Día 258

14 Jesús & el Reino

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Lee la Biblia: Juan 1-12

Mira nuestro video de Lee la Biblia sobre el libro de Juan, que desglosa el diseño literario del libro y su línea de pensamiento. En Juan, Jesús se transforma en un ser humano como encarnación del Dios creador de Israel, para compartir con el mundo su amor y el don de la vida eterna.

Juan 1

La Palabra se hizo carne

Jua 1:1

El Verbo se hizo hombre

En el principio ya existía el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios.

Jua 1:2 Él estaba con Dios en el principio.

Jua 1:3 Por medio de él todas las cosas fueron creadas; sin él, nada de lo creado llegó a existir.

Jua 1:4 En él estaba la vida, y la vida era la luz de la humanidad.

Jua 1:5 Esta luz resplandece en las tinieblas, y las tinieblas no han podido extinguirla.[a]

Jua 1:6 Vino un hombre llamado Juan. Dios lo envió

Jua 1:7 como testigo para dar testimonio de la luz, a fin de que por medio de él todos creyeran.

Jua 1:8 Juan no era la luz, sino que vino para dar testimonio de la luz.

Jua 1:9 Esa luz verdadera, la que alumbra a todo ser humano, venía a este mundo.[b]

Jua 1:10 El que era la luz ya estaba en el mundo, y el mundo fue creado por medio de él, pero el mundo no lo reconoció.

Jua 1:11 Vino a lo que era suyo, pero los suyos no lo recibieron.

Jua 1:12 Mas a cuantos lo recibieron, a los que creen en su nombre, les dio el derecho de ser hijos de Dios.

Jua 1:13 Éstos no nacen de la sangre, ni por deseos naturales, ni por voluntad humana, sino que nacen de Dios.

Jua 1:14 Y el Verbo se hizo hombre y habitó[c] entre nosotros. Y hemos contemplado su gloria, la gloria que corresponde al Hijo unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad.

Jua 1:15 Juan dio testimonio de él, y a voz en cuello proclamó: «Éste es aquel de quien yo decía: “El que viene después de mí es superior a mí, porque existía antes que yo.” »

Jua 1:16 De su plenitud todos hemos recibido gracia sobre gracia,

Jua 1:17 pues la ley fue dada por medio de Moisés, mientras que la gracia y la verdad nos han llegado por medio de Jesucristo.

Jua 1:18 A Dios nadie lo ha visto nunca; el Hijo unigénito, que es Dios[d] y que vive en unión íntima con el Padre, nos lo ha dado a conocer.

El testimonio de Juan el Bautista

Jua 1:19

Juan el Bautista niega ser el Cristo

Éste es el testimonio de Juan cuando los judíos de Jerusalén enviaron sacerdotes y levitas a preguntarle quién era.

Jua 1:20 No se negó a declararlo, sino que confesó con franqueza: —Yo no soy el Cristo.

Jua 1:21 —¿Quién eres entonces? —le preguntaron—. ¿Acaso eres Elías? —No lo soy. —¿Eres el profeta? —No lo soy.

Jua 1:22 —¿Entonces quién eres? ¡Tenemos que llevar una respuesta a los que nos enviaron! ¿Cómo te ves a ti mismo?

Jua 1:23 —Yo soy la voz del que grita en el desierto: “Enderecen el camino del Señor”[e] —respondió Juan, con las palabras del profeta Isaías.

Jua 1:24 Algunos que habían sido enviados por los fariseos

Jua 1:25 lo interrogaron: —Pues si no eres el Cristo, ni Elías ni el profeta, ¿por qué bautizas?

Jua 1:26 —Yo bautizo con[f] agua, pero entre ustedes hay alguien a quien no conocen,

Jua 1:27 y que viene después de mí, al cual yo no soy digno ni siquiera de desatarle la correa de las sandalias.

Jua 1:28 Todo esto sucedió en Betania, al otro lado del río Jordán, donde Juan estaba bautizando.

He aquí el Cordero de Dios

Jua 1:29

Jesús, el Cordero de Dios

Al día siguiente Juan vio a Jesús que se acercaba a él, y dijo: «¡Aquí tienen al Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo!

Jua 1:30 De éste hablaba yo cuando dije: “Después de mí viene un hombre que es superior a mí, porque existía antes que yo.”

Jua 1:31 Yo ni siquiera lo conocía, pero, para que él se revelara al pueblo de Israel, vine bautizando con agua.»

Jua 1:32 Juan declaró: «Vi al Espíritu descender del cielo como una paloma y permanecer sobre él.

Jua 1:33 Yo mismo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: “Aquel sobre quien veas que el Espíritu desciende y permanece, es el que bautiza con el Espíritu Santo.”

Jua 1:34 Yo lo he visto y por eso testifico que éste es el Hijo de Dios.»

Jesús llama a sus primeros discípulos

Jua 1:35

Los primeros discípulos de Jesús

1:40-42—Mt 4:18-22; Mr 1:16-20; Lc 5:2-11

Al día siguiente Juan estaba de nuevo allí, con dos de sus discípulos.

Jua 1:36 Al ver a Jesús que pasaba por ahí, dijo: —¡Aquí tienen al Cordero de Dios!

Jua 1:37 Cuando los dos discípulos le oyeron decir esto, siguieron a Jesús.

Jua 1:38 Jesús se volvió y, al ver que lo seguían, les preguntó: —¿Qué buscan? —Rabí, ¿dónde te hospedas? (Rabí significa: Maestro.)

Jua 1:39 —Vengan a ver —les contestó Jesús. Ellos fueron, pues, y vieron dónde se hospedaba, y aquel mismo día se quedaron con él. Eran como las cuatro de la tarde.[g]

Jua 1:40 Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que, al oír a Juan, habían seguido a Jesús.

Jua 1:41 Andrés encontró primero a su hermano Simón, y le dijo: —Hemos encontrado al Mesías (es decir, el Cristo).

Jua 1:42 Luego lo llevó a Jesús, quien mirándolo fijamente, le dijo: —Tú eres Simón, hijo de Juan. Serás llamado Cefas (es decir, Pedro).

Jesús llama a Felipe y a Natanael

Jua 1:43

Jesús llama a Felipe y a Natanael

Al día siguiente, Jesús decidió salir hacia Galilea. Se encontró con Felipe, y lo llamó: —Sígueme.

Jua 1:44 Felipe era del pueblo de Betsaida, lo mismo que Andrés y Pedro.

Jua 1:45 Felipe buscó a Natanael y le dijo: —Hemos encontrado a Jesús de Nazaret, el hijo de José, aquel de quien escribió Moisés en la ley, y de quien escribieron los profetas.

Jua 1:46 —¡De Nazaret! —replicó Natanael—. ¿Acaso de allí puede salir algo bueno? —Ven a ver —le contestó Felipe.

Jua 1:47 Cuando Jesús vio que Natanael se le acercaba, comentó: —Aquí tienen a un verdadero israelita, en quien no hay falsedad.

Jua 1:48 —¿De dónde me conoces? —le preguntó Natanael. —Antes de que Felipe te llamara, cuando aún estabas bajo la higuera, ya te había visto.

Jua 1:49 —Rabí, ¡tú eres el Hijo de Dios! ¡Tú eres el Rey de Israel! —declaró Natanael.

Jua 1:50 —¿Lo crees porque te dije que te vi cuando estabas debajo de la higuera? ¡Vas a ver aun cosas más grandes que éstas! Y añadió:

Jua 1:51 —Ciertamente les aseguro que ustedes verán abrirse el cielo, y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre.

Juan 2

Las bodas de Caná

Jua 2:1

Jesús cambia el agua en vino

Al tercer día se celebró una boda en Caná de Galilea, y la madre de Jesús se encontraba allí.

Jua 2:2 También habían sido invitados a la boda Jesús y sus discípulos.

Jua 2:3 Cuando el vino se acabó, la madre de Jesús le dijo: —Ya no tienen vino.

Jua 2:4 —Mujer, ¿eso qué tiene que ver conmigo? —respondió Jesús—. Todavía no ha llegado mi hora.

Jua 2:5 Su madre dijo a los sirvientes: —Hagan lo que él les ordene.

Jua 2:6 Había allí seis tinajas de piedra, de las que usan los judíos en sus ceremonias de purificación. En cada una cabían unos cien litros.[a]

Jua 2:7 Jesús dijo a los sirvientes: —Llenen de agua las tinajas. Y los sirvientes las llenaron hasta el borde.

Jua 2:8 —Ahora saquen un poco y llévenlo al encargado del banquete —les dijo Jesús. Así lo hicieron.

Jua 2:9 El encargado del banquete probó el agua convertida en vino sin saber de dónde había salido, aunque sí lo sabían los sirvientes que habían sacado el agua. Entonces llamó aparte al novio

Jua 2:10 y le dijo: —Todos sirven primero el mejor vino, y cuando los invitados ya han bebido mucho, entonces sirven el más barato; pero tú has guardado el mejor vino hasta ahora.

Jua 2:11 Ésta, la primera de sus señales, la hizo Jesús en Caná de Galilea. Así reveló su gloria, y sus discípulos creyeron en él.

Jua 2:12 Después de esto Jesús bajó a Capernaúm con su madre, sus hermanos y sus discípulos, y se quedaron allí unos días.

Jesús limpia el templo

Jua 2:13

Jesús purifica el templo

2:14-16—Mt 21:12-13; Mr 11:15-17; Lc 19:45-46

Cuando se aproximaba la Pascua de los judíos, subió Jesús a Jerusalén.

Jua 2:14 Y en el templo[b] halló a los que vendían bueyes, ovejas y palomas, e instalados en sus mesas a los que cambiaban dinero.

Jua 2:15 Entonces, haciendo un látigo de cuerdas, echó a todos del templo, juntamente con sus ovejas y sus bueyes; regó por el suelo las monedas de los que cambiaban dinero y derribó sus mesas.

Jua 2:16 A los que vendían las palomas les dijo: —¡Saquen esto de aquí! ¿Cómo se atreven a convertir la casa de mi Padre en un mercado?

Jua 2:17 Sus discípulos se acordaron de que está escrito: «El celo por tu casa me consumirá.»[c]

Jua 2:18 Entonces los judíos reaccionaron, preguntándole: —¿Qué señal puedes mostrarnos para actuar de esta manera?

Jua 2:19 —Destruyan este templo —respondió Jesús—, y lo levantaré de nuevo en tres días.

Jua 2:20 —Tardaron cuarenta y seis años en construir este templo, ¿y tú vas a levantarlo en tres días?

Jua 2:21 Pero el templo al que se refería era su propio cuerpo.

Jua 2:22 Así, pues, cuando se levantó de entre los muertos, sus discípulos se acordaron de lo que había dicho, y creyeron en la Escritura y en las palabras de Jesús.

Jesús sabe lo que hay en el hombre

Jua 2:23 Mientras estaba en Jerusalén, durante la fiesta de la Pascua, muchos creyeron en su nombre al ver las señales que hacía.

Jua 2:24 En cambio Jesús no les creía porque los conocía a todos;

Jua 2:25 no necesitaba que nadie le informara nada[d] acerca de los demás, pues él conocía el interior del ser humano.

Salmo 103

"Bendice, alma mía, al Señor"

Sal 103:1

Salmo de David.

Alaba, alma mía, al SEÑOR; alabe todo mi ser su santo nombre.

Sal 103:2 Alaba, alma mía, al SEÑOR, y no olvides ninguno de sus beneficios.

Sal 103:3 Él perdona todos tus pecados y sana todas tus dolencias;

Sal 103:4 él rescata tu vida del sepulcro y te cubre de amor y compasión;

Sal 103:5 él colma de bienes tu vida[a] y te rejuvenece como a las águilas.

Sal 103:6 El SEÑOR hace justicia y defiende a todos los oprimidos.

Sal 103:7 Dio a conocer sus caminos a Moisés; reveló sus obras al pueblo de Israel.

Sal 103:8 El SEÑOR es clemente y compasivo, lento para la ira y grande en amor.

Sal 103:9 No sostiene para siempre su querella ni guarda rencor eternamente.

Sal 103:10 No nos trata conforme a nuestros pecados ni nos paga según nuestras maldades.

Sal 103:11 Tan grande es su amor por los que le temen como alto es el cielo sobre la tierra.

Sal 103:12 Tan lejos de nosotros echó nuestras transgresiones como lejos del oriente está el occidente.

Sal 103:13 Tan compasivo es el SEÑOR con los que le temen como lo es un padre con sus hijos.

Sal 103:14 Él conoce nuestra condición; sabe que somos de barro.

Sal 103:15 El hombre es como la hierba, sus días florecen como la flor del campo:

Sal 103:16 sacudida por el viento, desaparece sin dejar rastro alguno.

Sal 103:17 Pero el amor del SEÑOR es eterno y siempre está con los que le temen; su justicia está con los hijos de sus hijos,

Sal 103:18 con los que cumplen su pacto y se acuerdan de sus preceptos para ponerlos por obra.

Sal 103:19 El SEÑOR ha establecido su trono en el cielo; su reinado domina sobre todos.

Sal 103:20 Alaben al SEÑOR, ustedes sus ángeles, paladines que ejecutan su palabra y obedecen su mandato.

Sal 103:21 Alaben al SEÑOR, todos sus ejércitos, siervos suyos que cumplen su voluntad.

Sal 103:22 Alaben al SEÑOR, todas sus obras en todos los ámbitos de su dominio. ¡Alaba, alma mía, al SEÑOR!