Día 239

14 Jesús & el Reino

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Hijo del Hombre

Si pensaste que "Cristo" era el apellido de Jesús o el título que Él se dio a sí mismo, ¡piénsalo de nuevo! El título que Jesús usó con más frecuencia para sí mismo es "Hijo del hombre". En este video, exploraremos el significado de esta frase fascinante y veremos cómo nos invita a participar en una historia bíblica más amplia.

Mateo 7

Juzgar a los demás

Mat 7:1

El juzgar a los demás

7:3-5—Lc 6:41-42

»No juzguen a nadie, para que nadie los juzgue a ustedes.

Mat 7:2 Porque tal como juzguen se les juzgará, y con la medida que midan a otros, se les medirá a ustedes.

Mat 7:3 »¿Por qué te fijas en la astilla que tiene tu hermano en el ojo, y no le das importancia a la viga que está en el tuyo?

Mat 7:4 ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: “Déjame sacarte la astilla del ojo”, cuando ahí tienes una viga en el tuyo?

Mat 7:5 ¡Hipócrita!, saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás con claridad para sacar la astilla del ojo de tu hermano.

Mat 7:6 »No den lo sagrado a los perros, no sea que se vuelvan contra ustedes y los despedacen; ni echen sus perlas a los cerdos, no sea que las pisoteen.

"Pedid, y se os dará"

Mat 7:7

Pidan, busquen, llamen

7:7-11—Lc 11:9-13

»Pidan, y se les dará; busquen, y encontrarán; llamen, y se les abrirá.

Mat 7:8 Porque todo el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que llama, se le abre.

Mat 7:9 »¿Quién de ustedes, si su hijo le pide pan, le da una piedra?

Mat 7:10 ¿O si le pide un pescado, le da una serpiente?

Mat 7:11 Pues si ustedes, aun siendo malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más su Padre que está en el cielo dará cosas buenas a los que le pidan!

La regla áurea

Mat 7:12 Así que en todo traten ustedes a los demás tal y como quieren que ellos los traten a ustedes. De hecho, esto es la ley y los profetas.

Mat 7:13

La puerta estrecha y la puerta ancha

»Entren por la puerta estrecha. Porque es ancha la puerta y espacioso el camino que conduce a la destrucción, y muchos entran por ella.

Mat 7:14 Pero estrecha es la puerta y angosto el camino que conduce a la vida, y son pocos los que la encuentran.

El árbol y sus frutos

Mat 7:15

El árbol y sus frutos

»Cuídense de los falsos profetas. Vienen a ustedes disfrazados de ovejas, pero por dentro son lobos feroces.

Mat 7:16 Por sus frutos los conocerán. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los cardos?

Mat 7:17 Del mismo modo, todo árbol bueno da fruto bueno, pero el árbol malo da fruto malo.

Mat 7:18 Un árbol bueno no puede dar fruto malo, y un árbol malo no puede dar fruto bueno.

Mat 7:19 Todo árbol que no da buen fruto se corta y se arroja al fuego.

Mat 7:20 Así que por sus frutos los conocerán.

Nunca os conocí

Mat 7:21 »No todo el que me dice: “Señor, Señor”, entrará en el reino de los cielos, sino sólo el que hace la voluntad de mi Padre que está en el cielo.

Mat 7:22 Muchos me dirán en aquel día: “Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre expulsamos demonios e hicimos muchos milagros?”

Mat 7:23 Entonces les diré claramente: “Jamás los conocí. ¡Aléjense de mí, hacedores de maldad!”

Construye tu casa sobre la roca

Mat 7:24

El prudente y el insensato

7:24-27—Lc 6:47-49

»Por tanto, todo el que me oye estas palabras y las pone en práctica es como un hombre prudente que construyó su casa sobre la roca.

Mat 7:25 Cayeron las lluvias, crecieron los ríos, y soplaron los vientos y azotaron aquella casa; con todo, la casa no se derrumbó porque estaba cimentada sobre la roca.

Mat 7:26 Pero todo el que me oye estas palabras y no las pone en práctica es como un hombre insensato que construyó su casa sobre la arena.

Mat 7:27 Cayeron las lluvias, crecieron los ríos, y soplaron los vientos y azotaron aquella casa, y ésta se derrumbó, y grande fue su ruina.»

La autoridad de Jesús

Mat 7:28 Cuando Jesús terminó de decir estas cosas, las multitudes se asombraron de su enseñanza,

Mat 7:29 porque les enseñaba como quien tenía autoridad, y no como los maestros de la ley.

Mateo 8

Jesús limpia a un leproso

Mat 8:1

Jesús sana a un leproso

8:2-4—Mr 1:40-44; Lc 5:12-14

Cuando Jesús bajó de la ladera de la montaña, lo siguieron grandes multitudes.

Mat 8:2 Un hombre que tenía lepra se le acercó y se arrodilló delante de él. —Señor, si quieres, puedes limpiarme —le dijo.

Mat 8:3 Jesús extendió la mano y tocó al hombre. —Sí quiero —le dijo—. ¡Queda limpio! Y al instante quedó sano[a] de la lepra.

Mat 8:4 —Mira, no se lo digas a nadie —le dijo Jesús—; sólo ve, preséntate al sacerdote, y lleva la ofrenda que ordenó Moisés, para que sirva de testimonio.

La fe de un centurión

Mat 8:5

La fe del centurión

8:5-13—Lc 7:1-10

Al entrar Jesús en Capernaúm, se le acercó un centurión pidiendo ayuda.

Mat 8:6 —Señor, mi siervo está postrado en casa con parálisis, y sufre terriblemente.

Mat 8:7 —Iré a sanarlo —respondió Jesús.

Mat 8:8 —Señor, no merezco que entres bajo mi techo. Pero basta con que digas una sola palabra, y mi siervo quedará sano.

Mat 8:9 Porque yo mismo soy un hombre sujeto a órdenes superiores, y además tengo soldados bajo mi autoridad. Le digo a uno: “Ve”, y va, y al otro: “Ven”, y viene. Le digo a mi siervo: “Haz esto”, y lo hace.

Mat 8:10 Al oír esto, Jesús se asombró y dijo a quienes lo seguían: —Les aseguro que no he encontrado en Israel a nadie que tenga tanta fe.

Mat 8:11 Les digo que muchos vendrán del oriente y del occidente, y participarán en el banquete con Abraham, Isaac y Jacob en el reino de los cielos.

Mat 8:12 Pero a los súbditos del reino se les echará afuera, a la oscuridad, donde habrá llanto y rechinar de dientes.

Mat 8:13 Luego Jesús le dijo al centurión: —¡Ve! Todo se hará tal como creíste. Y en esa misma hora aquel siervo quedó sanó.

Jesús sana a muchos enfermos

Mat 8:14

Jesús sana a muchos enfermos

8:14-16—Mr 1:29-34; Lc 4:38-41

Cuando Jesús entró en casa de Pedro, vio a la suegra de éste en cama, con fiebre.

Mat 8:15 Le tocó la mano y la fiebre se le quitó; luego ella se levantó y comenzó a servirle.

Mat 8:16 Al atardecer, le llevaron muchos endemoniados, y con una sola palabra expulsó a los espíritus, y sanó a todos los enfermos.

Mat 8:17 Esto sucedió para que se cumpliera lo dicho por el profeta Isaías: «Él cargó con nuestras enfermedades y soportó nuestros dolores.»[b]

El coste de seguir a Jesús

Mat 8:18

Lo que cuesta seguir a Jesús

8:19-22—Lc 9:57-60

Cuando Jesús vio a la multitud que lo rodeaba, dio orden de pasar al otro lado del lago.

Mat 8:19 Se le acercó un maestro de la ley y le dijo: —Maestro, te seguiré a dondequiera que vayas.

Mat 8:20 —Las zorras tienen madrigueras y las aves tienen nidos —le respondió Jesús—, pero el Hijo del hombre no tiene dónde recostar la cabeza.

Mat 8:21 Otro discípulo le pidió: —Señor, primero déjame ir a enterrar a mi padre.

Mat 8:22 —Sígueme —le replicó Jesús—, y deja que los muertos entierren a sus muertos.

Jesús calma una tormenta

Mat 8:23

Jesús calma la tormenta

8:23-27—Mr 4:36-41; Lc 8:22-25

Luego subió a la barca y sus discípulos lo siguieron.

Mat 8:24 De repente, se levantó en el lago una tormenta tan fuerte que las olas inundaban la barca. Pero Jesús estaba dormido.

Mat 8:25 Los discípulos fueron a despertarlo. —¡Señor —gritaron—, sálvanos, que nos vamos a ahogar!

Mat 8:26 —Hombres de poca fe —les contestó—, ¿por qué tienen tanto miedo? Entonces se levantó y reprendió a los vientos y a las olas, y todo quedó completamente tranquilo.

Mat 8:27 Los discípulos no salían de su asombro, y decían: «¿Qué clase de hombre es éste, que hasta los vientos y las olas le obedecen?»

Jesús sana a dos endemoniados

Mat 8:28

Liberación de dos endemoniados

8:28-34—Mr 5:1-17; Lc 8:26-37

Cuando Jesús llegó al otro lado, a la región de los gadarenos,[c] dos endemoniados le salieron al encuentro de entre los sepulcros. Eran tan violentos que nadie se atrevía a pasar por aquel camino.

Mat 8:29 De pronto le gritaron: —¿Por qué te entrometes, Hijo de Dios? ¿Has venido aquí a atormentarnos antes del tiempo señalado?

Mat 8:30 A cierta distancia de ellos estaba paciendo una gran manada de cerdos.

Mat 8:31 Los demonios le rogaron a Jesús: —Si nos expulsas, mándanos a la manada de cerdos.

Mat 8:32 —Vayan —les dijo. Así que salieron de los hombres y entraron en los cerdos, y toda la manada se precipitó al lago por el despeñadero y murió en el agua.

Mat 8:33 Los que cuidaban los cerdos salieron corriendo al pueblo y dieron aviso de todo, incluso de lo que les había sucedido a los endemoniados.

Mat 8:34 Entonces todos los del pueblo fueron al encuentro de Jesús. Y cuando lo vieron, le suplicaron que se alejara de esa región.

Salmo 84

Anhela mi alma los atrios de Jehová

Sal 84:1

Al director musical. Sígase la tonada de «La canción del lagar». Salmo de los hijos de Coré.

¡Cuán hermosas son tus moradas, SEÑOR Todopoderoso!

Sal 84:2 Anhelo con el alma los atrios del SEÑOR; casi agonizo por estar en ellos. Con el corazón, con todo el cuerpo, canto alegre al Dios de la vida.

Sal 84:3 SEÑOR Todopoderoso, rey mío y Dios mío, aun el gorrión halla casa cerca de tus altares; también la golondrina hace allí su nido, para poner sus polluelos.

Sal 84:4 Dichoso el que habita en tu templo, pues siempre te está alabando. Selah

Sal 84:5 Dichoso el que tiene en ti su fortaleza, que sólo piensa en recorrer tus sendas.

Sal 84:6 Cuando pasa por el valle de las Lágrimas lo convierte en región de manantiales; también las lluvias tempranas cubren de bendiciones el valle.

Sal 84:7 Según avanzan los peregrinos, cobran más fuerzas, y en Sión se presentan ante el Dios de dioses.

Sal 84:8 Oye mi oración, SEÑOR, Dios Todopoderoso; escúchame, Dios de Jacob. Selah

Sal 84:9 Oh Dios, escudo nuestro, pon sobre tu ungido tus ojos bondadosos.

Sal 84:10 Vale más pasar un día en tus atrios que mil fuera de ellos; prefiero cuidar la entrada de la casa de mi Dios que habitar entre los impíos.

Sal 84:11 El SEÑOR es sol y escudo; Dios nos concede honor y gloria. El SEÑOR brinda generosamente su bondad a los que se conducen sin tacha.

Sal 84:12 SEÑOR Todopoderoso, ¡dichosos los que en ti confían!