Día 94

07 El Auge y Caída del Reino de Israel

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Lee la Biblia: 1ra & 2da de Reyes

Mira nuestro video de Lee la Biblia sobre los libros de 1-2 Reyes, que analiza el diseño literario del libro y su flujo de pensamiento. En los libros de los Reyes, el hijo de David, Salomón, guía a Israel a la grandeza, para luego fracasar y conducir Israel a una guerra civil y finalmente a su destrucción y exilio.

1 Reyes 1

Vejez de David

1Re 1:1

Adonías usurpa el trono

El rey David era ya tan anciano y tan entrado en años que, por más que lo abrigaban, no conseguía entrar en calor.

1Re 1:2 Por eso sus servidores le dijeron: «Busquemos a una joven soltera para que atienda a Su Majestad y lo cuide, y se acueste a su lado para darle calor.»

1Re 1:3 Así que fueron por todo Israel en busca de una muchacha hermosa, y encontraron a una sunamita llamada Abisag y se la llevaron al rey.

1Re 1:4 La muchacha era realmente muy hermosa, y se dedicó a cuidar y a servir al rey, aunque el rey nunca tuvo relaciones sexuales con ella.

Adonías se corona rey

1Re 1:5 Adonías, cuya madre fue Jaguit, ambicionaba ser rey, y por lo tanto se levantó en armas. Consiguió carros de combate, caballos[a] y cincuenta guardias de escolta.

1Re 1:6 Adonías era más joven que Absalón, y muy bien parecido. Como David, su padre, nunca lo había contrariado ni le había pedido cuentas de lo que hacía,

1Re 1:7 Adonías se confabuló con Joab hijo de Sarvia y con el sacerdote Abiatar, y éstos le dieron su apoyo.

1Re 1:8 Quienes no lo apoyaron fueron el sacerdote Sadoc, Benaías hijo de Joyadá, el profeta Natán, Simí y Reguí, y la guardia personal de David.

1Re 1:9 Cerca de Enroguel, junto a la peña de Zojélet, Adonías ofreció un sacrificio de ovejas, bueyes y terneros engordados. Invitó a todos sus hermanos, los hijos del rey, y a todos los funcionarios reales de Judá,

1Re 1:10 pero no invitó al profeta Natán, ni a Benaías, ni a la guardia real ni a su hermano Salomón.

Natán y Betsabé ante David

1Re 1:11 Por eso Natán le preguntó a Betsabé, la madre de Salomón: «¿Ya sabes que Adonías, el hijo de Jaguit, se ha proclamado rey a espaldas de nuestro señor David?

1Re 1:12 Pues si quieres salvar tu vida y la de tu hijo Salomón, déjame darte un consejo:

1Re 1:13 Ve a presentarte ante el rey David, y dile: “¿Acaso no le había jurado Su Majestad a esta servidora suya que mi hijo Salomón lo sucedería en el trono? ¿Cómo es que ahora el rey es Adonías?”

1Re 1:14 Mientras tú estés allí, hablando con el rey, yo entraré para confirmar tus palabras.»

1Re 1:15 Betsabé se dirigió entonces a la habitación del rey. Como éste ya era muy anciano, lo atendía Abisag la sunamita.

1Re 1:16 Al llegar Betsabé, se arrodilló ante el rey, y éste le preguntó: —¿Qué quieres?

1Re 1:17 —Mi señor juró por el SEÑOR su Dios a esta servidora suya —contestó Betsabé—, que mi hijo Salomón sucedería en el trono a Su Majestad.

1Re 1:18 Pero ahora resulta que Adonías se ha proclamado rey a espaldas de Su Majestad.

1Re 1:19 Ha sacrificado una gran cantidad de toros, terneros engordados y ovejas, y ha invitado a todos los hijos del rey, al sacerdote Abiatar y a Joab, general del ejército; sin embargo, no invitó a Salomón, que es un fiel servidor de Su Majestad.

1Re 1:20 Mi señor y rey, todo Israel está a la expectativa y quiere que usted le diga quién lo sucederá en el trono.

1Re 1:21 De lo contrario, tan pronto como Su Majestad muera, mi hijo Salomón y yo seremos acusados de alta traición.

1Re 1:22 Mientras Betsabé hablaba con el rey, llegó el profeta Natán,

1Re 1:23 y el rey se enteró de su llegada. Entonces Natán se presentó ante el rey y, arrodillándose,

1Re 1:24 le dijo: —Mi señor y rey, ¿acaso ha decretado usted que Adonías lo suceda en el trono?

1Re 1:25 Pregunto esto porque él ha ido hoy a sacrificar una gran cantidad de toros, terneros engordados y ovejas. Además, ha invitado a todos los hijos de Su Majestad, a los comandantes del ejército y al sacerdote Abiatar, y allí están todos ellos comiendo y bebiendo, y gritando en su presencia: “¡Viva el rey Adonías!”

1Re 1:26 Sin embargo, no me invitó a mí, que estoy al servicio de Su Majestad, ni al sacerdote Sadoc, ni a Benaías hijo de Joyadá, ni a Salomón, que es un fiel servidor de Su Majestad.

1Re 1:27 ¿Será posible que mi señor y rey haya hecho esto sin dignarse comunicarles a sus servidores quién lo sucederá en el trono?

Salomón ungido rey

1Re 1:28

David proclama rey a Salomón

1:28-53—1Cr 29:21-25

Al oír esto, el rey David ordenó: —¡Llamen a Betsabé! Ella entró y se quedó de pie ante el rey.

1Re 1:29 Entonces el rey le hizo este juramento: —Tan cierto como que vive el SEÑOR, que me ha librado de toda angustia,

1Re 1:30 te aseguro que hoy cumpliré lo que te juré por el SEÑOR, el Dios de Israel. Yo te prometí que tu hijo Salomón me sucederá en el trono y reinará en mi lugar.

1Re 1:31 Betsabé se inclinó ante el rey y, postrándose rostro en tierra, exclamó: —¡Que viva para siempre mi señor el rey David!

1Re 1:32 David ordenó: —Llamen al sacerdote Sadoc, al profeta Natán y a Benaías hijo de Joyadá. Cuando los tres se presentaron ante el rey,

1Re 1:33 éste les dijo: —Tomen con ustedes a los funcionarios de la corte, monten a mi hijo Salomón en mi propia mula, y llévenlo a Guijón

1Re 1:34 para que el sacerdote Sadoc y el profeta Natán lo unjan como rey de Israel. Toquen luego la trompeta, y griten: “¡Viva el rey Salomón!”

1Re 1:35 Después de eso, regresen con él para que ocupe el trono en mi lugar y me suceda como rey, pues he dispuesto que sea él quien gobierne a Israel y a Judá.

1Re 1:36 —¡Que así sea! —le respondió Benaías hijo de Joyadá—. ¡Que así lo confirme el SEÑOR, Dios de Su Majestad!

1Re 1:37 Que así como el SEÑOR estuvo con Su Majestad, esté también con Salomón; ¡y que engrandezca su trono aún más que el trono de mi señor el rey David!

1Re 1:38 El sacerdote Sadoc, el profeta Natán y Benaías hijo de Joyadá, y los quereteos y los peleteos, montaron a Salomón en la mula del rey David y lo escoltaron mientras bajaban hasta Guijón.

1Re 1:39 Allí el sacerdote Sadoc tomó el cuerno de aceite que estaba en el santuario, y ungió a Salomón. Tocaron entonces la trompeta, y todo el pueblo gritó: «¡Viva el rey Salomón!»

1Re 1:40 Luego, todos subieron detrás de él, tocando flautas y lanzando gritos de alegría. Era tal el estruendo, que la tierra temblaba.

1Re 1:41 Adonías y todos sus invitados estaban por terminar de comer cuando sintieron el estruendo. Al oír el sonido de la trompeta, Joab preguntó: —¿Por qué habrá tanta bulla en la ciudad?

1Re 1:42 Aún estaba hablando cuando llegó Jonatán, hijo del sacerdote Abiatar. —¡Entra! —le dijo Adonías—. Un hombre respetable como tú debe traer buenas noticias.

1Re 1:43 —¡No es así! —exclamó Jonatán—. Nuestro señor el rey David ha nombrado rey a Salomón.

1Re 1:44 También ha ordenado que el sacerdote Sadoc, el profeta Natán y Benaías hijo de Joyadá, con los quereteos y los peleteos, monten a Salomón en la mula del rey.

1Re 1:45 Sadoc y Natán lo han ungido como rey en Guijón. Desde allí han subido lanzando gritos de alegría, y la ciudad está alborotada. A eso se debe tanta bulla.

1Re 1:46 Además, Salomón se ha sentado en el trono real,

1Re 1:47 y los funcionarios de la corte han ido a felicitar a nuestro señor, el rey David. Hasta le desearon que su Dios hiciera el nombre de Salomón más famoso todavía que el de David, y que engrandeciera el trono de Salomón más que el suyo. Ante eso, el rey se inclinó en su cama

1Re 1:48 y dijo: “¡Alabado sea el SEÑOR, Dios de Israel, que hoy me ha concedido ver a mi sucesor sentarse en mi trono!”

1Re 1:49 Al oír eso, todos los invitados de Adonías se levantaron llenos de miedo y se dispersaron.

1Re 1:50 Adonías, por temor a Salomón, se refugió en el santuario, en donde se agarró de los cuernos del altar.

1Re 1:51 No faltó quien fuera a decirle a Salomón: —Adonías tiene miedo de Su Majestad y está agarrado de los cuernos del altar. Ha dicho: “¡Quiero que hoy mismo jure el rey Salomón que no condenará a muerte a este servidor suyo!”

1Re 1:52 Salomón respondió: —Si demuestra que es un hombre de honor, no perderá ni un cabello de su cabeza; pero si se le sorprende en alguna maldad, será condenado a muerte.

1Re 1:53 Acto seguido, el rey Salomón mandó que lo trajeran. Cuando Adonías llegó, se inclinó ante el rey Salomón, y éste le ordenó que se fuera a su casa.

1 Reyes 2

Instrucciones de David a Salomón

1Re 2:1

Últimas instrucciones de David

2:10-12—1Cr 29:26-28

David ya estaba próximo a morir, así que le dio estas instrucciones a su hijo Salomón:

1Re 2:2 «Según el destino que a todos nos espera, pronto partiré de este mundo. ¡Cobra ánimo y pórtate como hombre!

1Re 2:3 Cumple los mandatos del SEÑOR tu Dios; sigue sus sendas y obedece sus decretos, mandamientos, leyes y preceptos, los cuales están escritos en la ley de Moisés. Así prosperarás en todo lo que hagas y por dondequiera que vayas,

1Re 2:4 y el SEÑOR cumplirá esta promesa que me hizo: “Si tus descendientes cuidan su conducta y me son fieles con toda el alma y de todo corazón, nunca faltará un sucesor tuyo en el trono de Israel.”

1Re 2:5 »Ahora bien, tú mismo sabes que Joab hijo de Sarvia derramó sangre en tiempo de paz como si estuviera en guerra, y mató a Abner hijo de Ner y a Amasá hijo de Jéter, los dos comandantes de los ejércitos israelitas, manchándose así de sangre las manos.[a]

1Re 2:6 Por tanto, usa la cabeza y no lo dejes llegar a viejo y morir en paz.[b]

1Re 2:7 En cambio, sé bondadoso con los hijos de Barzilay de Galaad y permíteles comer en tu mesa, pues ellos me ampararon cuando huía de tu hermano Absalón.

1Re 2:8 »También encárgate de Simí hijo de Guerá, ese benjaminita de Bajurín que me lanzó terribles maldiciones cuando me dirigía a Majanayin. Es cierto que, cuando fue al Jordán a recibirme, le juré por el SEÑOR que no lo condenaría a muerte.

1Re 2:9 Sin embargo, no tienes ya por qué perdonarle la vida. Tú eres inteligente, y sabrás qué hacer con él; aunque ya está viejo, hazlo sufrir una muerte sangrienta.»[c]

La muerte de David

1Re 2:10 David murió y fue sepultado en la ciudad que lleva su nombre.

1Re 2:11 Había reinado siete años en Hebrón y treinta y tres en Jerusalén, así que en total reinó en Israel cuarenta años.

1Re 2:12 Lo sucedió en el trono su hijo Salomón, y así se consolidó firmemente su reino.

Se establece el reinado de Salomón

1Re 2:13

Salomón consolida el reino

Adonías hijo de Jaguit fue a ver a Betsabé, madre de Salomón, y Betsabé le preguntó: —¿Vienes en son de paz? —Sí —respondió él—;

1Re 2:14 tengo algo que comunicarle. —Habla —contestó ella.

1Re 2:15 —Como usted sabe —dijo Adonías—, el reino me pertenecía, y todos los israelitas esperaban que yo llegara a ser rey. Pero ahora el reino ha pasado a mi hermano, que lo ha recibido por voluntad del SEÑOR.

1Re 2:16 Pues bien, tengo una petición que hacerle, y espero que me la conceda. —Continúa —dijo ella.

1Re 2:17 —Por favor, pídale usted al rey Salomón que me dé como esposa a Abisag la sunamita; a usted no se lo negará.

1Re 2:18 —Muy bien —contestó Betsabé—; le hablaré al rey en tu favor.

1Re 2:19 Betsabé fue a ver al rey Salomón para interceder en favor de Adonías. El rey se puso de pie para recibirla y se inclinó ante ella; luego se sentó en su trono y mandó que pusieran otro trono para su madre; y ella se sentó a la derecha del rey.

1Re 2:20 —Quiero pedirte un pequeño favor —dijo ella—. Te ruego que no me lo niegues. —Dime de qué se trata, madre mía. A ti no puedo negarte nada.

1Re 2:21 Ella continuó: —Concédele a tu hermano Adonías casarse con Abisag la sunamita.

1Re 2:22 —Pero ¿cómo puedes pedirme semejante cosa? —respondió el rey a su madre—. Es mi hermano mayor, y cuenta con el apoyo del sacerdote Abiatar y de Joab hijo de Sarvia. ¡Realmente me estás pidiendo que le ceda el trono!

1Re 2:23 Dicho esto, el rey Salomón juró por el SEÑOR: «¡Que Dios me castigue sin piedad si no hago que Adonías pague con su vida por esa petición!

1Re 2:24 El SEÑOR me ha establecido firmemente en el trono de mi padre, y conforme a su promesa me ha dado una dinastía. Por tanto, tan cierto como que él vive, ¡juro que hoy mismo Adonías morirá!»

1Re 2:25 En seguida, el rey Salomón le dio a Benaías hijo de Joyadá la orden de matar a Adonías.

1Re 2:26 Al sacerdote Abiatar, el rey mismo le ordenó: «Regresa a tus tierras en Anatot. Mereces la muerte, pero por el momento no voy a quitarte la vida, pues compartiste con David mi padre todas sus penurias, y en su presencia llevaste el arca del SEÑOR omnipotente.»

1Re 2:27 Fue así como, al destituir Salomón a Abiatar del sacerdocio del SEÑOR, se cumplió la palabra que el SEÑOR había pronunciado en Siló contra la familia de Elí.

1Re 2:28 Joab había conspirado con Adonías, aunque no con Absalón, así que al oír que Adonías había muerto, fue a refugiarse en el santuario del SEÑOR, agarrándose de los cuernos del altar.

1Re 2:29 Cuando le dijeron a Salomón que Joab había huido al santuario, y que estaba junto al altar, el rey le ordenó a Benaías hijo de Joyadá que fuera a matarlo.

1Re 2:30 Benaías fue al santuario del SEÑOR y le dijo a Joab: —El rey te ordena que salgas. —¡No! —respondió Joab—. ¡De aquí sólo me sacarán muerto! Benaías fue y le contó al rey lo que había dicho Joab.

1Re 2:31 —¡Pues dale gusto! —ordenó el rey—. ¡Mátalo y entiérralo! De ese modo me absolverás a mí y a mi familia de la sangre inocente que derramó Joab.

1Re 2:32 El SEÑOR hará recaer sobre su cabeza la sangre que derramó, porque a espaldas de mi padre atacó Joab a Abner hijo de Ner, que era comandante del ejército de Israel, y a Amasá hijo de Jéter, que era comandante del ejército de Judá. Así mató a filo de espada a dos hombres que eran mejores y más justos que él.

1Re 2:33 ¡Que la culpa de esas muertes recaiga para siempre sobre la cabeza de Joab y de sus descendientes! ¡Pero que la paz del SEÑOR esté por siempre con David y sus descendientes, y con su linaje y su trono!

1Re 2:34 Benaías hijo de Joyadá fue y mató a Joab, e hizo que lo sepultaran en su hacienda de la estepa.

1Re 2:35 Entonces el rey puso a Benaías hijo de Joyadá sobre el ejército en lugar de Joab, y al sacerdote Sadoc lo puso en lugar de Abiatar.

1Re 2:36 Luego mandó llamar a Simí y le dijo: —Constrúyete una casa en Jerusalén, y quédate allí. No salgas a ninguna parte,

1Re 2:37 porque el día que salgas y cruces el arroyo de Cedrón, podrás darte por muerto. Y la culpa será tuya.

1Re 2:38 —De acuerdo —le respondió Simí al rey—. Yo estoy para servir a Su Majestad, y acataré sus órdenes. Simí permaneció en Jerusalén por un buen tiempo,

1Re 2:39 pero tres años más tarde dos de sus esclavos escaparon a Gat, donde reinaba Aquis hijo de Macá. Cuando le avisaron a Simí que sus esclavos estaban en Gat,

1Re 2:40 aparejó su asno y se fue allá a buscarlos y traerlos de vuelta.

1Re 2:41 Al oír Salomón que Simí había ido de Jerusalén a Gat y había regresado,

1Re 2:42 lo mandó llamar y le dijo: —Yo te hice jurar por el SEÑOR, y te advertí: “El día que salgas a cualquier lugar, podrás darte por muerto.” Y tú dijiste que estabas de acuerdo y que obedecerías.

1Re 2:43 ¿Por qué, pues, no cumpliste con tu juramento al SEÑOR ni obedeciste la orden que te di?

1Re 2:44 El rey también le dijo a Simí: —Tú bien sabes cuánto daño le hiciste a mi padre David; ahora el SEÑOR se vengará de ti por tu maldad.

1Re 2:45 En cambio, yo seré bendecido, y el trono de David permanecerá firme para siempre en presencia del SEÑOR.

1Re 2:46 Acto seguido, el rey le dio la orden a Benaías hijo de Joyadá, y éste fue y mató a Simí. Así se consolidó el reino en manos de Salomón.

1 Reyes 3

Salomón ora pidiendo sabiduría

1Re 3:1

Salomón pide sabiduría

3:4-15—2Cr 1:2-13

Salomón entró en alianza con el faraón, rey de Egipto, casándose con su hija, a la cual llevó a la Ciudad de David mientras terminaba de construir su palacio, el templo del SEÑOR y el muro alrededor de Jerusalén.

1Re 3:2 Como aún no se había construido un templo en honor[a] del SEÑOR, el pueblo seguía ofreciendo sacrificios en los santuarios paganos.

1Re 3:3 Salomón amaba al SEÑOR y cumplía los decretos de su padre David. Sin embargo, también iba a los santuarios paganos para ofrecer sacrificios y quemar incienso.

1Re 3:4 Como en Gabaón estaba el santuario pagano más importante, Salomón acostumbraba ir allá para ofrecer sacrificios. Allí ofreció mil holocaustos;

1Re 3:5 y allí mismo se le apareció el SEÑOR en un sueño, y le dijo: —Pídeme lo que quieras.

1Re 3:6 Salomón respondió: —Tú trataste con mucho amor a tu siervo David, mi padre, pues se condujo delante de ti con lealtad y justicia, y con un corazón recto. Y, como hoy se puede ver, has reafirmado tu gran amor al concederle que un hijo suyo lo suceda en el trono.

1Re 3:7 »Ahora, SEÑOR mi Dios, me has hecho rey en lugar de mi padre David. No soy más que un muchacho, y apenas sé cómo comportarme.

1Re 3:8 Sin embargo, aquí me tienes, un siervo tuyo en medio del pueblo que has escogido, un pueblo tan numeroso que es imposible contarlo.

1Re 3:9 Yo te ruego que le des a tu siervo discernimiento para gobernar a tu pueblo y para distinguir entre el bien y el mal. De lo contrario, ¿quién podrá gobernar a este gran pueblo tuyo?

1Re 3:10 Al Señor le agradó que Salomón hubiera hecho esa petición,

1Re 3:11 de modo que le dijo: —Como has pedido esto, y no larga vida ni riquezas para ti, ni has pedido la muerte de tus enemigos sino discernimiento para administrar justicia,

1Re 3:12 voy a concederte lo que has pedido. Te daré un corazón sabio y prudente, como nadie antes de ti lo ha tenido ni lo tendrá después.

1Re 3:13 Además, aunque no me lo has pedido, te daré tantas riquezas y esplendor que en toda tu vida ningún rey podrá compararse contigo.

1Re 3:14 Si andas por mis sendas y obedeces mis decretos y mandamientos, como lo hizo tu padre David, te daré una larga vida.

1Re 3:15 Cuando Salomón despertó y se dio cuenta del sueño que había tenido, regresó a Jerusalén. Se presentó ante el arca del pacto del Señor y ofreció holocaustos y sacrificios de comunión. Luego ofreció un banquete para toda su corte.

La sabiduría de Salomón

1Re 3:16

Un gobernante sabio

Tiempo después, dos prostitutas fueron a presentarse ante el rey.

1Re 3:17 Una de ellas le dijo: —Su Majestad, esta mujer y yo vivimos en la misma casa. Mientras ella estaba allí conmigo, yo di a luz,

1Re 3:18 y a los tres días también ella dio a luz. No había en la casa nadie más que nosotras dos.

1Re 3:19 Pues bien, una noche esta mujer se acostó encima de su hijo, y el niño murió.

1Re 3:20 Pero ella se levantó a medianoche, mientras yo dormía, y tomando a mi hijo, lo acostó junto a ella y puso a su hijo muerto a mi lado.

1Re 3:21 Cuando amaneció, me levanté para amamantar a mi hijo, ¡y me di cuenta de que estaba muerto! Pero al clarear el día, lo observé bien y pude ver que no era el hijo que yo había dado a luz.

1Re 3:22 —¡No es cierto! —exclamó la otra mujer—. ¡El niño que está vivo es el mío, y el muerto es el tuyo! —¡Mientes! —insistió la primera—. El niño muerto es el tuyo, y el que está vivo es el mío. Y se pusieron a discutir delante del rey.

1Re 3:23 El rey deliberó: «Una dice: “El niño que está vivo es el mío, y el muerto es el tuyo.” Y la otra dice: “¡No es cierto! El niño muerto es el tuyo, y el que está vivo es el mío.” »

1Re 3:24 Entonces ordenó: —Tráiganme una espada. Cuando se la trajeron,

1Re 3:25 dijo: —Partan en dos al niño que está vivo, y denle una mitad a ésta y la otra mitad a aquélla.

1Re 3:26 La verdadera madre, angustiada por su hijo, le dijo al rey: —¡Por favor, Su Majestad! ¡Déle usted a ella el niño que está vivo, pero no lo mate! En cambio, la otra exclamó: —¡Ni para mí ni para ti! ¡Que lo partan!

1Re 3:27 Entonces el rey ordenó: —No lo maten. Entréguenle a la primera el niño que está vivo, pues ella es la madre.

1Re 3:28 Cuando todos los israelitas se enteraron de la sentencia que el rey había pronunciado, sintieron un gran respeto por él, pues vieron que tenía sabiduría de Dios para administrar justicia.

Salmo 94

No abandonará Jehová a su pueblo

Sal 94:1

SEÑOR, Dios de las venganzas; Dios de las venganzas, ¡manifiéstate![a]

Sal 94:2 Levántate, Juez de la tierra, y dales su merecido a los soberbios.

Sal 94:3 ¿Hasta cuándo, SEÑOR, hasta cuándo habrán de ufanarse los impíos?

Sal 94:4 Todos esos malhechores son unos fanfarrones; a borbotones escupen su arrogancia.

Sal 94:5 A tu pueblo, SEÑOR, lo pisotean; ¡oprimen a tu herencia!

Sal 94:6 Matan a las viudas y a los extranjeros; a los huérfanos los asesinan.

Sal 94:7 Y hasta dicen: «El SEÑOR no ve; el Dios de Jacob no se da cuenta.»

Sal 94:8 Entiendan esto, gente necia; ¿cuándo, insensatos, lo van a comprender?

Sal 94:9 ¿Acaso no oirá el que nos puso las orejas, ni podrá ver el que nos formó los ojos?

Sal 94:10 ¿Y no habrá de castigar el que corrige a las naciones e instruye en el saber a todo el mundo?

Sal 94:11 El SEÑOR conoce los pensamientos humanos, y sabe que son absurdos.

Sal 94:12 Dichoso aquel a quien tú, SEÑOR, corriges; aquel a quien instruyes en tu ley,

Sal 94:13 para que enfrente tranquilo los días de aflicción mientras al impío se le cava una fosa.

Sal 94:14 El SEÑOR no rechazará a su pueblo; no dejará a su herencia en el abandono.

Sal 94:15 El juicio volverá a basarse en la justicia, y todos los rectos de corazón lo seguirán.

Sal 94:16 ¿Quién se levantó a defenderme de los impíos? ¿Quién se puso de mi parte contra los malhechores?

Sal 94:17 Si el SEÑOR no me hubiera brindado su ayuda, muy pronto me habría quedado en mortal silencio.

Sal 94:18 No bien decía: «Mis pies resbalan», cuando ya tu amor, SEÑOR, venía en mi ayuda.

Sal 94:19 Cuando en mí la angustia iba en aumento, tu consuelo llenaba mi alma de alegría.

Sal 94:20 ¿Podrías ser amigo de reyes corruptos[b] que por decreto fraguan la maldad,

Sal 94:21 que conspiran contra la gente honrada y condenan a muerte al inocente?

Sal 94:22 Pero el SEÑOR es mi protector, es mi Dios y la roca en que me refugio.

Sal 94:23 Él les hará pagar por sus pecados y los destruirá por su maldad; ¡el SEÑOR nuestro Dios los destruirá!