Día 340

15 El Pueblo del Reino

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Hebreos 11

Por la fe

Heb 11:1

Por la fe

Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve.

Heb 11:2 Gracias a ella fueron aprobados los antiguos.

Heb 11:3 Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve.

Heb 11:4 Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía.

Heb 11:5 Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios.

Heb 11:6 En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan.

Heb 11:7 Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe.

Heb 11:8 Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba.

Heb 11:9 Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa,

Heb 11:10 porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor.

Heb 11:11 Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril,[a] recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa.

Heb 11:12 Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar.

Heb 11:13 Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra.

Heb 11:14 Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria.

Heb 11:15 Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella.

Heb 11:16 Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad.

Heb 11:17 Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único,

Heb 11:18 a pesar de que Dios le había dicho: «Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac.»[b]

Heb 11:19 Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos.

Heb 11:20 Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro.

Heb 11:21 Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón.

Heb 11:22 Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales.

Heb 11:23 Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey.

Heb 11:24 Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón.

Heb 11:25 Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado.

Heb 11:26 Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa.

Heb 11:27 Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible.

Heb 11:28 Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel.

Heb 11:29 Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron.

Heb 11:30 Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor.

Heb 11:31 Por la fe la prostituta Rajab no murió junto con los desobedientes,[c] pues había recibido en paz a los espías.

Heb 11:32 ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas,

Heb 11:33 los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones,

Heb 11:34 apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros.

Heb 11:35 Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad.

Heb 11:36 Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles.

Heb 11:37 Fueron apedreados,[d] aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados.

Heb 11:38 ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas.

Heb 11:39 Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa.

Heb 11:40 Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta[e] sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor.

Hebreos 12

"Jesús, autor y consumador de nuestra fe"

Heb 12:1

Dios disciplina a sus hijos

Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante.

Heb 12:2 Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios.

No desmayes

Heb 12:3 Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo.

Heb 12:4 En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.

Heb 12:5 Y ya han olvidado por completo las palabras de aliento que como a hijos se les dirige: «Hijo mío, no tomes a la ligera la disciplina del Señor ni te desanimes cuando te reprenda,

Heb 12:6 porque el Señor disciplina a los que ama, y azota a todo el que recibe como hijo.»[a]

Heb 12:7 Lo que soportan es para su disciplina, pues Dios los está tratando como a hijos. ¿Qué hijo hay a quien el padre no disciplina?

Heb 12:8 Si a ustedes se les deja sin la disciplina que todos reciben, entonces son bastardos y no hijos legítimos.

Heb 12:9 Después de todo, aunque nuestros padres humanos nos disciplinaban, los respetábamos. ¿No hemos de someternos, con mayor razón, al Padre de los espíritus, para que vivamos?

Heb 12:10 En efecto, nuestros padres nos disciplinaban por un breve tiempo, como mejor les parecía; pero Dios lo hace para nuestro bien, a fin de que participemos de su santidad.

Heb 12:11 Ciertamente, ninguna disciplina, en el momento de recibirla, parece agradable, sino más bien penosa; sin embargo, después produce una cosecha de justicia y paz para quienes han sido entrenados por ella.

Heb 12:12 Por tanto, renueven las fuerzas de sus manos cansadas y de sus rodillas debilitadas.

Heb 12:13 «Hagan sendas derechas para sus pies»,[b] para que la pierna coja no se disloque sino que se sane.

Heb 12:14

Advertencia a los que rechazan a Dios

Busquen la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor.

Heb 12:15 Asegúrense de que nadie deje de alcanzar la gracia de Dios; de que ninguna raíz amarga brote y cause dificultades y corrompa a muchos;

Heb 12:16 y de que nadie sea inmoral ni profano como Esaú, quien por un solo plato de comida vendió sus derechos de hijo mayor.[c]

Heb 12:17 Después, como ya saben, cuando quiso heredar esa bendición, fue rechazado: No se le dio lugar para el arrepentimiento, aunque con lágrimas buscó la bendición.

Un reino inconmovible

Heb 12:18 Ustedes no se han acercado a una montaña que se pueda tocar o que esté ardiendo en fuego; ni a oscuridad, tinieblas y tormenta;

Heb 12:19 ni a sonido de trompeta, ni a tal clamor de palabras que quienes lo oyeron suplicaron que no se les hablara más,

Heb 12:20 porque no podían soportar esta orden: «¡Será apedreado todo el que toque la montaña, aunque sea un animal!»[d]

Heb 12:21 Tan terrible era este espectáculo que Moisés dijo: «Estoy temblando de miedo.»[e]

Heb 12:22 Por el contrario, ustedes se han acercado al monte Sión, a la Jerusalén celestial, la ciudad del Dios viviente. Se han acercado a millares y millares de ángeles, a una asamblea gozosa,

Heb 12:23 a la iglesia de los primogénitos inscritos en el cielo. Se han acercado a Dios, el juez de todos; a los espíritus de los justos que han llegado a la perfección;

Heb 12:24 a Jesús, el mediador de un nuevo pacto; y a la sangre rociada, que habla con más fuerza que la de Abel.

Heb 12:25 Tengan cuidado de no rechazar al que habla, pues si no escaparon aquellos que rechazaron al que los amonestaba en la tierra, mucho menos escaparemos nosotros si le volvemos la espalda al que nos amonesta desde el cielo.

Heb 12:26 En aquella ocasión, su voz conmovió la tierra, pero ahora ha prometido: «Una vez más haré que se estremezca no sólo la tierra sino también el cielo.»[f]

Heb 12:27 La frase üna vez más» indica la transformación[g] de las cosas movibles, es decir, las creadas, para que permanezca lo inconmovible.

Heb 12:28 Así que nosotros, que estamos recibiendo un reino inconmovible, seamos agradecidos. Inspirados por esta gratitud, adoremos a Dios como a él le agrada, con temor reverente,

Heb 12:29 porque nuestro «Dios es fuego consumidor».[h]

Hebreos 13

Sacrificios que agradan a Dios

Heb 13:1

Exhortaciones finales

Sigan amándose unos a otros fraternalmente.

Heb 13:2 No se olviden de practicar la hospitalidad, pues gracias a ella algunos, sin saberlo, hospedaron ángeles.

Heb 13:3 Acuérdense de los presos, como si ustedes fueran sus compañeros de cárcel, y también de los que son maltratados, como si fueran ustedes mismos los que sufren.

Heb 13:4 Tengan todos en alta estima el matrimonio y la fidelidad conyugal, porque Dios juzgará a los adúlteros y a todos los que cometen inmoralidades sexuales.

Heb 13:5 Manténganse libres del amor al dinero, y conténtense con lo que tienen, porque Dios ha dicho: «Nunca te dejaré; jamás te abandonaré.»[a]

Heb 13:6 Así que podemos decir con toda confianza: «El Señor es quien me ayuda; no temeré. ¿Qué me puede hacer un simple mortal?»[b]

Heb 13:7 Acuérdense de sus dirigentes, que les comunicaron la palabra de Dios. Consideren cuál fue el resultado de su estilo de vida, e imiten su fe.

Heb 13:8 Jesucristo es el mismo ayer y hoy y por los siglos.

Heb 13:9 No se dejen llevar por ninguna clase de enseñanzas extrañas. Conviene que el corazón sea fortalecido por la gracia, y no por alimentos rituales que de nada aprovechan a quienes los comen.

Heb 13:10 Nosotros tenemos un altar del cual no tienen derecho a comer los que ofician en el tabernáculo.

Heb 13:11 Porque el sumo sacerdote introduce la sangre de los animales en el Lugar Santísimo como sacrificio por el pecado, pero los cuerpos de esos animales se queman fuera del campamento.

Heb 13:12 Por eso también Jesús, para santificar al pueblo mediante su propia sangre, sufrió fuera de la puerta de la ciudad.

Heb 13:13 Por lo tanto, salgamos a su encuentro fuera del campamento, llevando la deshonra que él llevó,

Heb 13:14 pues aquí no tenemos una ciudad permanente, sino que buscamos la ciudad venidera.

Heb 13:15 Así que ofrezcamos continuamente a Dios, por medio de Jesucristo, un sacrificio de alabanza, es decir, el fruto de los labios que confiesan su nombre.

Heb 13:16 No se olviden de hacer el bien y de compartir con otros lo que tienen, porque ésos son los sacrificios que agradan a Dios.

Heb 13:17 Obedezcan a sus dirigentes y sométanse a ellos, pues cuidan de ustedes como quienes tienen que rendir cuentas. Obedézcanlos a fin de que ellos cumplan su tarea con alegría y sin quejarse, pues el quejarse no les trae ningún provecho.

Heb 13:18 Oren por nosotros, porque estamos seguros de tener la conciencia tranquila y queremos portarnos honradamente en todo.

Heb 13:19 Les ruego encarecidamente que oren para que cuanto antes se me permita estar de nuevo con ustedes.

Bendición

Heb 13:20 El Dios que da la paz levantó de entre los muertos al gran Pastor de las ovejas, a nuestro Señor Jesús, por la sangre del pacto eterno.

Heb 13:21 Que él los capacite en todo lo bueno para hacer su voluntad. Y que, por medio de Jesucristo, Dios cumpla en nosotros lo que le agrada. A él sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.

Saludos finales

Heb 13:22 Hermanos, les ruego que reciban bien estas palabras de exhortación, ya que les he escrito brevemente.

Heb 13:23 Quiero que sepan que nuestro hermano Timoteo ha sido puesto en libertad. Si llega pronto, iré con él a verlos.

Heb 13:24 Saluden a todos sus dirigentes y a todos los santos. Los de Italia les mandan saludos.

Heb 13:25 Que la gracia sea con todos ustedes.

Salmo 30

A la mañana vendrá la alegría

Sal 30:1

Cántico para la dedicación de la -casa.[a] Salmo de David.

Te exaltaré, SEÑOR, porque me levantaste, porque no dejaste que mis enemigos se burlaran de mí

Sal 30:2 SEÑOR mi Dios, te pedí ayuda y me sanaste

Sal 30:3 Tú, SEÑOR, me sacaste del sepulcro; me hiciste revivir de entre los muertos.

Sal 30:4 Canten al SEÑOR, ustedes sus fieles; alaben su santo nombre

Sal 30:5 Porque sólo un instante dura su enojo, pero toda una vida su bondad. Si por la noche hay llanto, por la mañana habrá gritos de alegría.

Sal 30:6 Cuando me sentí seguro, exclamé: «Jamás seré conmovido.»

Sal 30:7 Tú, SEÑOR, en tu buena voluntad, me afirmaste en elevado baluarte; pero escondiste tu rostro, y yo quedé confundido.

Sal 30:8 A ti clamo, SEÑOR soberano; a ti me vuelvo suplicante

Sal 30:9 ¿Qué ganas tú con que yo muera,[b] con que descienda yo al sepulcro? ¿Acaso el polvo te alabará o proclamará tu verdad?

Sal 30:10 Oye, SEÑOR; compadécete de mí. ¡Sé tú, SEÑOR, mi ayuda!

Sal 30:11 Convertiste mi lamento en danza; me quitaste la ropa de luto y me vestiste de fiesta,

Sal 30:12 para que te cante y te glorifique, y no me quede callado. ¡SEÑOR mi Dios, siempre te daré gracias!