Día 281

14 Jesús & el Reino

236 - 237 - 238 - 239 - 240 - 241 - 242 - 243 - 244 - 245 - 246 - 247 - 248 - 249 - 250 - 251 - 252 - 253 - 254 - 255 - 256 - 257 - 258 - 259 - 260 - 261 - 262 - 263 - 264 - 265 - 266 - 267 - 268 - 269 - 270 - 271 - 272 - 273 - 274 - 275 - 276 - 277 - 278 - 279 - 280 - 281 - 282 - 283 - 284 - 285 - 286 - 287 - 288 - 289 - 290 - 291 - 292

Hechos 1-7

El libro de Hechos muestra cómo Dios cumplió sus antiguas promesas de restaurar su bendición a todas las naciones a través de la descendencia de Abraham: Jesús de Nazaret. En este video exploraremos la manera en que Jesús y el Espíritu renuevan al pueblo de Israel y los preparan para anunciar las buenas nuevas a las naciones.

Hechos 5

Ananías y Safira

Hch 5:1

Ananías y Safira

Un hombre llamado Ananías también vendió una propiedad y,

Hch 5:2 en complicidad con su esposa Safira, se quedó con parte del dinero y puso el resto a disposición de los apóstoles.

Hch 5:3 —Ananías —le reclamó Pedro—, ¿cómo es posible que Satanás haya llenado tu corazón para que le mintieras al Espíritu Santo y te quedaras con parte del dinero que recibiste por el terreno?

Hch 5:4 ¿Acaso no era tuyo antes de venderlo? Y una vez vendido, ¿no estaba el dinero en tu poder? ¿Cómo se te ocurrió hacer esto? ¡No has mentido a los hombres sino a Dios!

Hch 5:5 Al oír estas palabras, Ananías cayó muerto. Y un gran temor se apoderó de todos los que se enteraron de lo sucedido.

Hch 5:6 Entonces se acercaron los más jóvenes, envolvieron el cuerpo, se lo llevaron y le dieron sepultura.

Hch 5:7 Unas tres horas más tarde entró la esposa, sin saber lo que había ocurrido.

Hch 5:8 —Dime —le preguntó Pedro—, ¿vendieron ustedes el terreno por tal precio? —Sí —dijo ella—, por tal precio.

Hch 5:9 —¿Por qué se pusieron de acuerdo para poner a prueba al Espíritu del Señor? —le recriminó Pedro—. ¡Mira! Los que sepultaron a tu esposo acaban de regresar y ahora te llevarán a ti.

Hch 5:10 En ese mismo instante ella cayó muerta a los pies de Pedro. Entonces entraron los jóvenes y, al verla muerta, se la llevaron y le dieron sepultura al lado de su esposo.

Hch 5:11 Y un gran temor se apoderó de toda la iglesia y de todos los que se enteraron de estos sucesos.

Muchas señales y prodigios

Hch 5:12

Los apóstoles sanan a muchas personas

Por medio de los apóstoles ocurrían muchas señales y prodigios entre el pueblo; y todos los creyentes se reunían de común acuerdo en el Pórtico de Salomón.

Hch 5:13 Nadie entre el pueblo se atrevía a juntarse con ellos, aunque los elogiaban.

Hch 5:14 Y seguía aumentando el número de los que creían y aceptaban al Señor.

Hch 5:15 Era tal la multitud de hombres y mujeres, que hasta sacaban a los enfermos a las plazas y los ponían en colchonetas y camillas para que, al pasar Pedro, por lo menos su sombra cayera sobre alguno de ellos.

Hch 5:16 También de los pueblos vecinos a Jerusalén acudían multitudes que llevaban personas enfermas y atormentadas por espíritus malignos, y todas eran sanadas.

Los apóstoles arrestados y liberados

Hch 5:17

Persiguen a los apóstoles

El sumo sacerdote y todos sus partidarios, que pertenecían a la secta de los saduceos, se llenaron de envidia.

Hch 5:18 Entonces arrestaron a los apóstoles y los metieron en la cárcel común.

Hch 5:19 Pero en la noche un ángel del Señor abrió las puertas de la cárcel y los sacó.

Hch 5:20 «Vayan —les dijo—, preséntense en el templo y comuniquen al pueblo todo este mensaje de vida.»

Hch 5:21 Conforme a lo que habían oído, al amanecer entraron en el templo y se pusieron a enseñar. Cuando llegaron el sumo sacerdote y sus partidarios, convocaron al Consejo, es decir, a la asamblea general de los ancianos de Israel, y mandaron traer de la cárcel a los apóstoles.

Hch 5:22 Pero al llegar los guardias a la cárcel, no los encontraron. Así que volvieron con el siguiente informe:

Hch 5:23 «Encontramos la cárcel cerrada, con todas las medidas de seguridad, y a los guardias firmes a las puertas; pero cuando abrimos, no encontramos a nadie adentro.»

Hch 5:24 Al oírlo, el capitán de la guardia del templo y los jefes de los sacerdotes se quedaron perplejos, preguntándose en qué terminaría todo aquello.

Hch 5:25 En esto, se presentó alguien que les informó: «¡Miren! Los hombres que ustedes metieron en la cárcel están en el templo y siguen enseñando al pueblo.»

Hch 5:26 Fue entonces el capitán con sus guardias y trajo a los apóstoles sin recurrir a la fuerza, porque temían ser apedreados por la gente.

Hch 5:27 Los condujeron ante el Consejo, y el sumo sacerdote les reclamó:

Hch 5:28 —Terminantemente les hemos prohibido enseñar en ese nombre. Sin embargo, ustedes han llenado a Jerusalén con sus enseñanzas, y se han propuesto echarnos la culpa a nosotros de la muerte[a] de ese hombre.

Hch 5:29 —¡Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres! —respondieron Pedro y los demás apóstoles—.

Hch 5:30 El Dios de nuestros antepasados resucitó a Jesús, a quien ustedes mataron colgándolo de un madero.

Hch 5:31 Por su poder,[b] Dios lo exaltó como Príncipe y Salvador, para que diera a Israel arrepentimiento y perdón de pecados.

Hch 5:32 Nosotros somos testigos de estos acontecimientos, y también lo es el Espíritu Santo que Dios ha dado a quienes le obedecen.

Hch 5:33 A los que oyeron esto se les subió la sangre a la cabeza y querían matarlos.

Hch 5:34 Pero un fariseo llamado Gamaliel, maestro de la ley muy respetado por todo el pueblo, se puso de pie en el Consejo y mandó que hicieran salir por un momento a los apóstoles.

Hch 5:35 Luego dijo: «Hombres de Israel, piensen dos veces en lo que están a punto de hacer con estos hombres.

Hch 5:36 Hace algún tiempo surgió Teudas, jactándose de ser alguien, y se le unieron unos cuatrocientos hombres. Pero lo mataron y todos sus seguidores se dispersaron y allí se acabó todo.

Hch 5:37 Después de él surgió Judas el galileo, en los días del censo, y logró que la gente lo siguiera. A él también lo mataron, y todos sus secuaces se dispersaron.

Hch 5:38 En este caso les aconsejo que dejen a estos hombres en paz. ¡Suéltenlos! Si lo que se proponen y hacen es de origen humano, fracasará;

Hch 5:39 pero si es de Dios, no podrán destruirlos, y ustedes se encontrarán luchando contra Dios.» Se dejaron persuadir por Gamaliel.

Hch 5:40 Entonces llamaron a los apóstoles y, luego de azotarlos, les ordenaron que no hablaran más en el nombre de Jesús. Después de eso los soltaron.

Hch 5:41 Así, pues, los apóstoles salieron del Consejo, llenos de gozo por haber sido considerados dignos de sufrir afrentas por causa del Nombre.

Hch 5:42 Y día tras día, en el templo y de casa en casa, no dejaban de enseñar y anunciar las buenas nuevas de que Jesús es el Mesías.

Hechos 6

Siete escogidos para servir

Hch 6:1

Elección de los siete

En aquellos días, al aumentar el número de los discípulos, se quejaron los judíos de habla griega contra los de habla aramea[a] de que sus viudas eran desatendidas en la distribución diaria de los alimentos.

Hch 6:2 Así que los doce reunieron a toda la comunidad de discípulos y les dijeron: «No está bien que nosotros los apóstoles descuidemos el ministerio de la palabra de Dios para servir las mesas.

Hch 6:3 Hermanos, escojan de entre ustedes a siete hombres de buena reputación, llenos del Espíritu y de sabiduría, para encargarles esta responsabilidad.

Hch 6:4 Así nosotros nos dedicaremos de lleno a la oración y al ministerio de la palabra.»

Hch 6:5 Esta propuesta agradó a toda la asamblea. Escogieron a Esteban, hombre lleno de fe y del Espíritu Santo, y a Felipe, a Prócoro, a Nicanor, a Timón, a Parmenas y a Nicolás, un prosélito de Antioquía.

Hch 6:6 Los presentaron a los apóstoles, quienes oraron y les impusieron las manos.

Hch 6:7 Y la palabra de Dios se difundía: el número de los discípulos aumentaba considerablemente en Jerusalén, e incluso muchos de los sacerdotes obedecían a la fe.

Esteban preso

Hch 6:8

Arresto de Esteban

Esteban, hombre lleno de la gracia y del poder de Dios, hacía grandes prodigios y señales milagrosas entre el pueblo.

Hch 6:9 Con él se pusieron a discutir ciertos individuos de la sinagoga llamada de los Libertos, donde había judíos de Cirene y de Alejandría, de Cilicia y de la provincia de Asia.

Hch 6:10 Como no podían hacer frente a la sabiduría ni al Espíritu con que hablaba Esteban,

Hch 6:11 instigaron a unos hombres a decir: «Hemos oído a Esteban blasfemar contra Moisés y contra Dios.»

Hch 6:12 Agitaron al pueblo, a los ancianos y a los maestros de la ley. Se apoderaron de Esteban y lo llevaron ante el Consejo.

Hch 6:13 Presentaron testigos falsos, que declararon: «Este hombre no deja de hablar contra este lugar santo y contra la ley.

Hch 6:14 Le hemos oído decir que ese Jesús de Nazaret destruirá este lugar y cambiará las tradiciones que nos dejó Moisés.»

Hch 6:15 Todos los que estaban sentados en el Consejo fijaron la mirada en Esteban y vieron que su rostro se parecía al de un ángel.

Salmo 121

Mi socorro viene del Señor

Sal 121:1

Cántico de los peregrinos.

A las montañas levanto mis ojos; ¿de dónde ha de venir mi ayuda?

Sal 121:2 Mi ayuda proviene del SEÑOR, creador del cielo y de la tierra.

Sal 121:3 No permitirá que tu pie resbale; jamás duerme el que te cuida.

Sal 121:4 Jamás duerme ni se adormece el que cuida de Israel.

Sal 121:5 El SEÑOR es quien te cuida, el SEÑOR es tu sombra protectora.[a]

Sal 121:6 De día el sol no te hará daño, ni la luna de noche.

Sal 121:7 El SEÑOR te protegerá; de todo mal protegerá tu vida.

Sal 121:8 El SEÑOR te cuidará en el hogar y en el camino,[b] desde ahora y para siempre.