Día 273
14 Jesús & el Reino
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Lucas 12
Guardaos de la levadura de los fariseos
Luc 12:1
Advertencias y estímulos
12:2-9—Mt 10:26-33
Mientras tanto, se habían reunido millares de personas, tantas que se atropellaban unas a otras. Jesús comenzó a hablar, dirigiéndose primero a sus discípulos: «Cuídense de la levadura de los fariseos, o sea, de la hipocresía.
Luc 12:2 No hay nada encubierto que no llegue a revelarse, ni nada escondido que no llegue a conocerse.
Luc 12:3 Así que todo lo que ustedes han dicho en la oscuridad se dará a conocer a plena luz, y lo que han susurrado a puerta cerrada se proclamará desde las azoteas.
No temáis
Luc 12:4 »A ustedes, mis amigos, les digo que no teman a los que matan el cuerpo pero después no pueden hacer más.
Luc 12:5 Les voy a enseñar más bien a quién deben temer: teman al que, después de dar muerte, tiene poder para echarlos al infierno.[a] Sí, les aseguro que a él deben temerle.
Luc 12:6 ¿No se venden cinco gorriones por dos moneditas?[b] Sin embargo, Dios no se olvida de ninguno de ellos.
Luc 12:7 Así mismo sucede con ustedes: aun los cabellos de su cabeza están contados. No tengan miedo; ustedes valen más que muchos gorriones.
Reconocer a Cristo ante los hombres
Luc 12:8 »Les aseguro que a cualquiera que me reconozca delante de la gente, también el Hijo del hombre lo reconocerá delante de los ángeles de Dios.
Luc 12:9 Pero al que me desconozca delante de la gente se le desconocerá delante de los ángeles de Dios.
Luc 12:10 Y todo el que pronuncie alguna palabra contra el Hijo del hombre será perdonado, pero el que blasfeme contra el Espíritu Santo no tendrá perdón.
Luc 12:11 »Cuando los hagan comparecer ante las sinagogas, los gobernantes y las autoridades, no se preocupen de cómo van a defenderse o de qué van a decir,
Luc 12:12 porque en ese momento el Espíritu Santo les enseñará lo que deben responder.»
La parábola del rico insensato
Luc 12:13
Parábola del rico insensato
Uno de entre la multitud le pidió: —Maestro, dile a mi hermano que comparta la herencia conmigo.
Luc 12:14 —Hombre —replicó Jesús—, ¿quién me nombró a mí juez o árbitro entre ustedes?
Luc 12:15 »¡Tengan cuidado! —advirtió a la gente—. Absténganse de toda avaricia; la vida de una persona no depende de la abundancia de sus bienes.
Luc 12:16 Entonces les contó esta parábola: —El terreno de un hombre rico le produjo una buena cosecha.
Luc 12:17 Así que se puso a pensar: “¿Qué voy a hacer? No tengo dónde almacenar mi cosecha.”
Luc 12:18 Por fin dijo: “Ya sé lo que voy a hacer: derribaré mis graneros y construiré otros más grandes, donde pueda almacenar todo mi grano y mis bienes.
Luc 12:19 Y diré: Alma mía, ya tienes bastantes cosas buenas guardadas para muchos años. Descansa, come, bebe y goza de la vida.”
Luc 12:20 Pero Dios le dijo: “¡Necio! Esta misma noche te van a reclamar la vida. ¿Y quién se quedará con lo que has acumulado?”
Luc 12:21 »Así le sucede al que acumula riquezas para sí mismo, en vez de ser rico delante de Dios.
No os afanéis
Luc 12:22
No se preocupen
12:22-31—Mt 6:25-33
Luego dijo Jesús a sus discípulos: —Por eso les digo: No se preocupen por su vida, qué comerán; ni por su cuerpo, con qué se vestirán.
Luc 12:23 La vida tiene más valor que la comida, y el cuerpo más que la ropa.
Luc 12:24 Fíjense en los cuervos: no siembran ni cosechan, ni tienen almacén ni granero; sin embargo, Dios los alimenta. ¡Cuánto más valen ustedes que las aves!
Luc 12:25 ¿Quién de ustedes, por mucho que se preocupe, puede añadir una sola hora al curso de su vida?[c]
Luc 12:26 Ya que no pueden hacer algo tan insignificante, ¿por qué se preocupan por lo demás?
Luc 12:27 »Fíjense cómo crecen los lirios. No trabajan ni hilan; sin embargo, les digo que ni siquiera Salomón, con todo su esplendor, se vestía como uno de ellos.
Luc 12:28 Si así viste Dios a la hierba que hoy está en el campo y mañana es arrojada al horno, ¡cuánto más hará por ustedes, gente de poca fe!
Luc 12:29 Así que no se afanen por lo que han de comer o beber; dejen de atormentarse.
Luc 12:30 El mundo pagano anda tras todas estas cosas, pero el Padre sabe que ustedes las necesitan.
Luc 12:31 Ustedes, por el contrario, busquen el reino de Dios, y estas cosas les serán añadidas.
Luc 12:32 »No tengan miedo, mi rebaño pequeño, porque es la buena voluntad del Padre darles el reino.
Luc 12:33 Vendan sus bienes y den a los pobres. Provéanse de bolsas que no se desgasten; acumulen un tesoro inagotable en el cielo, donde no hay ladrón que aceche ni polilla que destruya.
Luc 12:34 Pues donde tengan ustedes su tesoro, allí estará también su corazón.
Estad listos
Luc 12:35
La vigilancia
12:35-36—Mt 25:1-13; Mr 13:33-37
12:39-40, 12—Mt 24:43-51
»Manténganse listos, con la ropa bien ajustada[d] y la luz encendida.
Luc 12:36 Pórtense como siervos que esperan a que regrese su señor de un banquete de bodas, para abrirle la puerta tan pronto como él llegue y toque.
Luc 12:37 Dichosos los siervos a quienes su señor encuentre pendientes de su llegada. Créanme que se ajustará la ropa, hará que los siervos se sienten a la mesa, y él mismo se pondrá a servirles.
Luc 12:38 Sí, dichosos aquellos siervos a quienes su señor encuentre preparados, aunque llegue a la medianoche o de madrugada.
Luc 12:39 Pero entiendan esto: Si un dueño de casa supiera a qué hora va a llegar el ladrón, estaría pendiente para no dejarlo forzar la entrada.
Luc 12:40 Así mismo deben ustedes estar preparados, porque el Hijo del hombre vendrá cuando menos lo esperen.
Luc 12:41 —Señor —le preguntó Pedro—, ¿cuentas esta parábola para nosotros, o para todos?
Luc 12:42 Respondió el Señor: —¿Dónde se halla un mayordomo fiel y prudente a quien su señor deja encargado de los siervos para repartirles la comida a su debido tiempo?
Luc 12:43 Dichoso el siervo cuyo señor, al regresar, lo encuentra cumpliendo con su deber.
Luc 12:44 Les aseguro que lo pondrá a cargo de todos sus bienes.
Luc 12:45 Pero ¡qué tal si ese siervo se pone a pensar: “Mi señor tarda en volver”, y luego comienza a golpear a los criados y a las criadas, y a comer y beber y emborracharse!
Luc 12:46 El señor de ese siervo volverá el día en que el siervo menos lo espere y a la hora menos pensada. Entonces lo castigará severamente y le impondrá la condena que reciben los incrédulos.[e]
Luc 12:47 »El siervo que conoce la voluntad de su señor, y no se prepara para cumplirla, recibirá muchos golpes.
Luc 12:48 En cambio, el que no la conoce y hace algo que merezca castigo, recibirá pocos golpes. A todo el que se le ha dado mucho, se le exigirá mucho; y al que se le ha confiado mucho, se le pedirá aun más.
"No paz, sino disensión"
Luc 12:49
División en vez de paz
12:51-53—Mt 10:34-36
»He venido a traer fuego a la tierra, y ¡cómo quisiera que ya estuviera ardiendo!
Luc 12:50 Pero tengo que pasar por la prueba de un bautismo, y ¡cuánta angustia siento hasta que se cumpla!
Luc 12:51 ¿Creen ustedes que vine a traer paz a la tierra? ¡Les digo que no, sino división!
Luc 12:52 De ahora en adelante estarán divididos cinco en una familia, tres contra dos, y dos contra tres.
Luc 12:53 Se enfrentarán el padre contra su hijo y el hijo contra su padre, la madre contra su hija y la hija contra su madre, la suegra contra su nuera y la nuera contra su suegra.
Interpretación del tiempo
Luc 12:54
Señales de los tiempos
Luego añadió Jesús, dirigiéndose a la multitud: —Cuando ustedes ven que se levanta una nube en el occidente, en seguida dicen: “Va a llover”, y así sucede.
Luc 12:55 Y cuando sopla el viento del sur, dicen: “Va a hacer calor”, y así sucede.
Luc 12:56 ¡Hipócritas! Ustedes saben interpretar la apariencia de la tierra y del cielo. ¿Cómo es que no saben interpretar el tiempo actual?
Arreglate con tu adversario
Luc 12:57 »¿Por qué no juzgan por ustedes mismos lo que es justo?
Luc 12:58 Si tienes que ir con un adversario al magistrado, procura reconciliarte con él en el camino, no sea que te lleve por la fuerza ante el juez, y el juez te entregue al alguacil, y el alguacil te meta en la cárcel.
Luc 12:59 Te digo que no saldrás de allí hasta que pagues el último centavo.[f]
Lucas 13
Arrepentíos o pereced
Luc 13:1
El que no se arrepiente perecerá
En aquella ocasión algunos que habían llegado le contaron a Jesús cómo Pilato había dado muerte a unos galileos cuando ellos ofrecían sus sacrificios.[a]
Luc 13:2 Jesús les respondió: «¿Piensan ustedes que esos galileos, por haber sufrido así, eran más pecadores que todos los demás?
Luc 13:3 ¡Les digo que no! De la misma manera, todos ustedes perecerán, a menos que se arrepientan.
Luc 13:4 ¿O piensan que aquellos dieciocho que fueron aplastados por la torre de Siloé eran más culpables que todos los demás habitantes de Jerusalén?
Luc 13:5 ¡Les digo que no! De la misma manera, todos ustedes perecerán, a menos que se arrepientan.»
La parábola de la higuera sin fruto
Luc 13:6 Entonces les contó esta parábola: «Un hombre tenía una higuera plantada en su viñedo, pero cuando fue a buscar fruto en ella, no encontró nada.
Luc 13:7 Así que le dijo al viñador: “Mira, ya hace tres años que vengo a buscar fruto en esta higuera, y no he encontrado nada. ¡Córtala! ¿Para qué ha de ocupar terreno?”
Luc 13:8 “Señor —le contestó el viñador—, déjela todavía por un año más, para que yo pueda cavar a su alrededor y echarle abono.
Luc 13:9 Así tal vez en adelante dé fruto; si no, córtela.” »
Una mujer con un espíritu de enfermedad
Luc 13:10
Jesús sana en sábado a una mujer encorvada
Un sábado Jesús estaba enseñando en una de las sinagogas,
Luc 13:11 y estaba allí una mujer que por causa de un demonio llevaba dieciocho años enferma. Andaba encorvada y de ningún modo podía enderezarse.
Luc 13:12 Cuando Jesús la vio, la llamó y le dijo: —Mujer, quedas libre de tu enfermedad.
Luc 13:13 Al mismo tiempo, puso las manos sobre ella, y al instante la mujer se enderezó y empezó a alabar a Dios.
Luc 13:14 Indignado porque Jesús había sanado en sábado, el jefe de la sinagoga intervino, dirigiéndose a la gente: —Hay seis días en que se puede trabajar, así que vengan esos días para ser sanados, y no el sábado.
Luc 13:15 —¡Hipócritas! —le contestó el Señor—. ¿Acaso no desata cada uno de ustedes su buey o su burro en sábado, y lo saca del establo para llevarlo a tomar agua?
Luc 13:16 Sin embargo, a esta mujer, que es hija de Abraham, y a quien Satanás tenía atada durante dieciocho largos años, ¿no se le debía quitar esta cadena en sábado?
Luc 13:17 Cuando razonó así, quedaron humillados todos sus adversarios, pero la gente estaba encantada de tantas maravillas que él hacía.
El grano de mostaza y la levadura
Luc 13:18
Parábolas del grano de mostaza y de la levadura
13:18-19—Mr 4:30-32
13:18-21—Mt 13:31-33
—¿A qué se parece el reino de Dios? —continuó Jesús—. ¿Con qué voy a compararlo?
Luc 13:19 Se parece a un grano de mostaza que un hombre sembró en su huerto. Creció hasta convertirse en un árbol, y las aves anidaron en sus ramas.
Luc 13:20 Volvió a decir: —¿Con qué voy a comparar el reino de Dios?
Luc 13:21 Es como la levadura que una mujer tomó y mezcló con una gran cantidad[b] de harina, hasta que fermentó toda la masa.
La puerta angosta
Luc 13:22
La puerta estrecha
Continuando su viaje a Jerusalén, Jesús enseñaba en los pueblos y aldeas por donde pasaba.
Luc 13:23 —Señor, ¿son pocos los que van a salvarse? —le preguntó uno.
Luc 13:24 —Esfuércense por entrar por la puerta estrecha —contestó—, porque les digo que muchos tratarán de entrar y no podrán.
Luc 13:25 Tan pronto como el dueño de la casa se haya levantado a cerrar la puerta, ustedes desde afuera se pondrán a golpear la puerta, diciendo: “Señor, ábrenos.” Pero él les contestará: “No sé quiénes son ustedes.”
Luc 13:26 Entonces dirán: “Comimos y bebimos contigo, y tú enseñaste en nuestras plazas.”
Luc 13:27 Pero él les contestará: “Les repito que no sé quiénes son ustedes. ¡Apártense de mí, todos ustedes hacedores de injusticia!”
Luc 13:28 »Allí habrá llanto y rechinar de dientes cuando vean en el reino de Dios a Abraham, Isaac, Jacob y a todos los profetas, mientras a ustedes los echan fuera.
Luc 13:29 Habrá quienes lleguen del oriente y del occidente, del norte y del sur, para sentarse al banquete en el reino de Dios.
Luc 13:30 En efecto, hay últimos que serán primeros, y primeros que serán últimos.
Lamento sobre Jerusalén
Luc 13:31
Lamento de Jesús sobre Jerusalén
13:34-35—Mt 23:37-39
En ese momento se acercaron a Jesús unos fariseos y le dijeron: —Sal de aquí y vete a otro lugar, porque Herodes quiere matarte.
Luc 13:32 Él les contestó: —Vayan y díganle a ese zorro: “Mira, hoy y mañana seguiré expulsando demonios y sanando a la gente, y al tercer día terminaré lo que debo hacer.”
Luc 13:33 Tengo que seguir adelante hoy, mañana y pasado mañana, porque no puede ser que muera un profeta fuera de Jerusalén.
Luc 13:34 »¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que se te envían! ¡Cuántas veces quise reunir a tus hijos, como reúne la gallina a sus pollitos debajo de sus alas, pero no quisiste!
Luc 13:35 Pues bien, la casa de ustedes va a quedar abandonada. Y les advierto que ya no volverán a verme hasta el día que digan: “¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!”[c]
Salmo 118
Para siempre es su misericordia
Sal 118:1
Den gracias al SEÑOR, porque él es bueno; su gran amor perdura para siempre.
Sal 118:2 Que proclame el pueblo de Israel: «Su gran amor perdura para siempre.»
Sal 118:3 Que proclamen los descendientes de Aarón: «Su gran amor perdura para siempre.»
Sal 118:4 Que proclamen los que temen al SEÑOR: «Su gran amor perdura para siempre.»
Sal 118:5 Desde mi angustia clamé al SEÑOR, y él respondió dándome libertad.
Sal 118:6 El SEÑOR está conmigo, y no tengo miedo; ¿qué me puede hacer un simple mortal?
Sal 118:7 El SEÑOR está conmigo, él es mi ayuda; ¡ya veré por los suelos a los que me odian!
Sal 118:8 Es mejor refugiarse en el SEÑOR que confiar en el hombre.
Sal 118:9 Es mejor refugiarse en el SEÑOR que fiarse de los poderosos.
Sal 118:10 Todas las naciones me rodearon, pero en el nombre del SEÑOR las aniquilé.
Sal 118:11 Me rodearon por completo, pero en el nombre del SEÑOR las aniquilé.
Sal 118:12 Me rodearon como avispas, pero se consumieron como zarzas en el fuego. ¡En el nombre del SEÑOR las aniquilé!
Sal 118:13 Me empujaron[a] con violencia para que cayera, pero el SEÑOR me ayudó.
Sal 118:14 El SEÑOR es mi fuerza y mi canto; ¡él es mi salvación!
Sal 118:15 Gritos de júbilo y victoria resuenan en las casas de los justos: «¡La diestra del SEÑOR realiza proezas!
Sal 118:16 ¡La diestra del SEÑOR es exaltada! ¡La diestra del SEÑOR realiza proezas!»
Sal 118:17 No he de morir; he de vivir para proclamar las maravillas del SEÑOR.
Sal 118:18 El SEÑOR me ha castigado con dureza, pero no me ha entregado a la muerte.
Sal 118:19 Ábranme las puertas de la justicia para que entre yo a dar gracias al SEÑOR.
Sal 118:20 Son las puertas del SEÑOR, por las que entran los justos.
Sal 118:21 ¡Te daré gracias porque me respondiste, porque eres mi salvación!
Sal 118:22 La piedra que desecharon los constructores ha llegado a ser la piedra angular.
Sal 118:23 Esto ha sido obra del SEÑOR, y nos deja maravillados.
Sal 118:24 Éste es el día en que el SEÑOR actuó; regocijémonos y alegrémonos en él.
Sal 118:25 SEÑOR, ¡danos la salvación! SEÑOR, ¡concédenos la victoria!
Sal 118:26 Bendito el que viene en el nombre del SEÑOR. Desde la casa del SEÑOR los bendecimos.
Sal 118:27 El SEÑOR es Dios y nos ilumina. Únanse a la procesión portando ramas en la mano hasta los cuernos del altar.[b]
Sal 118:28 Tú eres mi Dios, por eso te doy gracias; tú eres mi Dios, por eso te exalto.
Sal 118:29 Den gracias al SEÑOR, porque él es bueno; su gran amor perdura para siempre.