Día 177

10 Los Profetas del Exilio

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Jeremias 33

El Señor promete paz

Jer 33:1

Promesas de restauración

La palabra del SEÑOR vino a Jeremías por segunda vez, cuando éste aún se hallaba preso en el patio de la guardia:

Jer 33:2 «Así dice aquel cuyo nombre es el SEÑOR, el que hizo la tierra, y la formó y la estableció con firmeza:

Jer 33:3 “Clama a mí y te responderé, y te daré a conocer cosas grandes y ocultas que tú no sabes.”

Jer 33:4 Porque así dice el SEÑOR, Dios de Israel, acerca de las casas de esta ciudad y de los palacios de los reyes de Judá, que van a ser derribados para levantar defensas contra la espada y contra las rampas de asalto:

Jer 33:5 “Los babilonios vienen para atacar la ciudad y llenarla de cadáveres. En mi ira y furor he ocultado mi rostro de esta ciudad; la heriré de muerte a causa de todas sus maldades.

Jer 33:6 » ” Sin embargo, les daré salud y los curaré; los sanaré y haré que disfruten de abundante paz y seguridad.

Jer 33:7 Cambiaré la suerte de Judá y de Israel, y los reconstruiré como al principio.

Jer 33:8 Los purificaré de todas las iniquidades que cometieron contra mí; les perdonaré todos los pecados con que se rebelaron contra mí.

Jer 33:9 Jerusalén será para mí motivo de gozo, y de alabanza y de gloria a la vista de todas las naciones de la tierra. Se enterarán de todo el bien que yo le hago, y temerán y temblarán por todo el bienestar y toda la paz que yo le ofrezco.”

Jer 33:10 »Así dice el SEÑOR: “Ustedes dicen que este lugar está en ruinas, sin gente ni animales. Sin embargo, en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén, que están desoladas y sin gente ni animales, se oirá de nuevo

Jer 33:11 el grito de gozo y alegría, el canto del novio y de la novia, y la voz de los que traen a la casa del SEÑOR ofrendas de acción de gracias y cantan: » ”‘Den gracias al SEÑOR Todopoderoso, porque el SEÑOR es bueno, porque su amor es eterno.’ Yo cambiaré la suerte de este país —afirma el SEÑOR—, y volverá a ser como al principio.”

Jer 33:12 »Así dice el SEÑOR Todopoderoso: “En este lugar que está en ruinas, sin gente ni animales, y en todas sus ciudades, de nuevo habrá pastos en donde los pastores harán descansar a sus rebaños.

Jer 33:13 En las ciudades de la región montañosa, de la llanura, y del Néguev, en el territorio de Benjamín, en los alrededores de Jerusalén y en las ciudades de Judá, las ovejas volverán a ser contadas por los pastores —dice el SEÑOR—.

El pacto eterno de Dios con David

Jer 33:14 » ” Llegarán días —afirma el SEÑOR—, en que cumpliré la promesa de bendición que hice al pueblo de Israel y a la tribu de Judá.

Jer 33:15 » ” En aquellos días, y en aquel tiempo, haré que brote de David un renuevo justo, y él practicará la justicia y el derecho en el país.

Jer 33:16 En aquellos días Judá estará a salvo, y Jerusalén morará segura. Y será llamada así: ‘El SEÑOR es nuestra justicia.’”

Jer 33:17 Porque así dice el SEÑOR: “Nunca le faltará a David un descendiente que ocupe el trono del pueblo de Israel.

Jer 33:18 Tampoco a los sacerdotes levitas les faltará un descendiente que en mi presencia ofrezca holocausto, queme ofrendas de grano, y presente sacrificios todos los días.” »

Jer 33:19 La palabra del SEÑOR vino a Jeremías:

Jer 33:20 «Así dice el SEÑOR: “Si ustedes pudieran romper mi pacto con el día y mi pacto con la noche, de modo que el día y la noche no llegaran a su debido tiempo,

Jer 33:21 también podrían romper mi pacto con mi siervo David, que no tendría un sucesor que ocupara su trono, y con los sacerdotes levitas, que son mis ministros.

Jer 33:22 Yo multiplicaré la descendencia de mi siervo David, y la de los levitas, mis ministros, como las incontables estrellas del cielo y los granos de arena del mar.” »

Jer 33:23 La palabra del SEÑOR vino a Jeremías:

Jer 33:24 «¿No te has dado cuenta de que esta gente afirma que yo, el SEÑOR, he rechazado a los dos reinos que había escogido? Con esto desprecian a mi pueblo, y ya no lo consideran una nación.

Jer 33:25 Así dice el SEÑOR: “Si yo no hubiera establecido mi pacto con el día ni con la noche, ni hubiera fijado las leyes que rigen el cielo y la tierra,

Jer 33:26 entonces habría rechazado a los descendientes de Jacob y de mi siervo David, y no habría escogido a uno de su estirpe para gobernar sobre la descendencia de Abraham, Isaac y Jacob. ¡Pero yo cambiaré su suerte y les tendré compasión!” »

Jeremias 34

Sedequías morirá en Babilonia

Jer 34:1

Advertencia al rey Sedequías

La palabra del SEÑOR vino a Jeremías cuando Nabucodonosor, rey de Babilonia, estaba atacando a Jerusalén y a sus ciudades vecinas con todo su ejército y con todos los reinos y pueblos de la tierra regidos por él:

Jer 34:2 «Así dice el SEÑOR, el Dios de Israel: “Ve y adviértele a Sedequías, rey de Judá, que así dice el SEÑOR: ‘Voy a entregar esta ciudad en manos del rey de Babilonia, quien la incendiará.

Jer 34:3 Y tú no te escaparás de su poder, porque ciertamente serás capturado y entregado en sus manos. Tus ojos verán los ojos del rey de Babilonia, y él te hablará cara a cara, y serás llevado a Babilonia.’

Jer 34:4 » ” No obstante, Sedequías, rey de Judá, escucha la promesa del SEÑOR para ti. Así dice el SEÑOR: ‘Tú no morirás a filo de espada

Jer 34:5 sino en paz.’ También afirma el SEÑOR: ‘Yo te prometo que, así como los reyes de antaño que te precedieron quemaron especias por tus antepasados, así también lo harán en tu funeral, lamentándose por ti y clamando: ¡Ay, señor!’” »

Jer 34:6 El profeta Jeremías dijo todo esto a Sedequías, rey de Judá, en Jerusalén.

Jer 34:7 Mientras tanto, el ejército del rey de Babilonia estaba combatiendo contra Jerusalén y contra las ciudades de Judá que aún quedaban, es decir, Laquis y Azeca, que eran las únicas ciudades fortificadas.

Jer 34:8

Liberación para los esclavos

La palabra del SEÑOR vino a Jeremías después de que el rey Sedequías hizo un pacto con todo el pueblo de Jerusalén para dejar libres a los esclavos.

Jer 34:9 El acuerdo estipulaba que cada israelita debía dejar libre a sus esclavas y esclavos hebreos, y que nadie debía esclavizar a un compatriota judío.

Jer 34:10 Todo el pueblo y los jefes que habían hecho el acuerdo liberaron a sus esclavos, de manera que nadie quedaba obligado a servirlos.

Jer 34:11 Pero después se retractaron y volvieron a someter a esclavitud a los que habían liberado.

Jer 34:12 Una vez más la palabra del SEÑOR vino a Jeremías:

Jer 34:13 «Así dice el SEÑOR, el Dios de Israel: “Yo hice un pacto con sus antepasados cuando los saqué de Egipto, lugar de esclavitud. Les ordené

Jer 34:14 que cada siete años liberaran a todo esclavo hebreo que se hubiera vendido a sí mismo con ellos. Después de haber servido como esclavo durante seis años, debía ser liberado.[a] Pero sus antepasados no me obedecieron ni me hicieron caso.

Jer 34:15 Ustedes, en cambio, al proclamar la libertad de su prójimo, se habían convertido y habían hecho lo que yo apruebo. Además, se habían comprometido con un pacto en mi presencia, en la casa que lleva mi nombre.

Jer 34:16 Pero ahora se han vuelto atrás y han profanado mi nombre. Cada uno ha obligado a sus esclavas y esclavos que había liberado a someterse de nuevo a la esclavitud.”

Jer 34:17 »Por tanto, así dice el SEÑOR: “No me han obedecido, pues no han dejado en libertad a sus hermanos. Por tanto, yo proclamo contra ustedes una liberación —afirma el SEÑOR—: dejaré en libertad a la guerra, la pestilencia y el hambre, para que lo que les pase a ustedes sirva de escarmiento para todos los reinos de la tierra.

Jer 34:18 Puesto que han violado mi pacto, y no han cumplido las estipulaciones del pacto que acordaron en mi presencia, los trataré como al novillo que cortaron en dos, y entre cuyos pedazos pasaron para rubricar el pacto.[b]

Jer 34:19 A los jefes de Judá y de Jerusalén, y a los oficiales de la corte y a los sacerdotes, y a todos los que pasaron entre los pedazos del novillo,

Jer 34:20 los entregaré en manos de sus enemigos, que atentan contra su vida, y sus cadáveres servirán de alimento a las aves de rapiña y a las fieras del campo.

Jer 34:21 » ” A Sedequías, rey de Judá, y a sus jefes, los entregaré en manos de sus enemigos, que atentan contra sus vidas, es decir, en poder del ejército del rey de Babilonia, que por el momento se ha replegado.

Jer 34:22 Voy a dar una orden —afirma el SEÑOR—, y los haré volver a esta ciudad. La atacarán y, luego de tomarla, la incendiarán. Dejaré a las ciudades de Judá en total desolación, sin habitantes.” »

Jeremias 35

La obediencia de los recabitas

Jer 35:1

El ejemplo de los recabitas

La palabra del SEÑOR vino a mí, Jeremías, en los días de Joacim hijo de Josías, rey de Judá:

Jer 35:2 «Ve a la familia de los recabitas, e invítalos para que vengan a una de las salas de la casa del SEÑOR, y ofréceles vino.»

Jer 35:3 Entonces fui a buscar a Jazanías, hijo de mi tocayo Jeremías y nieto de Jabasinías, y a sus hermanos y a todos sus hijos, y a toda la familia de los recabitas.

Jer 35:4 Los llevé a la casa del SEÑOR, a la sala de los hijos de Janán hijo de Igdalías, hombre de Dios. Esta sala se encontraba junto a la de los jefes, que a su vez estaba encima de la de Maseías hijo de Salún, guardián del umbral.

Jer 35:5 Les serví a los recabitas jarras y copas llenas de vino, y les dije: «¡Beban!»

Jer 35:6 Ellos me respondieron: «Nosotros no bebemos vino, porque Jonadab hijo de Recab, nuestro antepasado, nos ordenó lo siguiente: “Nunca beban vino, ni ustedes ni sus descendientes.

Jer 35:7 Tampoco edifiquen casas, ni siembren semillas, ni planten viñedos, ni posean ninguna de estas cosas. Habiten siempre en tiendas de campaña, para que vivan mucho tiempo en esta tierra donde son extranjeros.”

Jer 35:8 Nosotros obedecemos todo lo que nos ordenó Jonadab hijo de Recab, nuestro antepasado. Nunca bebemos vino, ni tampoco lo hacen nuestras mujeres ni nuestros hijos.

Jer 35:9 No edificamos casas para habitarlas; no poseemos viñedos ni campos sembrados.

Jer 35:10 Vivimos en tiendas de campaña y obedecemos todo lo que nos ordenó Jonadab, nuestro antepasado.

Jer 35:11 Pero cuando Nabucodonosor, rey de Babilonia, invadió esta tierra, dijimos: “Vámonos a Jerusalén, para escapar del ejército babilonio y del ejército sirio.” Por eso ahora vivimos en Jerusalén.»

Jer 35:12 Entonces la palabra del SEÑOR vino a Jeremías:

Jer 35:13 «Así dice el SEÑOR Todopoderoso, el Dios de Israel: “Ve y dile a toda la gente de Judá y Jerusalén: ¿No pueden aprender esta lección, y obedecer mis palabras? —afirma el SEÑOR—.

Jer 35:14 Los descendientes de Jonadab hijo de Recab han cumplido con la orden de no beber vino, y hasta el día de hoy no lo beben porque obedecen lo que su antepasado les ordenó. En cambio ustedes, aunque yo les he hablado en repetidas ocasiones, no me han hecho caso.

Jer 35:15 Además, no he dejado de enviarles a mis siervos, los profetas, para decirles: ‘Conviértanse ya de su mal camino, enmienden sus acciones y no sigan a otros dioses para servirlos; entonces habitarán en la tierra que yo les he dado a ustedes y a sus antepasados.’ Pero ustedes no me han prestado atención; no me han hecho caso.

Jer 35:16 Los descendientes de Jonadab hijo de Recab cumplieron la orden dada por su antepasado; en cambio, este pueblo no me obedece.”

Jer 35:17 »Por eso, así dice el SEÑOR, Dios Todopoderoso, el Dios de Israel: “Voy a enviar contra Judá y contra todos los habitantes de Jerusalén todas las calamidades que ya les he anunciado, porque les hablé y no me obedecieron; los llamé y no me respondieron.” »

Jer 35:18 Jeremías también les dijo a los recabitas: «Así dice el SEÑOR Todopoderoso, el Dios de Israel: “Por cuanto ustedes han obedecido las órdenes de Jonadab, su antepasado, y han cumplido con todos sus mandamientos y han hecho todo lo que él les ordenó,

Jer 35:19 así dice el SEÑOR Todopoderoso, el Dios de Israel: ‘Nunca le faltará a Jonadab hijo de Recab un descendiente que esté a mi servicio todos los días.’” »

Jeremias 36

Joacim quema el rollo de Jeremías

Jer 36:1

El rey Joacim quema el rollo de Jeremías

Esta palabra del SEÑOR vino a Jeremías en el año cuarto del rey Joacim hijo de Josías:

Jer 36:2 «Toma un rollo y escribe en él todas las palabras que desde los tiempos de Josías, desde que comencé a hablarte hasta ahora, te he dicho acerca de Israel, de Judá y de las otras naciones.

Jer 36:3 Cuando los de Judá se enteren de todas las calamidades que pienso enviar contra ellos, tal vez abandonen su mal camino y pueda yo perdonarles su iniquidad y su pecado.»

Jer 36:4 Jeremías llamó a Baruc hijo de Nerías, y mientras le dictaba, Baruc escribía en el rollo todo lo que el SEÑOR le había dicho al profeta.

Jer 36:5 Luego Jeremías le dio esta orden a Baruc: «Estoy detenido y no puedo ir a la casa del SEÑOR.

Jer 36:6 Por tanto, ve a la casa del SEÑOR en el día de ayuno, y lee en voz alta ante el pueblo de Jerusalén las palabras del SEÑOR que te he dictado y que escribiste en el rollo. Léeselas también a toda la gente de Judá que haya venido de sus ciudades.

Jer 36:7 ¡A lo mejor su oración llega a la presencia del SEÑOR y cada uno se convierte de su mal camino! ¡Ciertamente son terribles la ira y el furor con que el SEÑOR ha amenazado a este pueblo!»

Jer 36:8 Baruc hijo de Nerías hizo tal y como le había ordenado el profeta Jeremías: Leyó en la casa del SEÑOR las palabras contenidas en el rollo.

Jer 36:9 En el mes noveno del año quinto de Joacim hijo de Josías, rey de Judá, todo el pueblo de Jerusalén y todos los que habían venido de las otras ciudades de Judá fueron convocados a ayunar en honor del SEÑOR.

Jer 36:10 Baruc se dirigió al atrio superior de la casa del SEÑOR, a la entrada de la Puerta Nueva, y desde la sala de Guemarías hijo de Safán, el cronista, leyó ante todo el pueblo el rollo que contenía las palabras de Jeremías.

Jer 36:11 Micaías hijo de Guemarías, nieto de Safán, escuchó todas las palabras del SEÑOR que estaban escritas en el rollo.

Jer 36:12 Entonces bajó al palacio del rey, a la sala del cronista, donde estaban reunidos todos los jefes, es decir, el cronista Elisama, Delaías hijo de Semaías, Elnatán hijo de Acbor, Guemarías hijo de Safán, Sedequías hijo de Ananías, y todos los demás jefes.

Jer 36:13 Micaías les contó todo lo que había escuchado de lo que Baruc había leído ante el pueblo.

Jer 36:14 Entonces todos los jefes enviaron a Yehudi hijo de Netanías, nieto de Selemías y bisnieto de Cusí, para que le dijera a Baruc: «Toma el rollo que has leído ante el pueblo, y ven.» Baruc hijo de Nerías lo tomó y se presentó ante ellos.

Jer 36:15 Los jefes le dijeron: —Siéntate y léenos lo que está en el rollo. Baruc lo leyó ante ellos.

Jer 36:16 Terminada la lectura, se miraron temerosos unos a otros y le dijeron: —Tenemos que informar de todo esto al rey.

Jer 36:17 Luego le preguntaron a Baruc: —Dinos, ¿cómo fue que escribiste todo esto? ¿Te lo dictó Jeremías?

Jer 36:18 —Sí —les respondió Baruc—, él me lo dictó, y yo lo escribí con tinta, en el rollo.

Jer 36:19 Entonces los jefes le dijeron a Baruc: —Tú y Jeremías, vayan a esconderse. ¡Que nadie sepa donde están!

Jer 36:20 Después de dejar el rollo en la sala del cronista Elisama, los jefes se presentaron en el atrio, delante del rey, y lo pusieron al tanto de todo lo ocurrido.

Jer 36:21 El rey envió a Yehudi a buscar el rollo, y Yehudi lo tomó de la sala de Elisama y lo leyó en presencia del rey y de todos los jefes que estaban con él.

Jer 36:22 Era el mes noveno, y por eso el rey estaba en su casa de invierno, sentado junto a un brasero encendido.

Jer 36:23 A medida que Yehudi terminaba de leer tres o cuatro columnas, el rey las cortaba con un estilete de escriba y las echaba al fuego del brasero. Así lo hizo con todo el rollo, hasta que éste se consumió en el fuego.

Jer 36:24 Ni el rey ni los jefes que escucharon todas estas palabras tuvieron temor ni se rasgaron las vestiduras.

Jer 36:25 Esto sucedió a pesar de que Elnatán, Delaías y Guemarías le habían suplicado al rey que no quemara el rollo; pero el rey no les hizo caso.

Jer 36:26 Por el contrario, mandó a Jeramel, su hijo, a Seraías hijo de Azriel, y a Selemías hijo de Abdel que arrestaran al escriba Baruc y al profeta Jeremías. Pero el SEÑOR los había escondido.

Jer 36:27 Luego que el rey quemó el rollo con las palabras que Jeremías le había dictado a Baruc, la palabra del SEÑOR vino a Jeremías:

Jer 36:28 «Toma otro rollo, y escribe exactamente lo mismo que estaba escrito en el primer rollo quemado por Joacim, rey de Judá.

Jer 36:29 Y adviértele a Joacim que así dice el SEÑOR: “Tú quemaste aquel rollo, diciendo: ‘¿Por qué has escrito en él que con toda seguridad el rey de Babilonia vendrá a destruir esta tierra, y a borrar de ella a toda persona y animal?’”

Jer 36:30 Por eso, así dice el SEÑOR acerca de Joacim, rey de Judá: “Ninguno de sus descendientes ocupará el trono de David; su cadáver será arrojado, y quedará expuesto al calor del día y a las heladas de la noche.

Jer 36:31 Castigaré la iniquidad de él, la de su descendencia y la de sus siervos. Enviaré contra ellos, y contra los habitantes de Jerusalén y de Judá, todas las calamidades con que los amenacé, porque no me hicieron caso.” »

Jer 36:32 Entonces Jeremías tomó otro rollo y se lo dio al escriba Baruc hijo de Nerías. Baruc escribió en el rollo todo lo que Jeremías le dictó, lo cual era idéntico a lo escrito en el rollo quemado por el rey Joacim. Se agregaron, además, muchas otras cosas semejantes.

Salmo 22

¿Por qué me has desamparado?

Sal 22:1

Al director musical. Sígase la tonada de «La cierva de la aurora». Salmo de David.

Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? Lejos estás para salvarme, lejos de mis palabras de lamento

Sal 22:2 Dios mío, clamo de día y no me respondes; clamo de noche y no hallo reposo.

Sal 22:3 Pero tú eres santo, tú eres rey, ¡tú eres la alabanza de Israel!

Sal 22:4 En ti confiaron nuestros padres; confiaron, y tú los libraste;

Sal 22:5 a ti clamaron, y tú los salvaste; se apoyaron en ti, y no los defraudaste.

Sal 22:6 Pero yo, gusano soy y no hombre; la gente se burla de mí, el pueblo me desprecia

Sal 22:7 Cuantos me ven, se ríen de mí; lanzan insultos, meneando la cabeza:

Sal 22:8 «Éste confía en el SEÑOR, ¡pues que el SEÑOR lo ponga a salvo! Ya que en él se deleita, ¡que sea él quien lo libre!»

Sal 22:9 Pero tú me sacaste del vientre materno; me hiciste reposar confiado en el regazo de mi madre

Sal 22:10 Fui puesto a tu cuidado desde antes de nacer; desde el vientre de mi madre mi Dios eres tú

Sal 22:11 No te alejes de mí, porque la angustia está cerca y no hay nadie que me ayude.

Sal 22:12 Muchos toros me rodean; fuertes toros de Basán me cercan

Sal 22:13 Contra mí abren sus fauces leones que rugen y desgarran a su presa

Sal 22:14 Como agua he sido derramado; dislocados están todos mis huesos. Mi corazón se ha vuelto como cera, y se derrite en mis entrañas

Sal 22:15 Se ha secado mi vigor como una teja; la lengua se me pega al paladar. ¡Me has hundido en el polvo de la muerte!

Sal 22:16 Como perros de presa, me han rodeado; me ha cercado una banda de malvados; me han traspasado[a] las manos y los pies.

Sal 22:17 Puedo contar todos mis huesos; con satisfacción perversa la gente se detiene a mirarme

Sal 22:18 Se reparten entre ellos mis vestidos y sobre mi ropa echan suertes.

Sal 22:19 Pero tú, SEÑOR, no te alejes; fuerza mía, ven pronto en mi auxilio

Sal 22:20 Libra mi vida de la espada, mi preciosa vida del poder de esos perros

Sal 22:21 Rescátame de la boca de los leones; sálvame de[b] los cuernos de los toros.

Sal 22:22 Proclamaré tu nombre a mis hermanos; en medio de la congregación te alabaré

Sal 22:23 ¡Alaben al SEÑOR los que le temen! ¡Hónrenlo, descendientes de Jacob! ¡Venérenlo, descendientes de Israel!

Sal 22:24 Porque él no desprecia ni tiene en poco el sufrimiento del pobre; no esconde de él su rostro, sino que lo escucha cuando a él clama.

Sal 22:25 Tú inspiras mi alabanza en la gran asamblea; ante los que te temen cumpliré mis promesas

Sal 22:26 Comerán los pobres y se saciarán; alabarán al SEÑOR quienes lo buscan; ¡que su corazón viva para siempre!

Sal 22:27 Se acordarán del SEÑOR y se volverán a él todos los confines de la tierra; ante él se postrarán todas las familias de las naciones,

Sal 22:28 porque del SEÑOR es el reino; él gobierna sobre las naciones.

Sal 22:29 Festejarán y adorarán todos los ricos de la tierra; ante él se postrarán todos los que bajan al polvo, los que no pueden conservar su vida

Sal 22:30 La posteridad le servirá; del Señor se hablará a las generaciones futuras

Sal 22:31 A un pueblo que aún no ha nacido se le dirá que Dios hizo justicia.