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16 El Apocalipsis

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Cielo y Tierra

¿Qué enseña realmente la Biblia acerca del cielo y cuál es la relación del cielo con la tierra? En este video, exploramos el sorprendente punto de vista bíblico de que el cielo y la tierra fueron creados para superponerse uno dentro del otro, y de cómo Jesús tiene la misión de unirlos de una vez por todas.

Apocalipsis 21

Nuevos cielos y una nueva tierra

Apo 21:1

La nueva Jerusalén

Después vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra habían dejado de existir, lo mismo que el mar.

Apo 21:2 Vi además la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que bajaba del cielo, procedente de Dios, preparada como una novia hermosamente vestida para su prometido.

Apo 21:3 Oí una potente voz que provenía del trono y decía: «¡Aquí, entre los seres humanos, está la morada de Dios! Él acampará en medio de ellos, y ellos serán su pueblo; Dios mismo estará con ellos y será su Dios.

Apo 21:4 Él les enjugará toda lágrima de los ojos. Ya no habrá muerte, ni llanto, ni lamento ni dolor, porque las primeras cosas han dejado de existir.»

Apo 21:5 El que estaba sentado en el trono dijo: «¡Yo hago nuevas todas las cosas!» Y añadió: «Escribe, porque estas palabras son verdaderas y dignas de confianza.»

Apo 21:6 También me dijo: «Ya todo está hecho. Yo soy el Alfa y la Omega, el Principio y el Fin. Al que tenga sed le daré a beber gratuitamente de la fuente del agua de la vida.

Apo 21:7 El que salga vencedor heredará todo esto, y yo seré su Dios y él será mi hijo.

Apo 21:8 Pero los cobardes, los incrédulos, los abominables, los asesinos, los que cometen inmoralidades sexuales, los que practican artes mágicas, los idólatras y todos los mentirosos recibirán como herencia el lago de fuego y azufre. Ésta es la segunda muerte.»

La nueva Jerusalén

Apo 21:9 Se acercó uno de los siete ángeles que tenían las siete copas llenas con las últimas siete plagas. Me habló así: «Ven, que te voy a presentar a la novia, la esposa del Cordero.»

Apo 21:10 Me llevó en el Espíritu a una montaña grande y elevada, y me mostró la ciudad santa, Jerusalén, que bajaba del cielo, procedente de Dios.

Apo 21:11 Resplandecía con la gloria de Dios, y su brillo era como el de una piedra preciosa, semejante a una piedra de jaspe transparente.

Apo 21:12 Tenía una muralla grande y alta, y doce puertas custodiadas por doce ángeles, en las que estaban escritos los nombres de las doce tribus de Israel.

Apo 21:13 Tres puertas daban al este, tres al norte, tres al sur y tres al oeste.

Apo 21:14 La muralla de la ciudad tenía doce cimientos, en los que estaban los nombres de los doce apóstoles del Cordero.

Apo 21:15 El ángel que hablaba conmigo llevaba una caña de oro para medir la ciudad, sus puertas y su muralla.

Apo 21:16 La ciudad era cuadrada; medía lo mismo de largo que de ancho. El ángel midió la ciudad con la caña, y tenía dos mil doscientos kilómetros:[a] su longitud, su anchura y su altura eran iguales.

Apo 21:17 Midió también la muralla, y tenía sesenta y cinco metros,[b] según las medidas humanas que el ángel empleaba.

Apo 21:18 La muralla estaba hecha de jaspe, y la ciudad era de oro puro, semejante a cristal pulido.

Apo 21:19 Los cimientos de la muralla de la ciudad estaban decorados con toda clase de piedras preciosas: el primero con jaspe, el segundo con zafiro, el tercero con ágata, el cuarto con esmeralda,

Apo 21:20 el quinto con ónice, el sexto con cornalina, el séptimo con crisólito, el octavo con berilo, el noveno con topacio, el décimo con crisoprasa, el undécimo con jacinto y el duodécimo con amatista.[c]

Apo 21:21 Las doce puertas eran doce perlas, y cada puerta estaba hecha de una sola perla. La calle[d] principal de la ciudad era de oro puro, como cristal transparente.

Apo 21:22 No vi ningún templo en la ciudad, porque el Señor Dios Todopoderoso y el Cordero son su templo.

Apo 21:23 La ciudad no necesita ni sol ni luna que la alumbren, porque la gloria de Dios la ilumina, y el Cordero es su lumbrera.

Apo 21:24 Las naciones caminarán a la luz de la ciudad, y los reyes de la tierra le entregarán sus espléndidas riquezas.[e]

Apo 21:25 Sus puertas estarán abiertas todo el día, pues allí no habrá noche.

Apo 21:26 Y llevarán a ella todas las riquezas[f] y el honor de las naciones.

Apo 21:27 Nunca entrará en ella nada impuro, ni los idólatras ni los farsantes, sino sólo aquellos que tienen su nombre escrito en el libro de la vida, el libro del Cordero.

Apocalipsis 22

El río de la vida

Apo 22:1

El río de vida

Luego el ángel me mostró un río de agua de vida, claro como el cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero,

Apo 22:2 y corría por el centro de la calle[a] principal de la ciudad. A cada lado del río estaba el árbol de la vida, que produce doce cosechas al año, una por mes; y las hojas del árbol son para la salud de las naciones.

Apo 22:3 Ya no habrá maldición. El trono de Dios y del Cordero estará en la ciudad. Sus siervos lo adorarán;

Apo 22:4 lo verán cara a cara, y llevarán su nombre en la frente.

Apo 22:5 Ya no habrá noche; no necesitarán luz de lámpara ni de sol, porque el Señor Dios los alumbrará. Y reinarán por los siglos de los siglos.

Jesús viene

Apo 22:6 El ángel me dijo: «Estas palabras son verdaderas y dignas de confianza. El Señor, el Dios que inspira a los profetas,[b] ha enviado a su ángel para mostrar a sus siervos lo que tiene que suceder sin demora.»

Apo 22:7

Cristo viene pronto

«¡Miren que vengo pronto! Dichoso el que cumple las palabras del mensaje profético de este libro.»

Apo 22:8 Yo, Juan, soy el que vio y oyó todas estas cosas. Y cuando lo vi y oí, me postré para adorar al ángel que me había estado mostrando todo esto.

Apo 22:9 Pero él me dijo: «¡No, cuidado! Soy un siervo como tú, como tus hermanos los profetas y como todos los que cumplen las palabras de este libro. ¡Adora sólo a Dios!»

Apo 22:10 También me dijo: «No guardes en secreto las palabras del mensaje profético de este libro, porque el tiempo de su cumplimiento está cerca.

Apo 22:11 Deja que el malo siga haciendo el mal y que el vil siga envileciéndose; deja que el justo siga practicando la justicia y que el santo siga santificándose.»

Apo 22:12 «¡Miren que vengo pronto! Traigo conmigo mi recompensa, y le pagaré a cada uno según lo que haya hecho.

Apo 22:13 Yo soy el Alfa y la Omega, el Primero y el Último, el Principio y el Fin.

Apo 22:14 »Dichosos los que lavan sus ropas para tener derecho al árbol de la vida y para poder entrar por las puertas de la ciudad.

Apo 22:15 Pero afuera se quedarán los perros, los que practican las artes mágicas, los que cometen inmoralidades sexuales, los asesinos, los idólatras y todos los que aman y practican la mentira.

Apo 22:16 »Yo, Jesús, he enviado a mi ángel para darles a ustedes testimonio de estas cosas que conciernen a las iglesias. Yo soy la raíz y la descendencia de David, la brillante estrella de la mañana.»

Apo 22:17 El Espíritu y la novia dicen: «¡Ven!»; y el que escuche diga: «¡Ven!» El que tenga sed, venga; y el que quiera, tome gratuitamente del agua de la vida.

Apo 22:18 A todo el que escuche las palabras del mensaje profético de este libro le advierto esto: Si alguno le añade algo, Dios le añadirá a él las plagas descritas en este libro.

Apo 22:19 Y si alguno quita palabras de este libro de profecía, Dios le quitará su parte del árbol de la vida y de la ciudad santa, descritos en este libro.

Apo 22:20 El que da testimonio de estas cosas, dice: «Sí, vengo pronto.» Amén. ¡Ven, Señor Jesús!

Apo 22:21 Que la gracia del Señor Jesús sea con todos. Amén.

Salmo 48

"Sión, la ciudad de nuestro Dios"

Sal 48:1

Canción. Salmo de los hijos de Coré.

Grande es el SEÑOR, y digno de suprema alabanza en la ciudad de nuestro Dios. Su monte santo,

Sal 48:2 bella colina, es la alegría de toda la tierra. El monte Sión, en la parte norte, es la ciudad del gran Rey.

Sal 48:3 En las fortificaciones de Sión Dios se ha dado a conocer como refugio seguro.

Sal 48:4 Hubo reyes que unieron sus fuerzas y que juntos avanzaron contra la ciudad;

Sal 48:5 pero al verla quedaron pasmados, y asustados emprendieron la retirada.

Sal 48:6 Allí el miedo se apoderó de ellos, y un dolor de parturienta les sobrevino.

Sal 48:7 ¡Con un viento huracanado destruiste las naves de Tarsis!

Sal 48:8 Tal como lo habíamos oído, ahora lo hemos visto en la ciudad del SEÑOR Todopoderoso, en la ciudad de nuestro Dios: ¡Él la hará permanecer para siempre! Selah

Sal 48:9 Dentro de tu templo, oh Dios, meditamos en tu gran amor.

Sal 48:10 Tu alabanza, oh Dios, como tu nombre, llega a los confines de la tierra; tu derecha está llena de justicia.

Sal 48:11 Por causa de tus justas decisiones el monte Sión se alegra y las aldeas de Judá se regocijan.

Sal 48:12 Caminen alrededor de Sión, caminen en torno suyo y cuenten sus torres.

Sal 48:13 Observen bien sus murallas y examinen sus fortificaciones, para que se lo cuenten a las generaciones futuras.

Sal 48:14 ¡Este Dios es nuestro Dios eterno! ¡Él nos guiará para siempre!