Día 167
Cantares 5
Cnt 5:1
El amado
He entrado ya en mi jardín, hermana y novia mía, y en él recojo mirra y bálsamo; allí me sacio del panal y de su miel. Allí me embriago de vino y leche; ¡todo esto me pertenece!
Los amigos
¡Coman y beban, amigos, y embriáguense de amor!
El novio busca a su amada
Cnt 5:2
Cuarto Canto
La amada
Yo dormía, pero mi corazón velaba. ¡Y oí una voz! ¡Mi amado estaba a la puerta! «Hermana, amada mía; preciosa paloma mía, ¡déjame entrar! Mi cabeza está empapada de rocío; la humedad de la noche corre por mi pelo.»
Cnt 5:3 Ya me he quitado la ropa; ¡cómo volver a vestirme! Ya me he lavado los pies; ¡cómo ensuciarlos de nuevo!
Cnt 5:4 Mi amado pasó la mano por la abertura del cerrojo; ¡se estremecieron mis entrañas al sentirlo!
Cnt 5:5 Me levanté y le abrí a mi amado; ¡gotas de mirra corrían por mis manos! ¡Se deslizaban entre mis dedos y caían sobre la aldaba!
Cnt 5:6 Le abrí a mi amado, pero ya no estaba allí. Se había marchado, y tras su voz se fue mi alma. Lo busqué, y no lo hallé. Lo llamé, y no me respondió.
Cnt 5:7 Me encontraron los centinelas mientras rondaban la ciudad; los que vigilan las murallas me hirieron, me golpearon; ¡me despojaron de mi manto!
Cnt 5:8 Yo les ruego, mujeres de Jerusalén, que si encuentran a mi amado, ¡le digan que estoy enferma de amor!
Cnt 5:9
El coro
Dinos, bella entre las bellas, ¿en qué aventaja tu amado a otros hombres? ¿En qué aventaja tu amado a otros hombres, que nos haces tales ruegos?
El novio alaba a su amada
Cnt 5:10
La amada
Mi amado es apuesto y trigueño, y entre diez mil hombres se le distingue.
Cnt 5:11 Su cabeza es oro puro; su cabellera es ondulada y negra como un cuervo.
Cnt 5:12 Sus ojos parecen palomas posadas junto a los arroyos, bañadas en leche, montadas como joyas.
Cnt 5:13 Sus mejillas son como lechos de bálsamo, como cultivos de aromáticas hierbas. Sus labios son azucenas por las que fluye mirra.
Cnt 5:14 Sus brazos son barras de oro montadas sobre topacios. Su cuerpo es pulido marfil incrustado de zafiros.
Cnt 5:15 Sus piernas son pilares de mármol que descansan sobre bases de oro puro. Su porte es como el del Líbano, esbelto como sus cedros.
Cnt 5:16 Su paladar es la dulzura misma; ¡él es todo un encanto! ¡Tal es mi amado, tal es mi amigo, mujeres de Jerusalén!
Cantares 6
Cnt 6:1
El coro
¿A dónde se ha ido tu amado, tú, bella entre las bellas? ¿Hacia dónde se ha encaminado? ¡Iremos contigo a buscarlo!
Juntos en el jardín del amor
Cnt 6:2
La amada
Mi amado ha bajado a su jardín, a los lechos de bálsamo, para retozar en los jardines y recoger azucenas.
Cnt 6:3 Yo soy de mi amado, y mi amado es mío; él apacienta su rebaño entre azucenas.
Salomón y su novia se deleitan mutuamente
Cnt 6:4
Quinto Canto
El amado
Tú, amada mía, eres bella como Tirsá, encantadora como Jerusalén, majestuosa como las estrellas del cielo.
Cnt 6:5 Aparta de mí la mirada, que tus ojos me tienen fascinado. Tus cabellos son como los rebaños de cabras que retozan en Galaad.
Cnt 6:6 Tus dientes son como rebaños de cabritas recién salidas del baño. Cada una de ellas tiene su pareja, ninguna de ellas marcha sola.
Cnt 6:7 Tus mejillas, tras el velo, parecen dos mitades de granadas.
Cnt 6:8 Pueden ser sesenta las reinas, ochenta las concubinas e innumerables las vírgenes,
Cnt 6:9 pero una sola es mi palomita preciosa, la hija consentida de su madre, la favorita de quien le dio la vida. Las mujeres la ven y la bendicen; las reinas y las concubinas la alaban.
Cnt 6:10
El coro
¿Quién es ésta, admirable como la aurora? ¡Es bella como la luna, radiante como el sol, majestuosa como las estrellas del cielo!
Cnt 6:11
El amado
Descendí al huerto de los nogales para admirar los nuevos brotes en el valle, para admirar los retoños de las vides y los granados en flor.
Cnt 6:12 Sin darme cuenta, mi pasión me puso entre las carrozas reales de mi pueblo.[a]
Cnt 6:13
Los amigos
Vuelve, Sulamita, vuelve; vuélvete a nosotros, ¡queremos contemplarte!
El amado
¿Y por qué han de contemplar a la Sulamita, como en las danzas de los campamentos?
Cantares 7
Cnt 7:1 ¡Ah, princesa mía, cuán bellos son tus pies en las sandalias! Las curvas de tus caderas son como alhajas labradas por hábil artesano.
Cnt 7:2 Tu ombligo es una copa redonda, rebosante de buen vino. Tu vientre es un monte de trigo rodeado de azucenas.
Cnt 7:3 Tus pechos parecen dos cervatillos, dos crías mellizas de gacela.
Cnt 7:4 Tu cuello parece torre de marfil. Tus ojos son los manantiales de Hesbón, junto a la entrada de Bat Rabín. Tu nariz se asemeja a la torre del Líbano, que mira hacia Damasco.
Cnt 7:5 Tu cabeza se yergue como la cumbre del Carmelo. Hilos de púrpura son tus cabellos; ¡con tus rizos has cautivado al rey!
Cnt 7:6 Cuán bella eres, amor mío, ¡cuán encantadora en tus delicias!
Cnt 7:7 Tu talle se asemeja al talle de la palmera, y tus pechos a sus racimos.
Cnt 7:8 Me dije: «Me treparé a la palmera; de sus racimos me adueñaré.» ¡Sean tus pechos como racimos de uvas, tu aliento cual fragancia de manzanas,
Cnt 7:9 y como el buen vino tu boca!
La amada
¡Corra el vino hacia mi amado, y le resbale por labios y dientes![a]
Cnt 7:10 Yo soy de mi amado, y él me busca con pasión.
La novia entrega su amor
Cnt 7:11 Ven, amado mío; vayamos a los campos, pasemos la noche entre los azahares.
Cnt 7:12 Vayamos temprano a los viñedos, para ver si han retoñado las vides, si sus pimpollos se han abierto, y si ya florecen los granados. ¡Allí te brindaré mis caricias!
Cnt 7:13 Las mandrágoras esparcen su fragancia, y hay a nuestras puertas toda clase de exquisitos frutos, lo mismo nuevos que añejos, que he guardado para ti, amor mío.
Cantares 8
Anhelo por su amado
Cnt 8:1 ¡Ah, si fueras mi propio hermano, criado a los pechos de mi madre! Al encontrarte en la calle podría besarte, y nadie me juzgaría mal.
Cnt 8:2 Tomándote de la mano, te llevaría a la casa de mi madre, y me enseñarías el arte del amor. Te daría a beber vino con especias, y el néctar de mis granadas.
Cnt 8:3 ¡Ojalá pudiera mi cabeza reposar sobre su izquierda! ¡Ojalá su derecha me abrazara!
Cnt 8:4
El amado
Yo les ruego, mujeres de Jerusalén, que no desvelen ni molesten a mi amada, hasta que ella quiera despertar.
Cnt 8:5
Sexto Canto
El coro
¿Quién es ésta que sube por el desierto apoyada sobre el hombro de su amado?
El amado
Bajo el manzano te desperté; allí te concibió tu madre, allí mismo te dio a luz.
Cnt 8:6
La amada
Grábame como un sello sobre tu corazón; llévame como una marca sobre tu brazo. Fuerte es el amor, como la muerte, y tenaz la pasión, como el sepulcro. Como llama divina es el fuego ardiente del amor.
Cnt 8:7 Ni las muchas aguas pueden apagarlo, ni los ríos pueden extinguirlo. Si alguien ofreciera todas sus riquezas a cambio del amor, sólo conseguiría el desprecio.
Consejo final
Cnt 8:8
El coro
Tan pequeña es nuestra hermana que no le han crecido los pechos. ¿Qué haremos por nuestra hermana cuando vengan a pedirla?
Cnt 8:9 Si fuera una muralla, construiríamos sobre ella almenas de plata. Si acaso fuera una puerta, la recubriríamos con paneles de cedro.
Cnt 8:10
La amada
Una muralla soy yo, y mis pechos, sus dos torres. Por eso a los ojos de mi amado soy como quien ha hallado la paz.
Cnt 8:11 Salomón tenía una viña en Baal Jamón, que dejó al cuidado de aparceros. Cada uno entregaba, por sus frutos, mil monedas[a] de plata.
Cnt 8:12 ¡Quédate, Salomón, con las mil monedas, y ustedes, aparceros, con doscientas, pero mi viña sólo a mí me pertenece!
Cnt 8:13
El amado
Tú, que reinas en los jardines, pendientes de tu voz están nuestros amigos; ¡déjanos escucharla!
Cnt 8:14
La amada
¡Apresúrate, amado mío! ¡Corre como venado, como cervato, sobre los montes de bálsamo cubiertos!
Salmo 12
Han desaparecido los fieles
Sal 12:1
Al director musical. Sobre la octava.[a] Salmo de David.
Sálvanos, SEÑOR, que ya no hay gente fiel; ya no queda gente sincera en este mundo.
Sal 12:2 No hacen sino mentirse unos a otros; sus labios lisonjeros hablan con doblez.
Sal 12:3 El SEÑOR cortará todo labio lisonjero y toda lengua jactanciosa
Sal 12:4 que dice: «Venceremos con la lengua; en nuestros labios confiamos. ¿Quién puede dominarnos a nosotros?»
Sal 12:5 Dice el SEÑOR: «Voy ahora a levantarme, y pondré a salvo a los oprimidos, pues al pobre se le oprime, y el necesitado se queja.»
Sal 12:6 Las palabras del SEÑOR son puras, son como la plata refinada, siete veces purificada en el crisol.
Sal 12:7 Tú, SEÑOR, nos protegerás; tú siempre nos defenderás de esta gente,
Sal 12:8 aun cuando los malvados sigan merodeando, y la maldad sea exaltada en este mundo.