Día 288
14 Jesús & el Reino
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Hechos 19
Pablo en Éfeso
Hch 19:1
Pablo en Éfeso
Mientras Apolos estaba en Corinto, Pablo recorrió las regiones del interior y llegó a Éfeso. Allí encontró a algunos discípulos.
Hch 19:2 —¿Recibieron ustedes el Espíritu Santo cuando creyeron? —les preguntó. —No, ni siquiera hemos oído hablar del Espíritu Santo —respondieron.
Hch 19:3 —Entonces, ¿qué bautismo recibieron? —El bautismo de Juan.
Hch 19:4 Pablo les explicó: —El bautismo de Juan no era más que un bautismo de arrepentimiento. Él le decía al pueblo que creyera en el que venía después de él, es decir, en Jesús.
Hch 19:5 Al oír esto, fueron bautizados en el nombre del Señor Jesús.
Hch 19:6 Cuando Pablo les impuso las manos, el Espíritu Santo vino sobre ellos, y empezaron a hablar en lenguas y a profetizar.
Hch 19:7 Eran en total unos doce hombres.
Hch 19:8 Pablo entró en la sinagoga y habló allí con toda valentía durante tres meses. Discutía acerca del reino de Dios, tratando de convencerlos,
Hch 19:9 pero algunos se negaron obstinadamente a creer, y ante la congregación hablaban mal del Camino. Así que Pablo se alejó de ellos y formó un grupo aparte con los discípulos; y a diario debatía en la escuela de Tirano.
Hch 19:10 Esto continuó por espacio de dos años, de modo que todos los judíos y los griegos que vivían en la provincia de Asia llegaron a escuchar la palabra del Señor.
Los hijos de Esceva
Hch 19:11 Dios hacía milagros extraordinarios por medio de Pablo,
Hch 19:12 a tal grado que a los enfermos les llevaban pañuelos y delantales que habían tocado el cuerpo de Pablo, y quedaban sanos de sus enfermedades, y los espíritus malignos salían de ellos.
Hch 19:13 Algunos judíos que andaban expulsando espíritus malignos intentaron invocar sobre los endemoniados el nombre del Señor Jesús. Decían: «¡En el nombre de Jesús, a quien Pablo predica, les ordeno que salgan!»
Hch 19:14 Esto lo hacían siete hijos de un tal Esceva, que era uno de los jefes de los sacerdotes judíos.
Hch 19:15 Un día el espíritu maligno les replicó: «Conozco a Jesús, y sé quién es Pablo, pero ustedes ¿quiénes son?»
Hch 19:16 Y abalanzándose sobre ellos, el hombre que tenía el espíritu maligno los dominó a todos. Los maltrató con tanta violencia que huyeron de la casa desnudos y heridos.
Hch 19:17 Cuando se enteraron los judíos y los griegos que vivían en Éfeso, el temor se apoderó de todos ellos, y el nombre del Señor Jesús era glorificado.
Hch 19:18 Muchos de los que habían creído llegaban ahora y confesaban públicamente sus prácticas malvadas.
Hch 19:19 Un buen número de los que practicaban la hechicería juntaron sus libros en un montón y los quemaron delante de todos. Cuando calcularon el precio de aquellos libros, resultó un total de cincuenta mil monedas de plata.[a]
Hch 19:20 Así la palabra del Señor crecía y se difundía con poder arrollador.
Disturbio en Éfeso
Hch 19:21 Después de todos estos sucesos, Pablo tomó la determinación de ir a Jerusalén, pasando por Macedonia y Acaya. Decía: «Después de estar allí, tengo que visitar Roma.»
Hch 19:22 Entonces envió a Macedonia a dos de sus ayudantes, Timoteo y Erasto, mientras él se quedaba por algún tiempo en la provincia de Asia.
Hch 19:23
El disturbio en Éfeso
Por aquellos días se produjo un gran disturbio a propósito del Camino.
Hch 19:24 Un platero llamado Demetrio, que hacía figuras en plata del templo de Artemisa,[b] proporcionaba a los artesanos no poca ganancia.
Hch 19:25 Los reunió con otros obreros del ramo, y les dijo: —Compañeros, ustedes saben que obtenemos buenos ingresos de este oficio.
Hch 19:26 Les consta además que el tal Pablo ha logrado persuadir a mucha gente, no sólo en Éfeso sino en casi toda la provincia de Asia. Él sostiene que no son dioses los que se hacen con las manos.
Hch 19:27 Ahora bien, no sólo hay el peligro de que se desprestigie nuestro oficio, sino también de que el templo de la gran diosa Artemisa sea menospreciado, y que la diosa misma, a quien adoran toda la provincia de Asia y el mundo entero, sea despojada de su divina majestad.
Hch 19:28 Al oír esto, se enfurecieron y comenzaron a gritar: —¡Grande es Artemisa de los efesios!
Hch 19:29 En seguida toda la ciudad se alborotó. La turba en masa se precipitó en el teatro, arrastrando a Gayo y a Aristarco, compañeros de viaje de Pablo, que eran de Macedonia.
Hch 19:30 Pablo quiso presentarse ante la multitud, pero los discípulos no se lo permitieron.
Hch 19:31 Incluso algunas autoridades de la provincia, que eran amigos de Pablo, le enviaron un recado, rogándole que no se arriesgara a entrar en el teatro.
Hch 19:32 Había confusión en la asamblea. Cada uno gritaba una cosa distinta, y la mayoría ni siquiera sabía para qué se habían reunido.
Hch 19:33 Los judíos empujaron a un tal Alejandro hacia adelante, y algunos de entre la multitud lo sacaron para que tomara la palabra. Él agitó la mano para pedir silencio y presentar su defensa ante el pueblo.
Hch 19:34 Pero cuando se dieron cuenta de que era judío, todos se pusieron a gritar al unísono como por dos horas: —¡Grande es Artemisa de los efesios!
Hch 19:35 El secretario del concejo municipal logró calmar a la multitud y dijo: —Ciudadanos de Éfeso, ¿acaso no sabe todo el mundo que la ciudad de Éfeso es guardiana del templo de la gran Artemisa y de su estatua bajada del cielo?
Hch 19:36 Ya que estos hechos son innegables, es preciso que ustedes se calmen y no hagan nada precipitadamente.
Hch 19:37 Ustedes han traído a estos hombres, aunque ellos no han cometido ningún sacrilegio ni han blasfemado contra nuestra diosa.
Hch 19:38 Así que si Demetrio y sus compañeros de oficio tienen alguna queja contra alguien, para eso hay tribunales y gobernadores.[c] Vayan y presenten allí sus acusaciones unos contra otros.
Hch 19:39 Si tienen alguna otra demanda, que se resuelva en legítima asamblea.
Hch 19:40 Tal y como están las cosas, con los sucesos de hoy corremos el riesgo de que nos acusen de causar disturbios. ¿Qué razón podríamos dar de este alboroto, si no hay ninguna?
Hch 19:41 Dicho esto, despidió la asamblea.
Hechos 20
Pablo en Macedonia y Grecia
Hch 20:1
Recorrido por Macedonia y Grecia
Cuando cesó el alboroto, Pablo mandó llamar a los discípulos y, después de animarlos, se despidió y salió rumbo a Macedonia.
Hch 20:2 Recorrió aquellas regiones, alentando a los creyentes en muchas ocasiones, y por fin llegó a Grecia,
Hch 20:3 donde se quedó tres meses. Como los judíos tramaban un atentado contra él cuando estaba a punto de embarcarse para Siria, decidió regresar por Macedonia.
Hch 20:4 Lo acompañaron Sópater hijo de Pirro, de Berea; Aristarco y Segundo, de Tesalónica; Gayo, de Derbe; Timoteo; y por último, Tíquico y Trófimo, de la provincia de Asia.
Hch 20:5 Éstos se adelantaron y nos esperaron en Troas.
Hch 20:6 Pero nosotros zarpamos de Filipos después de la fiesta de los Panes sin levadura, y a los cinco días nos reunimos con los otros en Troas, donde pasamos siete días.
Eutico resucitado
Hch 20:7
Visita de Pablo a Troas
El primer día de la semana nos reunimos para partir el pan. Como iba a salir al día siguiente, Pablo estuvo hablando a los creyentes, y prolongó su discurso hasta la medianoche.
Hch 20:8 En el cuarto del piso superior donde estábamos reunidos había muchas lámparas.
Hch 20:9 Un joven llamado Eutico, que estaba sentado en una ventana, comenzó a dormirse mientras Pablo alargaba su discurso. Cuando se quedó profundamente dormido, se cayó desde el tercer piso y lo recogieron muerto.
Hch 20:10 Pablo bajó, se echó sobre el joven y lo abrazó. «¡No se alarmen! —les dijo—. ¡Está vivo!»
Hch 20:11 Luego volvió a subir, partió el pan y comió. Siguió hablando hasta el amanecer, y entonces se fue.
Hch 20:12 Al joven se lo llevaron vivo a su casa, para gran consuelo de todos.
Hch 20:13
Pablo se despide de los ancianos de Éfeso
Nosotros, por nuestra parte, nos embarcamos anticipadamente y zarpamos para Asón, donde íbamos a recoger a Pablo. Así se había planeado, ya que él iba a hacer esa parte del viaje por tierra.
Hch 20:14 Cuando se encontró con nosotros en Asón, lo tomamos a bordo y fuimos a Mitilene.
Hch 20:15 Desde allí zarpamos al día siguiente y llegamos frente a Quío. Al otro día cruzamos en dirección a Samos, y un día después llegamos a Mileto.
Hch 20:16 Pablo había decidido pasar de largo a Éfeso para no demorarse en la provincia de Asia, porque tenía prisa por llegar a Jerusalén para el día de Pentecostés, si fuera posible.
Paul habla a los ancianos de Éfeso
Hch 20:17 Desde Mileto, Pablo mandó llamar a los ancianos de la iglesia de Éfeso.
Hch 20:18 Cuando llegaron, les dijo: «Ustedes saben cómo me porté todo el tiempo que estuve con ustedes, desde el primer día que vine a la provincia de Asia.
Hch 20:19 He servido al Señor con toda humildad y con lágrimas, a pesar de haber sido sometido a duras pruebas por las maquinaciones de los judíos.
Hch 20:20 Ustedes saben que no he vacilado en predicarles nada que les fuera de provecho, sino que les he enseñado públicamente y en las casas.
Hch 20:21 A judíos y a griegos les he instado a convertirse a Dios y a creer en nuestro Señor Jesús.
Hch 20:22 »Y ahora tengan en cuenta que voy a Jerusalén obligado[a] por el Espíritu, sin saber lo que allí me espera.
Hch 20:23 Lo único que sé es que en todas las ciudades el Espíritu Santo me asegura que me esperan prisiones y sufrimientos.
Hch 20:24 Sin embargo, considero que mi vida carece de valor para mí mismo, con tal de que termine mi carrera y lleve a cabo el servicio que me ha encomendado el Señor Jesús, que es el de dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios.
Hch 20:25 »Escuchen, yo sé que ninguno de ustedes, entre quienes he andado predicando el reino de Dios, volverá a verme.
Hch 20:26 Por tanto, hoy les declaro que soy inocente de la sangre de todos,
Hch 20:27 porque sin vacilar les he proclamado todo el propósito de Dios.
Hch 20:28 Tengan cuidado de sí mismos y de todo el rebaño sobre el cual el Espíritu Santo los ha puesto como obispos para pastorear la iglesia de Dios,[b] que él adquirió con su propia sangre.[c]
Hch 20:29 Sé que después de mi partida entrarán en medio de ustedes lobos feroces que procurarán acabar con el rebaño.
Hch 20:30 Aun de entre ustedes mismos se levantarán algunos que enseñarán falsedades para arrastrar a los discípulos que los sigan.
Hch 20:31 Así que estén alerta. Recuerden que día y noche, durante tres años, no he dejado de amonestar con lágrimas a cada uno en particular.
Hch 20:32 »Ahora los encomiendo a Dios y al mensaje de su gracia, mensaje que tiene poder para edificarlos y darles herencia entre todos los santificados.
Hch 20:33 No he codiciado ni la plata ni el oro ni la ropa de nadie.
Hch 20:34 Ustedes mismos saben bien que estas manos se han ocupado de mis propias necesidades y de las de mis compañeros.
Hch 20:35 Con mi ejemplo les he mostrado que es preciso trabajar duro para ayudar a los necesitados, recordando las palabras del Señor Jesús: “Hay más dicha en dar que en recibir.” »
Hch 20:36 Después de decir esto, Pablo se puso de rodillas con todos ellos y oró.
Hch 20:37 Todos lloraban inconsolablemente mientras lo abrazaban y lo besaban.
Hch 20:38 Lo que más los entristecía era su declaración de que ellos no volverían a verlo. Luego lo acompañaron hasta el barco.
Salmo 128
Bienaventurado todo el que teme al Señor
Sal 128:1
Cántico de los peregrinos.
Dichosos todos los que temen al SEÑOR, los que van por sus caminos.
Sal 128:2 Lo que ganes con tus manos, eso comerás; gozarás de dicha y prosperidad.
Sal 128:3 En el seno de tu hogar, tu esposa será como vid llena de uvas; alrededor de tu mesa, tus hijos serán como vástagos de olivo.
Sal 128:4 Tales son las bendiciones de los que temen al SEÑOR.
Sal 128:5 Que el SEÑOR te bendiga desde Sión, y veas la prosperidad de Jerusalén todos los días de tu vida.
Sal 128:6 Que vivas para ver a los hijos de tus hijos. ¡Que haya paz en Israel!