Día 299

15 El Pueblo del Reino

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Romanos 13

Sumisión a las autoridades

Rom 13:1

El respeto a las autoridades

Todos deben someterse a las autoridades públicas, pues no hay autoridad que Dios no haya dispuesto, así que las que existen fueron establecidas por él.

Rom 13:2 Por lo tanto, todo el que se opone a la autoridad se rebela contra lo que Dios ha instituido. Los que así proceden recibirán castigo.

Rom 13:3 Porque los gobernantes no están para infundir terror a los que hacen lo bueno sino a los que hacen lo malo. ¿Quieres librarte del miedo a la autoridad? Haz lo bueno, y tendrás su aprobación,

Rom 13:4 pues está al servicio de Dios para tu bien. Pero si haces lo malo, entonces debes tener miedo. No en vano lleva la espada, pues está al servicio de Dios para impartir justicia y castigar al malhechor.

Rom 13:5 Así que es necesario someterse a las autoridades, no sólo para evitar el castigo sino también por razones de conciencia.

Rom 13:6 Por eso mismo pagan ustedes impuestos, pues las autoridades están al servicio de Dios, dedicadas precisamente a gobernar.

Rom 13:7 Paguen a cada uno lo que le corresponda: si deben impuestos, paguen los impuestos; si deben contribuciones, paguen las contribuciones; al que deban respeto, muéstrenle respeto; al que deban honor, ríndanle honor.

El cumplimiento de la Ley a través del amor

Rom 13:8

La responsabilidad hacia los demás

No tengan deudas pendientes con nadie, a no ser la de amarse unos a otros. De hecho, quien ama al prójimo ha cumplido la ley.

Rom 13:9 Porque los mandamientos que dicen: «No cometas adulterio», «No mates», «No robes», «No codicies»,[a] y todos los demás mandamientos, se resumen en este precepto: «Ama a tu prójimo como a ti mismo.»[b]

Rom 13:10 El amor no perjudica al prójimo. Así que el amor es el cumplimiento de la ley.

Rom 13:11 Hagan todo esto estando conscientes del tiempo en que vivimos. Ya es hora de que despierten del sueño, pues nuestra salvación está ahora más cerca que cuando inicialmente creímos.

Rom 13:12 La noche está muy avanzada y ya se acerca el día. Por eso, dejemos a un lado las obras de la oscuridad y pongámonos la armadura de la luz.

Rom 13:13 Vivamos decentemente, como a la luz del día, no en orgías y borracheras, ni en inmoralidad sexual y libertinaje, ni en disensiones y envidias.

Rom 13:14 Más bien, revístanse ustedes del Señor Jesucristo, y no se preocupen por satisfacer los deseos de la naturaleza pecaminosa.

Romanos 14

No nos juzguemos unos a otros

Rom 14:1

Los débiles y los fuertes

Reciban al que es débil en la fe, pero no para entrar en discusiones.

Rom 14:2 A algunos su fe les permite comer de todo, pero hay quienes son débiles en la fe, y sólo comen verduras.

Rom 14:3 El que come de todo no debe menospreciar al que no come ciertas cosas, y el que no come de todo no debe condenar al que lo hace, pues Dios lo ha aceptado.

Rom 14:4 ¿Quién eres tú para juzgar al siervo de otro? Que se mantenga en pie, o que caiga, es asunto de su propio señor. Y se mantendrá en pie, porque el Señor tiene poder para sostenerlo.

Rom 14:5 Hay quien considera que un día tiene más importancia que otro, pero hay quien considera iguales todos los días. Cada uno debe estar firme en sus propias opiniones.

Rom 14:6 El que le da importancia especial a cierto día, lo hace para el Señor. El que come de todo, come para el Señor, y lo demuestra dándole gracias a Dios; y el que no come, para el Señor se abstiene, y también da gracias a Dios.

Rom 14:7 Porque ninguno de nosotros vive para sí mismo, ni tampoco muere para sí.

Rom 14:8 Si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Así pues, sea que vivamos o que muramos, del Señor somos.

Rom 14:9 Para esto mismo murió Cristo, y volvió a vivir, para ser Señor tanto de los que han muerto como de los que aún viven.

Rom 14:10 Tú, entonces, ¿por qué juzgas a tu hermano? O tú, ¿por qué lo menosprecias? ¡Todos tendremos que comparecer ante el tribunal de Dios!

Rom 14:11 Está escrito: «Tan cierto como que yo vivo —dice el Señor—, ante mí se doblará toda rodilla y toda lengua confesará a Dios.»[a]

Rom 14:12 Así que cada uno de nosotros tendrá que dar cuentas de sí a Dios.

No hagamos tropezar a otros

Rom 14:13 Por tanto, dejemos de juzgarnos unos a otros. Más bien, propónganse no poner tropiezos ni obstáculos al hermano.

Rom 14:14 Yo, de mi parte, estoy plenamente convencido en el Señor Jesús de que no hay nada impuro en sí mismo. Si algo es impuro, lo es solamente para quien así lo considera.

Rom 14:15 Ahora bien, si tu hermano se angustia por causa de lo que comes, ya no te comportas con amor. No destruyas, por causa de la comida, al hermano por quien Cristo murió.

Rom 14:16 En una palabra, no den lugar a que se hable mal del bien que ustedes practican,

Rom 14:17 porque el reino de Dios no es cuestión de comidas o bebidas sino de justicia, paz y alegría en el Espíritu Santo.

Rom 14:18 El que de esta manera sirve a Cristo, agrada a Dios y es aprobado por sus semejantes.

Rom 14:19 Por lo tanto, esforcémonos por promover todo lo que conduzca a la paz y a la mutua edificación.

Rom 14:20 No destruyas la obra de Dios por causa de la comida. Todo alimento es puro; lo malo es hacer tropezar a otros por lo que uno come.

Rom 14:21 Más vale no comer carne ni beber vino, ni hacer nada que haga caer a tu hermano.

Rom 14:22 Así que la convicción[b] que tengas tú al respecto, manténla como algo entre Dios y tú. Dichoso aquel a quien su conciencia no lo acusa por lo que hace.

Rom 14:23 Pero el que tiene dudas en cuanto a lo que come, se condena; porque no lo hace por convicción. Y todo lo que no se hace por convicción es pecado.

Salmo 139

"Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón"

Sal 139:1

Al director musical. Salmo de David.

SEÑOR, tú me examinas, tú me conoces.

Sal 139:2 Sabes cuándo me siento y cuándo me levanto; aun a la distancia me lees el pensamiento.

Sal 139:3 Mis trajines y descansos los conoces; todos mis caminos te son familiares.

Sal 139:4 No me llega aún la palabra a la lengua cuando tú, SEÑOR, ya la sabes toda.

Sal 139:5 Tu protección me envuelve por completo; me cubres con la palma de tu mano.

Sal 139:6 Conocimiento tan maravilloso rebasa mi comprensión; tan sublime es que no puedo entenderlo.

Sal 139:7 ¿A dónde podría alejarme de tu Espíritu? ¿A dónde podría huir de tu presencia?

Sal 139:8 Si subiera al cielo, allí estás tú; si tendiera mi lecho en el fondo del abismo, también estás allí.

Sal 139:9 Si me elevara sobre las alas del alba, o me estableciera en los extremos del mar,

Sal 139:10 aun allí tu mano me guiaría, ¡me sostendría tu mano derecha!

Sal 139:11 Y si dijera: «Que me oculten las tinieblas; que la luz se haga noche en torno mío»,

Sal 139:12 ni las tinieblas serían oscuras para ti, y aun la noche sería clara como el día. ¡Lo mismo son para ti las tinieblas que la luz!

Sal 139:13 Tú creaste mis entrañas; me formaste en el vientre de mi madre.

Sal 139:14 ¡Te alabo porque soy una creación admirable! ¡Tus obras son maravillosas, y esto lo sé muy bien!

Sal 139:15 Mis huesos no te fueron desconocidos cuando en lo más recóndito era yo formado, cuando en lo más profundo de la tierra era yo entretejido.

Sal 139:16 Tus ojos vieron mi cuerpo en gestación: todo estaba ya escrito en tu libro; todos mis días se estaban diseñando, aunque no existía uno solo de ellos.

Sal 139:17 ¡Cuán preciosos, oh Dios, me son tus pensamientos! ¡Cuán inmensa es la suma de ellos!

Sal 139:18 Si me propusiera contarlos, sumarían más que los granos de arena. Y si terminara de hacerlo,[a] aún estaría a tu lado.

Sal 139:19 Oh Dios, ¡si les quitaras la vida a los impíos! ¡Si de mí se apartara la gente sanguinaria,

Sal 139:20 esos que con malicia te difaman y que en vano se rebelan contra ti![b]

Sal 139:21 ¿Acaso no aborrezco, SEÑOR, a los que te odian, y abomino a los que te rechazan?

Sal 139:22 El odio que les tengo es un odio implacable; ¡los cuento entre mis enemigos!

Sal 139:23 Examíname, oh Dios, y sondea mi corazón; ponme a prueba y sondea mis pensamientos.

Sal 139:24 Fíjate si voy por mal camino, y guíame por el camino eterno.