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02 El Pacto con Abraham

Génesis 38

Judá y Tamar

Gén 38:1

Judá y Tamar

Por esos días, Judá se apartó de sus hermanos y se fue a vivir a la casa de un hombre llamado Hirá, residente del pueblo de Adulán.

Gén 38:2 Allí Judá conoció a una mujer, hija de un cananeo llamado Súa, y se casó con ella. Luego de tener relaciones con él,

Gén 38:3 ella concibió y dio a luz un hijo, al que llamó Er.

Gén 38:4 Tiempo después volvió a concebir, y dio a luz otro hijo, al que llamó Onán.

Gén 38:5 Pasado el tiempo tuvo otro hijo, al que llamó Selá, el cual nació en Quezib.

Gén 38:6 Judá consiguió para Er, su hijo mayor, una esposa que se llamaba Tamar.

Gén 38:7 Pero al SEÑOR no le agradó la conducta del primogénito de Judá, y le quitó la vida.

Gén 38:8 Entonces Judá le dijo a Onán: «Cásate con la viuda de tu hermano y cumple con tu deber de cuñado; así le darás descendencia a tu hermano.»

Gén 38:9 Pero Onán sabía que los hijos que nacieran no serían reconocidos como suyos. Por eso, cada vez que tenía relaciones con ella, derramaba el semen en el suelo, y así evitaba que su hermano tuviera descendencia.

Gén 38:10 Esta conducta ofendió mucho al SEÑOR, así que también a él le quitó la vida.

Gén 38:11 Entonces Judá le dijo a su nuera Tamar: «Quédate como viuda en la casa de tu padre, hasta que mi hijo Selá tenga edad de casarse.» Pero en realidad Judá pensaba que Selá podría morirse, lo mismo que sus hermanos. Así que Tamar se fue a vivir a la casa de su padre.

Gén 38:12 Después de mucho tiempo, murió la esposa de Judá, la hija de Súa. Al concluir el tiempo de duelo, Judá fue al pueblo de Timnat para esquilar sus ovejas. Lo acompañó su amigo Hirá, el adulanita.

Gén 38:13 Cuando Tamar se enteró de que su suegro se dirigía hacia Timnat para esquilar sus ovejas,

Gén 38:14 se quitó el vestido de viuda, se cubrió con un velo para que nadie la reconociera, y se sentó a la entrada del pueblo de Enayin, que está en el camino a Timnat. Esto lo hizo porque se dio cuenta de que Selá ya tenía edad de casarse y aún no se lo daban a ella por esposo.

Gén 38:15 Cuando Judá la vio con el rostro cubierto, la tomó por una prostituta.

Gén 38:16 No sabiendo que era su nuera, se acercó a la orilla del camino y le dijo: —Deja que me acueste contigo. —¿Qué me das si te digo que sí? —le preguntó ella.

Gén 38:17 —Te mandaré uno de los cabritos de mi rebaño —respondió Judá. —Está bien —respondió ella—, pero déjame algo en garantía hasta que me lo mandes.

Gén 38:18 —¿Qué prenda quieres que te deje? —preguntó Judá. —Dame tu sello y su cordón, y el bastón que llevas en la mano —respondió Tamar. Judá se los entregó, se acostó con ella y la dejó embarazada.

Gén 38:19 Cuando ella se levantó, se fue inmediatamente de allí, se quitó el velo y volvió a ponerse la ropa de viuda.

Gén 38:20 Más tarde, Judá envió el cabrito por medio de su amigo adulanita, para recuperar las prendas que había dejado con la mujer; pero su amigo no dio con ella.

Gén 38:21 Entonces le preguntó a la gente del lugar: —¿Dónde está la prostituta[a] de Enayin, la que se sentaba junto al camino? —Aquí nunca ha habido una prostituta así —le contestaron.

Gén 38:22 El amigo regresó adonde estaba Judá y le dijo: —No la pude encontrar. Además, la gente del lugar me informó que allí nunca había estado una prostituta como ésa.

Gén 38:23 —Que se quede con las prendas —replicó Judá—; no es cuestión de que hagamos el ridículo. Pero que quede claro: yo le envié el cabrito, y tú no la encontraste.

Gén 38:24 Como tres meses después, le informaron a Judá lo siguiente: —Tu nuera Tamar se ha prostituido, y como resultado de sus andanzas ha quedado embarazada. —¡Sáquenla y quémenla! —exclamó Judá.

Gén 38:25 Pero cuando la estaban sacando, ella mandó este mensaje a su suegro: «El dueño de estas prendas fue quien me embarazó. A ver si reconoce usted de quién son este sello, el cordón del sello, y este bastón.»

Gén 38:26 Judá los reconoció y declaró: «Su conducta es más justa que la mía, pues yo no la di por esposa a mi hijo Selá.» Y no volvió a acostarse con ella.

Gén 38:27 Cuando llegó el tiempo de que Tamar diera a luz, resultó que tenía mellizos en su seno.

Gén 38:28 En el momento de nacer, uno de los mellizos sacó la mano; la partera le ató un hilo rojo en la mano, y dijo: «Éste salió primero.»

Gén 38:29 Pero en ese momento el niño metió la mano, y salió primero el otro. Entonces la partera dijo: «¡Cómo te abriste paso!» Por eso al niño lo llamaron Fares.

Gén 38:30 Luego salió su hermano, con el hilo rojo atado en la mano, y lo llamaron Zera.

Génesis 39

José y la esposa de Potifar

Gén 39:1

José y la esposa de Potifar

Cuando José fue llevado a Egipto, los ismaelitas que lo habían trasladado allá lo vendieron a Potifar, un egipcio que era funcionario del faraón y capitán de su guardia.

Gén 39:2 Ahora bien, el SEÑOR estaba con José y las cosas le salían muy bien. Mientras José vivía en la casa de su patrón egipcio,

Gén 39:3 éste se dio cuenta de que el SEÑOR estaba con José y lo hacía prosperar en todo.

Gén 39:4 José se ganó la confianza de Potifar, y éste lo nombró mayordomo de toda su casa y le confió la administración de todos sus bienes.

Gén 39:5 Por causa de José, el SEÑOR bendijo la casa del egipcio Potifar a partir del momento en que puso a José a cargo de su casa y de todos sus bienes. La bendición del SEÑOR se extendió sobre todo lo que tenía el egipcio, tanto en la casa como en el campo.

Gén 39:6 Por esto Potifar dejó todo a cargo de José, y tan sólo se preocupaba por lo que tenía que comer. José tenía muy buen físico y era muy atractivo.

Gén 39:7 Después de algún tiempo, la esposa de su patrón empezó a echarle el ojo y le propuso: —Acuéstate conmigo.

Gén 39:8 Pero José no quiso saber nada, sino que le contestó: —Mire, señora: mi patrón ya no tiene que preocuparse de nada en la casa, porque todo me lo ha confiado a mí.

Gén 39:9 En esta casa no hay nadie más importante que yo. Mi patrón no me ha negado nada, excepto meterme con usted, que es su esposa. ¿Cómo podría yo cometer tal maldad y pecar así contra Dios?

Gén 39:10 Y por más que ella lo acosaba día tras día para que se acostara con ella y le hiciera compañía, José se mantuvo firme en su rechazo.

Gén 39:11 Un día, en un momento en que todo el personal de servicio se encontraba ausente, José entró en la casa para cumplir con sus responsabilidades.

Gén 39:12 Entonces la mujer de Potifar lo agarró del manto y le rogó: «¡Acuéstate conmigo!» Pero José, dejando el manto en manos de ella, salió corriendo de la casa.

Gén 39:13 Al ver ella que él había dejado el manto en sus manos y había salido corriendo,

Gén 39:14 llamó a los siervos de la casa y les dijo: «¡Miren!, el hebreo que nos trajo mi esposo sólo ha venido a burlarse de nosotros. Entró a la casa con la intención de acostarse conmigo, pero yo grité con todas mis fuerzas.

Gén 39:15 En cuanto me oyó gritar, salió corriendo y dejó su manto a mi lado.»

Gén 39:16 La mujer guardó el manto de José hasta que su marido volvió a su casa.

Gén 39:17 Entonces le contó la misma historia: «El esclavo hebreo que nos trajiste quiso aprovecharse de mí.

Gén 39:18 Pero en cuanto grité con todas mis fuerzas, salió corriendo y dejó su manto a mi lado.»

Gén 39:19 Cuando el patrón de José escuchó de labios de su mujer cómo la había tratado el esclavo, se enfureció

Gén 39:20 y mandó que echaran a José en la cárcel donde estaban los presos del rey. Pero aun en la cárcel

Gén 39:21 el SEÑOR estaba con él y no dejó de mostrarle su amor. Hizo que se ganara la confianza del guardia de la cárcel,

Gén 39:22 el cual puso a José a cargo de todos los prisioneros y de todo lo que allí se hacía.

Gén 39:23 Como el SEÑOR estaba con José y hacía prosperar todo lo que él hacía, el guardia de la cárcel no se preocupaba de nada de lo que dejaba en sus manos.

Génesis 40

José interpreta los sueños de dos prisioneros

Gén 40:1

El copero y el panadero

Tiempo después, el copero y el panadero del rey de Egipto ofendieron a su señor.

Gén 40:2 El faraón se enojó contra estos dos funcionarios suyos, es decir, contra el jefe de los coperos y el jefe de los panaderos,

Gén 40:3 así que los mandó presos a la casa del capitán de la guardia, que era la misma cárcel donde estaba preso José.

Gén 40:4 Allí el capitán de la guardia le encargó a José que atendiera a estos funcionarios. Después de haber estado algún tiempo en la cárcel,

Gén 40:5 una noche los dos funcionarios, es decir, el copero y el panadero, tuvieron cada uno un sueño, cada sueño con su propio significado.

Gén 40:6 A la mañana siguiente, cuando José fue a verlos, los encontró muy preocupados,

Gén 40:7 y por eso les preguntó: —¿Por qué andan hoy tan cabizbajos?

Gén 40:8 —Los dos tuvimos un sueño —respondieron—, y no hay nadie que nos lo interprete. —¿Acaso no es Dios quien da la interpretación? —preguntó José—. ¿Por qué no me cuentan lo que soñaron?

Gén 40:9 Entonces el jefe de los coperos le contó a José el sueño que había tenido: —Soñé que frente a mí había una vid,

Gén 40:10 la cual tenía tres ramas. En cuanto la vid echó brotes, floreció; y maduraron las uvas en los racimos.

Gén 40:11 Yo tenía la copa del faraón en la mano. Tomé las uvas, las exprimí en la copa, y luego puse la copa en manos del faraón.

Gén 40:12 Entonces José le dijo: —Ésta es la interpretación de su sueño: Las tres ramas son tres días.

Gén 40:13 Dentro de los próximos tres días el faraón lo indultará a usted y volverá a colocarlo en su cargo. Usted volverá a poner la copa del faraón en su mano, tal como lo hacía antes, cuando era su copero.

Gén 40:14 Yo le ruego que no se olvide de mí. Por favor, cuando todo se haya arreglado, háblele usted de mí al faraón para que me saque de esta cárcel.

Gén 40:15 A mí me trajeron por la fuerza, de la tierra de los hebreos. ¡Yo no hice nada aquí para que me echaran en la cárcel!

Gén 40:16 Al ver que la interpretación había sido favorable, el jefe de los panaderos le dijo a José: —Yo también tuve un sueño. En ese sueño, llevaba yo tres canastas de pan[a] sobre la cabeza.

Gén 40:17 En la canasta de arriba había un gran surtido de repostería para el faraón, pero las aves venían a comer de la canasta que llevaba sobre la cabeza.

Gén 40:18 José le respondió: —Ésta es la interpretación de su sueño: Las tres canastas son tres días.

Gén 40:19 Dentro de los próximos tres días, el faraón mandará que a usted lo decapiten y lo cuelguen de un árbol, y las aves devorarán su cuerpo.

Gén 40:20 En efecto, tres días después el faraón celebró su cumpleaños y ofreció una gran fiesta para todos sus funcionarios. En presencia de éstos, mandó sacar de la cárcel al jefe de los coperos y al jefe de los panaderos.

Gén 40:21 Al jefe de los coperos lo restituyó en su cargo para que, una vez más, pusiera la copa en manos del faraón.

Gén 40:22 Pero, tal como lo había predicho José, al jefe de los panaderos mandó que lo ahorcaran.

Gén 40:23 Sin embargo, el jefe de los coperos no se acordó de José, sino que se olvidó de él por completo.

Salmo 12

Han desaparecido los fieles

Al director musical. Sobre la octava.[a] Salmo de David.

Sálvanos, SEÑOR, que ya no hay gente fiel; ya no queda gente sincera en este mundo.

Sal 12:2 No hacen sino mentirse unos a otros; sus labios lisonjeros hablan con doblez.

Sal 12:3 El SEÑOR cortará todo labio lisonjero y toda lengua jactanciosa

Sal 12:4 que dice: «Venceremos con la lengua; en nuestros labios confiamos. ¿Quién puede dominarnos a nosotros?»

Sal 12:5 Dice el SEÑOR: «Voy ahora a levantarme, y pondré a salvo a los oprimidos, pues al pobre se le oprime, y el necesitado se queja.»

Sal 12:6 Las palabras del SEÑOR son puras, son como la plata refinada, siete veces purificada en el crisol.

Sal 12:7 Tú, SEÑOR, nos protegerás; tú siempre nos defenderás de esta gente,

Sal 12:8 aun cuando los malvados sigan merodeando, y la maldad sea exaltada en este mundo.