tus enemigos.
Sal 89:11 Tuyo es el cielo, y tuya la tierra; tú fundaste el mundo y todo lo que contiene.
Sal 89:12 Por ti fueron creados el norte y el sur; el Tabor y el Hermón cantan alegres a tu nombre.
Sal 89:13 Tu brazo es capaz de grandes proezas; fuerte es tu mano, exaltada tu diestra.
Sal 89:14 La justicia y el derecho son el fundamento de tu trono, y tus heraldos, el amor y la verdad.
Sal 89:15 Dichosos los que saben aclamarte, SEÑOR, y caminan a la luz de tu presencia;
Sal 89:16 los que todo el día se alegran en tu nombre y se regocijan en tu justicia.
Sal 89:17 Porque tú eres su gloria y su poder; por tu buena voluntad aumentas nuestra fuerza.[a]
Sal 89:18 Tú, SEÑOR, eres nuestro escudo; tú, Santo de Israel, eres nuestro rey.
Sal 89:19 Una vez hablaste en una visión, y le dijiste a tu pueblo fiel: «Le he brindado mi ayuda a un valiente; al mejor hombre del pueblo lo he exaltado.
Sal 89:20 He encontrado a David, mi siervo, y lo he ungido con mi aceite santo.
Sal 89:21 Mi mano siempre lo sostendrá; mi brazo lo fortalecerá.
Sal 89:22 Ningún enemigo lo someterá a tributo; ningún inicuo lo oprimirá.
Sal 89:23 Aplastaré a quienes se le enfrenten y derribaré a quienes lo aborrezcan.
Sal 89:24 La fidelidad de mi amor lo acompañará, y por mi nombre será exaltada su fuerza.[b]
Sal 89:25 Le daré poder sobre el mar[c] y dominio sobre los ríos.[d]
Sal 89:26 Él me dirá: “Tú eres mi Padre, mi Dios, la roca de mi salvación.”
Sal 89:27 Yo le daré los derechos de primogenitura, la primacía sobre los reyes de la tierra.
Sal 89:28 Mi amor por él será siempre constante, y mi pacto con él se mantendrá fiel.
Sal 89:29 Afirmaré su dinastía y su trono para siempre, mientras el cielo exista.
Sal 89:30 »Pero si sus hijos se apartan de mi ley y no viven según mis decretos,
Sal 89:31 si violan mis estatutos y no observan mis mandamientos,
Sal 89:32 con vara castigaré sus transgresiones y con azotes su iniquidad.
Sal 89:33 Con todo, jamás le negaré mi amor, ni mi fidelidad le faltará.
Sal 89:34 No violaré mi pacto ni me retractaré de mis palabras.
Sal 89:35 Una sola vez he jurado por mi santidad, y no voy a mentirle a David:
Sal 89:36 Su descendencia vivirá por siempre; su trono durará como el sol en mi presencia.
Sal 89:37 Como la luna, fiel testigo en el cielo, será establecido para siempre.» Selah
Sal 89:38 Pero tú has desechado, has rechazado a tu ungido; te has enfurecido contra él en gran manera.
Sal 89:39 Has revocado el pacto con tu siervo; has arrastrado por los suelos su corona.
Sal 89:40 Has derribado todas sus murallas y dejado en ruinas sus fortalezas.
Sal 89:41 Todos los que pasan lo saquean; ¡es motivo de burla para sus vecinos!
Sal 89:42 Has exaltado el poder de sus adversarios y llenado de gozo a sus enemigos.
Sal 89:43 Le has quitado el filo a su espada, y no lo has apoyado en la batalla.
Sal 89:44 Has puesto fin a su esplendor al derribar por tierra su trono.
Sal 89:45 Has acortado los días de su juventud; lo has cubierto con un manto de vergüenza. Selah
Sal 89:46 ¿Hasta cuándo, SEÑOR, te seguirás escondiendo? ¿Va a arder tu ira para siempre, como el fuego?
Sal 89:47 ¡Recuerda cuán efímera es mi vida![e] Al fin y al cabo, ¿para qué creaste a los mortales?
Sal 89:48 ¿Quién hay que viva y no muera jamás, o que pueda escapar del poder del sepulcro? Selah
Sal 89:49 ¿Dónde está, Señor, tu amor de antaño, que en tu fidelidad juraste a David?
Sal 89:50 Recuerda, Señor, que se burlan de tus siervos; que llevo en mi pecho los insultos de muchos pueblos.
Sal 89:51 Tus enemigos, SEÑOR, nos ultrajan; a cada paso ofenden a tu ungido.
Sal 89:52 ¡Bendito sea el SEÑOR por siempre! Amén y amén.