Día 254

14 Jesús & el Reino

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Marcos 9

Mar 9:1 Y añadió: —Les aseguro que algunos de los aquí presentes no sufrirán la muerte sin antes haber visto el reino de Dios llegar con poder.

La Transfiguración

Mar 9:2

La transfiguración

9:2-8—Lc 9:28-36

9:2-13—Mt 17:1-13

Seis días después Jesús tomó consigo a Pedro, a Jacobo y a Juan, y los llevó a una montaña alta, donde estaban solos. Allí se transfiguró en presencia de ellos.

Mar 9:3 Su ropa se volvió de un blanco resplandeciente como nadie en el mundo podría blanquearla.

Mar 9:4 Y se les aparecieron Elías y Moisés, los cuales conversaban con Jesús. Tomando la palabra,

Mar 9:5 Pedro le dijo a Jesús: —Rabí, ¡qué bien que estemos aquí! Podemos levantar tres albergues: uno para ti, otro para Moisés y otro para Elías.

Mar 9:6 No sabía qué decir, porque todos estaban asustados.

Mar 9:7 Entonces apareció una nube que los envolvió, de la cual salió una voz que dijo: «Éste es mi Hijo amado. ¡Escúchenlo!»

Mar 9:8 De repente, cuando miraron a su alrededor, ya no vieron a nadie más que a Jesús.

Mar 9:9 Mientras bajaban de la montaña, Jesús les ordenó que no contaran a nadie lo que habían visto hasta que el Hijo del hombre se levantara de entre los muertos.

Mar 9:10 Guardaron el secreto, pero discutían entre ellos qué significaría eso de «levantarse de entre los muertos».

Mar 9:11 —¿Por qué dicen los maestros de la ley que Elías tiene que venir primero? —le preguntaron.

Mar 9:12 —Sin duda Elías ha de venir primero para restaurar todas las cosas —respondió Jesús—. Pero entonces, ¿cómo es que está escrito que el Hijo del hombre tiene que sufrir mucho y ser rechazado?

Mar 9:13 Pues bien, les digo que Elías ya ha venido, y le hicieron todo lo que quisieron, tal como está escrito de él.

Jesús sana a un muchacho con un espíritu inmundo

Mar 9:14

Jesús sana a un muchacho endemoniado

9:14-28, 9—Mt 17:14-19, 22-23; Lc 9:37-45

Cuando llegaron adonde estaban los otros discípulos, vieron[a] que a su alrededor había mucha gente y que los maestros de la ley discutían con ellos.

Mar 9:15 Tan pronto como la gente vio a Jesús, todos se sorprendieron y corrieron a saludarlo.

Mar 9:16 —¿Qué están discutiendo con ellos? —les preguntó.

Mar 9:17 —Maestro —respondió un hombre de entre la multitud—, te he traído a mi hijo, pues está poseído por un espíritu que le ha quitado el habla.

Mar 9:18 Cada vez que se apodera de él, lo derriba. Echa espumarajos, cruje los dientes y se queda rígido. Les pedí a tus discípulos que expulsaran al espíritu, pero no lo lograron.

Mar 9:19 —¡Ah, generación incrédula! —respondió Jesús—. ¿Hasta cuándo tendré que estar con ustedes? ¿Hasta cuándo tendré que soportarlos? Tráiganme al muchacho.

Mar 9:20 Así que se lo llevaron. Tan pronto como vio a Jesús, el espíritu sacudió de tal modo al muchacho que éste cayó al suelo y comenzó a revolcarse echando espumarajos.

Mar 9:21 —¿Cuánto tiempo hace que le pasa esto? —le preguntó Jesús al padre. —Desde que era niño —contestó—.

Mar 9:22 Muchas veces lo ha echado al fuego y al agua para matarlo. Si puedes hacer algo, ten compasión de nosotros y ayúdanos.

Mar 9:23 —¿Cómo que si puedo? Para el que cree, todo es posible.

Mar 9:24 —¡Sí creo! —exclamó de inmediato el padre del muchacho—. ¡Ayúdame en mi poca fe!

Mar 9:25 Al ver Jesús que se agolpaba mucha gente, reprendió al espíritu maligno. —Espíritu sordo y mudo —dijo—, te mando que salgas y que jamás vuelvas a entrar en él.

Mar 9:26 El espíritu, dando un alarido y sacudiendo violentamente al muchacho, salió de él. Éste quedó como muerto, tanto que muchos decían: «Ya se murió.»

Mar 9:27 Pero Jesús lo tomó de la mano y lo levantó, y el muchacho se puso de pie.

Mar 9:28 Cuando Jesús entró en casa, sus discípulos le preguntaron en privado: —¿Por qué nosotros no pudimos expulsarlo?

Mar 9:29 —Esta clase de demonios sólo puede ser expulsada a fuerza de oración[b] —respondió Jesús.

Jesús predice de nuevo su muerte y resurrección

Mar 9:30 Dejaron aquel lugar y pasaron por Galilea. Pero Jesús no quería que nadie lo supiera,

Mar 9:31 porque estaba instruyendo a sus discípulos. Les decía: «El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres. Lo matarán, y a los tres días de muerto resucitará.»

Mar 9:32 Pero ellos no entendían lo que quería decir con esto, y no se atrevían a preguntárselo.

¿Quién es el mayor?

Mar 9:33

¿Quién es el más importante?

9:33-37—Mt 18:1-5; Lc 9:46-48

Llegaron a Capernaúm. Cuando ya estaba en casa, Jesús les preguntó: —¿Qué venían discutiendo por el camino?

Mar 9:34 Pero ellos se quedaron callados, porque en el camino habían discutido entre sí quién era el más importante.

Mar 9:35 Entonces Jesús se sentó, llamó a los doce y les dijo: —Si alguno quiere ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos.

Mar 9:36 Luego tomó a un niño y lo puso en medio de ellos. Abrazándolo, les dijo:

Mar 9:37 —El que recibe en mi nombre a uno de estos niños, me recibe a mí; y el que me recibe a mí, no me recibe a mí sino al que me envió.

"El que no es contra nosotros, por nosotros es"

Mar 9:38

El que no está contra nosotros está a favor de nosotros

9:38-40—Lc 9:49-50

—Maestro —dijo Juan—, vimos a uno que expulsaba demonios en tu nombre y se lo impedimos porque no es de los nuestros.[c]

Mar 9:39 —No se lo impidan —replicó Jesús—. Nadie que haga un milagro en mi nombre puede a la vez hablar mal de mí.

Mar 9:40 El que no está contra nosotros está a favor de nosotros.

Mar 9:41 Les aseguro que cualquiera que les dé un vaso de agua en mi nombre por ser ustedes de Cristo no perderá su recompensa.

Tentaciones al pecado

Mar 9:42

El hacer pecar

»Pero si alguien hace pecar a uno de estos pequeños que creen en mí, más le valdría que le ataran al cuello una piedra de molino y lo arrojaran al mar.

Mar 9:43 Si tu mano te hace pecar, córtatela. Más te vale entrar en la vida manco, que ir con las dos manos al infierno,[d] donde el fuego nunca se apaga.[e]

Mar 9:44 --

Mar 9:45 Y si tu pie te hace pecar, córtatelo. Más te vale entrar en la vida cojo, que ser arrojado con los dos pies al infierno.[f]

Mar 9:46 --

Mar 9:47 Y si tu ojo te hace pecar, sácatelo. Más te vale entrar tuerto en el reino de Dios, que ser arrojado con los dos ojos al infierno,

Mar 9:48 donde »“su gusano no muere, y el fuego no se apaga” .[g]

Mar 9:49 La sal con que todos serán sazonados es el fuego.

Mar 9:50 »La sal es buena, pero si deja de ser salada, ¿cómo le pueden volver a dar sabor? Que no falte la sal entre ustedes, para que puedan vivir en paz unos con otros.

Marcos 10

La enseñanza sobre el divorcio

Mar 10:1

El divorcio

10:1-12—Mt 19:1-9

Jesús partió de aquel lugar y se fue a la región de Judea y al otro lado del Jordán. Otra vez se le reunieron las multitudes, y como era su costumbre, les enseñaba.

Mar 10:2 En eso, unos fariseos se le acercaron y, para ponerlo a prueba, le preguntaron: —¿Está permitido que un hombre se divorcie de su esposa?

Mar 10:3 —¿Qué les mandó Moisés? —replicó Jesús.

Mar 10:4 —Moisés permitió que un hombre le escribiera un certificado de divorcio y la despidiera —contestaron ellos.

Mar 10:5 —Esa ley la escribió Moisés para ustedes por lo obstinados que son[a] —aclaró Jesús—.

Mar 10:6 Pero al principio de la creación Dios “los hizo hombre y mujer” .[b]

Mar 10:7 “Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su esposa,[c]

Mar 10:8 y los dos llegarán a ser un solo cuerpo.”[d] Así que ya no son dos, sino uno solo.

Mar 10:9 Por tanto, lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre.

Mar 10:10 Vueltos a casa, los discípulos le preguntaron a Jesús sobre este asunto.

Mar 10:11 —El que se divorcia de su esposa y se casa con otra, comete adulterio contra la primera —respondió—.

Mar 10:12 Y si la mujer se divorcia de su esposo y se casa con otro, comete adulterio.

Dejad que los niños vengan a mí

Mar 10:13

Jesús y los niños

10:13-16—Mt 19:13-15; Lc 18:15-17

Empezaron a llevarle niños a Jesús para que los tocara, pero los discípulos reprendían a quienes los llevaban.

Mar 10:14 Cuando Jesús se dio cuenta, se indignó y les dijo: «Dejen que los niños vengan a mí, y no se lo impidan, porque el reino de Dios es de quienes son como ellos.

Mar 10:15 Les aseguro que el que no reciba el reino de Dios como un niño, de ninguna manera entrará en él.»

Mar 10:16 Y después de abrazarlos, los bendecía poniendo las manos sobre ellos.

El joven rico

Mar 10:17

El joven rico

10:17-31—Mt 19:16-30; Lc 18:18-30

Cuando Jesús estaba ya para irse, un hombre llegó corriendo y se postró delante de él. —Maestro bueno —le preguntó—, ¿qué debo hacer para heredar la vida eterna?

Mar 10:18 —¿Por qué me llamas bueno? —respondió Jesús—. Nadie es bueno sino sólo Dios.

Mar 10:19 Ya sabes los mandamientos: “No mates, no cometas adulterio, no robes, no presentes falso testimonio, no defraudes, honra a tu padre y a tu madre.”[e]

Mar 10:20 —Maestro —dijo el hombre—, todo eso lo he cumplido desde que era joven.

Mar 10:21 Jesús lo miró con amor y añadió: —Una sola cosa te falta: anda, vende todo lo que tienes y dáselo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo. Luego ven y sígueme.

Mar 10:22 Al oír esto, el hombre se desanimó y se fue triste porque tenía muchas riquezas.

Mar 10:23 Jesús miró alrededor y les comentó a sus discípulos: —¡Qué difícil es para los ricos entrar en el reino de Dios!

Mar 10:24 Los discípulos se asombraron de sus palabras. —Hijos, ¡qué difícil es entrar[f] en el reino de Dios! —repitió Jesús—.

Mar 10:25 Le resulta más fácil a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el reino de Dios.

Mar 10:26 Los discípulos se asombraron aún más, y decían entre sí: «Entonces, ¿quién podrá salvarse?»

Mar 10:27 —Para los hombres es imposible —aclaró Jesús, mirándolos fijamente—, pero no para Dios; de hecho, para Dios todo es posible.

Mar 10:28 —¿Qué de nosotros, que lo hemos dejado todo y te hemos seguido? —comenzó a reclamarle Pedro.

Mar 10:29 —Les aseguro —respondió Jesús—que todo el que por mi causa y la del evangelio haya dejado casa, hermanos, hermanas, madre, padre, hijos o terrenos,

Mar 10:30 recibirá cien veces más ahora en este tiempo (casas, hermanos, hermanas, madres, hijos y terrenos, aunque con persecuciones); y en la edad venidera, la vida eterna.

Mar 10:31 Pero muchos de los primeros serán últimos, y los últimos, primeros.

Jesús anuncia su muerte por tercera vez

Mar 10:32

Jesús predice de nuevo su muerte

10:32-34—Mt 20:17-19; Lc 18:31-33

Iban de camino subiendo a Jerusalén, y Jesús se les adelantó. Los discípulos estaban asombrados, y los otros que venían detrás tenían miedo. De nuevo tomó aparte a los doce y comenzó a decirles lo que le iba a suceder.

Mar 10:33 «Ahora vamos rumbo a Jerusalén, y el Hijo del hombre será entregado a los jefes de los sacerdotes y a los maestros de la ley. Ellos lo condenarán a muerte y lo entregarán a los gentiles.

Mar 10:34 Se burlarán de él, le escupirán, lo azotarán y lo matarán. Pero a los tres días resucitará.»

La petición de Santiago y Juan

Mar 10:35

La petición de Jacobo y Juan

10:35-45—Mt 20:20-28


Se le acercaron Jacobo y Juan, hijos de Zebedeo. —Maestro —le dijeron—, queremos que nos concedas lo que te vamos a pedir.

Mar 10:36 —¿Qué quieren que haga por ustedes?

Mar 10:37 —Concédenos que en tu glorioso reino uno de nosotros se siente a tu derecha y el otro a tu izquierda.

Mar 10:38 —No saben lo que están pidiendo —les replicó Jesús—. ¿Pueden acaso beber el trago amargo de la copa que yo bebo, o pasar por la prueba del bautismo con el que voy a ser probado?[g]

Mar 10:39 —Sí, podemos. —Ustedes beberán de la copa que yo bebo —les respondió Jesús—y pasarán por la prueba del bautismo con el que voy a ser probado,

Mar 10:40 pero el sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me corresponde a mí concederlo. Eso ya está decidido.[h]

Mar 10:41 Los otros diez, al oír la conversación, se indignaron contra Jacobo y Juan.

Mar 10:42 Así que Jesús los llamó y les dijo: —Como ustedes saben, los que se consideran jefes de las naciones oprimen a los súbditos, y los altos oficiales abusan de su autoridad.

Mar 10:43 Pero entre ustedes no debe ser así. Al contrario, el que quiera hacerse grande entre ustedes deberá ser su servidor,

Mar 10:44 y el que quiera ser el primero deberá ser esclavo de todos.

Mar 10:45 Porque ni aun el Hijo del hombre vino para que le sirvan, sino para servir y para dar su vida en rescate por muchos.

Jesús sana a Bartimeo el ciego

Mar 10:46

El ciego Bartimeo recibe la vista

10:46-52—Mt 20:29-34; Lc 18:35-43

Después llegaron a Jericó. Más tarde, salió Jesús de la ciudad acompañado de sus discípulos y de una gran multitud. Un mendigo ciego llamado Bartimeo (el hijo de Timeo) estaba sentado junto al camino.

Mar 10:47 Al oír que el que venía era Jesús de Nazaret, se puso a gritar: —¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí!

Mar 10:48 Muchos lo reprendían para que se callara, pero él se puso a gritar aún más: —¡Hijo de David, ten compasión de mí!

Mar 10:49 Jesús se detuvo y dijo: —Llámenlo. Así que llamaron al ciego. —¡Ánimo! —le dijeron—. ¡Levántate! Te llama.

Mar 10:50 Él, arrojando la capa, dio un salto y se acercó a Jesús.

Mar 10:51 —¿Qué quieres que haga por ti? —le preguntó. —Rabí, quiero ver —respondió el ciego.

Mar 10:52 —Puedes irte —le dijo Jesús—; tu fe te ha sanado. Al momento recobró la vista y empezó a seguir a Jesús por el camino.

Salmo 99

Jehová nuestro Dios es santo

Sal 99:1

El SEÑOR es rey: que tiemblen las naciones. Él tiene su trono entre querubines: que se estremezca la tierra.

Sal 99:2 Grande es el SEÑOR en Sión, ¡excelso sobre todos los pueblos!

Sal 99:3 Sea alabado su nombre grandioso e imponente: ¡él es santo!

Sal 99:4 Rey poderoso, que amas la justicia: tú has establecido la equidad y has actuado en Jacob con justicia y rectitud.

Sal 99:5 Exalten al SEÑOR nuestro Dios; adórenlo ante el estrado de sus pies: ¡él es santo!

Sal 99:6 Moisés y Aarón se contaban entre sus sacerdotes, y Samuel, entre los que invocaron su nombre. Invocaron al SEÑOR, y él les respondió;

Sal 99:7 les habló desde la columna de nube. Cumplieron con sus estatutos, con los decretos que él les entregó.

Sal 99:8 SEÑOR y Dios nuestro, tú les respondiste; fuiste para ellos un Dios perdonador, aun cuando castigaste sus rebeliones.

Sal 99:9 Exalten al SEÑOR nuestro Dios; adórenlo en su santo monte: ¡Santo es el SEÑOR nuestro Dios!