Día 210
Lee la Biblia: Daniel
Mira nuestro video de Lee la Biblia sobre el libro de Daniel, que analiza el diseño literario del libro y su flujo de pensamiento. La historia de Daniel motiva a la fidelidad a pesar del exilio en Babilonia. Sus visiones generan la esperanza de que Dios traerá a todas las naciones bajo su dominio.
Daniel 1
Daniel llevado a Babilonia
Dan 1:1
Daniel en Babilonia
En el año tercero del reinado del rey Joacim de Judá, el rey Nabucodonosor de Babilonia vino a Jerusalén y la sitió.
Dan 1:2 El SEÑOR permitió que Joacim cayera en manos de Nabucodonosor. Junto con él, cayeron en sus manos algunos de los utensilios del templo de Dios, los cuales Nabucodonosor se llevó a Babilonia y puso en el tesoro del templo de sus dioses.
Dan 1:3 Además, el rey le ordenó a Aspenaz, jefe de los oficiales de su corte, que llevara a su presencia a algunos de los israelitas pertenecientes a la familia real y a la nobleza.
Dan 1:4 Debían ser jóvenes apuestos y sin ningún defecto físico, que tuvieran aptitudes para aprender de todo y que actuaran con sensatez; jóvenes sabios y aptos para el servicio en el palacio real, a los cuales Aspenaz debía enseñarles la lengua y la literatura de los babilonios.
Dan 1:5 El rey les asignó raciones diarias de la comida y del vino que se servía en la mesa real. Su preparación habría de durar tres años, después de lo cual entrarían al servicio del rey.
Dan 1:6 Entre estos jóvenes se encontraban Daniel, Ananías, Misael y Azarías, que eran de Judá,
Dan 1:7 y a los cuales el jefe de oficiales les cambió el nombre: a Daniel lo llamó Beltsasar; a Ananías, Sadrac; a Misael, Mesac; y a Azarías, Abednego.
La fidelidad de Daniel
Dan 1:8 Pero Daniel se propuso no contaminarse con la comida y el vino del rey, así que le pidió al jefe de oficiales que no lo obligara a contaminarse.
Dan 1:9 Y aunque Dios había hecho que Daniel se ganara el afecto y la simpatía del jefe de oficiales,
Dan 1:10 éste se vio obligado a responderle a Daniel: «Tengo miedo de mi señor el rey, pues fue él quien te asignó la comida y el vino. Si el rey llega a verte más flaco y demacrado que los otros jóvenes de tu edad, por culpa tuya me cortará la cabeza.»
Dan 1:11 El jefe de oficiales le ordenó a un guardia atender a Daniel, Ananías, Misael y Azarías. Por su parte, Daniel habló con ese guardia y le dijo:
Dan 1:12 «Por favor, haz con tus siervos una prueba de diez días. Danos de comer sólo verduras, y de beber sólo agua.
Dan 1:13 Pasado ese tiempo, compara nuestro semblante con el de los jóvenes que se alimentan con la comida real, y procede de acuerdo con lo que veas en nosotros.»
Dan 1:14 El guardia aceptó la propuesta, y los sometió a una prueba de diez días.
Dan 1:15 Al cumplirse el plazo, estos jóvenes se veían más sanos y mejor alimentados que cualquiera de los que participaban de la comida real.
Dan 1:16 Así que el guardia les retiró la comida y el vino del rey, y en su lugar siguió alimentándolos con verduras.
Dan 1:17 A estos cuatro jóvenes Dios los dotó de sabiduría e inteligencia para entender toda clase de literatura y ciencia. Además, Daniel podía entender toda visión y todo sueño.
Dan 1:18 Cumplido el plazo fijado por el rey Nabucodonosor, y conforme a sus instrucciones, el jefe de oficiales los llevó ante su presencia.
Dan 1:19 Luego de hablar el rey con Daniel, Ananías, Misael y Azarías, no encontró a nadie que los igualara, de modo que los cuatro entraron a su servicio.
Dan 1:20 El rey los interrogó, y en todos los temas que requerían de sabiduría y discernimiento los halló diez veces más inteligentes que todos los magos y hechiceros de su reino.
Dan 1:21 Fue así como Daniel se quedó en Babilonia hasta el primer año del rey Ciro.
Daniel 2
El sueño de Nabucodonosor
Dan 2:1
El sueño del rey Nabucodonosor
En el segundo año de su reinado, Nabucodonosor tuvo varios sueños que lo perturbaron y no lo dejaban dormir.
Dan 2:2 Mandó entonces que se reunieran los magos, hechiceros, adivinos y astrólogos[a] de su reino, para que le dijeran lo que había soñado. Una vez reunidos, y ya en presencia del rey,
Dan 2:3 éste les dijo: —Tuve un sueño que me tiene preocupado, y quiero saber lo que significa.
Dan 2:4 Los astrólogos le respondieron:[b] —¡Que viva Su Majestad por siempre! Estamos a su servicio. Cuéntenos el sueño, y nosotros le diremos lo que significa.
Dan 2:5 Pero el rey les advirtió: —Mi decisión ya está tomada: Si no me dicen lo que soñé, ni me dan su interpretación, ordenaré que los corten en pedazos y que sus casas sean reducidas a cenizas.
Dan 2:6 Pero si me dicen lo que soñé y me explican su significado, yo les daré regalos, recompensas y grandes honores. Así que comiencen por decirme lo que soñé, y luego explíquenme su significado.
Dan 2:7 Los astrólogos insistieron: —Si Su Majestad les cuenta a estos siervos suyos lo que soñó, nosotros le diremos lo que significa.
Dan 2:8 Pero el rey les contestó: —Mi decisión ya está tomada. Eso ustedes bien lo saben, y por eso quieren ganar tiempo.
Dan 2:9 Si no me dicen lo que soñé, ya saben lo que les espera. Ustedes se han puesto de acuerdo para salirme con cuestiones engañosas y mal intencionadas, esperando que cambie yo de parecer. Díganme lo que soñé, y así sabré que son capaces de darme su interpretación.
Dan 2:10 Entonces los astrólogos le respondieron: —¡No hay nadie en la tierra capaz de hacer lo que Su Majestad nos pide! ¡Jamás a ningún rey se le ha ocurrido pedirle tal cosa a ningún mago, hechicero o astrólogo!
Dan 2:11 Lo que Su Majestad nos pide raya en lo imposible, y nadie podrá revelárselo, a no ser los dioses. ¡Pero ellos no viven entre nosotros!
Dan 2:12 Tanto enfureció al rey la respuesta de los astrólogos, que mandó ejecutar a todos los sabios de Babilonia.
Dan 2:13 Se publicó entonces un edicto que decretaba la muerte de todos los sabios, de modo que se ordenó la búsqueda de Daniel y de sus compañeros para que fueran ejecutados.
Dan 2:14 Cuando el comandante de la guardia real, que se llamaba Arioc, salió para ejecutar a los sabios babilonios, Daniel le habló con mucho tacto e inteligencia.
Dan 2:15 Le dijo: «¿Por qué ha emitido el rey un edicto tan violento?» Y una vez que Arioc le explicó cuál era el problema,
Dan 2:16 Daniel fue a ver al rey y le pidió tiempo para poder interpretarle su sueño.
Dios revela el sueño de Nabucodonosor
Dan 2:17 Después volvió a su casa y les contó a sus amigos Ananías, Misael y Azarías cómo se presentaba la situación.
Dan 2:18 Al mismo tiempo, les pidió que imploraran la misericordia del Dios del cielo en cuanto a ese sueño misterioso, para que ni él ni sus amigos fueran ejecutados con el resto de los sabios babilonios.
Dan 2:19 Durante la noche, Daniel recibió en una visión la respuesta al misterio. Entonces alabó al Dios del cielo
Dan 2:20 y dijo: «¡Alabado sea por siempre el nombre de Dios! Suyos son la sabiduría y el poder.
Dan 2:21 Él cambia los tiempos y las épocas, pone y depone reyes. A los sabios da sabiduría, y a los inteligentes, discernimiento.
Dan 2:22 Él revela lo profundo y lo escondido, y sabe lo que se oculta en las sombras. ¡En él habita la luz!
Dan 2:23 A ti, Dios de mis padres, te alabo y te doy gracias. Me has dado sabiduría y poder, me has dado a conocer lo que te pedimos, ¡me has dado a conocer el sueño del rey!»
Dan 2:24
Daniel interpreta el sueño del rey
Entonces Daniel fue a ver a Arioc, a quien el rey le había dado la orden de ejecutar a los sabios de Babilonia, y le dijo: —No mates a los sabios babilonios. Llévame ante el rey, y le interpretaré el sueño que tuvo.
Dan 2:25 Inmediatamente Arioc condujo a Daniel a la presencia del rey, y le dijo: —Entre los exiliados de Judá he hallado a alguien que puede interpretar el sueño de Su Majestad.
Dan 2:26 El rey le preguntó a Daniel, a quien los babilonios le habían puesto por nombre Beltsasar: —¿Puedes decirme lo que vi en mi sueño, y darme su interpretación?
Dan 2:27 A esto Daniel respondió: —No hay ningún sabio ni hechicero, ni mago o adivino, que pueda explicarle a Su Majestad el misterio que le preocupa.
Dan 2:28 Pero hay un Dios en el cielo que revela los misterios. Ese Dios le ha mostrado a usted lo que tendrá lugar en los días venideros. Éstos son el sueño y las visiones que pasaron por la mente de Su Majestad mientras dormía:
Dan 2:29 Allí, en su cama, Su Majestad dirigió sus pensamientos a las cosas por venir, y el que revela los misterios le mostró lo que está por suceder.
Dan 2:30 Por lo que a mí toca, este misterio me ha sido revelado, no porque yo sea más sabio que el resto de la humanidad, sino para que Su Majestad llegue a conocer su interpretación y entienda lo que pasaba por su mente.
Daniel interpreta el sueño
Dan 2:31 »En su sueño Su Majestad veía una estatua enorme, de tamaño impresionante y de aspecto horrible.
Dan 2:32 La cabeza de la estatua era de oro puro, el pecho y los brazos eran de plata, el vientre y los muslos eran de bronce,
Dan 2:33 y las piernas eran de hierro, lo mismo que la mitad de los pies, en tanto que la otra mitad era de barro cocido.
Dan 2:34 De pronto, y mientras Su Majestad contemplaba la estatua, una roca que nadie desprendió vino y golpeó los pies de hierro y barro de la estatua, y los hizo pedazos.
Dan 2:35 Con ellos se hicieron añicos el hierro y el barro, junto con el bronce, la plata y el oro. La estatua se hizo polvo, como el que vuela en el verano cuando se trilla el trigo. El viento barrió con la estatua, y no quedó ni rastro de ella. En cambio, la roca que dio contra la estatua se convirtió en una montaña enorme que llenó toda la tierra.
Dan 2:36 »Éste fue el sueño que tuvo Su Majestad, y éste es su significado:
Dan 2:37 Su Majestad es rey entre los reyes; el Dios del cielo le ha dado el reino, el poder, la majestad y la gloria.
Dan 2:38 Además, ha puesto en manos de Su Majestad a la humanidad entera, a las bestias del campo y a las aves del cielo. No importa dónde vivan, Dios ha hecho de Su Majestad el gobernante de todos ellos. ¡Su Majestad es la cabeza de oro!
Dan 2:39 »Después de Su Majestad surgirá otro reino de menor importancia. Luego vendrá un tercer reino, que será de bronce, y dominará sobre toda la tierra.
Dan 2:40 Finalmente, vendrá un cuarto reino, sólido como el hierro. Y así como el hierro todo lo rompe, destroza y pulveriza, este cuarto reino hará polvo a los otros reinos.
Dan 2:41 »Su Majestad veía que los pies y los dedos de la estatua eran mitad hierro y mitad barro cocido. El hierro y el barro, que Su Majestad vio mezclados, significan que éste será un reino dividido, aunque tendrá la fuerza del hierro.
Dan 2:42 Y como los dedos eran también mitad hierro y mitad barro, este reino será medianamente fuerte y medianamente débil.
Dan 2:43 Su Majestad vio mezclados el hierro y el barro, dos elementos que no pueden fundirse entre sí. De igual manera, el pueblo será una mezcla que no podrá mantenerse unida.
Dan 2:44 »En los días de estos reyes el Dios del cielo establecerá un reino que jamás será destruido ni entregado a otro pueblo, sino que permanecerá para siempre y hará pedazos a todos estos reinos.
Dan 2:45 Tal es el sentido del sueño donde la roca se desprendía de una montaña; roca que, sin la intervención de nadie, hizo añicos al hierro, al bronce, al barro, a la plata y al oro. El gran Dios le ha mostrado a Su Majestad lo que tendrá lugar en el futuro. El sueño es verdadero, y esta interpretación, digna de confianza.
Daniel engrandecido
Dan 2:46 Al oír esto, el rey Nabucodonosor se postró ante Daniel y le rindió pleitesía, ordenó que se le presentara una ofrenda e incienso,
Dan 2:47 y le dijo: —¡Tu Dios es el Dios de dioses y el soberano de los reyes! ¡Tu Dios revela todos los misterios, pues fuiste capaz de revelarme este sueño misterioso!
Dan 2:48 Luego el rey puso a Daniel en un puesto prominente y lo colmó de regalos, lo nombró gobernador de toda la provincia de Babilonia y jefe de todos sus sabios.
Dan 2:49 Además, a solicitud de Daniel, el rey nombró a Sadrac, Mesac y Abednego administradores de la provincia de Babilonia. Daniel, por su parte, permaneció en la corte real.
Daniel 3
La imagen de oro de Nabucodonosor
Dan 3:1
El horno en llamas
El rey Nabucodonosor mandó hacer una estatua de oro, de veintisiete metros de alto por dos metros y medio[a] de ancho, y mandó que la colocaran en los llanos de Dura, en la provincia de Babilonia.
Dan 3:2 Luego les ordenó a los sátrapas, prefectos, gobernadores, consejeros, tesoreros, jueces, magistrados y demás oficiales de las provincias, que asistieran a la dedicación de la estatua que había mandado erigir.
Dan 3:3 Para celebrar tal dedicación, los sátrapas, prefectos, gobernadores, consejeros, tesoreros, jueces, magistrados y demás oficiales de las provincias se reunieron ante la estatua.
Dan 3:4 Entonces los heraldos proclamaron a voz en cuello: «A ustedes, pueblos, naciones y gente de toda lengua, se les ordena lo siguiente:
Dan 3:5 Tan pronto como escuchen la música de trompetas, flautas, cítaras, liras, arpas, zampoñas y otros instrumentos musicales, deberán inclinarse y adorar la estatua de oro que el rey Nabucodonosor ha mandado erigir.
Dan 3:6 Todo el que no se incline ante ella ni la adore será arrojado de inmediato a un horno en llamas.»
Dan 3:7 Ante tal amenaza, tan pronto como se escuchó la música de todos esos instrumentos musicales, todos los pueblos y naciones, y gente de toda lengua, se inclinaron y adoraron la estatua de oro que el rey Nabucodonosor había mandado erigir.
El horno de fuego
Dan 3:8 Pero algunos astrólogos se presentaron ante el rey y acusaron a los judíos:
Dan 3:9 —¡Que viva Su Majestad por siempre! —exclamaron—.
Dan 3:10 Usted ha emitido un decreto ordenando que todo el que oiga la música de trompetas, flautas, cítaras, liras, arpas, zampoñas y otros instrumentos musicales, se incline ante la estatua de oro y la adore.
Dan 3:11 También ha ordenado que todo el que no se incline ante la estatua ni la adore será arrojado a un horno en llamas.
Dan 3:12 Pero hay algunos judíos, a quienes Su Majestad ha puesto al frente de la provincia de Babilonia, que no acatan sus órdenes. No adoran a los dioses de Su Majestad ni a la estatua de oro que mandó erigir. Se trata de Sadrac, Mesac y Abednego.
Dan 3:13 Lleno de ira, Nabucodonosor los mandó llamar. Cuando los jóvenes se presentaron ante el rey,
Dan 3:14 Nabucodonosor les dijo: —Ustedes tres, ¿es verdad que no honran a mis dioses ni adoran a la estatua de oro que he mandado erigir?
Dan 3:15 Ahora que escuchen la música de los instrumentos musicales, más les vale que se inclinen ante la estatua que he mandado hacer, y que la adoren. De lo contrario, serán lanzados de inmediato a un horno en llamas, ¡y no habrá dios capaz de librarlos de mis manos!
Dan 3:16 Sadrac, Mesac y Abednego le respondieron a Nabucodonosor: —¡No hace falta que nos defendamos ante Su Majestad!
Dan 3:17 Si se nos arroja al horno en llamas, el Dios al que servimos puede librarnos del horno y de las manos de Su Majestad.
Dan 3:18 Pero aun si nuestro Dios no lo hace así, sepa usted que no honraremos a sus dioses ni adoraremos a su estatua.
Dan 3:19 Ante la respuesta de Sadrac, Mesac y Abednego, Nabucodonosor se puso muy furioso y cambió su actitud hacia ellos. Mandó entonces que se calentara el horno siete veces más de lo normal,
Dan 3:20 y que algunos de los soldados más fuertes de su ejército ataran a los tres jóvenes y los arrojaran al horno en llamas.
Dan 3:21 Fue así como los arrojaron al horno con sus mantos, sandalias, turbantes y todo, es decir, tal y como estaban vestidos.
Dan 3:22 Tan inmediata fue la orden del rey, y tan caliente estaba el horno, que las llamas alcanzaron y mataron a los soldados que arrojaron a Sadrac, Mesac y Abednego,
Dan 3:23 los cuales, atados de pies y manos, cayeron dentro del horno en llamas.
Dan 3:24 En ese momento Nabucodonosor se puso de pie, y sorprendido les preguntó a sus consejeros: —¿Acaso no eran tres los hombres que atamos y arrojamos al fuego? —Así es, Su Majestad —le respondieron.
Dan 3:25 —¡Pues miren! —exclamó—. Allí en el fuego veo a cuatro hombres, sin ataduras y sin daño alguno, ¡y el cuarto tiene la apariencia de un dios![b]
Dan 3:26 Dicho esto, Nabucodonosor se acercó a la puerta del horno en llamas y gritó: —Sadrac, Mesac y Abednego, siervos del Dios Altísimo, ¡salgan de allí, y vengan acá! Cuando los tres jóvenes salieron del horno,
Dan 3:27 los sátrapas, prefectos, gobernadores y consejeros reales se arremolinaron en torno a ellos y vieron que el fuego no les había causado ningún daño, y que ni uno solo de sus cabellos se había chamuscado; es más, su ropa no estaba quemada ¡y ni siquiera olía a humo!
Dan 3:28 Entonces exclamó Nabucodonosor: «¡Alabado sea el Dios de estos jóvenes, que envió a su ángel y los salvó! Ellos confiaron en él y, desafiando la orden real, optaron por la muerte antes que honrar o adorar a otro dios que no fuera el suyo.
Dan 3:29 Por tanto, yo decreto que se descuartice a cualquiera que hable en contra del Dios de Sadrac, Mesac y Abednego, y que su casa sea reducida a cenizas, sin importar la nación a que pertenezca o la lengua que hable. ¡No hay otro dios que pueda salvar de esta manera!»
Dan 3:30 Después de eso el rey promovió a Sadrac, Mesac y Abednego a un alto puesto en la provincia de Babilonia.
Salmo 55
Echa sobre Jehová tu carga
Sal 55:1
Al director musical. Acompáñese con instrumentos de cuerda. Masquil de David.
Escucha, oh Dios, mi oración; no pases por alto mi súplica.
Sal 55:2 ¡óyeme y respóndeme, porque mis angustias me perturban! Me aterran
Sal 55:3 las amenazas del enemigo y la opresión de los impíos, pues me causan sufrimiento y en su enojo me insultan.
Sal 55:4 Se me estremece el corazón dentro del pecho, y me invade un pánico mortal.
Sal 55:5 Temblando estoy de miedo, sobrecogido estoy de terror.
Sal 55:6 ¡Cómo quisiera tener las alas de una paloma y volar hasta encontrar reposo!
Sal 55:7 Me iría muy lejos de aquí; me quedaría a vivir en el desierto. Selah
Sal 55:8 Presuroso volaría a mi refugio, para librarme del viento borrascoso y de la tempestad.
Sal 55:9 ¡Destrúyelos, Señor! ¡Confunde su lenguaje! En la ciudad sólo veo contiendas y violencia;
Sal 55:10 día y noche rondan por sus muros, y dentro de ella hay intrigas y maldad.
Sal 55:11 En su seno hay fuerzas destructivas; de sus calles no se apartan la opresión y el engaño.
Sal 55:12 Si un enemigo me insultara, yo lo podría soportar; si un adversario me humillara, de él me podría yo esconder.
Sal 55:13 Pero lo has hecho tú, un hombre como yo, mi compañero, mi mejor amigo,
Sal 55:14 a quien me unía una bella amistad, con quien convivía en la casa de Dios.
Sal 55:15 ¡Que sorprenda la muerte a mis enemigos! ¡Que caigan vivos al sepulcro, pues en ellos habita la maldad!
Sal 55:16 Pero yo clamaré a Dios, y el SEÑOR me salvará.
Sal 55:17 Mañana, tarde y noche clamo angustiado, y él me escucha.
Sal 55:18 Aunque son muchos los que me combaten, él me rescata, me salva la vida en la batalla que se libra contra mí.
Sal 55:19 ¡Dios, que reina para siempre, habrá de oírme y los afligirá! Selah
Esa gente no cambia de conducta, no tiene temor de Dios.
Sal 55:20 Levantan la mano contra sus amigos y no cumplen sus compromisos.
Sal 55:21 Su boca es blanda como la manteca, pero sus pensamientos son belicosos. Sus palabras son más suaves que el aceite, pero no son sino espadas desenvainadas.
Sal 55:22 Encomienda al SEÑOR tus afanes, y él te sostendrá; no permitirá que el justo caiga y quede abatido para siempre.
Sal 55:23 Tú, oh Dios, abatirás a los impíos y los arrojarás en la fosa de la muerte; la gente sanguinaria y mentirosa no llegará ni a la mitad de su vida. Yo, por mi parte, en ti confío.