Día 99

07 El Auge y Caída del Reino de Israel

77 - 78 - 79 - 80 - 81 - 82 - 83 - 84 - 85 - 86 - 87 - 88 - 89 - 90 - 91 - 92 - 93 - 94 - 95 - 96 - 97 - 98 - 99 - 100 - 101 - 102 - 103 - 104 - 105 - 106 - 107 - 108

1 Reyes 17

Elías predice una sequía

1Re 17:1

Elías es alimentado por los cuervos

Ahora bien, Elías, el de Tisbé[a] de Galaad, fue a decirle a Acab: «Tan cierto como que vive el SEÑOR, Dios de Israel, a quien yo sirvo, te juro que no habrá rocío ni lluvia en los próximos años, hasta que yo lo ordene.»

1Re 17:2 Entonces la palabra del SEÑOR vino a Elías y le dio este mensaje:

1Re 17:3 «Sal de aquí hacia el oriente, y escóndete en el arroyo de Querit, al este del Jordán.

1Re 17:4 Beberás agua del arroyo, y yo les ordenaré a los cuervos que te den de comer allí.»

1Re 17:5 Así que Elías se fue al arroyo de Querit, al este del Jordán, y allí permaneció, conforme a la palabra del SEÑOR.

1Re 17:6 Por la mañana y por la tarde los cuervos le llevaban pan y carne, y bebía agua del arroyo.

1Re 17:7

La viuda de Sarepta

Algún tiempo después, se secó el arroyo porque no había llovido en el país.

La viuda de Sarepta

1Re 17:8 Entonces la palabra del SEÑOR vino a él y le dio este mensaje:

1Re 17:9 «Ve ahora a Sarepta de Sidón, y permanece allí. A una viuda de ese lugar le he ordenado darte de comer.»

1Re 17:10 Así que Elías se fue a Sarepta. Al llegar a la puerta de la ciudad, encontró a una viuda que recogía leña. La llamó y le dijo: —Por favor, tráeme una vasija con un poco de agua para beber.

1Re 17:11 Mientras ella iba por el agua, él volvió a llamarla y le pidió: —Tráeme también, por favor, un pedazo de pan.

1Re 17:12 —Tan cierto como que vive el SEÑOR tu Dios —respondió ella—, no me queda ni un pedazo de pan; sólo tengo un puñado de harina en la tinaja y un poco de aceite en el jarro. Precisamente estaba recogiendo unos leños para llevármelos a casa y hacer una comida para mi hijo y para mí. ¡Será nuestra última comida antes de morirnos de hambre!

1Re 17:13 —No temas —le dijo Elías—. Vuelve a casa y haz lo que pensabas hacer. Pero antes prepárame un panecillo con lo que tienes, y tráemelo; luego haz algo para ti y para tu hijo.

1Re 17:14 Porque así dice el SEÑOR, Dios de Israel: “No se agotará la harina de la tinaja ni se acabará el aceite del jarro, hasta el día en que el SEÑOR haga llover sobre la tierra.”

1Re 17:15 Ella fue e hizo lo que le había dicho Elías, de modo que cada día hubo comida para ella y su hijo, como también para Elías.

1Re 17:16 Y tal como la palabra del SEÑOR lo había anunciado por medio de Elías, no se agotó la harina de la tinaja ni se acabó el aceite del jarro.

Elías resucita al hijo de la viuda

1Re 17:17 Poco después se enfermó el hijo de aquella viuda, y tan grave se puso que finalmente expiró.

1Re 17:18 Entonces ella le reclamó a Elías: —¿Por qué te entrometes, hombre de Dios? ¡Viniste a recordarme mi pecado y a matar a mi hijo!

1Re 17:19 —Dame a tu hijo —contestó Elías. Y arrebatándoselo del regazo, Elías lo llevó al cuarto de arriba, donde estaba alojado, y lo acostó en su propia cama.

1Re 17:20 Entonces clamó: «SEÑOR mi Dios, ¿también a esta viuda, que me ha dado alojamiento, la haces sufrir matándole a su hijo?»

1Re 17:21 Luego se tendió tres veces sobre el muchacho y clamó: «¡SEÑOR mi Dios, devuélvele la vida a este muchacho!»

1Re 17:22 El SEÑOR oyó el clamor de Elías, y el muchacho volvió a la vida.

1Re 17:23 Elías tomó al muchacho y lo llevó de su cuarto a la planta baja. Se lo entregó a su madre y le dijo: —¡Tu hijo vive! ¡Aquí lo tienes!

1Re 17:24 Entonces la mujer le dijo a Elías: —Ahora sé que eres un hombre de Dios, y que lo que sale de tu boca es realmente la palabra del SEÑOR.

1 Reyes 18

Elías se enfrenta a Acab

1Re 18:1

Elías y Abdías

Después de un largo tiempo, en el tercer año, la palabra del SEÑOR vino a Elías y le dio este mensaje: «Ve y preséntate ante Acab, que voy a enviar lluvia sobre la tierra.»

1Re 18:2 Así que Elías se puso en camino para presentarse ante Acab. En Samaria había mucha hambre.

1Re 18:3 Por lo tanto, Acab mandó llamar a Abdías, quien administraba su palacio y veneraba al SEÑOR.

1Re 18:4 Como Jezabel estaba acabando con los profetas del SEÑOR, Abdías había tomado a cien de ellos y los había escondido en dos cuevas, cincuenta en cada una, y les había dado de comer y de beber.

1Re 18:5 Acab instruyó a Abdías: «Recorre todo el país en busca de fuentes y ríos. Tal vez encontremos pasto para mantener vivos los caballos y las mulas, y no perdamos nuestras bestias.»

1Re 18:6 Así que se dividieron la tierra que iban a recorrer: Acab se fue en una dirección, y Abdías en la otra.

1Re 18:7 Abdías iba por su camino cuando Elías le salió al encuentro. Al reconocerlo, Abdías se postró rostro en tierra y le preguntó: —Mi señor Elías, ¿de veras es usted?

1Re 18:8 —Sí, soy yo —le respondió—. Ve a decirle a tu amo que aquí estoy.

1Re 18:9 —¿Qué mal ha hecho este servidor suyo —preguntó Abdías—, para que usted me entregue a Acab y él me mate?

1Re 18:10 Tan cierto como que vive el SEÑOR su Dios, que no hay nación ni reino adonde mi amo no haya mandado a buscarlo. Y a quienes afirmaban que usted no estaba allí, él los hacía jurar que no lo habían encontrado.

1Re 18:11 ¿Y ahora usted me ordena que vaya a mi amo y le diga que usted está aquí?

1Re 18:12 ¡Qué sé yo a dónde lo va a llevar el Espíritu del SEÑOR cuando nos separemos! Si voy y le digo a Acab que usted está aquí, y luego él no lo encuentra, ¡me matará! Tenga usted en cuenta que yo, su servidor, he sido fiel al SEÑOR desde mi juventud.

1Re 18:13 ¿No le han contado a mi señor lo que hice cuando Jezabel estaba matando a los profetas del SEÑOR? ¡Pues escondí a cien de los profetas del SEÑOR en dos cuevas, cincuenta en cada una, y les di de comer y de beber!

1Re 18:14 ¡Y ahora usted me ordena que vaya a mi amo y le diga que usted está aquí! ¡De seguro me matará!

1Re 18:15 Elías le respondió: —Tan cierto como que vive el SEÑOR Todopoderoso, a quien sirvo, te aseguro que hoy me presentaré ante Acab.

1Re 18:16

Elías en el monte Carmelo

Abdías fue a buscar a Acab y le informó de lo sucedido, así que éste fue al encuentro de Elías

1Re 18:17 y, cuando lo vio, le preguntó: —¿Eres tú el que le está causando problemas a Israel?

1Re 18:18 —No soy yo quien le está causando problemas a Israel —respondió Elías—. Quienes se los causan son tú y tu familia, porque han abandonado los mandamientos del SEÑOR y se han ido tras los baales.

1Re 18:19 Ahora convoca de todas partes al pueblo de Israel, para que se reúna conmigo en el monte Carmelo con los cuatrocientos cincuenta profetas de Baal y los cuatrocientos profetas de la diosa Aserá que se sientan a la mesa de Jezabel.

Los profetas de Baal derrotados

1Re 18:20 Acab convocó en el monte Carmelo a todos los israelitas y a los profetas.

1Re 18:21 Elías se presentó ante el pueblo y dijo: —¿Hasta cuándo van a seguir indecisos?[a] Si el Dios verdadero es el SEÑOR, deben seguirlo; pero si es Baal, síganlo a él. El pueblo no dijo una sola palabra.

1Re 18:22 Entonces Elías añadió: —Yo soy el único que ha quedado de los profetas del SEÑOR; en cambio, Baal cuenta con cuatrocientos cincuenta profetas.

1Re 18:23 Tráigannos dos bueyes. Que escojan ellos uno, y lo descuarticen y pongan los pedazos sobre la leña, pero sin prenderle fuego. Yo prepararé el otro buey y lo pondré sobre la leña, pero tampoco le prenderé fuego.

1Re 18:24 Entonces invocarán ellos el nombre de su dios, y yo invocaré el nombre del SEÑOR. ¡El que responda con fuego, ése es el Dios verdadero! Y todo el pueblo estuvo de acuerdo.

1Re 18:25 Entonces Elías les dijo a los profetas de Baal: —Ya que ustedes son tantos, escojan uno de los bueyes y prepárenlo primero. Invoquen luego el nombre de su dios, pero no prendan fuego.

1Re 18:26 Los profetas de Baal tomaron el buey que les dieron y lo prepararon, e invocaron el nombre de su dios desde la mañana hasta el mediodía. —¡Baal, respóndenos! —gritaban, mientras daban brincos alrededor del altar que habían hecho. Pero no se escuchó nada, pues nadie respondió.

1Re 18:27 Al mediodía Elías comenzó a burlarse de ellos: —¡Griten más fuerte! —les decía—. Seguro que es un dios, pero tal vez esté meditando, o esté ocupado o de viaje. ¡A lo mejor se ha quedado dormido y hay que despertarlo!

1Re 18:28 Comenzaron entonces a gritar más fuerte y, como era su costumbre, se cortaron con cuchillos y dagas hasta quedar bañados en sangre.

1Re 18:29 Pasó el mediodía, y siguieron con su espantosa algarabía hasta la hora del sacrificio vespertino. Pero no se escuchó nada, pues nadie respondió ni prestó atención.

1Re 18:30 Entonces Elías le dijo a todo el pueblo: —¡Acérquense! Así lo hicieron. Como el altar del SEÑOR estaba en ruinas, Elías lo reparó.

1Re 18:31 Luego recogió doce piedras, una por cada tribu descendiente de Jacob, a quien el SEÑOR le había puesto por nombre Israel.

1Re 18:32 Con las piedras construyó un altar en honor del SEÑOR, y alrededor cavó una zanja en que cabían quince litros[b] de cereal.

1Re 18:33 Colocó la leña, descuartizó el buey, puso los pedazos sobre la leña

1Re 18:34 y dijo: —Llenen de agua cuatro cántaros, y vacíenlos sobre el holocausto y la leña. Luego dijo: —Vuelvan a hacerlo. Y así lo hicieron. —¡Háganlo una vez más! —les ordenó. Y por tercera vez vaciaron los cántaros.

1Re 18:35 El agua corría alrededor del altar hasta llenar la zanja.

1Re 18:36 A la hora del sacrificio vespertino, el profeta Elías dio un paso adelante y oró así: «SEÑOR, Dios de Abraham, de Isaac y de Israel, que todos sepan hoy que tú eres Dios en Israel, y que yo soy tu siervo y he hecho todo esto en obediencia a tu palabra.

1Re 18:37 ¡Respóndeme, SEÑOR, respóndeme, para que esta gente reconozca que tú, SEÑOR, eres Dios, y que estás convirtiendo a ti su corazón!»

1Re 18:38 En ese momento cayó el fuego del SEÑOR y quemó el holocausto, la leña, las piedras y el suelo, y hasta lamió el agua de la zanja.

1Re 18:39 Cuando todo el pueblo vio esto, se postró y exclamó: «¡El SEÑOR es Dios, el Dios verdadero!»

1Re 18:40 Luego Elías les ordenó: —¡Agarren a los profetas de Baal! ¡Que no escape ninguno! Tan pronto como los agarraron, Elías hizo que los bajaran al arroyo Quisón, y allí los ejecutó.

El Señor envía lluvia

1Re 18:41 Entonces Elías le dijo a Acab: —Anda a tu casa, y come y bebe, porque ya se oye el ruido de un torrentoso aguacero.

1Re 18:42 Acab se fue a comer y beber, pero Elías subió a la cumbre del Carmelo, se inclinó hasta el suelo y puso el rostro entre las rodillas.

1Re 18:43 —Ve y mira hacia el mar —le ordenó a su criado. El criado fue y miró, y dijo: —No se ve nada. Siete veces le ordenó Elías que fuera a ver,

1Re 18:44 y la séptima vez el criado le informó: —Desde el mar viene subiendo una nube. Es tan pequeña como una mano. Entonces Elías le ordenó: —Ve y dile a Acab: “Engancha el carro y vete antes de que la lluvia te detenga.”

1Re 18:45 Las nubes fueron oscureciendo el cielo; luego se levantó el viento y se desató una fuerte lluvia. Pero Acab se fue en su carro hacia Jezrel.

1Re 18:46 Entonces el poder del SEÑOR vino sobre Elías, quien ajustándose el manto con el cinturón, echó a correr y llegó a Jezrel antes que Acab.

1 Reyes 19

Elías huye de Jezabel

1Re 19:1

Elías huye a Horeb

Acab le contó a Jezabel todo lo que Elías había hecho, y cómo había matado a todos los profetas a filo de espada.

1Re 19:2 Entonces Jezabel envió un mensajero a que le dijera a Elías: «¡Que los dioses me castiguen sin piedad si mañana a esta hora no te he quitado la vida como tú se la quitaste a ellos!»

1Re 19:3 Elías se asustó[a] y huyó para ponerse a salvo. Cuando llegó a Berseba de Judá, dejó allí a su criado

1Re 19:4 y caminó todo un día por el desierto. Llegó adonde había un arbusto,[b] y se sentó a su sombra con ganas de morirse. «¡Estoy harto, SEÑOR! —protestó—. Quítame la vida, pues no soy mejor que mis antepasados.»

1Re 19:5 Luego se acostó debajo del arbusto y se quedó dormido. De repente, un ángel lo tocó y le dijo: «Levántate y come.»

1Re 19:6 Elías miró a su alrededor, y vio a su cabecera un panecillo cocido sobre carbones calientes, y un jarro de agua. Comió y bebió, y volvió a acostarse.

1Re 19:7 El ángel del SEÑOR regresó y, tocándolo, le dijo: «Levántate y come, porque te espera un largo viaje.»

1Re 19:8 Elías se levantó, y comió y bebió. Una vez fortalecido por aquella comida, viajó cuarenta días y cuarenta noches hasta que llegó a Horeb, el monte de Dios.

El Señor habla a Elías

1Re 19:9 Allí pasó la noche en una cueva.

El SEÑOR se le aparece a Elías

Más tarde, la palabra del SEÑOR vino a él. —¿Qué haces aquí, Elías? —le preguntó.

1Re 19:10 —Me consume mi amor[c] por ti, SEÑOR Dios Todopoderoso —respondió él—. Los israelitas han rechazado tu pacto, han derribado tus altares, y a tus profetas los han matado a filo de espada. Yo soy el único que ha quedado con vida, ¡y ahora quieren matarme a mí también!

1Re 19:11 El SEÑOR le ordenó: —Sal y preséntate ante mí en la montaña, porque estoy a punto de pasar por allí. Como heraldo del SEÑOR vino un viento recio, tan violento que partió las montañas e hizo añicos las rocas; pero el SEÑOR no estaba en el viento. Al viento lo siguió un terremoto, pero el SEÑOR tampoco estaba en el terremoto.

1Re 19:12 Tras el terremoto vino un fuego, pero el SEÑOR tampoco estaba en el fuego. Y después del fuego vino un suave murmullo.

1Re 19:13 Cuando Elías lo oyó, se cubrió el rostro con el manto y, saliendo, se puso a la entrada de la cueva. Entonces oyó una voz que le dijo: —¿Qué haces aquí, Elías?

1Re 19:14 Él respondió: —Me consume mi amor por ti, SEÑOR, Dios Todopoderoso. Los israelitas han rechazado tu pacto, han derribado tus altares, y a tus profetas los han matado a filo de espada. Yo soy el único que ha quedado con vida, ¡y ahora quieren matarme a mí también!

1Re 19:15 El SEÑOR le dijo: —Regresa por el mismo camino, y ve al desierto de Damasco. Cuando llegues allá, unge a Jazael como rey de Siria,

1Re 19:16 y a Jehú hijo de Nimsi como rey de Israel; unge también a Eliseo hijo de Safat, de Abel Mejolá, para que te suceda como profeta.

1Re 19:17 Jehú dará muerte a cualquiera que escape de la espada de Jazael, y Eliseo dará muerte a cualquiera que escape de la espada de Jehú.

1Re 19:18 Sin embargo, yo preservaré a siete mil israelitas que no se han arrodillado ante Baal ni lo han besado.

La llamada de Eliseo

1Re 19:19

El llamamiento de Eliseo

Elías salió de allí y encontró a Eliseo hijo de Safat, que estaba arando. Había doce yuntas de bueyes en fila, y él mismo conducía la última. Elías pasó junto a Eliseo y arrojó su manto sobre él.

1Re 19:20 Entonces Eliseo dejó sus bueyes y corrió tras Elías. —Permítame usted despedirme de mi padre y de mi madre con un beso —dijo él—, y luego lo seguiré. —Anda, ve —respondió Elías—. Yo no te lo voy a impedir.[d]

1Re 19:21 Eliseo lo dejó y regresó. Tomó su yunta de bueyes y los sacrificó. Quemando la madera de la yunta, asó la carne y se la dio al pueblo, y ellos comieron. Luego partió para seguir a Elías y se puso a su servicio.

Salmo 99

Jehová nuestro Dios es santo

Sal 99:1

El SEÑOR es rey: que tiemblen las naciones. Él tiene su trono entre querubines: que se estremezca la tierra.

Sal 99:2 Grande es el SEÑOR en Sión, ¡excelso sobre todos los pueblos!

Sal 99:3 Sea alabado su nombre grandioso e imponente: ¡él es santo!

Sal 99:4 Rey poderoso, que amas la justicia: tú has establecido la equidad y has actuado en Jacob con justicia y rectitud.

Sal 99:5 Exalten al SEÑOR nuestro Dios; adórenlo ante el estrado de sus pies: ¡él es santo!

Sal 99:6 Moisés y Aarón se contaban entre sus sacerdotes, y Samuel, entre los que invocaron su nombre. Invocaron al SEÑOR, y él les respondió;

Sal 99:7 les habló desde la columna de nube. Cumplieron con sus estatutos, con los decretos que él les entregó.

Sal 99:8 SEÑOR y Dios nuestro, tú les respondiste; fuiste para ellos un Dios perdonador, aun cuando castigaste sus rebeliones.

Sal 99:9 Exalten al SEÑOR nuestro Dios; adórenlo en su santo monte: ¡Santo es el SEÑOR nuestro Dios!