Día 108
2 Reyes 23
Reformas de Josías
2Re 23:1
Renovación del pacto
23:1-3—2Cr 34:29-32
23:21-23—2Cr 35:1, 18-19
23:28-30—2Cr 35:20-36:1
Entonces el rey mandó convocar a todos los ancianos de Judá y Jerusalén.
2Re 23:2 Acompañado de toda la gente de Judá, de los habitantes de Jerusalén, de los sacerdotes, de los profetas y, en fin, de la nación entera, desde el más pequeño hasta el más grande, el rey subió al templo del SEÑOR. Y en presencia de ellos leyó todo lo que está escrito en el libro del pacto que fue hallado en el templo del SEÑOR.
2Re 23:3 Después se puso de pie junto a la columna, y en presencia del SEÑOR renovó el pacto. Se comprometió a seguir al SEÑOR y a cumplir, de todo corazón y con toda el alma, sus mandamientos, sus preceptos y sus decretos, reafirmando así las palabras del pacto que están escritas en ese libro. Y todo el pueblo confirmó el pacto.
2Re 23:4 Luego el rey ordenó al sumo sacerdote Jilquías, a los sacerdotes de segundo rango y a los porteros, que sacaran del templo del SEÑOR todos los objetos consagrados a Baal, a Aserá y a todos los astros del cielo. Hizo que los quemaran en los campos de Cedrón, a las afueras de Jerusalén, y que llevaran las cenizas a Betel.
2Re 23:5 También destituyó a los sacerdotes idólatras que los reyes de Judá habían nombrado para quemar[a] incienso en los altares paganos, tanto en las ciudades de Judá como en Jerusalén, los cuales quemaban incienso a Baal, al sol y a la luna, al zodíaco y a todos los astros del cielo.
2Re 23:6 El rey sacó del templo del SEÑOR la imagen para el culto a Aserá y la llevó al arroyo de Cedrón, en las afueras de Jerusalén; allí la quemó hasta convertirla en cenizas, las cuales echó en la fosa común.
2Re 23:7 Además, derrumbó en el templo del SEÑOR los cuartos dedicados a la prostitución sagrada, donde las mujeres tejían mantos[b] para la diosa Aserá.
2Re 23:8 Josías trasladó a Jerusalén a todos los sacerdotes de las ciudades de Judá, y desde Gueba hasta Berseba eliminó[c] los santuarios paganos donde ellos habían quemado incienso. También derribó los altares paganos junto a la puerta de Josué el gobernador, que está ubicada a la izquierda de la entrada a la ciudad.
2Re 23:9 Aunque los sacerdotes que habían servido en los altares paganos no podían ministrar en el altar del SEÑOR en Jerusalén, participaban de las comidas sagradas junto con los otros sacerdotes.[d]
2Re 23:10 El rey eliminó el santuario llamado Tofet, que estaba en el valle de Ben Hinón, para que nadie sacrificara en el fuego a su hijo o hija en honor de Moloc.
2Re 23:11 Se llevó los caballos que los reyes de Judá habían consagrado al sol y que se habían puesto en la entrada al templo del SEÑOR, junto a la habitación de Natán Mélec, el eunuco encargado del recinto. Josías también quemó los carros consagrados al sol.
2Re 23:12 Además, el rey derribó los altares que los reyes de Judá habían erigido en la azotea de la sala de Acaz, y los que Manasés había erigido en los dos atrios del templo del SEÑOR. Los hizo pedazos y echó los escombros en el arroyo de Cedrón.
2Re 23:13 Eliminó los altares paganos que había al este de Jerusalén, en el lado sur de la Colina de la Destrucción,[e] los cuales Salomón, rey de Israel, había construido para Astarté, la despreciable diosa de los sidonios, para Quemós, el detestable dios de los moabitas, y para Moloc,[f] el abominable dios de los amonitas.
2Re 23:14 Josías hizo pedazos las piedras sagradas y las imágenes de la diosa Aserá, y llenó con huesos humanos los lugares donde se habían erigido.
2Re 23:15 Derribó también el altar de Betel y el santuario pagano construidos por Jeroboán hijo de Nabat, que hizo pecar a Israel. Además, quemó el santuario pagano hasta convertirlo en cenizas, y le prendió fuego a la imagen de Aserá.
2Re 23:16 De regreso, al ver los sepulcros que había en la colina, Josías mandó que recogieran los huesos y los quemaran en el altar para profanarlo, cumpliendo así la palabra del SEÑOR que el hombre de Dios había comunicado cuando anunció estas cosas.
2Re 23:17 Luego el rey preguntó: —¿De quién es ese monumento que veo allá? Y los habitantes de la ciudad le contestaron: —Es el sepulcro del hombre de Dios que vino desde Judá, y que pronunció contra el altar de Betel lo que Su Majestad acaba de hacer.
2Re 23:18 —Déjenlo, pues —replicó el rey—; que nadie mueva sus huesos. Fue así como se conservaron sus huesos junto con los del profeta que había venido de Samaria.
2Re 23:19 Tal como lo hizo en Betel, Josías eliminó todos los santuarios paganos que los reyes de Israel habían construido en las ciudades de Samaria, con los que provocaron la ira del SEÑOR.
2Re 23:20 Finalmente, mató sobre los altares a todos los sacerdotes de aquellos santuarios, y encima de ellos quemó huesos humanos. Entonces regresó a Jerusalén.
Josías restaura la pascua
2Re 23:21 Después el rey dio esta orden al pueblo: —Celebren la Pascua del SEÑOR su Dios, según está escrito en este libro del pacto.
2Re 23:22 Desde la época de los jueces que gobernaron a Israel hasta la de los reyes de Israel y de Judá, no se había celebrado una Pascua semejante.
2Re 23:23 Pero en el año dieciocho del reinado del rey Josías, esta Pascua se celebró en Jerusalén en honor del SEÑOR.
2Re 23:24 Además, Josías expulsó a los adivinos y a los hechiceros, y eliminó toda clase de ídolos y el resto de las cosas detestables que se veían en el país de Judá y en Jerusalén. Lo hizo así para cumplir las instrucciones de la ley, escritas en el libro que el sacerdote Jilquías encontró en el templo del SEÑOR.
2Re 23:25 Ni antes ni después de Josías hubo otro rey que, como él, se volviera al SEÑOR de todo corazón, con toda el alma y con todas sus fuerzas, siguiendo en todo la ley de Moisés.
2Re 23:26 A pesar de eso, el SEÑOR no apagó el gran fuego de su ira, que ardía contra Judá por todas las afrentas con que Manasés lo había provocado.
2Re 23:27 Por lo tanto, el SEÑOR declaró: «Voy a apartar de mi presencia a Judá, como lo hice con Israel; repudiaré a Jerusalén, la ciudad que escogí, y a este templo, del cual dije: “Ése será el lugar donde yo habite.” »
Josías muerto en combate
2Re 23:28 Los demás acontecimientos del reinado de Josías, y todo lo que hizo, están escritos en el libro de las crónicas de los reyes de Judá.
2Re 23:29 En aquel tiempo el faraón Necao, rey de Egipto, fue a encontrarse con el rey de Asiria camino del río Éufrates. El rey Josías le salió al paso, pero Necao le hizo frente en Meguido y lo mató.
2Re 23:30 Los oficiales de Josías llevaron su cadáver en un carro desde Meguido hasta Jerusalén y lo sepultaron en su tumba. Entonces el pueblo tomó a Joacaz hijo de Josías, lo ungió y lo proclamó rey en lugar de su padre.
Reinado y cautiverio de Joacaz
2Re 23:31
Joacaz, rey de Judá
23:31-34—2Cr 36:2-4
Joacaz tenía veintitrés años cuando ascendió al trono, y reinó en Jerusalén tres meses. Su madre era Jamutal hija de Jeremías, oriunda de Libná.
2Re 23:32 Joacaz hizo lo que ofende al SEÑOR, tal como lo habían hecho sus antepasados.
2Re 23:33 Para impedir que Joacaz reinara en Jerusalén, el faraón Necao lo encarceló en Riblá, en el territorio de Jamat, y además impuso sobre Judá un tributo de tres mil trescientos kilos de plata y treinta y tres kilos[g] de oro.
2Re 23:34 Luego hizo rey a Eliaquín hijo de Josías en lugar de su padre, y le dio el nombre de Joacim. En cuanto a Joacaz, lo llevó a Egipto, donde murió.
2Re 23:35 Joacim le pagó al faraón Necao la plata y el oro que exigió, pero tuvo que establecer un impuesto sobre el país: reclamó de cada persona, según su tasación, la plata y el oro que se le debía entregar al faraón Necao.
Joacim rey de Judá
2Re 23:36
Joacim, rey de Judá
23:36-24:6—2Cr 36:5-8
Joacim tenía veinticinco años cuando ascendió al trono, y reinó en Jerusalén once años. Su madre era Zebudá hija de Pedaías, oriunda de Rumá.
2Re 23:37 También este rey hizo lo que ofende al SEÑOR, tal como lo hicieron sus antepasados.
2 Reyes 24
2Re 24:1 Durante el reinado de Joacim, lo atacó Nabucodonosor, rey de Babilonia, y lo sometió durante tres años, al cabo de los cuales Joacim decidió rebelarse.
2Re 24:2 Entonces el SEÑOR envió contra Joacim bandas de guerrilleros babilonios, sirios, moabitas y amonitas. Las envió contra Judá para destruir el país, según la palabra que el SEÑOR había dado a conocer por medio de sus siervos los profetas.
2Re 24:3 De hecho, esto le sucedió a Judá por orden del SEÑOR, para apartar al pueblo de su presencia por los pecados de Manasés y por todo lo que hizo,
2Re 24:4 incluso por haber derramado sangre inocente, con la cual inundó a Jerusalén. Por lo tanto, el SEÑOR no quiso perdonar.
2Re 24:5 Los demás acontecimientos del reinado de Joacim, y todo lo que hizo, están escritos en el libro de las crónicas de los reyes de Judá.
2Re 24:6 Joacim murió, y su hijo Joaquín lo sucedió en el trono.
2Re 24:7 El rey de Egipto no volvió a hacer campañas militares fuera de su país, pues el rey de Babilonia se había adueñado de todas sus posesiones, desde el río de Egipto hasta el río Éufrates.
Joaquín rey de Judá
2Re 24:8
Joaquín, rey de Judá
24:8-17—2Cr 36:9-10
Joaquín tenía dieciocho años cuando ascendió al trono, y reinó en Jerusalén tres meses. Su madre era Nejustá hija de Elnatán, oriunda de Jerusalén.
2Re 24:9 Joaquín hizo lo que ofende al SEÑOR, tal como lo había hecho su padre.
Jerusalén tomada
2Re 24:10 En aquel tiempo, las tropas de Nabucodonosor, rey de Babilonia, marcharon contra Jerusalén y la sitiaron.
2Re 24:11 Cuando ya la tenían cercada, Nabucodonosor llegó a la ciudad.
2Re 24:12 Joaquín, rey de Judá, se rindió, junto con su madre y sus funcionarios, generales y oficiales. Así, en el año octavo de su reinado, el rey de Babilonia capturó a Joaquín.
2Re 24:13 Tal como el SEÑOR lo había anunciado, Nabucodonosor se llevó los tesoros del templo del SEÑOR y del palacio real, partiendo en pedazos todos los utensilios de oro que Salomón, rey de Israel, había hecho para el templo.
2Re 24:14 Además, deportó a todo Jerusalén: a los generales y a los mejores soldados, a los artesanos y a los herreros, un total de diez mil personas. No quedó en el país más que la gente pobre.
2Re 24:15 Nabucodonosor deportó a Joaquín a Babilonia, y también se llevó de Jerusalén a la reina madre, a las mujeres del rey, a sus oficiales y a la flor y nata del país.
2Re 24:16 Deportó además a todos los guerreros, que eran siete mil, y a mil artesanos y herreros, todos aptos para la guerra. El rey de Babilonia se los llevó cautivos a Babilonia.
2Re 24:17 Luego puso como rey a Matanías, tío de Joaquín, y le dio el nombre de Sedequías.
Sedequías rey de Judá
2Re 24:18
Sedequías, rey de Judá
24:18-20—2Cr 36:11-16; Jer 52:1-3
Sedequías tenía veintiún años cuando ascendió al trono, y reinó en Jerusalén once años. Su madre se llamaba Jamutal hija de Jeremías, oriunda de Libná.
2Re 24:19 Al igual que Joacim, Sedequías hizo lo que ofende al SEÑOR,
2Re 24:20 a tal grado que el SEÑOR, en su ira, los echó de su presencia. Todo esto sucedió en Jerusalén y en Judá.
2 Reyes 25
Caída y cautiverio de Judá
2Re 25:1
La caída de Jerusalén
25:1-12—Jer 39:1-10
25:1-21—2Cr 36:17-20; Jer 52:4-27
25:22-26—Jer 40:7-9; 41:1-3, 16-18
Sedequías se rebeló contra el rey de Babilonia. En el año noveno del reinado de Sedequías, a los diez días del mes décimo, Nabucodonosor, rey de Babilonia, marchó con todo su ejército y atacó a Jerusalén. Acampó frente a la ciudad y construyó una rampa de asalto a su alrededor.
2Re 25:2 La ciudad estuvo sitiada hasta el año undécimo del reinado de Sedequías.
2Re 25:3 A los nueve días del mes cuarto,[a] cuando el hambre se agravó en la ciudad, y no había más alimento para el pueblo,
2Re 25:4 se abrió una brecha en el muro de la ciudad, de modo que, aunque los babilonios la tenían cercada, todo el ejército se escapó de noche por la puerta que estaba entre los dos muros, junto al jardín real. Huyeron camino al Arabá,[b]
2Re 25:5 pero el ejército babilonio persiguió a Sedequías hasta alcanzarlo en la llanura de Jericó. Sus soldados se dispersaron, abandonándolo,
2Re 25:6 y los babilonios lo capturaron. Entonces lo llevaron ante el rey de Babilonia, que estaba en Riblá. Allí Sedequías recibió su sentencia.
2Re 25:7 Ante sus propios ojos degollaron a sus hijos, y después le sacaron los ojos, lo ataron con cadenas de bronce y lo llevaron a Babilonia.
2Re 25:8 A los siete días del mes quinto del año diecinueve del reinado de Nabucodonosor, rey de Babilonia, su ministro Nabuzaradán, que era el comandante de la guardia, fue a Jerusalén
2Re 25:9 y le prendió fuego al templo del SEÑOR, al palacio real y a todas las casas de Jerusalén, incluso a todos los edificios importantes.
2Re 25:10 Entonces el ejército babilonio bajo su mando derribó las murallas que rodeaban la ciudad.
2Re 25:11 Nabuzaradán además deportó a la gente que quedaba en la ciudad, es decir, al resto de la muchedumbre y a los que se habían aliado con el rey de Babilonia.
2Re 25:12 Sin embargo, dejó a algunos de los más pobres para que se encargaran de los viñedos y de los campos.
2Re 25:13 Los babilonios quebraron las columnas de bronce, las bases y la fuente[c] de bronce que estaban en el templo del SEÑOR, y se llevaron todo el bronce a Babilonia.
2Re 25:14 También se llevaron las ollas, las tenazas, las despabiladeras, la vajilla y todos los utensilios de bronce que se usaban para el culto.
2Re 25:15 Además, el comandante de la guardia se apoderó de los incensarios y de los aspersorios, todo lo cual era de oro y de plata.
2Re 25:16 El bronce de las dos columnas, de la fuente y de las bases, que Salomón había hecho para el templo del SEÑOR, era tanto que no se podía pesar.
2Re 25:17 Cada columna medía ocho metros de altura. El capitel de bronce que estaba encima de cada columna medía metro y medio[d] de altura y estaba decorado alrededor con una red y con granadas de bronce. Las dos columnas tenían el mismo adorno.
2Re 25:18 El comandante de la guardia tomó presos a Seraías, sacerdote principal, a Sofonías, sacerdote de segundo rango, y a los tres porteros.
2Re 25:19 De los que quedaban en la ciudad, apresó al oficial encargado de las tropas, a cinco de los servidores personales del rey, al cronista principal del ejército, encargado de reclutar soldados de entre el pueblo, y a sesenta ciudadanos que todavía estaban en la ciudad.
2Re 25:20 Después de apresarlos, Nabuzaradán, comandante de la guardia, se los llevó al rey de Babilonia, que estaba en Riblá.
2Re 25:21 Allí, en el territorio de Jamat, el rey los hizo ejecutar. Así Judá fue desterrado y llevado cautivo.
Gedalías gobernador de Judá
2Re 25:22 Nabucodonosor, rey de Babilonia, nombró a Guedalías, hijo de Ajicán y nieto de Safán, para que gobernara a la gente que había dejado en Judá.
2Re 25:23 Cuando los oficiales del ejército de Judá y sus tropas se enteraron de que el rey de Babilonia había nombrado gobernador a Guedalías, fueron a ver a éste en Mizpa. Los oficiales eran Ismael hijo de Netanías, Johanán hijo de Carea, Seraías hijo de Tanjumet, oriundo de Netofa, y Jazanías, hijo de un hombre de Macá.
2Re 25:24 Guedalías les hizo este juramento a ellos y a sus tropas: «No teman a los oficiales babilonios. Si ustedes se quedan en el país y sirven al rey de Babilonia, les aseguro que les irá bien.»
2Re 25:25 Pero a los siete meses Ismael, hijo de Netanías y nieto de Elisama, que era de la estirpe real, y diez hombres que lo acompañaban, fueron y asesinaron a Guedalías; también mataron a los hombres de Judá y a los babilonios que formaban parte de su séquito en Mizpa.
2Re 25:26 Acto seguido, todos huyeron a Egipto, grandes y pequeños, junto con los oficiales, pues temían a los babilonios.
Joaquín sale de su encierro
2Re 25:27
Liberación del rey Joaquín
25:27-30—Jer 52:31-34
En el día veintisiete del mes duodécimo del año treinta y siete del exilio de Joaquín, rey de Judá, Evil Merodac, rey de Babilonia, en el año primero de su reinado, sacó a Joaquín de la cárcel.
2Re 25:28 Lo trató amablemente y le dio una posición más alta que la de los otros reyes que estaban con él en Babilonia.
2Re 25:29 Joaquín dejó su ropa de prisionero, y por el resto de su vida comió a la mesa del rey.
2Re 25:30 Además, durante toda su vida Joaquín gozó de una pensión diaria que le proveía el rey de Babilonia.
Salmo 108
En Dios haremos proezas
Sal 108:1
Cántico. Salmo de David.
Firme está, oh Dios, mi corazón; ¡voy a cantarte salmos, gloria mía!
Sal 108:2 ¡Despierten, arpa y lira! ¡Haré despertar al nuevo día!
Sal 108:3 Te alabaré, SEÑOR, entre los pueblos; te cantaré salmos entre las naciones.
Sal 108:4 Pues tu amor es tan grande que rebasa los cielos; ¡tu verdad llega hasta el firmamento!
Sal 108:5 Tú, oh Dios, estás sobre los cielos, y tu gloria cubre toda la tierra.
Sal 108:6 Líbranos con tu diestra, respóndeme para que tu pueblo amado quede a salvo.
Sal 108:7 Dios ha dicho en su santuario: «Triunfante repartiré a Siquén, y dividiré el valle de Sucot.
Sal 108:8 Mío es Galaad, mío es Manasés; Efraín es mi yelmo y Judá mi cetro.
Sal 108:9 En Moab me lavo las manos, sobre Edom arrojo mi sandalia; sobre Filistea lanzo gritos de triunfo.»
Sal 108:10 ¿Quién me llevará a la ciudad fortificada? ¿Quién me mostrará el camino a Edom?
Sal 108:11 ¿No es Dios quien nos ha rechazado? ¡Ya no sales, oh Dios, con nuestros ejércitos!
Sal 108:12 Bríndanos tu ayuda contra el enemigo, pues de nada sirve la ayuda humana.
Sal 108:13 Con Dios obtendremos la victoria; ¡él pisoteará a nuestros enemigos!