Día 249

14 Jesús & el Reino

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Martus - "Testigo"

En la Biblia, la palabra “testigo” es usada para escribir tanto a una persona como a una acción: alguien que ve algo y luego habla acerca de lo que vió. De manera similar, esta palabra es usada hoy en día en contextos legales y describe para describir la experiencia de una persona con Dios. Pero lo que es más interesante acerca de la palabra testigo es cómo ilumina la historia de la Escritura, especialmente el rol del pueblo de Dios. En este video exploraremos cómo esta palabra contribuye a un mejor entendimiento de la historia completa de la Biblia.

Mateo 27

Jesús entregado a Pilato

Mat 27:1

Judas se ahorca

Muy de mañana, todos los jefes de los sacerdotes y los ancianos del pueblo tomaron la decisión de condenar a muerte a Jesús.

Mat 27:2 Lo ataron, se lo llevaron y se lo entregaron a Pilato, el gobernador.

Judas se ahorca

Mat 27:3 Cuando Judas, el que lo había traicionado, vio que habían condenado a Jesús, sintió remordimiento y devolvió las treinta monedas de plata a los jefes de los sacerdotes y a los ancianos.

Mat 27:4 —He pecado —les dijo—porque he entregado sangre inocente. —¿Y eso a nosotros qué nos importa? —respondieron—. ¡Allá tú!

Mat 27:5 Entonces Judas arrojó el dinero en el santuario y salió de allí. Luego fue y se ahorcó.

Mat 27:6 Los jefes de los sacerdotes recogieron las monedas y dijeron: «La ley no permite echar esto al tesoro, porque es precio de sangre.»

Mat 27:7 Así que resolvieron comprar con ese dinero un terreno conocido como Campo del Alfarero, para sepultar allí a los extranjeros.

Mat 27:8 Por eso se le ha llamado Campo de Sangre hasta el día de hoy.

Mat 27:9 Así se cumplió lo dicho por el profeta Jeremías: «Tomaron las treinta monedas de plata, el precio que el pueblo de Israel le había fijado,

Mat 27:10 y con ellas compraron el campo del alfarero, como me ordenó el Señor.»[a]

Jesús ante Pilato

Mat 27:11

Jesús ante Pilato

27:11-26—Mr 15:12-15; Lc 23:2-3, 18-25; Jn 18:29-19:16

Mientras tanto, Jesús compareció ante el gobernador, y éste le preguntó: —¿Eres tú el rey de los judíos? —Tú lo dices —respondió Jesús.

Mat 27:12 Al ser acusado por los jefes de los sacerdotes y por los ancianos, Jesús no contestó nada.

Mat 27:13 —¿No oyes lo que declaran contra ti? —le dijo Pilato.

Mat 27:14 Pero Jesús no respondió ni a una sola acusación, por lo que el gobernador se llenó de asombro.

La multitud escoge a Barrabás

Mat 27:15 Ahora bien, durante la fiesta el gobernador acostumbraba soltar un preso que la gente escogiera.

Mat 27:16 Tenían un preso famoso llamado Barrabás.

Mat 27:17 Así que cuando se reunió la multitud, Pilato, que sabía que le habían entregado a Jesús por envidia,

Mat 27:18 les preguntó: —¿A quién quieren que les suelte: a Barrabás o a Jesús, al que llaman Cristo?

Mat 27:19 Mientras Pilato estaba sentado en el tribunal, su esposa le envió el siguiente recado: «No te metas con ese justo, pues por causa de él, hoy he sufrido mucho en un sueño.»

Mat 27:20 Pero los jefes de los sacerdotes y los ancianos persuadieron a la multitud a que le pidiera a Pilato soltar a Barrabás y ejecutar a Jesús.

Mat 27:21 —¿A cuál de los dos quieren que les suelte? —preguntó el gobernador. —A Barrabás.

Mat 27:22 —¿Y qué voy a hacer con Jesús, al que llaman Cristo? —¡Crucifícalo! —respondieron todos.

Mat 27:23 —¿Por qué? ¿Qué crimen ha cometido? Pero ellos gritaban aún más fuerte: —¡Crucifícalo!

Pilato entrega a Jesús para crucificarlo

Mat 27:24 Cuando Pilato vio que no conseguía nada, sino que más bien se estaba formando un tumulto, pidió agua y se lavó las manos delante de la gente. —Soy inocente de la sangre de este hombre —dijo—. ¡Allá ustedes!

Mat 27:25 —¡Que su sangre caiga sobre nosotros y sobre nuestros hijos! —contestó todo el pueblo.

Mat 27:26 Entonces les soltó a Barrabás; pero a Jesús lo mandó azotar, y lo entregó para que lo crucificaran.

Burlas contra Jesús

Mat 27:27

Los soldados se burlan de Jesús

27:27-31—Mr 15:16-20

Los soldados del gobernador llevaron a Jesús al palacio[b] y reunieron a toda la tropa alrededor de él.

Mat 27:28 Le quitaron la ropa y le pusieron un manto de color escarlata.

Mat 27:29 Luego trenzaron una corona de espinas y se la colocaron en la cabeza, y en la mano derecha le pusieron una caña. Arrodillándose delante de él, se burlaban diciendo: —¡Salve, rey de los judíos!

Mat 27:30 Y le escupían, y con la caña le golpeaban la cabeza.

Mat 27:31 Después de burlarse de él, le quitaron el manto, le pusieron su propia ropa y se lo llevaron para crucificarlo.

La crucifixión

Mat 27:32

La crucifixión

27:33-44—Mr 15:22-32; Lc 23:33-43; Jn 19:17-24

Al salir encontraron a un hombre de Cirene que se llamaba Simón, y lo obligaron a llevar la cruz.

Mat 27:33 Llegaron a un lugar llamado Gólgota (que significa «Lugar de la Calavera»).

Mat 27:34 Allí le dieron a Jesús vino mezclado con hiel; pero después de probarlo, se negó a beberlo.

Mat 27:35 Lo crucificaron y repartieron su ropa echando suertes.[c]

Mat 27:36 Y se sentaron a vigilarlo.

Mat 27:37 Encima de su cabeza pusieron por escrito la causa de su condena: «Éste es Jesús, el Rey de los judíos.»

Mat 27:38 Con él crucificaron a dos bandidos,[d] uno a su derecha y otro a su izquierda.

Mat 27:39 Los que pasaban meneaban la cabeza y blasfemaban contra él:

Mat 27:40 —Tú, que destruyes el templo y en tres días lo reconstruyes, ¡sálvate a ti mismo! ¡Si eres el Hijo de Dios, baja de la cruz!

Mat 27:41 De la misma manera se burlaban de él los jefes de los sacerdotes, junto con los maestros de la ley y los ancianos.

Mat 27:42 —Salvó a otros —decían—, ¡pero no puede salvarse a sí mismo! ¡Y es el Rey de Israel! Que baje ahora de la cruz, y así creeremos en él.

Mat 27:43 Él confía en Dios; pues que lo libre Dios ahora, si de veras lo quiere. ¿Acaso no dijo: “Yo soy el Hijo de Dios” ?

Mat 27:44 Así también lo insultaban los bandidos que estaban crucificados con él.

La muerte de Jesús

Mat 27:45

Muerte de Jesús

27:45-56—Mr 15:31-41; Lc 23:44-49

Desde el mediodía y hasta la media tarde[e] toda la tierra quedó en oscuridad.

Mat 27:46 Como a las tres de la tarde,[f] Jesús gritó con fuerza: —Elí, Elí,[g] ¿lama sabactani? (que significa: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?” ).[h]

Mat 27:47 Cuando lo oyeron, algunos de los que estaban allí dijeron: —Está llamando a Elías.

Mat 27:48 Al instante uno de ellos corrió en busca de una esponja. La empapó en vinagre, la puso en una caña y se la ofreció a Jesús para que bebiera.

Mat 27:49 Los demás decían: —Déjalo, a ver si viene Elías a salvarlo.

Mat 27:50 Entonces Jesús volvió a gritar con fuerza, y entregó su espíritu.

Mat 27:51 En ese momento la cortina del santuario del templo se rasgó en dos, de arriba abajo. La tierra tembló y se partieron las rocas.

Mat 27:52 Se abrieron los sepulcros, y muchos santos que habían muerto resucitaron.

Mat 27:53 Salieron de los sepulcros y, después de la resurrección de Jesús, entraron en la ciudad santa y se aparecieron a muchos.

Mat 27:54 Cuando el centurión y los que con él estaban custodiando a Jesús vieron el terremoto y todo lo que había sucedido, quedaron aterrados y exclamaron: —¡Verdaderamente éste era el Hijo[i] de Dios!

Mat 27:55 Estaban allí, mirando de lejos, muchas mujeres que habían seguido a Jesús desde Galilea para servirle.

Mat 27:56 Entre ellas se encontraban María Magdalena, María la madre de Jacobo y de José, y la madre de los hijos de Zebedeo.

Jesús es sepultado

Mat 27:57

Sepultura de Jesús

27:57-61—Mr 15:42-47; Lc 23:50-56; Jn 19:38-42

Al atardecer, llegó un hombre rico de Arimatea, llamado José, que también se había convertido en discípulo de Jesús.

Mat 27:58 Se presentó ante Pilato para pedirle el cuerpo de Jesús, y Pilato ordenó que se lo dieran.

Mat 27:59 José tomó el cuerpo, lo envolvió en una sábana limpia

Mat 27:60 y lo puso en un sepulcro nuevo de su propiedad que había cavado en la roca. Luego hizo rodar una piedra grande a la entrada del sepulcro, y se fue.

Mat 27:61 Allí estaban, sentadas frente al sepulcro, María Magdalena y la otra María.

Guardias en la tumba

Mat 27:62

La guardia ante el sepulcro

Al día siguiente, después del día de la preparación, los jefes de los sacerdotes y los fariseos se presentaron ante Pilato.

Mat 27:63 —Señor —le dijeron—, nosotros recordamos que mientras ese engañador aún vivía, dijo: “A los tres días resucitaré.”

Mat 27:64 Por eso, ordene usted que se selle el sepulcro hasta el tercer día, no sea que vengan sus discípulos, se roben el cuerpo y le digan al pueblo que ha resucitado. Ese último engaño sería peor que el primero.

Mat 27:65 —Llévense una guardia de soldados —les ordenó Pilato—, y vayan a asegurar el sepulcro lo mejor que puedan.

Mat 27:66 Así que ellos fueron, cerraron el sepulcro con una piedra, y lo sellaron; y dejaron puesta la guardia.

Mateo 28

La resurrección

Mat 28:1

La resurrección

28:1-8—Mr 16:1-8; Lc 24:1-10

Después del sábado, al amanecer del primer día de la semana, María Magdalena y la otra María fueron a ver el sepulcro.

Mat 28:2 Sucedió que hubo un terremoto violento, porque un ángel del Señor bajó del cielo y, acercándose al sepulcro, quitó la piedra y se sentó sobre ella.

Mat 28:3 Su aspecto era como el de un relámpago, y su ropa era blanca como la nieve.

Mat 28:4 Los guardias tuvieron tanto miedo de él que se pusieron a temblar y quedaron como muertos.

Mat 28:5 El ángel dijo a las mujeres: —No tengan miedo; sé que ustedes buscan a Jesús, el que fue crucificado.

Mat 28:6 No está aquí, pues ha resucitado, tal como dijo. Vengan a ver el lugar donde lo pusieron.

Mat 28:7 Luego vayan pronto a decirles a sus discípulos: “Él se ha levantado de entre los muertos y va delante de ustedes a Galilea. Allí lo verán.” Ahora ya lo saben.

Mat 28:8 Así que las mujeres se alejaron a toda prisa del sepulcro, asustadas pero muy alegres, y corrieron a dar la noticia a los discípulos.

Mat 28:9 En eso Jesús les salió al encuentro y las saludó. Ellas se le acercaron, le abrazaron los pies y lo adoraron.

Mat 28:10 —No tengan miedo —les dijo Jesús—. Vayan a decirles a mis hermanos que se dirijan a Galilea, y allí me verán.

El informe de la guardia

Mat 28:11

El informe de los guardias

Mientras las mujeres iban de camino, algunos de los guardias entraron en la ciudad e informaron a los jefes de los sacerdotes de todo lo que había sucedido.

Mat 28:12 Después de reunirse estos jefes con los ancianos y de trazar un plan, les dieron a los soldados una fuerte suma de dinero

Mat 28:13 y les encargaron: «Digan que los discípulos de Jesús vinieron por la noche y que, mientras ustedes dormían, se robaron el cuerpo.

Mat 28:14 Y si el gobernador llega a enterarse de esto, nosotros responderemos por ustedes y les evitaremos cualquier problema.»

Mat 28:15 Así que los soldados tomaron el dinero e hicieron como se les había instruido. Esta es la versión de los sucesos que hasta el día de hoy ha circulado entre los judíos.

La Gran Comisión

Mat 28:16

La gran comisión

Los once discípulos fueron a Galilea, a la montaña que Jesús les había indicado.

Mat 28:17 Cuando lo vieron, lo adoraron; pero algunos dudaban.

Mat 28:18 Jesús se acercó entonces a ellos y les dijo: —Se me ha dado toda autoridad en el cielo y en la tierra.

Mat 28:19 Por tanto, vayan y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo,

Mat 28:20 enseñándoles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes. Y les aseguro que estaré con ustedes siempre, hasta el fin del mundo.[a]

Salmo 94

No abandonará Jehová a su pueblo

Sal 94:1

SEÑOR, Dios de las venganzas; Dios de las venganzas, ¡manifiéstate![a]

Sal 94:2 Levántate, Juez de la tierra, y dales su merecido a los soberbios.

Sal 94:3 ¿Hasta cuándo, SEÑOR, hasta cuándo habrán de ufanarse los impíos?

Sal 94:4 Todos esos malhechores son unos fanfarrones; a borbotones escupen su arrogancia.

Sal 94:5 A tu pueblo, SEÑOR, lo pisotean; ¡oprimen a tu herencia!

Sal 94:6 Matan a las viudas y a los extranjeros; a los huérfanos los asesinan.

Sal 94:7 Y hasta dicen: «El SEÑOR no ve; el Dios de Jacob no se da cuenta.»

Sal 94:8 Entiendan esto, gente necia; ¿cuándo, insensatos, lo van a comprender?

Sal 94:9 ¿Acaso no oirá el que nos puso las orejas, ni podrá ver el que nos formó los ojos?

Sal 94:10 ¿Y no habrá de castigar el que corrige a las naciones e instruye en el saber a todo el mundo?

Sal 94:11 El SEÑOR conoce los pensamientos humanos, y sabe que son absurdos.

Sal 94:12 Dichoso aquel a quien tú, SEÑOR, corriges; aquel a quien instruyes en tu ley,

Sal 94:13 para que enfrente tranquilo los días de aflicción mientras al impío se le cava una fosa.

Sal 94:14 El SEÑOR no rechazará a su pueblo; no dejará a su herencia en el abandono.

Sal 94:15 El juicio volverá a basarse en la justicia, y todos los rectos de corazón lo seguirán.

Sal 94:16 ¿Quién se levantó a defenderme de los impíos? ¿Quién se puso de mi parte contra los malhechores?

Sal 94:17 Si el SEÑOR no me hubiera brindado su ayuda, muy pronto me habría quedado en mortal silencio.

Sal 94:18 No bien decía: «Mis pies resbalan», cuando ya tu amor, SEÑOR, venía en mi ayuda.

Sal 94:19 Cuando en mí la angustia iba en aumento, tu consuelo llenaba mi alma de alegría.

Sal 94:20 ¿Podrías ser amigo de reyes corruptos[b] que por decreto fraguan la maldad,

Sal 94:21 que conspiran contra la gente honrada y condenan a muerte al inocente?

Sal 94:22 Pero el SEÑOR es mi protector, es mi Dios y la roca en que me refugio.

Sal 94:23 Él les hará pagar por sus pecados y los destruirá por su maldad; ¡el SEÑOR nuestro Dios los destruirá!