Día 251

14 Jesús & el Reino

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Euangelion - "Evangelio"

“Evangelio” es una de las palabras más comunes en el vocabulario cristiano. Pero, ¿qué significa en los lenguajes originales de la Biblia? En este video, descubriremos que “evangelio” significa un anuncio con la procedencia de la realeza de Dios acerca de Jesús, quien es el actual Rey del mundo, quien fue crucificado, quien resucitó y quien venció a la muerte con Su amor.

Marcos 3

El hombre de la mano seca

Mar 3:1 En otra ocasión entró en la sinagoga, y había allí un hombre que tenía la mano paralizada.

Mar 3:2 Algunos que buscaban un motivo para acusar a Jesús no le quitaban la vista de encima para ver si sanaba al enfermo en sábado.

Mar 3:3 Entonces Jesús le dijo al hombre de la mano paralizada: —Ponte de pie frente a todos.

Mar 3:4 Luego dijo a los otros: —¿Qué está permitido en sábado: hacer el bien o hacer el mal, salvar una vida o matar? Pero ellos permanecieron callados.

Mar 3:5 Jesús se les quedó mirando, enojado y entristecido por la dureza de su corazón, y le dijo al hombre: —Extiende la mano. La extendió, y la mano le quedó restablecida.

Mar 3:6 Tan pronto como salieron los fariseos, comenzaron a tramar con los herodianos cómo matar a Jesús.

Una gran multitud sigue a Jesús

Mar 3:7

La multitud sigue a Jesús

3:7-12—Mt 12:15-16; Lc 6:17-19

Jesús se retiró al lago con sus discípulos, y mucha gente de Galilea lo siguió.

Mar 3:8 Cuando se enteraron de todo lo que hacía, acudieron también a él muchos de Judea y Jerusalén, de Idumea, del otro lado del Jordán y de las regiones de Tiro y Sidón.

Mar 3:9 Entonces, para evitar que la gente lo atropellara, encargó a sus discípulos que le tuvieran preparada una pequeña barca;

Mar 3:10 pues como había sanado a muchos, todos los que sufrían dolencias se abalanzaban sobre él para tocarlo.

Mar 3:11 Además, los espíritus malignos, al verlo, se postraban ante él, gritando: «¡Tú eres el Hijo de Dios!»

Mar 3:12 Pero él les ordenó terminantemente que no dijeran quién era él.

Los doce apóstoles

Mar 3:13

Nombramiento de los doce apóstoles

3:16-19—Mt 10:2-4; Lc 6:14-16; Hch 1:13

Subió Jesús a una montaña y llamó a los que quiso, los cuales se reunieron con él.

Mar 3:14 Designó a doce, a quienes nombró apóstoles,[a] para que lo acompañaran y para enviarlos a predicar

Mar 3:15 y ejercer autoridad para expulsar demonios.

Mar 3:16 Éstos son los doce que él nombró: Simón (a quien llamó Pedro);

Mar 3:17 Jacobo y su hermano Juan, hijos de Zebedeo (a quienes llamó Boanerges, que significa: Hijos del trueno);

Mar 3:18 Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Jacobo, hijo de Alfeo; Tadeo, Simón el Zelote

Mar 3:19 y Judas Iscariote, el que lo traicionó.

Mar 3:20

Jesús y Beelzebú

3:23-27—Mt 12:25-29; Lc 11:14-22

Luego entró en una casa, y de nuevo se aglomeró tanta gente que ni siquiera podían comer él y sus discípulos.

Mar 3:21 Cuando se enteraron sus parientes, salieron a hacerse cargo de él, porque decían: «Está fuera de sí.»

La blasfemia contra el Espíritu Santo

Mar 3:22 Los maestros de la ley que habían llegado de Jerusalén decían: «¡Está poseído por Beelzebú! Expulsa a los demonios por medio del príncipe de los demonios.»

Mar 3:23 Entonces Jesús los llamó y les habló en parábolas: «¿Cómo puede Satanás expulsar a Satanás?

Mar 3:24 Si un reino está dividido contra sí mismo, ese reino no puede mantenerse en pie.

Mar 3:25 Y si una familia está dividida contra sí misma, esa familia no puede mantenerse en pie.

Mar 3:26 Igualmente, si Satanás se levanta contra sí mismo y se divide, no puede mantenerse en pie, sino que ha llegado su fin.

Mar 3:27 Ahora bien, nadie puede entrar en la casa de alguien fuerte y arrebatarle sus bienes a menos que primero lo ate. Sólo entonces podrá robar su casa.

Mar 3:28 Les aseguro que todos los pecados y blasfemias se les perdonarán a todos por igual,

Mar 3:29 excepto a quien blasfeme contra el Espíritu Santo. Éste no tendrá perdón jamás; es culpable de un pecado eterno.»

Mar 3:30 Es que ellos habían dicho: «Tiene un espíritu maligno.»

La madre y los hermanos de Jesús

Mar 3:31

La madre y los hermanos de Jesús

3:31-33—Mt 12:46-50; Lc 8:19-21

En eso llegaron la madre y los hermanos de Jesús. Se quedaron afuera y enviaron a alguien a llamarlo,

Mar 3:32 pues había mucha gente sentada alrededor de él. —Mira, tu madre y tus hermanos[b] están afuera y te buscan —le dijeron.

Mar 3:33 —¿Quiénes son mi madre y mis hermanos? —replicó Jesús.

Mar 3:34 Luego echó una mirada a los que estaban sentados alrededor de él y añadió: —Aquí tienen a mi madre y a mis hermanos.

Mar 3:35 Cualquiera que hace la voluntad de Dios es mi hermano, mi hermana y mi madre.

Marcos 4

La parábola del sembrador

Mar 4:1

Parábola del sembrador

4:1-12—Mt 13:1-15; Lc 8:4-10

4:13-20—Mt 13:18-23; Lc 8:11-15

De nuevo comenzó Jesús a enseñar a la orilla del lago. La multitud que se reunió para verlo era tan grande que él subió y se sentó en una barca que estaba en el lago, mientras toda la gente se quedaba en la playa.

Mar 4:2 Entonces se puso a enseñarles muchas cosas por medio de parábolas y, como parte de su instrucción, les dijo:

Mar 4:3 «¡Pongan atención! Un sembrador salió a sembrar.

Mar 4:4 Sucedió que al esparcir él la semilla, una parte cayó junto al camino, y llegaron los pájaros y se la comieron.

Mar 4:5 Otra parte cayó en terreno pedregoso, sin mucha tierra. Esa semilla brotó pronto porque la tierra no era profunda;

Mar 4:6 pero cuando salió el sol, las plantas se marchitaron y, por no tener raíz, se secaron.

Mar 4:7 Otra parte de la semilla cayó entre espinos que, al crecer, la ahogaron, de modo que no dio fruto.

Mar 4:8 Pero las otras semillas cayeron en buen terreno. Brotaron, crecieron y produjeron una cosecha que rindió el treinta, el sesenta y hasta el ciento por uno.

Mar 4:9 »El que tenga oídos para oír, que oiga», añadió Jesús.

El propósito de las parábolas

Mar 4:10 Cuando se quedó solo, los doce y los que estaban alrededor de él le hicieron preguntas sobre las parábolas.

Mar 4:11 «A ustedes se les ha revelado el secreto del reino de Dios —les contestó—; pero a los de afuera todo les llega por medio de parábolas,

Mar 4:12 para que »“por mucho que vean, no perciban; y por mucho que oigan, no entiendan; no sea que se conviertan y sean perdonados.”[a]

Mar 4:13 »¿No entienden esta parábola? —continuó Jesús—. ¿Cómo podrán, entonces, entender las demás?

Mar 4:14 El sembrador siembra la palabra.

Mar 4:15 Algunos son como lo sembrado junto al camino, donde se siembra la palabra. Tan pronto como la oyen, viene Satanás y les quita la palabra sembrada en ellos.

Mar 4:16 Otros son como lo sembrado en terreno pedregoso: cuando oyen la palabra, en seguida la reciben con alegría,

Mar 4:17 pero como no tienen raíz, duran poco tiempo. Cuando surgen problemas o persecución a causa de la palabra, en seguida se apartan de ella.

Mar 4:18 Otros son como lo sembrado entre espinos: oyen la palabra,

Mar 4:19 pero las preocupaciones de esta vida, el engaño de las riquezas y muchos otros malos deseos entran hasta ahogar la palabra, de modo que ésta no llega a dar fruto.

Mar 4:20 Pero otros son como lo sembrado en buen terreno: oyen la palabra, la aceptan y producen una cosecha que rinde el treinta, el sesenta y hasta el ciento por uno.»

Una luz debajo del almud

Mar 4:21

Una lámpara en una repisa

También les dijo: «¿Acaso se trae una lámpara para ponerla debajo de un cajón o debajo de la cama? ¿No es, por el contrario, para ponerla en una repisa?

Mar 4:22 No hay nada escondido que no esté destinado a descubrirse; tampoco hay nada oculto que no esté destinado a ser revelado.

Mar 4:23 El que tenga oídos para oír, que oiga.

Mar 4:24 »Pongan mucha atención —añadió—. Con la medida que midan a otros, se les medirá a ustedes, y aún más se les añadirá.

Mar 4:25 Al que tiene, se le dará más; al que no tiene, hasta lo poco que tiene se le quitará.»

La parábola del crecimiento de la semilla

Mar 4:26

Parábola de la semilla que crece

Jesús continuó: «El reino de Dios se parece a quien esparce semilla en la tierra.

Mar 4:27 Sin que éste sepa cómo, y ya sea que duerma o esté despierto, día y noche brota y crece la semilla.

Mar 4:28 La tierra da fruto por sí sola; primero el tallo, luego la espiga, y después el grano lleno en la espiga.

Mar 4:29 Tan pronto como el grano está maduro, se le mete la hoz, pues ha llegado el tiempo de la cosecha.»

La parábola del grano de mostaza

Mar 4:30

Parábola del grano de mostaza

4:30-32—Mt 13:31-32; Lc 13:18-19

También dijo: «¿Con qué vamos a comparar el reino de Dios? ¿Qué parábola podemos usar para describirlo?

Mar 4:31 Es como un grano de mostaza: cuando se siembra en la tierra, es la semilla más pequeña que hay,

Mar 4:32 pero una vez sembrada crece hasta convertirse en la más grande de las hortalizas, y echa ramas tan grandes que las aves pueden anidar bajo su sombra.»

Mar 4:33 Y con muchas parábolas semejantes les enseñaba Jesús la palabra hasta donde podían entender.

Mar 4:34 No les decía nada sin emplear parábolas. Pero cuando estaba a solas con sus discípulos, les explicaba todo.

Jesús calma una tormenta

Mar 4:35

Jesús calma la tormenta

4:35-41—Mt 8:18, 23-27; Lc 8:22-25

Ese día al anochecer, les dijo a sus discípulos: —Crucemos al otro lado.

Mar 4:36 Dejaron a la multitud y se fueron con él en la barca donde estaba. También lo acompañaban otras barcas.

Mar 4:37 Se desató entonces una fuerte tormenta, y las olas azotaban la barca, tanto que ya comenzaba a inundarse.

Mar 4:38 Jesús, mientras tanto, estaba en la popa, durmiendo sobre un cabezal, así que los discípulos lo despertaron. —¡Maestro! —gritaron—, ¿no te importa que nos ahoguemos?

Mar 4:39 Él se levantó, reprendió al viento y ordenó al mar: —¡Silencio! ¡Cálmate! El viento se calmó y todo quedó completamente tranquilo.

Mar 4:40 —¿Por qué tienen tanto miedo? —dijo a sus discípulos—. ¿Todavía[b] no tienen fe?

Mar 4:41 Ellos estaban espantados y se decían unos a otros: —¿Quién es éste, que hasta el viento y el mar le obedecen?

Salmo 96

Adorad a Jehová en la hermosura de la santidad

Sal 96:1

Canten al SEÑOR un cántico nuevo; canten al SEÑOR, habitantes de toda la tierra.

Sal 96:2 Canten al SEÑOR, alaben su nombre; anuncien día tras día su victoria.

Sal 96:3 Proclamen su gloria entre las naciones, sus maravillas entre todos los pueblos.

Sal 96:4 ¡Grande es el SEÑOR y digno de alabanza, más temible que todos los dioses!

Sal 96:5 Todos los dioses de las naciones no son nada, pero el SEÑOR ha creado los cielos.

Sal 96:6 El esplendor y la majestad son sus heraldos; hay poder y belleza en su santuario.

Sal 96:7 Tributen al SEÑOR, pueblos todos, tributen al SEÑOR la gloria y el poder.

Sal 96:8 Tributen al SEÑOR la gloria que merece su nombre; traigan sus ofrendas y entren en sus atrios.

Sal 96:9 Póstrense ante el SEÑOR en la majestad de su santuario; ¡tiemble delante de él toda la tierra!

Sal 96:10 Que se diga entre las naciones: «¡El SEÑOR es rey!» Ha establecido el mundo con firmeza; jamás será removido. Él juzga a los pueblos con equidad.

Sal 96:11 ¡Alégrense los cielos, regocíjese la tierra! ¡Brame el mar y todo lo que él contiene!

Sal 96:12 ¡Canten alegres los campos y todo lo que hay en ellos! ¡Canten jubilosos todos los árboles del bosque!

Sal 96:13 ¡Canten delante del SEÑOR, que ya viene! ¡Viene ya para juzgar la tierra! Y juzgará al mundo con justicia, y a los pueblos con fidelidad.