Día 253

14 Jesús & el Reino

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Marcos 7

Tradiciones y mandamientos

Mar 7:1

Lo puro y lo impuro

7:1-23—Mt 15:1-20

Los fariseos y algunos de los maestros de la ley que habían llegado de Jerusalén se reunieron alrededor de Jesús,

Mar 7:2 y vieron a algunos de sus discípulos que comían con manos impuras, es decir, sin habérselas lavado.

Mar 7:3 (En efecto, los fariseos y los demás judíos no comen nada sin primero cumplir con el rito de lavarse las manos, ya que están aferrados a la tradición de los ancianos.

Mar 7:4 Al regresar del mercado, no comen nada antes de lavarse. Y siguen otras muchas tradiciones, tales como el rito de lavar copas, jarras y bandejas de cobre.[a] )

Mar 7:5 Así que los fariseos y los maestros de la ley le preguntaron a Jesús: —¿Por qué no siguen tus discípulos la tradición de los ancianos, en vez de comer con manos impuras?

Mar 7:6 Él les contestó: —Tenía razón Isaías cuando profetizó acerca de ustedes, hipócritas, según está escrito: »“Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí.

Mar 7:7 En vano me adoran; sus enseñanzas no son más que reglas humanas.”[b]

Mar 7:8 Ustedes han desechado los mandamientos divinos y se aferran a las tradiciones humanas.

Mar 7:9 Y añadió: —¡Qué buena manera tienen ustedes de dejar a un lado los mandamientos de Dios para mantener[c] sus propias tradiciones!

Mar 7:10 Por ejemplo, Moisés dijo: “Honra a tu padre y a tu madre”,[d] y: “El que maldiga a su padre o a su madre será condenado a muerte” .[e]

Mar 7:11 Ustedes, en cambio, enseñan que un hijo puede decirle a su padre o a su madre: “Cualquier ayuda que pudiera haberte dado es corbán” (es decir, ofrenda dedicada a Dios).

Mar 7:12 En ese caso, el tal hijo ya no está obligado a hacer nada por su padre ni por su madre.

Mar 7:13 Así, por la tradición que se transmiten entre ustedes, anulan la palabra de Dios. Y hacen muchas cosas parecidas.

Lo que contamina al hombre

Mar 7:14 De nuevo Jesús llamó a la multitud. —Escúchenme todos —dijo—y entiendan esto:

Mar 7:15 Nada de lo que viene de afuera puede contaminar a una persona. Más bien, lo que sale de la persona es lo que la contamina.[f]

Mar 7:16 --

Mar 7:17 Después de que dejó a la gente y entró en la casa, sus discípulos le preguntaron sobre la comparación que había hecho.

Mar 7:18 —¿Tampoco ustedes pueden entenderlo? —les dijo—. ¿No se dan cuenta de que nada de lo que entra en una persona puede contaminarla?

Mar 7:19 Porque no entra en su corazón sino en su estómago, y después va a dar a la letrina. Con esto Jesús declaraba limpios todos los alimentos.

Mar 7:20 Luego añadió: —Lo que sale de la persona es lo que la contamina.

Mar 7:21 Porque de adentro, del corazón humano, salen los malos pensamientos, la inmoralidad sexual, los robos, los homicidios, los adulterios,

Mar 7:22 la avaricia, la maldad, el engaño, el libertinaje, la envidia, la calumnia, la arrogancia y la necedad.

Mar 7:23 Todos estos males vienen de adentro y contaminan a la persona.

La fe de la mujer sirofenicia

Mar 7:24

La fe de una mujer sirofenicia

7:24-30—Mt 15:21-28

Jesús partió de allí y fue a la región de Tiro.[g] Entró en una casa y no quería que nadie lo supiera, pero no pudo pasar inadvertido.

Mar 7:25 De hecho, muy pronto se enteró de su llegada una mujer que tenía una niña poseída por un espíritu maligno, así que fue y se arrojó a sus pies.

Mar 7:26 Esta mujer era extranjera,[h] sirofenicia de nacimiento, y le rogaba que expulsara al demonio que tenía su hija.

Mar 7:27 —Deja que primero se sacien los hijos —replicó Jesús—, porque no está bien quitarles el pan a los hijos y echárselo a los perros.

Mar 7:28 —Sí, Señor —respondió la mujer—, pero hasta los perros comen debajo de la mesa las migajas que dejan los hijos.

Mar 7:29 Jesús le dijo: —Por haberme respondido así, puedes irte tranquila; el demonio ha salido de tu hija.

Mar 7:30 Cuando ella llegó a su casa, encontró a la niña acostada en la cama. El demonio ya había salido de ella.

Jesús sana a un sordo

Mar 7:31

Jesús sana a un sordomudo

7:31-37—Mt 15:29-31

Luego regresó Jesús de la región de Tiro y se dirigió por Sidón al mar de Galilea, internándose en la región de Decápolis.

Mar 7:32 Allí le llevaron un sordo tartamudo, y le suplicaban que pusiera la mano sobre él.

Mar 7:33 Jesús lo apartó de la multitud para estar a solas con él, le puso los dedos en los oídos y le tocó la lengua con saliva.[i]

Mar 7:34 Luego, mirando al cielo, suspiró profundamente y le dijo: «¡Efatá!» (que significa: ¡Ábrete!).

Mar 7:35 Con esto, se le abrieron los oídos al hombre, se le destrabó la lengua y comenzó a hablar normalmente.

Mar 7:36 Jesús les mandó que no se lo dijeran a nadie, pero cuanto más se lo prohibía, tanto más lo seguían propagando.

Mar 7:37 La gente estaba sumamente asombrada, y decía: «Todo lo hace bien. Hasta hace oír a los sordos y hablar a los mudos.»

Marcos 8

Jesús alimenta a cuatro mil

Mar 8:1

Jesús alimenta a los cuatro mil

8:1-9—Mt 15:32-39

8:11-21—Mt 16:1-12

En aquellos días se reunió de nuevo mucha gente. Como no tenían nada que comer, Jesús llamó a sus discípulos y les dijo:

Mar 8:2 —Siento compasión de esta gente porque ya llevan tres días conmigo y no tienen nada que comer.

Mar 8:3 Si los despido a sus casas sin haber comido, se van a desmayar por el camino, porque algunos de ellos han venido de lejos.

Mar 8:4 Los discípulos objetaron: —¿Dónde se va a conseguir suficiente pan en este lugar despoblado para darles de comer?

Mar 8:5 —¿Cuántos panes tienen? —les preguntó Jesús. —Siete —respondieron.

Mar 8:6 Entonces mandó que la gente se sentara en el suelo. Tomando los siete panes, dio gracias, los partió y se los fue dando a sus discípulos para que los repartieran a la gente, y así lo hicieron.

Mar 8:7 Tenían además unos cuantos pescaditos. Dio gracias por ellos también y les dijo a los discípulos que los repartieran.

Mar 8:8 La gente comió hasta quedar satisfecha. Después los discípulos recogieron siete cestas llenas de pedazos que sobraron.

Mar 8:9 Los que comieron eran unos cuatro mil. Tan pronto como los despidió,

Mar 8:10 Jesús se embarcó con sus discípulos y se fue a la región de Dalmanuta.

Los fariseos exigen una señal

Mar 8:11 Llegaron los fariseos y comenzaron a discutir con Jesús. Para ponerlo a prueba, le pidieron una señal del cielo.

Mar 8:12 Él lanzó un profundo suspiro y dijo:[a] «¿Por qué pide esta generación una señal milagrosa? Les aseguro que no se le dará ninguna señal.»

Mar 8:13 Entonces los dejó, volvió a embarcarse y cruzó al otro lado.

La levadura de los fariseos y de Herodes

Mar 8:14

La levadura de los fariseos y la de Herodes

A los discípulos se les había olvidado llevar comida, y sólo tenían un pan en la barca.

Mar 8:15 Tengan cuidado —les advirtió Jesús—; ¡ojo con la levadura de los fariseos y con la de Herodes!

Mar 8:16 Ellos comentaban entre sí: «Lo dice porque no tenemos pan.»

Mar 8:17 Al darse cuenta de esto, Jesús les dijo: —¿Por qué están hablando de que no tienen pan? ¿Todavía no ven ni entienden? ¿Tienen la mente embotada?

Mar 8:18 ¿Es que tienen ojos, pero no ven, y oídos, pero no oyen? ¿Acaso no recuerdan?

Mar 8:19 Cuando partí los cinco panes para los cinco mil, ¿cuántas canastas llenas de pedazos recogieron? —Doce —respondieron.

Mar 8:20 —Y cuando partí los siete panes para los cuatro mil, ¿cuántas cestas llenas de pedazos recogieron? —Siete.

Mar 8:21 Entonces concluyó: —¿Y todavía no entienden?

Jesús sana a un ciego en Betsaida

Mar 8:22

Jesús sana a un ciego en Betsaida

Cuando llegaron a Betsaida, algunas personas le llevaron un ciego a Jesús y le rogaron que lo tocara.

Mar 8:23 Él tomó de la mano al ciego y lo sacó fuera del pueblo. Después de escupirle en los ojos y de poner las manos sobre él, le preguntó: —¿Puedes ver ahora?

Mar 8:24 El hombre alzó los ojos y dijo: —Veo gente; parecen árboles que caminan.

Mar 8:25 Entonces le puso de nuevo las manos sobre los ojos, y el ciego fue curado: recobró la vista y comenzó a ver todo con claridad.

Mar 8:26 Jesús lo mandó a su casa con esta advertencia: —No vayas a entrar en el pueblo.[b]

Pedro confiesa a Jesús como el Cristo

Mar 8:27

La confesión de Pedro

8:27-29—Mt 16:13-16; Lc 9:18-20

Jesús y sus discípulos salieron hacia las aldeas de Cesarea de Filipo. En el camino les preguntó: —¿Quién dice la gente que soy yo?

Mar 8:28 —Unos dicen que Juan el Bautista, otros que Elías, y otros que uno de los profetas —contestaron.

Mar 8:29 —Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo? —Tú eres el Cristo —afirmó Pedro.

Mar 8:30 Jesús les ordenó que no hablaran a nadie acerca de él.

Jesús anuncia su muerte y resurrección

Mar 8:31

Jesús predice su muerte

8:31-9:1—Mt 16:21-28; Lc 9:22-27

Luego comenzó a enseñarles: —El Hijo del hombre tiene que sufrir muchas cosas y ser rechazado por los ancianos, por los jefes de los sacerdotes y por los maestros de la ley. Es necesario que lo maten y que a los tres días resucite.

Mar 8:32 Habló de esto con toda claridad. Pedro lo llevó aparte y comenzó a reprenderlo.

Mar 8:33 Pero Jesús se dio la vuelta, miró a sus discípulos, y reprendió a Pedro. —¡Aléjate de mí, Satanás! —le dijo—. Tú no piensas en las cosas de Dios sino en las de los hombres.

Mar 8:34 Entonces llamó a la multitud y a sus discípulos. —Si alguien quiere ser mi discípulo —les dijo—, que se niegue a sí mismo, lleve su cruz y me siga.

Mar 8:35 Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa y por el evangelio, la salvará.

Mar 8:36 ¿De qué sirve ganar el mundo entero si se pierde la vida?

Mar 8:37 ¿O qué se puede dar a cambio de la vida?

Mar 8:38 Si alguien se avergüenza de mí y de mis palabras en medio de esta generación adúltera y pecadora, también el Hijo del hombre se avergonzará de él cuando venga en la gloria de su Padre con los santos ángeles.

Salmo 98

Cantad a Jehová cántico nuevo

Sal 98:1

Salmo.

Canten al SEÑOR un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas. Su diestra, su santo brazo, ha alcanzado la victoria.

Sal 98:2 El SEÑOR ha hecho gala de su triunfo; ha mostrado su justicia a las naciones.

Sal 98:3 Se ha acordado de su amor y de su fidelidad por el pueblo de Israel; ¡todos los confines de la tierra son testigos de la salvación de nuestro Dios!

Sal 98:4 ¡Aclamen alegres al SEÑOR, habitantes de toda la tierra! ¡Prorrumpan en alegres cánticos y salmos!

Sal 98:5 ¡Canten salmos al SEÑOR al son del arpa, al son del arpa y de coros melodiosos!

Sal 98:6 ¡Aclamen alegres al SEÑOR, el Rey, al son de clarines y trompetas!

Sal 98:7 ¡Brame el mar y todo lo que él contiene; el mundo y todos sus habitantes!

Sal 98:8 ¡Batan palmas los ríos, y canten jubilosos todos los montes!

Sal 98:9 Canten delante del SEÑOR, que ya viene a juzgar la tierra. Y juzgará al mundo con justicia, a los pueblos con equidad.