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16 El Apocalipsis

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Apocalipsis 14

El Cordero y los 144.000

Apo 14:1

El Cordero y los 144.000

Luego miré, y apareció el Cordero. Estaba de pie sobre el monte Sión, en compañía de ciento cuarenta y cuatro mil personas que llevaban escrito en la frente el nombre del Cordero y de su Padre.

Apo 14:2 Oí un sonido que venía del cielo, como el estruendo de una catarata y el retumbar de un gran trueno. El sonido se parecía al de músicos que tañen sus arpas.

Apo 14:3 Y cantaban un himno nuevo delante del trono y delante de los cuatro seres vivientes y de los ancianos. Nadie podía aprender aquel himno, aparte de los ciento cuarenta y cuatro mil que habían sido rescatados de la tierra.

Apo 14:4 Éstos se mantuvieron puros, sin contaminarse con ritos sexuales.[a] Son los que siguen al Cordero por dondequiera que va. Fueron rescatados como los primeros frutos de la humanidad para Dios y el Cordero.

Apo 14:5 No se encontró mentira alguna en su boca, pues son intachables.

Los mensajes de los tres ángeles

Apo 14:6

Los tres ángeles

Luego vi a otro ángel que volaba en medio del cielo, y que llevaba el evangelio eterno para anunciarlo a los que viven en la tierra, a toda nación, raza, lengua y pueblo.

Apo 14:7 Gritaba a gran voz: «Teman a Dios y denle gloria, porque ha llegado la hora de su juicio. Adoren al que hizo el cielo, la tierra, el mar y los manantiales.»

Apo 14:8 Lo seguía un segundo ángel que gritaba: «¡Ya cayó! Ya cayó la gran Babilonia, la que hizo que todas las naciones bebieran el excitante vino[b] de su adulterio.»

Apo 14:9 Los seguía un tercer ángel que clamaba a grandes voces: «Si alguien adora a la bestia y a su imagen, y se deja poner en la frente o en la mano la marca de la bestia,

Apo 14:10 beberá también el vino del furor de Dios, que en la copa de su ira está puro, no diluido. Será atormentado con fuego y azufre, en presencia de los santos ángeles y del Cordero.

Apo 14:11 El humo de ese tormento sube por los siglos de los siglos. No habrá descanso ni de día ni de noche para el que adore a la bestia y su imagen, ni para quien se deje poner la marca de su nombre.»

Apo 14:12 ¡En esto consiste[c] la perseverancia de los santos, los cuales obedecen los mandamientos de Dios y se mantienen fieles a Jesús!

Apo 14:13 Entonces oí una voz del cielo, que decía: «Escribe: Dichosos los que de ahora en adelante mueren en el Señor.» «Sí —dice el Espíritu—, ellos descansarán de sus fatigosas tareas, pues sus obras los acompañan.»

La cosecha de la tierra

Apo 14:14

La cosecha de la tierra

Miré, y apareció una nube blanca, sobre la cual estaba sentado alguien «semejante al Hijo del hombre».[d] En la cabeza tenía una corona de oro, y en la mano, una hoz afilada.

Apo 14:15 Entonces salió del templo otro ángel y le gritó al que estaba sentado en la nube: «Mete la hoz y recoge la cosecha; ya es tiempo de segar, pues la cosecha de la tierra está madura.»

Apo 14:16 Así que el que estaba sentado sobre la nube pasó la hoz, y la tierra fue segada.

Apo 14:17 Del templo que está en el cielo salió otro ángel, que también llevaba una hoz afilada.

Apo 14:18 Del altar salió otro ángel, que tenía autoridad sobre el fuego, y le gritó al que llevaba la hoz afilada: «Mete tu hoz y corta los racimos del viñedo de la tierra, porque sus uvas ya están maduras.»

Apo 14:19 El ángel pasó la hoz sobre la tierra, recogió las uvas y las echó en el gran lagar de la ira de Dios.

Apo 14:20 Las uvas fueron exprimidas fuera de la ciudad, y del lagar salió sangre, la cual llegó hasta los frenos de los caballos en una extensión de trescientos kilómetros.[e]

Apocalipsis 15

Siete ángeles con siete plagas

Apo 15:1

Siete ángeles con siete plagas

Vi en el cielo otra señal grande y maravillosa: siete ángeles con las siete plagas, que son las últimas, pues con ellas se consumará la ira de Dios.

Apo 15:2 Vi también un mar como de vidrio mezclado con fuego. De pie, a la orilla del mar, estaban los que habían vencido a la bestia, a su imagen y al número de su nombre. Tenían las arpas que Dios les había dado,

Apo 15:3 y cantaban el himno de Moisés, siervo de Dios, y el himno del Cordero: «Grandes y maravillosas son tus obras, Señor, Dios Todopoderoso. Justos y verdaderos son tus caminos, Rey de las naciones.[a]

Apo 15:4 ¿Quién no te temerá, oh Señor? ¿Quién no glorificará tu nombre? Sólo tú eres santo. Todas las naciones vendrán y te adorarán, porque han salido a la luz las obras de tu justicia.»

Apo 15:5 Después de esto miré, y en el cielo se abrió el templo, el tabernáculo del testimonio.

Apo 15:6 Del templo salieron los siete ángeles que llevaban las siete plagas. Estaban vestidos de lino limpio y resplandeciente, y ceñidos con bandas de oro a la altura del pecho.

Apo 15:7 Uno de los cuatro seres vivientes dio a cada uno de los siete ángeles una copa de oro llena del furor de Dios, quien vive por los siglos de los siglos.

Apo 15:8 El templo se llenó del humo que procedía de la gloria y del poder de Dios, y nadie podía entrar allí hasta que se terminaran las siete plagas de los siete ángeles.

Apocalipsis 16

Las siete copas de la ira de Dios

Apo 16:1

Las siete copas de la ira de Dios

Oí una voz que desde el templo decía a gritos a los siete ángeles: «¡Vayan y derramen sobre la tierra las siete copas del furor de Dios!»

Apo 16:2 El primer ángel fue y derramó su copa sobre la tierra, y a toda la gente que tenía la marca de la bestia y que adoraba su imagen le salió una llaga maligna y repugnante.

Apo 16:3 El segundo ángel derramó su copa sobre el mar, y el mar se convirtió en sangre como de gente masacrada, y murió todo ser viviente que había en el mar.

Apo 16:4 El tercer ángel derramó su copa sobre los ríos y los manantiales, y éstos se convirtieron en sangre.

Apo 16:5 Oí que el ángel de las aguas decía: «Justo eres tú, el Santo, que eres y que eras, porque juzgas así:

Apo 16:6 ellos derramaron la sangre de santos y de profetas, y tú les has dado a beber sangre, como se lo merecen.»

Apo 16:7 Oí también que el altar respondía: «Así es, Señor, Dios Todopoderoso, verdaderos y justos son tus juicios.»

Apo 16:8 El cuarto ángel derramó su copa sobre el sol, al cual se le permitió quemar con fuego a la gente.

Apo 16:9 Todos sufrieron terribles quemaduras, pero ni así se arrepintieron; en vez de darle gloria a Dios, que tiene poder sobre esas plagas, maldijeron su nombre.

Apo 16:10 El quinto ángel derramó su copa sobre el trono de la bestia, y el reino de la bestia quedó sumido en la oscuridad. La gente se mordía la lengua de dolor

Apo 16:11 y, por causa de sus padecimientos y de sus llagas, maldecían al Dios del cielo, pero no se arrepintieron de sus malas obras.

Apo 16:12 El sexto ángel derramó su copa sobre el gran río Éufrates, y se secaron sus aguas para abrir paso a los reyes del oriente.

Apo 16:13 Y vi salir de la boca del dragón, de la boca de la bestia y de la boca del falso profeta tres espíritus malignos que parecían ranas.

Apo 16:14 Son espíritus de demonios que hacen señales milagrosas y que salen a reunir a los reyes del mundo entero para la batalla del gran día del Dios Todopoderoso.

Apo 16:15 «¡Cuidado! ¡Vengo como un ladrón! Dichoso el que se mantenga despierto, con su ropa a la mano, no sea que ande desnudo y sufra vergüenza por su desnudez.»

Apo 16:16 Entonces los espíritus de los demonios reunieron a los reyes en el lugar que en hebreo se llama Armagedón.

La séptima copa

Apo 16:17 El séptimo ángel derramó su copa en el aire, y desde el trono del templo salió un vozarrón que decía: «¡Se acabó!»

Apo 16:18 Y hubo relámpagos, estruendos, truenos y un violento terremoto. Nunca, desde que el género humano existe en la tierra, se había sentido un terremoto tan grande y violento.

Apo 16:19 La gran ciudad se partió en tres, y las ciudades de las naciones se desplomaron. Dios se acordó de la gran Babilonia y le dio a beber de la copa llena del vino del furor de su castigo.

Apo 16:20 Entonces huyeron todas las islas y desaparecieron las montañas.

Apo 16:21 Del cielo cayeron sobre la gente enormes granizos, de casi cuarenta kilos cada uno.[a] Y maldecían a Dios por esa terrible plaga.

Salmo 45

"Tu trono, oh Dios, es eterno"

Sal 45:1

Al director musical. Sígase la tonada de «Los lirios». Masquil de los hijos de Coré. Canto nupcial.

En mi corazón se agita un bello tema mientras recito mis versos ante el rey; mi lengua es como pluma de hábil escritor.

Sal 45:2 Tú eres el más apuesto de los hombres; tus labios son fuente de elocuencia, ya que Dios te ha bendecido para siempre

Sal 45:3 ¡Con esplendor y majestad, cíñete la espada, oh valiente!

Sal 45:4 Con majestad, cabalga victorioso en nombre de la verdad, la humildad y la justicia; que tu diestra realice gloriosas hazañas

Sal 45:5 Que tus agudas flechas atraviesen el corazón de los enemigos del rey, y que caigan las naciones a tus pies.

Sal 45:6 Tu trono, oh Dios, permanece para siempre; el cetro de tu reino es un cetro de justicia

Sal 45:7 Tú amas la justicia y odias la maldad; por eso Dios te escogió a ti y no a tus compañeros, ¡tu Dios te ungió con perfume de alegría!

Sal 45:8 Aroma de mirra, áloe y canela exhalan todas tus vestiduras; desde los palacios adornados con marfil te alegra la música de cuerdas

Sal 45:9 Entre tus damas de honor se cuentan princesas; a tu derecha se halla la novia real luciendo el oro más fino.[a]

Sal 45:10 Escucha, hija, fíjate bien y presta atención: Olvídate de tu pueblo y de tu familia

Sal 45:11 El rey está cautivado por tu hermosura; él es tu señor: inclínate ante él

Sal 45:12 La gente de Tiro vendrá con presentes; los ricos del pueblo buscarán tu favor.

Sal 45:13 La princesa es todo esplendor, luciendo en su alcoba brocados de oro

Sal 45:14 Vestida de finos bordados es conducida ante el rey, seguida por sus damas de compañía

Sal 45:15 Con alegría y regocijo son conducidas al interior del palacio real.

Sal 45:16 Tus hijos ocuparán el trono de tus ancestros; los pondrás por príncipes en toda la tierra

Sal 45:17 Haré que tu nombre se recuerde por todas las generaciones; por eso las naciones te alabarán eternamente y para siempre.