Día 97
1 Reyes 11
Salomón se aparta del Señor
1Re 11:1
Las mujeres de Salomón
Ahora bien, además de casarse con la hija del faraón, el rey Salomón tuvo amoríos con muchas mujeres moabitas, amonitas, edomitas, sidonias e hititas, todas ellas mujeres extranjeras,
1Re 11:2 que procedían de naciones de las cuales el SEÑOR había dicho a los israelitas: «No se unan a ellas, ni ellas a ustedes, porque de seguro les desviarán el corazón para que sigan a otros dioses.» Con tales mujeres se unió Salomón y tuvo amoríos.
1Re 11:3 Tuvo setecientas esposas que eran princesas, y trescientas concubinas; todas estas mujeres hicieron que se pervirtiera su corazón.
1Re 11:4 En efecto, cuando Salomón llegó a viejo, sus mujeres le pervirtieron el corazón de modo que él siguió a otros dioses, y no siempre fue fiel al SEÑOR su Dios como lo había sido su padre David.
1Re 11:5 Por el contrario, Salomón siguió a Astarté, diosa de los sidonios, y a Moloc,[a] el detestable dios de los amonitas.
1Re 11:6 Así que Salomón hizo lo que ofende al SEÑOR y no permaneció fiel a él como su padre David.
1Re 11:7 Fue en esa época cuando, en una montaña al este de Jerusalén, Salomón edificó un altar pagano para Quemós, el detestable dios de Moab, y otro para Moloc, el despreciable dios de los amonitas.
1Re 11:8 Lo mismo hizo en favor de sus mujeres extranjeras, para que éstas pudieran quemar incienso y ofrecer sacrificios a sus dioses.
El Señor levanta adversarios
1Re 11:9 Entonces el SEÑOR, Dios de Israel, se enojó con Salomón porque su corazón se había apartado de él, a pesar de que en dos ocasiones se le había aparecido
1Re 11:10 para prohibirle que siguiera a otros dioses. Como Salomón no había cumplido esa orden,
1Re 11:11 el SEÑOR le dijo: «Ya que procedes de este modo, y no has cumplido con mi pacto ni con los decretos que te he ordenado, puedes estar seguro de que te quitaré el reino y se lo daré a uno de tus siervos.
1Re 11:12 No obstante, por consideración a tu padre David no lo haré mientras tú vivas, sino que lo arrancaré de la mano de tu hijo.
1Re 11:13 Y a éste, también por consideración a mi siervo David y a Jerusalén, no le quitaré todo el reino, sino que le dejaré una sola tribu, la cual ya he escogido.»
1Re 11:14
Los adversarios de Salomón
Por lo tanto, el SEÑOR hizo que Hadad el edomita, que pertenecía a la familia real de Edom, surgiera como adversario de Salomón.
1Re 11:15 Ahora bien, durante la guerra entre David y los edomitas, Joab, el general del ejército, había ido a enterrar a los muertos de Israel y había aprovechado la ocasión para matar a todos los hombres de Edom.
1Re 11:16 Joab y los israelitas que estaban con él se quedaron allí seis meses, hasta que exterminaron a todos los varones edomitas.
1Re 11:17 Pero Hadad, que entonces era apenas un muchacho, huyó a Egipto con algunos oficiales edomitas que habían estado al servicio de su padre.
1Re 11:18 Partieron de Madián y llegaron a Parán, donde se les unieron unos hombres de ese lugar. De allí siguieron hacia Egipto y se presentaron ante el faraón, rey del país, quien le regaló a Hadad una casa y se encargó de darle sustento y tierras.
1Re 11:19 Hadad agradó tanto al faraón, que éste le dio por esposa a su cuñada, una hermana de la reina Tapenés.
1Re 11:20 La hermana de Tapenés dio a luz un hijo, al que llamó Guenubat, y Tapenés lo educó en el palacio real. De modo que Guenubat creció junto con los hijos del faraón.
1Re 11:21 Mientras Hadad estaba en Egipto, se enteró de que ya habían muerto David y Joab, general del ejército. Entonces Hadad le dijo al faraón: —Déjeme usted regresar a mi país.
1Re 11:22 —¿Y por qué quieres regresar a tu país? —le preguntó el faraón—. ¿Acaso te falta algo aquí? —No —respondió Hadad—, ¡pero de todos modos déjeme ir!
1Re 11:23 Dios también incitó a Rezón hijo de Eliadá para que fuera adversario de Salomón. Rezón, que había huido de su amo Hadad Ezer, rey de Sobá,
1Re 11:24 formó una banda de rebeldes y se convirtió en su jefe. Cuando David destruyó a los sirios, los rebeldes fueron a Damasco y allí establecieron su gobierno.
1Re 11:25 Así fue como Rezón llegó a ser rey de Siria. Mientras vivió Salomón, Rezón aborreció a Israel y fue su adversario, de modo que agravó el daño causado por Hadad.
1Re 11:26
Jeroboán se rebela contra Salomón
También se rebeló contra el rey Salomón uno de sus funcionarios, llamado Jeroboán hijo de Nabat. Este Jeroboán era efrateo, oriundo de Seredá; su madre se llamaba Zerúa, y era viuda.
1Re 11:27 La rebelión de Jeroboán tuvo lugar cuando Salomón estaba construyendo los terraplenes[b] para cerrar la brecha en el muro de la ciudad de David, su padre.
1Re 11:28 Jeroboán se había ganado el respeto de todos, de modo que cuando Salomón vio su buen desempeño lo puso a supervisar todo el trabajo forzado que se realizaba entre los descendientes de José.
1Re 11:29 Un día en que Jeroboán salía de Jerusalén, se encontró en el camino con el profeta Ahías de Siló, quien llevaba puesto un manto nuevo. Los dos estaban solos en el campo.
1Re 11:30 Entonces Ahías tomó el manto nuevo que llevaba puesto y, rasgándolo en doce pedazos,
1Re 11:31 le dijo a Jeroboán: «Toma diez pedazos para ti, porque así dice el SEÑOR, Dios de Israel: “Ahora voy a arrancarle de la mano a Salomón el reino, y a ti te voy a dar diez tribus.
1Re 11:32 A él le dejaré una sola tribu, y esto por consideración a mi siervo David y a Jerusalén, la ciudad que he escogido entre todas las tribus de Israel.
1Re 11:33 Voy a hacerlo así porque él me ha abandonado[c] y adora a Astarté, diosa de los sidonios, a Quemós, dios de los moabitas, y a Moloc, dios de los amonitas. Salomón no ha seguido mis caminos; no ha hecho lo que me agrada, ni ha cumplido mis decretos y leyes como lo hizo David, su padre.
1Re 11:34 » ” Sin embargo, no le quitaré todo el reino a Salomón sino que lo dejaré gobernar todos los días de su vida, por consideración a David mi siervo, a quien escogí y quien cumplió mis mandamientos y decretos.
1Re 11:35 Le quitaré el reino a su hijo, y te daré a ti diez tribus.
1Re 11:36 Pero a su hijo le dejaré una sola tribu, para que en Jerusalén, la ciudad donde decidí habitar, la lámpara de mi siervo David se mantenga siempre encendida delante de mí.
1Re 11:37 En lo que a ti atañe, yo te haré rey de Israel, y extenderás tu reino a tu gusto.
1Re 11:38 Si haces todo lo que te ordeno, y sigues mis caminos, haciendo lo que me agrada y cumpliendo mis decretos y mandamientos, como lo hizo David mi siervo, estaré contigo. Estableceré para ti una dinastía tan firme como la que establecí para David;[d] y te daré Israel.
1Re 11:39 Así que haré sufrir a la descendencia de David, aunque no para siempre.” »
1Re 11:40 Salomón, por su parte, intentó matar a Jeroboán, pero éste huyó a Egipto y se quedó allí, bajo la protección del rey Sisac, hasta la muerte de Salomón.
1Re 11:41
Muerte de Salomón
11:41-43—2Cr 9:29-31
Los demás acontecimientos del reinado de Salomón, y su sabiduría y todo lo que hizo, están escritos en el libro de las crónicas de Salomón,
1Re 11:42 quien durante cuarenta años reinó en Jerusalén sobre todo Israel.
1Re 11:43 Cuando murió, fue sepultado en la ciudad de David, su padre, y su hijo Roboán lo sucedió en el trono.
1 Reyes 12
Locura de Roboam
1Re 12:1
División del reino
12:1-24—2Cr 10:1-11:4
Roboán fue a Siquén porque todos los israelitas se habían reunido allí para proclamarlo rey.
1Re 12:2 De esto se enteró Jeroboán hijo de Nabat, quien al huir del rey Salomón se había establecido en Egipto y aún vivía allí.
1Re 12:3 Cuando lo mandaron a buscar, él y toda la asamblea de Israel fueron a ver a Roboán y le dijeron:
1Re 12:4 —Su padre nos impuso un yugo pesado. Alívienos usted ahora el duro trabajo y el pesado yugo que él nos echó encima; así serviremos a Su Majestad.
1Re 12:5 —Váyanse por ahora —respondió Roboán—, pero vuelvan a verme dentro de tres días. Cuando el pueblo se fue,
1Re 12:6 el rey Roboán consultó con los ancianos que en vida de su padre Salomón habían estado a su servicio. —¿Qué me aconsejan ustedes que le responda a este pueblo? —preguntó.
1Re 12:7 —Si Su Majestad se pone hoy al servicio de este pueblo —respondieron ellos—, y condesciende con ellos y les responde con amabilidad, ellos le servirán para siempre.
1Re 12:8 Pero Roboán rechazó el consejo que le dieron los ancianos, y consultó más bien con los jóvenes que se habían criado con él y que estaban a su servicio.
1Re 12:9 —¿Ustedes qué me aconsejan? —les preguntó—. ¿Cómo debo responderle a este pueblo que me dice: “Alívienos el yugo que su padre nos echó encima” ?
1Re 12:10 Aquellos jóvenes, que se habían criado con él, le contestaron: —Este pueblo le ha dicho a Su Majestad: “Su padre nos impuso un yugo pesado; hágalo usted más ligero.” Pues bien, respóndales de este modo: “Mi dedo meñique es más grueso que la cintura de mi padre.
1Re 12:11 Si él les impuso un yugo pesado, ¡yo les aumentaré la carga! Y si él los castigaba a ustedes con una vara, ¡yo lo haré con un látigo!”[a]
1Re 12:12 Al tercer día, en la fecha que el rey Roboán había indicado, Jeroboán regresó con todo el pueblo para presentarse ante él.
1Re 12:13 Pero el rey les respondió con brusquedad: rechazó el consejo que le habían dado los ancianos,
1Re 12:14 y siguió más bien el de los jóvenes. Les dijo: «Si mi padre les impuso un yugo pesado, ¡yo les aumentaré la carga! Si él los castigaba a ustedes con una vara, ¡yo lo haré con un látigo!»
1Re 12:15 De modo que el rey no le hizo caso al pueblo. Las cosas tomaron este rumbo por voluntad del SEÑOR, para que se cumpliera lo que ya él le había dicho a Jeroboán hijo de Nabat por medio de Ahías el silonita.
El reino dividido
1Re 12:16 Cuando se dieron cuenta de que el rey no iba a hacerles caso, todos los israelitas exclamaron a una: «¡Pueblo de Israel, todos a sus casas! ¡Y tú, David, ocúpate de los tuyos! ¿Qué parte tenemos con David? ¿Qué herencia tenemos con el hijo de Isaí?» Así que se fueron, cada uno a su casa.
1Re 12:17 Sin embargo, Roboán siguió reinando sobre los israelitas que vivían en las ciudades de Judá.
1Re 12:18 Más tarde, el rey Roboán envió a Adonirán[b] para que supervisara el trabajo forzado, pero todos los israelitas lo mataron a pedradas. ¡A duras penas logró el rey subir a su carro y escapar a Jerusalén!
1Re 12:19 Desde entonces Israel ha estado en rebelión contra la familia de David.
1Re 12:20 Cuando los israelitas se enteraron de que Jeroboán había regresado, mandaron a llamarlo para que se presentara ante la asamblea, y lo proclamaron rey de todo Israel. No hubo quien se mantuviera leal a la familia de David, con la sola excepción de la tribu de Judá.
1Re 12:21 Roboán hijo de Salomón llegó a Jerusalén y movilizó a todas las familias de Judá y a la tribu de Benjamín, ciento ochenta mil guerreros selectos en total, para hacer la guerra contra Israel y así recuperar el reino.
1Re 12:22 Pero la palabra de Dios vino a Semaías, hombre de Dios, y le dio este mensaje:
1Re 12:23 «Diles a Roboán hijo de Salomón y rey de Judá, a todas las familias de Judá y de Benjamín, y al resto del pueblo
1Re 12:24 que así dice el SEÑOR: “No vayan a luchar contra sus hermanos, los israelitas. Regrese cada uno a su casa, porque es mi voluntad que esto haya sucedido.” » Y ellos obedecieron la palabra del SEÑOR y regresaron, tal como el SEÑOR lo había ordenado.
Los becerros de oro de Jeroboam
1Re 12:25
Los becerros de oro en Betel y Dan
Jeroboán fortificó la ciudad de Siquén en la región montañosa de Efraín, y se estableció allí. Luego se fue de Siquén y fortificó Peniel.[c]
1Re 12:26 Pero reflexionó: «¿Y qué tal si ahora el reino vuelve a la familia de David?
1Re 12:27 Si la gente sigue subiendo a Jerusalén para ofrecer sacrificios en el templo del SEÑOR, acabará por reconciliarse con su señor Roboán, rey de Judá. Entonces a mí me matarán, y volverán a unirse a él.»
1Re 12:28 Después de buscar consejo, el rey hizo dos becerros de oro, y le dijo al pueblo: «¡Israelitas, no es necesario que sigan subiendo a Jerusalén! Aquí están sus dioses, que los sacaron de Egipto.»
1Re 12:29 Así que colocó uno de los becerros en Betel, y el otro en Dan.
1Re 12:30 Y esto incitó al pueblo a pecar; muchos incluso iban hasta Dan para adorar al becerro que estaba allí.
1Re 12:31 Jeroboán construyó santuarios paganos en los cerros, y puso como sacerdotes a toda clase de gente, hasta a quienes no eran levitas.
1Re 12:32 Decretó celebrar una fiesta el día quince del mes octavo, semejante a la que se celebraba en Judá. En el altar de Betel ofreció sacrificios a los becerros que había hecho, y estableció también sacerdotes para los santuarios paganos que había construido.
1Re 12:33 Así pues, el día quince del mes octavo Jeroboán subió al altar que había construido en Betel y quemó incienso.[d] Ése fue el día que arbitrariamente decretó como día de fiesta para los israelitas.
1 Reyes 13
Un hombre de Dios se enfrenta a Jeroboam
1Re 13:1
El hombre de Dios que llegó de Judá
Sucedió que un hombre de Dios fue desde Judá hasta Betel en obediencia a la palabra del SEÑOR. Cuando Jeroboán, de pie junto al altar, se disponía a quemar incienso,[a]
1Re 13:2 el hombre de Dios, en obediencia a la palabra del SEÑOR, gritó: «¡Altar, altar! Así dice el SEÑOR: “En la familia de David nacerá un hijo llamado Josías, el cual sacrificará sobre ti a estos sacerdotes de altares paganos que aquí queman incienso. ¡Sobre ti se quemarán huesos humanos!” »
1Re 13:3 Aquel mismo día el hombre de Dios ofreció una señal: «Ésta es la señal que el SEÑOR les da: ¡El altar será derribado, y las cenizas se esparcirán!»
1Re 13:4 Al oír la sentencia que el hombre de Dios pronunciaba contra el altar de Betel, el rey extendió el brazo desde el altar y dijo: «¡Agárrenlo!» Pero el brazo que había extendido contra el hombre se le paralizó, de modo que no podía contraerlo.
1Re 13:5 En ese momento el altar se vino abajo y las cenizas se esparcieron, según la señal que, en obediencia a la palabra del SEÑOR, les había dado el hombre de Dios.
1Re 13:6 Entonces el rey le dijo al hombre de Dios: —¡Apacigua al SEÑOR tu Dios! ¡Ora por mí, para que se me cure el brazo! El hombre de Dios suplicó al SEÑOR, y al rey se le curó el brazo, quedándole como antes.
1Re 13:7 Luego el rey le dijo al hombre de Dios: —Ven a casa conmigo, y come algo; además, quiero hacerte un regalo.
1Re 13:8 Pero el hombre de Dios le respondió al rey: —Aunque usted me diera la mitad de sus posesiones, no iría a su casa. Aquí no comeré pan ni beberé agua,
1Re 13:9 porque así me lo ordenó el SEÑOR. Me dijo: “No comas pan, ni bebas agua, ni regreses por el mismo camino.”
1Re 13:10 De modo que tomó un camino diferente al que había tomado para ir a Betel.
La desobediencia del profeta
1Re 13:11 En ese tiempo vivía en Betel cierto profeta anciano. Sus hijos fueron a contarle[b] todo lo que el hombre de Dios había hecho allí aquel día, y lo que le había dicho al rey.
1Re 13:12 Su padre les preguntó: —¿Por dónde se fue? Sus hijos le indicaron el camino que había tomado el hombre de Dios que había llegado de Judá,
1Re 13:13 y el padre les ordenó: —Aparéjenme un asno, para que lo monte. Cuando el asno estuvo listo, el profeta anciano lo montó
1Re 13:14 y se fue tras el hombre de Dios. Lo encontró sentado debajo de una encina, y le preguntó: —¿Eres tú el hombre de Dios que vino de Judá? —Sí, lo soy —respondió.
1Re 13:15 Entonces el profeta le dijo: —Ven a comer a mi casa.
1Re 13:16 —No puedo volver contigo ni acompañarte —respondió el hombre de Dios—; tampoco puedo comer pan ni beber agua contigo en este lugar,
1Re 13:17 pues el SEÑOR me ha dado esta orden: “No comas pan ni bebas agua allí, ni regreses por el mismo camino.”
1Re 13:18 El anciano replicó: —También yo soy profeta, como tú. Y un ángel, obedeciendo a la palabra del SEÑOR, me dijo: “Llévalo a tu casa para que coma pan y beba agua.” Así lo engañó,
1Re 13:19 y el hombre de Dios volvió con él, y comió y bebió en su casa.
1Re 13:20 Mientras estaban sentados a la mesa, la palabra del SEÑOR vino al profeta que lo había hecho volver.
1Re 13:21 Entonces el profeta le anunció al hombre de Dios que había llegado de Judá: —Así dice el SEÑOR: “Has desafiado la palabra del SEÑOR y no has cumplido la orden que el SEÑOR tu Dios te dio.
1Re 13:22 Has vuelto para comer pan y beber agua en el lugar donde él te dijo que no lo hicieras. Por lo tanto, no será sepultado tu cuerpo en la tumba de tus antepasados.”
1Re 13:23 Cuando el hombre de Dios terminó de comer y beber, el profeta que lo había hecho volver le aparejó un asno,
1Re 13:24 y el hombre de Dios se puso en camino. Pero un león le salió al paso y lo mató, dejándolo tendido en el camino. Sin embargo, el león y el asno se quedaron junto al cuerpo.
1Re 13:25 Al ver el cuerpo tendido, y al león cuidando el cuerpo, los que pasaban por el camino llevaron la noticia a la ciudad donde vivía el profeta anciano.
1Re 13:26 Cuando el profeta que lo había hecho volver de su viaje se enteró de eso, dijo: «Ahí tienen al hombre de Dios que desafió la palabra del SEÑOR. Por eso el SEÑOR lo entregó al león, que lo ha matado y despedazado, como la palabra del SEÑOR se lo había advertido.»
1Re 13:27 Luego el profeta les dijo a sus hijos: «Aparéjenme el asno.» En cuanto lo hicieron,
1Re 13:28 el profeta salió y encontró el cuerpo tendido en el camino, con el asno y el león junto a él. El león no se había comido el cadáver, ni había despedazado al asno.
1Re 13:29 Entonces el profeta levantó el cadáver del hombre de Dios, lo puso sobre el asno y se lo llevó de vuelta a la ciudad para hacer duelo por él y enterrarlo.
1Re 13:30 Luego lo puso en la tumba de su propiedad, e hicieron duelo por él, clamando: «¡Ay, hermano mío!»
1Re 13:31 Después de enterrarlo, el profeta les dijo a sus hijos: «Cuando yo muera, entiérrenme en la misma tumba donde está enterrado el hombre de Dios, y pongan mis huesos junto a los suyos.
1Re 13:32 Porque ciertamente se cumplirá la sentencia que, en obediencia a la palabra del SEÑOR, él pronunció contra el altar de Betel y contra todos los santuarios paganos que están en los montes de las ciudades de Samaria.»
1Re 13:33 Con todo, Jeroboán no cambió su mala conducta, sino que una vez más puso como sacerdotes para los santuarios paganos a toda clase de gente. A cualquiera que deseaba ser sacerdote de esos santuarios, él lo consagraba como tal.
1Re 13:34 Esa conducta llevó a la dinastía de Jeroboán a pecar, y causó su caída y su desaparición de la faz de la tierra.
Salmo 97
El Señor reina
Sal 97:1
¡El SEÑOR es rey! ¡Regocíjese la tierra! ¡Alégrense las costas más remotas!
Sal 97:2 Oscuros nubarrones lo rodean; la rectitud y la justicia son la base de su trono.
Sal 97:3 El fuego va delante de él y consume a los adversarios que lo rodean.
Sal 97:4 Sus relámpagos iluminan el mundo; al verlos, la tierra se estremece.
Sal 97:5 Ante el SEÑOR, dueño de toda la tierra, las montañas se derriten como cera.
Sal 97:6 Los cielos proclaman su justicia, y todos los pueblos contemplan su gloria.
Sal 97:7 Sean avergonzados todos los idólatras, los que se jactan de sus ídolos inútiles. ¡Póstrense ante él todos los dioses!
Sal 97:8 SEÑOR, por causa de tus juicios Sión escucha esto y se alegra, y las ciudades de Judá se regocijan.
Sal 97:9 Porque tú eres el SEÑOR Altísimo, por encima de toda la tierra. ¡Tú estás muy por encima de todos los dioses!
Sal 97:10 El SEÑOR ama[a] a los que odian[b] el mal; él protege la vida de sus fieles, y los libra de manos de los impíos.
Sal 97:11 La luz se esparce sobre los justos, y la alegría sobre los rectos de corazón.
Sal 97:12 Alégrense en el SEÑOR, ustedes los justos, y alaben su santo nombre.