Día 235

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El Mesías

En este video, exploramos la misteriosa promesa en la página tres de la Biblia, de la promesa de que un libertador algún día vendría a enfrentar el mal y a rescatar a la humanidad. Trazamos este tema a través de la familia de Abraham, el linaje mesiánico de David y, en última instancia, a través de Jesús, quien derrotó el mal dejando que este aparentemente lo derrotara.

2 de Cronicas 35

Josías guarda la pascua

2Cr 35:1

Celebración de la Pascua

35:1, 35—2R 23:21-23

Josías celebró en Jerusalén la Pascua del SEÑOR. El día catorce del mes primero celebraron la Pascua.

2Cr 35:2 Josías asignó las funciones a los sacerdotes y los animó a dedicarse al servicio del templo del SEÑOR.

2Cr 35:3 A los levitas, que eran los encargados de enseñar a los israelitas y que estaban consagrados al SEÑOR, les dijo: «Pongan el arca sagrada en el templo que construyó Salomón hijo de David, rey de Israel, para que ya no tengan que llevarla sobre los hombros. Sirvan al SEÑOR su Dios y a su pueblo Israel.

2Cr 35:4 Organícense en turnos, según sus familias patriarcales, de acuerdo con las instrucciones que dejaron por escrito David, rey de Israel, y su hijo Salomón.

2Cr 35:5 Ocupen sus puestos en el santuario, conforme a las familias patriarcales de sus hermanos israelitas, de manera que a cada grupo de familias del pueblo corresponda un grupo de levitas.

2Cr 35:6 Celebren la Pascua, conságrense y preparen todo para sus hermanos, y cumplan con lo que el SEÑOR ordenó por medio de Moisés.»

2Cr 35:7 De sus propios bienes, Josías obsequió a todo el pueblo allí presente unos treinta mil corderos y cabritos y tres mil bueyes, para que celebraran la Pascua.

2Cr 35:8 También los jefes hicieron sus donativos para el pueblo y para los sacerdotes y levitas. Por su parte, Jilquías, Zacarías y Jehiel, oficiales del templo de Dios, entregaron a los sacerdotes dos mil seiscientos animales de ganado menor y trescientos bueyes, para celebrar la Pascua.

2Cr 35:9 Conanías y sus hermanos Semaías y Natanael, y Jasabías, Jeyel y Josabad, jefes de los levitas, entregaron a los levitas cinco mil animales de ganado menor y quinientos bueyes.

2Cr 35:10 Una vez preparada la ceremonia, los sacerdotes ocuparon sus puestos, y los levitas se organizaron según sus turnos, conforme a la orden del rey.

2Cr 35:11 Al sacrificar los animales para la Pascua, los sacerdotes rociaban la sangre y los levitas desollaban los animales.

2Cr 35:12 Luego entregaban a cada familia patriarcal del pueblo la porción que ésta debía ofrecerle al SEÑOR, como está escrito en el libro de Moisés. Lo mismo hicieron con los bueyes.

2Cr 35:13 Después asaron los animales para la Pascua, conforme al mandamiento; además, cocieron las otras ofrendas en ollas, calderos y sartenes, y las repartieron rápidamente entre toda la gente.

2Cr 35:14 Luego prepararon la Pascua para ellos mismos y para los sacerdotes descendientes de Aarón. Los levitas tuvieron que prepararla para ellos mismos y para los sacerdotes porque éstos estuvieron ocupados hasta la noche ofreciendo los holocaustos y la grasa.

2Cr 35:15 Los cantores descendientes de Asaf ocuparon sus puestos, de acuerdo con lo que habían dispuesto David, Asaf, Hemán y Jedutún, vidente del rey. También los porteros permanecieron en sus respectivas puertas, y no tuvieron que abandonar sus puestos de servicio, pues sus compañeros levitas les prepararon la Pascua.

2Cr 35:16 Así se organizó aquel día el servicio del SEÑOR para celebrar la Pascua y ofrecer los holocaustos en el altar del SEÑOR, tal como lo había ordenado el rey Josías.

2Cr 35:17 En aquella ocasión, los israelitas allí presentes celebraron durante siete días la fiesta de la Pascua y la de los Panes sin levadura.

2Cr 35:18 Desde la época del profeta Samuel no se había celebrado una Pascua semejante, y ninguno de los reyes había celebrado una Pascua así, como lo hizo Josías con los sacerdotes y levitas, con los habitantes de Judá y de Israel allí presentes, y con los de Jerusalén.

2Cr 35:19 Esta Pascua se celebró en el año dieciocho del reinado de Josías.

Josías muere en combate

2Cr 35:20

Muerte de Josías

35:20-36:1—2R 23:28-30

Tiempo después de que Josías terminó la restauración del templo, Necao, rey de Egipto, salió a presentar batalla en Carquemis, ciudad que está junto al río Éufrates, pero Josías le salió al paso.

2Cr 35:21 Necao envió mensajeros a decirle: «No te entrometas, rey de Judá. Hoy no vengo a luchar contra ti, sino contra la nación que me hace la guerra. Dios, que está de mi parte, me ha ordenado que me apresure. Así que no interfieras con Dios, para que él no te destruya.»

2Cr 35:22 Josías no le hizo caso a la advertencia que Dios le dio por medio de Necao; al contrario, en vez de retirarse, se disfrazó y fue a la llanura de Meguido para pelear con Necao.

2Cr 35:23 Como los arqueros le dispararon, el rey Josías les dijo a sus servidores: «Sáquenme de aquí, porque estoy gravemente herido.»

2Cr 35:24 Sus servidores lo sacaron del carro en que estaba y lo trasladaron a otro carro, y lo llevaron a Jerusalén. Allí murió, y fue sepultado en el panteón de sus antepasados. Y todo Judá y todo Jerusalén hicieron duelo por él.

2Cr 35:25 Jeremías compuso un lamento por la muerte de Josías; además, hasta este día todos los cantores y las cantoras aluden a Josías en sus cantos fúnebres. Estos cantos, que se han hecho populares en Israel, forman parte de las Lamentaciones.

2Cr 35:26 Los demás acontecimientos del reinado de Josías, sus actos piadosos acordes con la ley del SEÑOR,

2Cr 35:27 y sus hechos, desde el primero hasta el último, están escritos en el libro de los reyes de Israel y de Judá.

2 de Cronicas 36

Decadencia de Judá

2Cr 36:1

Joacaz, rey de Judá

36:2-4—2R 23:31-34

Entonces el pueblo tomó a Joacaz hijo de Josías y lo proclamó rey en Jerusalén, en lugar de su padre.

2Cr 36:2 Joacaz tenía veintitrés años cuando ascendió al trono, y reinó en Jerusalén tres meses.

2Cr 36:3 Sin embargo, el rey de Egipto lo quitó del trono para que no reinara en Jerusalén, y le impuso al país un tributo de cien barras de plata y una barra[a] de oro.

2Cr 36:4 Luego hizo reinar sobre Judá y Jerusalén a Eliaquín, hermano de Joacaz, y le dio el nombre de Joacim. En cuanto a Joacaz, Necao se lo llevó a Egipto.

2Cr 36:5

Joacim, rey de Judá

36:5-8—2R 23:36-24:6

Joacim tenía veinticinco años cuando ascendió al trono, y reinó en Jerusalén once años, pero hizo lo que ofende al SEÑOR su Dios.

2Cr 36:6 Por eso Nabucodonosor, rey de Babilonia, marchó contra Joacim y lo llevó a Babilonia sujeto con cadenas de bronce.

2Cr 36:7 Además, Nabucodonosor se llevó a Babilonia los utensilios del templo del SEÑOR y los puso en su templo en Babilonia.

2Cr 36:8 Los demás acontecimientos del reinado de Joacim, y sus pecados y todo cuanto le sucedió, están escritos en el libro de los reyes de Israel y de Judá. Y su hijo Joaquín lo sucedió en el trono.

2Cr 36:9

Joaquín, rey de Judá

36:9-10—2R 24:8-17

Joaquín tenía dieciocho[b] años cuando ascendió al trono, y reinó en Jerusalén tres meses y diez días, pero hizo lo que ofende al SEÑOR.

2Cr 36:10 Por eso, a comienzos del año el rey Nabucodonosor mandó que lo llevaran a Babilonia, junto con los utensilios más valiosos del templo del SEÑOR, e hizo reinar sobre Judá y Jerusalén a Sedequías, pariente de Joaquín.

2Cr 36:11

Sedequías, rey de Judá

36:11-16—2R 24:18-20; Jer 52:1-3

Sedequías tenía veintiún años cuando ascendió al trono, y reinó en Jerusalén once años,

2Cr 36:12 pero hizo lo que ofende al SEÑOR su Dios. No se humilló ante el profeta Jeremías, que hablaba en nombre del SEÑOR,

2Cr 36:13 y además se rebeló contra el rey Nabucodonosor, a quien había jurado lealtad. Sedequías fue terco y, en su obstinación, no quiso volverse al SEÑOR, Dios de Israel.

2Cr 36:14 También los jefes de los sacerdotes y el pueblo aumentaron su maldad, pues siguieron las prácticas detestables de los países vecinos y contaminaron el templo que el SEÑOR había consagrado para sí en Jerusalén.

2Cr 36:15 Por amor a su pueblo y al lugar donde habita, el SEÑOR, Dios de sus antepasados, con frecuencia les enviaba advertencias por medio de sus mensajeros.

2Cr 36:16 Pero ellos se burlaban de los mensajeros de Dios, tenían en poco sus palabras, y se mofaban de sus profetas. Por fin, el SEÑOR desató su ira contra el pueblo, y ya no hubo remedio.

Jerusalén capturada y quemada

2Cr 36:17

La caída de Jerusalén

36:17-20—2R 25:1-21; Jer 52:4-27

36:22-23—Esd 1:1-3

Entonces el SEÑOR envió contra ellos al rey de los babilonios, quien dentro del mismo templo mató a espada a los jóvenes, y no tuvo compasión de jóvenes ni de doncellas, ni de adultos ni de ancianos. A todos se los entregó Dios en sus manos.

2Cr 36:18 Todos los utensilios del templo de Dios, grandes y pequeños, más los tesoros del templo y los del rey y de sus oficiales, fueron llevados a Babilonia.

2Cr 36:19 Incendiaron el templo de Dios, derribaron la muralla de Jerusalén, prendieron fuego a sus palacios y destruyeron todos los objetos de valor que allí había.

2Cr 36:20 A los que se salvaron de la muerte, el rey se los llevó a Babilonia, y fueron esclavos suyos y de sus hijos hasta el establecimiento del reino persa.

2Cr 36:21 De este modo se cumplió la palabra que el SEÑOR había pronunciado por medio de Jeremías. La tierra disfrutó de su descanso sabático todo el tiempo que estuvo desolada, hasta que se cumplieron setenta años.

La proclamación de Ciro

2Cr 36:22

Decreto de Ciro

En el primer año del reinado de Ciro, rey de Persia, el SEÑOR dispuso el corazón del rey para que éste promulgara un decreto en todo su reino y así se cumpliera la palabra del SEÑOR por medio del profeta Jeremías. Tanto oralmente como por escrito, el rey decretó lo siguiente:

2Cr 36:23 «Esto es lo que ordena Ciro, rey de Persia: »El SEÑOR, Dios del cielo, que me ha dado todos los reinos de la tierra, me ha encargado que le construya un templo en la ciudad de Jerusalén, que está en Judá. Por tanto, cualquiera que pertenezca a Judá, que se vaya, y que el SEÑOR su Dios lo acompañe.»

Salmo 80

"Oh Dios, restáuranos"

Sal 80:1

Al director musical. Sígase la tonada de «Los lirios del pacto». Salmo de Asaf.

Pastor de Israel, tú que guías a José como a un rebaño, tú que reinas entre los querubines, ¡escúchanos! ¡Resplandece

Sal 80:2 delante de Efraín, Benjamín y Manasés! ¡Muestra tu poder, y ven a salvarnos!

Sal 80:3 Restáuranos, oh Dios; haz resplandecer tu rostro sobre nosotros, y sálvanos.

Sal 80:4 ¿Hasta cuándo, SEÑOR, Dios Todopoderoso, arderá tu ira contra las oraciones de tu pueblo?

Sal 80:5 Por comida, le has dado pan de lágrimas; por bebida, lágrimas en abundancia.

Sal 80:6 Nos has hecho motivo de contienda para nuestros vecinos; nuestros enemigos se burlan de nosotros.

Sal 80:7 Restáuranos, oh Dios Todopoderoso; haz resplandecer tu rostro sobre nosotros, y sálvanos.

Sal 80:8 De Egipto trajiste una vid; expulsaste a los pueblos paganos, y la plantaste.

Sal 80:9 Le limpiaste el terreno, y ella echó raíces y llenó la tierra.

Sal 80:10 Su sombra se extendía hasta las montañas, su follaje cubría los más altos cedros.

Sal 80:11 Sus ramas se extendieron hasta el Mediterráneo y sus renuevos hasta el Éufrates.

Sal 80:12 ¿Por qué has derribado sus muros? ¡Todos los que pasan le arrancan uvas!

Sal 80:13 Los jabalíes del bosque la destruyen, los animales salvajes la devoran.

Sal 80:14 ¡Vuélvete a nosotros, oh Dios Todopoderoso! ¡Asómate a vernos desde el cielo y brinda tus cuidados a esta vid!

Sal 80:15 ¡Es la raíz que plantaste con tu diestra! ¡Es el vástago que has criado para ti!

Sal 80:16 Tu vid está derribada, quemada por el fuego; a tu reprensión perece tu pueblo.[a]

Sal 80:17 Bríndale tu apoyo al hombre de tu diestra, al ser humano[b] que para ti has criado.

Sal 80:18 Nosotros no nos apartaremos de ti; reavívanos, e invocaremos tu nombre.

Sal 80:19 Restáuranos, SEÑOR, Dios Todopoderoso; haz resplandecer tu rostro sobre nosotros, y sálvanos.