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Apocalipsis: Literatura
¡Es el apocalipsis! Pero, ¿qué significa eso exactamente? La Biblia está llena de sueños y visiones sobre la historia de la humanidad llegando a su punto culminante, y generalmente están llenos de imágenes intensas y símbolos extraños. En este video, exploraremos el significado de la palabra "apocalipsis" en la Biblia y aprenderemos algunos pasos básicos para leer esta literatura con más sabiduría y conocimiento.
Apocalipsis 4
El trono celestial
Apo 4:1
El trono en el cielo
Después de esto miré, y allí en el cielo había una puerta abierta. Y la voz que me había hablado antes con sonido como de trompeta me dijo: «Sube acá: voy a mostrarte lo que tiene que suceder después de esto.»
Apo 4:2 Al instante vino sobre mí el Espíritu y vi un trono en el cielo, y a alguien sentado en el trono.
Apo 4:3 El que estaba sentado tenía un aspecto semejante a una piedra de jaspe y de cornalina. Alrededor del trono había un arco iris que se asemejaba a una esmeralda.
Apo 4:4 Rodeaban al trono otros veinticuatro tronos, en los que estaban sentados veinticuatro ancianos vestidos de blanco y con una corona de oro en la cabeza.
Apo 4:5 Del trono salían relámpagos, estruendos[a] y truenos. Delante del trono ardían siete antorchas de fuego, que son los siete espíritus de Dios,
Apo 4:6 y había algo parecido a un mar de vidrio, como de cristal transparente. En el centro, alrededor del trono, había cuatro seres vivientes cubiertos de ojos por delante y por detrás.
Apo 4:7 El primero de los seres vivientes era semejante a un león; el segundo, a un toro; el tercero tenía rostro como de hombre; el cuarto era semejante a un águila en vuelo.
Apo 4:8 Cada uno de ellos tenía seis alas y estaba cubierto de ojos, por encima y por debajo de las alas. Y día y noche repetían sin cesar: «Santo, santo, santo es el Señor Dios Todopoderoso, el que era y que es y que ha de venir.»
Apo 4:9 Cada vez que estos seres vivientes daban gloria, honra y acción de gracias al que estaba sentado en el trono, al que vive por los siglos de los siglos,
Apo 4:10 los veinticuatro ancianos se postraban ante él y adoraban al que vive por los siglos de los siglos. Y rendían sus coronas delante del trono exclamando:
Apo 4:11 «Digno eres, Señor y Dios nuestro, de recibir la gloria, la honra y el poder, porque tú creaste todas las cosas; por tu voluntad existen y fueron creadas.»
Apocalipsis 5
El rollo y el Cordero
Apo 5:1
El rollo escrito y el Cordero
En la mano derecha del que estaba sentado en el trono vi un rollo escrito por ambos lados y sellado con siete sellos.
Apo 5:2 También vi a un ángel poderoso que proclamaba a gran voz: «¿Quién es digno de romper los sellos y de abrir el rollo?»
Apo 5:3 Pero ni en el cielo ni en la tierra, ni debajo de la tierra, hubo nadie capaz de abrirlo ni de examinar su contenido.
Apo 5:4 Y lloraba yo mucho porque no se había encontrado a nadie que fuera digno de abrir el rollo ni de examinar su contenido.
Apo 5:5 Uno de los ancianos me dijo: «¡Deja de llorar, que ya el León de la tribu de Judá, la Raíz de David, ha vencido! Él sí puede abrir el rollo y sus siete sellos.»
Apo 5:6 Entonces vi, en medio de los cuatro seres vivientes y del trono y los ancianos, a un Cordero que estaba de pie y parecía haber sido sacrificado. Tenía siete cuernos y siete ojos, que son los siete espíritus de Dios enviados por toda la tierra.
Apo 5:7 Se acercó y recibió el rollo de la mano derecha del que estaba sentado en el trono.
Apo 5:8 Cuando lo tomó, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron delante del Cordero. Cada uno tenía un arpa y copas de oro llenas de incienso, que son las oraciones del pueblo de Dios.
Apo 5:9 Y entonaban este nuevo cántico: «Digno eres de recibir el rollo escrito y de romper sus sellos, porque fuiste sacrificado, y con tu sangre compraste para Dios gente de toda raza, lengua, pueblo y nación.
Apo 5:10 De ellos hiciste un reino; los hiciste sacerdotes al servicio de nuestro Dios, y reinarán sobre la tierra.»
Apo 5:11 Luego miré, y oí la voz de muchos ángeles que estaban alrededor del trono, de los seres vivientes y de los ancianos. El número de ellos era millares de millares y millones de millones.
Apo 5:12 Cantaban con todas sus fuerzas: «¡Digno es el Cordero, que ha sido sacrificado, de recibir el poder, la riqueza y la sabiduría, la fortaleza y la honra, la gloria y la alabanza!»
Apo 5:13 Y oí a cuanta criatura hay en el cielo, y en la tierra, y debajo de la tierra y en el mar, a todos en la creación, que cantaban: «¡Al que está sentado en el trono y al Cordero, sean la alabanza y la honra, la gloria y el poder, por los siglos de los siglos!»
Apo 5:14 Los cuatro seres vivientes exclamaron: «¡Amén!», y los ancianos se postraron y adoraron.
Apocalipsis 6
Los siete sellos
Apo 6:1
Los sellos
Vi cuando el Cordero rompió el primero de los siete sellos, y oí a uno de los cuatro seres vivientes, que gritaba con voz de trueno: «¡Ven!»
Apo 6:2 Miré, ¡y apareció un caballo blanco! El jinete llevaba un arco; se le dio una corona, y salió como vencedor, para seguir venciendo.
Apo 6:3 Cuando el Cordero rompió el segundo sello, oí al segundo ser viviente, que gritaba: «¡Ven!»
Apo 6:4 En eso salió otro caballo, de color rojo encendido. Al jinete se le entregó una gran espada; se le permitió quitar la paz de la tierra y hacer que sus habitantes se mataran unos a otros.
Apo 6:5 Cuando el Cordero rompió el tercer sello, oí al tercero de los seres vivientes, que gritaba: «¡Ven!» Miré, ¡y apareció un caballo negro! El jinete tenía una balanza en la mano.
Apo 6:6 Y oí como una voz en medio de los cuatro seres vivientes, que decía: «Un kilo de trigo, o tres kilos de cebada, por el salario de un día; pero no afectes el precio del aceite y del vino.»[a]
Apo 6:7 Cuando el Cordero rompió el cuarto sello, oí la voz del cuarto ser viviente, que gritaba: «¡Ven!»
Apo 6:8 Miré, ¡y apareció un caballo amarillento! El jinete se llamaba Muerte, y el Infierno[b] lo seguía de cerca. Y se les otorgó poder sobre la cuarta parte de la tierra, para matar por medio de la espada, el hambre, las epidemias y las fieras de la tierra.
Apo 6:9 Cuando el Cordero rompió el quinto sello, vi debajo del altar las almas de los que habían sufrido el martirio por causa de la palabra de Dios y por mantenerse fieles en su testimonio.
Apo 6:10 Gritaban a gran voz: «¿Hasta cuándo, Soberano Señor, santo y veraz, seguirás sin juzgar a los habitantes de la tierra y sin vengar nuestra muerte?»
Apo 6:11 Entonces cada uno de ellos recibió ropas blancas, y se les dijo que esperaran un poco más, hasta que se completara el número de sus consiervos y hermanos que iban a sufrir el martirio como ellos.
Apo 6:12 Vi que el Cordero rompió el sexto sello, y se produjo un gran terremoto. El sol se oscureció como si se hubiera vestido de luto,[c] la luna entera se tornó roja como la sangre,
Apo 6:13 y las estrellas del firmamento cayeron sobre la tierra, como caen los higos verdes de la higuera sacudida por el vendaval.
Apo 6:14 El firmamento desapareció como cuando se enrolla un pergamino, y todas las montañas y las islas fueron removidas de su lugar.
Apo 6:15 Los reyes de la tierra, los magnates, los jefes militares, los ricos, los poderosos, y todos los demás, esclavos y libres, se escondieron en las cuevas y entre las peñas de las montañas.
Apo 6:16 Todos gritaban a las montañas y a las peñas: «¡Caigan sobre nosotros y escóndannos de la mirada del que está sentado en el trono y de la ira del Cordero,
Apo 6:17 porque ha llegado el gran día del castigo! ¿Quién podrá mantenerse en pie?»
Salmo 41
"Oh Señor, ten misericordia de mí"
Sal 41:1
Al director musical. Salmo de David.
Dichoso el que piensa en el débil; el SEÑOR lo librará en el día de la desgracia
Sal 41:2 El SEÑOR lo protegerá y lo mantendrá con vida; lo hará dichoso en la tierra y no lo entregará al capricho de sus adversarios
Sal 41:3 El SEÑOR lo confortará cuando esté enfermo; lo alentará en el lecho del dolor.
Sal 41:4 Yo he dicho: «SEÑOR, compadécete de mí; sáname, pues contra ti he pecado.»
Sal 41:5 Con saña dicen de mí mis enemigos: «¿Cuándo se morirá? ¿Cuándo pasará al olvido?»
Sal 41:6 Si vienen a verme, no son sinceros; recogen calumnias y salen a contarlas.
Sal 41:7 Mis enemigos se juntan y cuchichean contra mí; me hacen responsable de mi mal. Dicen:
Sal 41:8 «Lo que le ha sobrevenido es cosa del demonio; de esa cama no volverá a levantarse.»
Sal 41:9 Hasta mi mejor amigo, en quien yo confiaba y que compartía el pan conmigo, me ha puesto la zancadilla.
Sal 41:10 Pero tú, SEÑOR, compadécete de mí; haz que vuelva a levantarme para darles su merecido
Sal 41:11 En esto sabré que te he agradado: en que mi enemigo no triunfe sobre mí
Sal 41:12 Por mi integridad habrás de sostenerme, y en tu presencia me mantendrás para siempre.
Sal 41:13 Bendito sea el SEÑOR, el Dios de Israel, por los siglos de los siglos. Amén y amén.