Día 276

14 Jesús & el Reino

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Lucas 19-23

La semana final de la vida de Jesús culminó en una controvertida semana en Jerusalén durante la Pascua. En este video, exploraremos el Evangelio de Lucas en los capitulos 19-23, y cómo sucedió que el Jesús inocente terminó siendo ejecutado como un rebelde revolucionario contra Roma. También veremos cómo Jesús no se sorprendió en absoluto ya que el creía que su muerte abriría un nuevo futuro para Israel y para toda la humanidad.


Lucas 19

Jesús y Zaqueo

Luc 19:1

Zaqueo, el recaudador de impuestos

Jesús llegó a Jericó y comenzó a cruzar la ciudad.

Luc 19:2 Resulta que había allí un hombre llamado Zaqueo, jefe de los recaudadores de impuestos, que era muy rico.

Luc 19:3 Estaba tratando de ver quién era Jesús, pero la multitud se lo impedía, pues era de baja estatura.

Luc 19:4 Por eso se adelantó corriendo y se subió a un árbol para poder verlo, ya que Jesús iba a pasar por allí.

Luc 19:5 Llegando al lugar, Jesús miró hacia arriba y le dijo: —Zaqueo, baja en seguida. Tengo que quedarme hoy en tu casa.

Luc 19:6 Así que se apresuró a bajar y, muy contento, recibió a Jesús en su casa.

Luc 19:7 Al ver esto, todos empezaron a murmurar: «Ha ido a hospedarse con un pecador.»

Luc 19:8 Pero Zaqueo dijo resueltamente: —Mira, Señor: Ahora mismo voy a dar a los pobres la mitad de mis bienes, y si en algo he defraudado a alguien, le devolveré cuatro veces la cantidad que sea.

Luc 19:9 —Hoy ha llegado la salvación a esta casa —le dijo Jesús—, ya que éste también es hijo de Abraham.

Luc 19:10 Porque el Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.

La parábola de las diez minas

Luc 19:11

Parábola del dinero

Como la gente lo escuchaba, pasó a contarles una parábola, porque estaba cerca de Jerusalén y la gente pensaba que el reino de Dios iba a manifestarse en cualquier momento.

Luc 19:12 Así que les dijo: «Un hombre de la nobleza se fue a un país lejano para ser coronado rey y luego regresar.

Luc 19:13 Llamó a diez de sus siervos y entregó a cada cual una buena cantidad de dinero.[a] Les instruyó: “Hagan negocio con este dinero hasta que yo vuelva.”

Luc 19:14 Pero sus súbditos lo odiaban y mandaron tras él una delegación a decir: “No queremos a éste por rey.”

Luc 19:15 »A pesar de todo, fue nombrado rey. Cuando regresó a su país, mandó llamar a los siervos a quienes había entregado el dinero, para enterarse de lo que habían ganado.

Luc 19:16 Se presentó el primero y dijo: “Señor, su dinero[b] ha producido diez veces más.”

Luc 19:17 “¡Hiciste bien, siervo bueno! —le respondió el rey—. Puesto que has sido fiel en tan poca cosa, te doy el gobierno de diez ciudades.”

Luc 19:18 Se presentó el segundo y dijo: “Señor, su dinero ha producido cinco veces más.”

Luc 19:19 El rey le respondió: “A ti te pongo sobre cinco ciudades.”

Luc 19:20 »Llegó otro siervo y dijo: “Señor, aquí tiene su dinero; lo he tenido guardado, envuelto en un pañuelo.

Luc 19:21 Es que le tenía miedo a usted, que es un hombre muy exigente: toma lo que no depositó y cosecha lo que no sembró.”

Luc 19:22 El rey le contestó: “Siervo malo, con tus propias palabras te voy a juzgar. ¿Así que sabías que soy muy exigente, que tomo lo que no deposité y cosecho lo que no sembré?

Luc 19:23 Entonces, ¿por qué no pusiste mi dinero en el banco, para que al regresar pudiera reclamar los intereses?”

Luc 19:24 Luego dijo a los presentes: “Quítenle el dinero y dénselo al que recibió diez veces más.”

Luc 19:25 “Señor —protestaron—, ¡él ya tiene diez veces más!”

Luc 19:26 El rey contestó: “Les aseguro que a todo el que tiene, se le dará más, pero al que no tiene, se le quitará hasta lo que tiene.

Luc 19:27 Pero en cuanto a esos enemigos míos que no me querían por rey, tráiganlos acá y mátenlos delante de mí.” »

La entrada triunfal

Luc 19:28

La entrada triunfal

19:29-38—Mt 21:1-9; Mr 11:1-10

19:35-38—Jn 12:12-15

Dicho esto, Jesús siguió adelante, subiendo hacia Jerusalén.

Luc 19:29 Cuando se acercó a Betfagué y a Betania, junto al monte llamado de los Olivos, envió a dos de sus discípulos con este encargo:

Luc 19:30 «Vayan a la aldea que está enfrente y, al entrar en ella, encontrarán atado a un burrito en el que nadie se ha montado. Desátenlo y tráiganlo acá.

Luc 19:31 Y si alguien les pregunta: “¿Por qué lo desatan?”, díganle: “El Señor lo necesita.” »

Luc 19:32 Fueron y lo encontraron tal como él les había dicho.

Luc 19:33 Cuando estaban desatando el burrito, los dueños les preguntaron: —¿Por qué desatan el burrito?

Luc 19:34 —El Señor lo necesita —contestaron.

Luc 19:35 Se lo llevaron, pues, a Jesús. Luego pusieron sus mantos encima del burrito y ayudaron a Jesús a montarse.

Luc 19:36 A medida que avanzaba, la gente tendía sus mantos sobre el camino.

Luc 19:37 Al acercarse él a la bajada del monte de los Olivos, todos los discípulos se entusiasmaron y comenzaron a alabar a Dios por tantos milagros que habían visto. Gritaban:

Luc 19:38 —¡Bendito el Rey que viene en el nombre del Señor![c] —¡Paz en el cielo y gloria en las alturas!

Luc 19:39 Algunos de los fariseos que estaban entre la gente le reclamaron a Jesús: —¡Maestro, reprende a tus discípulos!

Luc 19:40 Pero él respondió: —Les aseguro que si ellos se callan, gritarán las piedras.

Jesús llora por Jerusalén

Luc 19:41

Jesús en el templo

19:45-46—Mt 21:12-16; Mr 11:15-18; Jn 2:13-16

Cuando se acercaba a Jerusalén, Jesús vio la ciudad y lloró por ella.

Luc 19:42 Dijo: —¡Cómo quisiera que hoy supieras lo que te puede traer paz! Pero eso ahora está oculto a tus ojos.

Luc 19:43 Te sobrevendrán días en que tus enemigos levantarán un muro y te rodearán, y te encerrarán por todos lados.

Luc 19:44 Te derribarán a ti y a tus hijos dentro de tus murallas. No dejarán ni una piedra sobre otra, porque no reconociste el tiempo en que Dios vino a salvarte.[d]

Jesús limpia el templo

Luc 19:45 Luego entró en el templo[e] y comenzó a echar de allí a los que estaban vendiendo.

Luc 19:46 «Escrito está —les dijo—: “Mi casa será casa de oración” ;[f] pero ustedes la han convertido en “cueva de ladrones” .[g] »

Luc 19:47 Todos los días enseñaba en el templo, y los jefes de los sacerdotes, los maestros de la ley y los dirigentes del pueblo procuraban matarlo.

Luc 19:48 Sin embargo, no encontraban la manera de hacerlo, porque todo el pueblo lo escuchaba con gran interés.

Lucas 20

Cuestionan la autoridad de Jesús

Luc 20:1

La autoridad de Jesús puesta en duda

20:1-8—Mt 21:23-27; Mr 11:27-33

Un día, mientras Jesús enseñaba al pueblo en el templo y les predicaba el evangelio, se le acercaron los jefes de los sacerdotes y los maestros de la ley, junto con los ancianos.

Luc 20:2 —Dinos con qué autoridad haces esto —lo interrogaron—. ¿Quién te dio esa autoridad?

Luc 20:3 —Yo también voy a hacerles una pregunta a ustedes —replicó él—. Díganme:

Luc 20:4 El bautismo de Juan, ¿procedía del cielo o de la tierra?[a]

Luc 20:5 Ellos, pues, lo discutieron entre sí: «Si respondemos: “Del cielo”, nos dirá: “¿Por qué no le creyeron?”

Luc 20:6 Pero si decimos: “De la tierra”, todo el pueblo nos apedreará, porque están convencidos de que Juan era un profeta.» Así que le respondieron:

Luc 20:7 —No sabemos de dónde era.

Luc 20:8 —Pues yo tampoco les voy a decir con qué autoridad hago esto.

La parábola de los labradores malvados

Luc 20:9

Parábola de los labradores malvados

20:9-19—Mt 21:33-46; Mr 12:1-12

Pasó luego a contarle a la gente esta parábola: —Un hombre plantó un viñedo, se lo arrendó a unos labradores y se fue de viaje por largo tiempo.

Luc 20:10 Llegada la cosecha, mandó un siervo a los labradores para que le dieran parte de la cosecha. Pero los labradores lo golpearon y lo despidieron con las manos vacías.

Luc 20:11 Les envió otro siervo, pero también a éste lo golpearon, lo humillaron y lo despidieron con las manos vacías.

Luc 20:12 Entonces envió un tercero, pero aun a éste lo hirieron y lo expulsaron.

Luc 20:13 »Entonces pensó el dueño del viñedo: “¿Qué voy a hacer? Enviaré a mi hijo amado; seguro que a él sí lo respetarán.”

Luc 20:14 Pero cuando lo vieron los labradores, trataron el asunto. “Éste es el heredero —dijeron—. Matémoslo, y la herencia será nuestra.”

Luc 20:15 Así que lo arrojaron fuera del viñedo y lo mataron. »¿Qué les hará el dueño?

Luc 20:16 Volverá, acabará con esos labradores y dará el viñedo a otros. Al oír esto, la gente exclamó: —¡Dios no lo quiera!

Luc 20:17 Mirándolos fijamente, Jesús les dijo: —Entonces, ¿qué significa esto que está escrito: »“La piedra que desecharon los constructores ha llegado a ser la piedra angular” ?[b]

Luc 20:18 Todo el que caiga sobre esa piedra quedará despedazado, y si ella cae sobre alguien, lo hará polvo.

Pagar impuestos al César

Luc 20:19 Los maestros de la ley y los jefes de los sacerdotes, cayendo en cuenta que la parábola iba dirigida contra ellos, buscaron la manera de echarle mano en aquel mismo momento. Pero temían al pueblo.

Luc 20:20

El pago de impuestos al césar

20:20-26—Mt 22:15-22; Mr 12:13-17

Entonces, para acecharlo, enviaron espías que fingían ser gente honorable. Pensaban atrapar a Jesús en algo que él dijera, y así poder entregarlo a la jurisdicción del gobernador.

Luc 20:21 —Maestro —dijeron los espías—, sabemos que lo que dices y enseñas es correcto. No juzgas por las apariencias, sino que de verdad enseñas el camino de Dios.

Luc 20:22 ¿Nos está permitido pagar impuestos al césar o no?

Luc 20:23 Pero Jesús, dándose cuenta de sus malas intenciones, replicó:

Luc 20:24 —Muéstrenme una moneda romana.[c] ¿De quién son esta imagen y esta inscripción? —Del césar —contestaron.

Luc 20:25 —Entonces denle al césar lo que es del césar, y a Dios lo que es de Dios.

Luc 20:26 No pudieron atraparlo en lo que decía en público. Así que, admirados de su respuesta, se callaron.

Los saduceos preguntan acerca de la resurrección

Luc 20:27

La resurrección y el matrimonio

20:27-40—Mt 22:23-33; Mr 12:18-27

Luego, algunos de los saduceos, que decían que no hay resurrección, se acercaron a Jesús y le plantearon un problema:

Luc 20:28 —Maestro, Moisés nos enseñó en sus escritos que si un hombre muere y deja a la viuda sin hijos, el hermano de ese hombre tiene que casarse con la viuda para que su hermano tenga descendencia.

Luc 20:29 Pues bien, había siete hermanos. El primero se casó y murió sin dejar hijos.

Luc 20:30 Entonces el segundo

Luc 20:31 y el tercero se casaron con ella, y así sucesivamente murieron los siete sin dejar hijos.

Luc 20:32 Por último, murió también la mujer.

Luc 20:33 Ahora bien, en la resurrección, ¿de cuál será esposa esta mujer, ya que los siete estuvieron casados con ella?

Luc 20:34 —La gente de este mundo se casa y se da en casamiento —les contestó Jesús—.

Luc 20:35 Pero en cuanto a los que sean dignos de tomar parte en el mundo venidero por la resurrección: ésos no se casarán ni serán dados en casamiento,

Luc 20:36 ni tampoco podrán morir, pues serán como los ángeles. Son hijos de Dios porque toman parte en la resurrección.

Luc 20:37 Pero que los muertos resucitan lo dio a entender Moisés mismo en el pasaje sobre la zarza, pues llama al Señor “el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob” .[d]

Luc 20:38 Él no es Dios de muertos, sino de vivos; en efecto, para él todos ellos viven.

Luc 20:39 Algunos de los maestros de la ley le respondieron: —¡Bien dicho, Maestro!

Luc 20:40 Y ya no se atrevieron a hacerle más preguntas.

¿De quién es hijo el Cristo?

Luc 20:41

¿De quién es hijo el Cristo?

20:41-47—Mt 22:41-23:7; Mr 12:35-40

Pero Jesús les preguntó: —¿Cómo es que dicen que el Cristo es hijo de David?

Luc 20:42 David mismo declara en el libro de los Salmos: »“Dijo el Señor a mi Señor: ‘Siéntate a mi derecha,

Luc 20:43 hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies.’ ”[e]

Luc 20:44 David lo llama “Señor” . ¿Cómo puede entonces ser su hijo?

Guardaos de los escribas

Luc 20:45 Mientras todo el pueblo lo escuchaba, Jesús les dijo a sus discípulos:

Luc 20:46 —Cuídense de los maestros de la ley. Les gusta pasearse con ropas ostentosas y les encanta que los saluden en las plazas, y ocupar el primer puesto en las sinagogas y los lugares de honor en los banquetes.

Luc 20:47 Devoran los bienes de las viudas y a la vez hacen largas plegarias para impresionar a los demás. Éstos recibirán peor castigo.

Salmo 119: 65-96

Sal 119:65

Tet

Tú, SEÑOR, tratas bien a tu siervo, conforme a tu palabra.

Sal 119:66 Impárteme conocimiento y buen juicio, pues yo creo en tus mandamientos.

Sal 119:67 Antes de sufrir anduve descarriado, pero ahora obedezco tu palabra.

Sal 119:68 Tú eres bueno, y haces el bien; enséñame tus decretos.

Sal 119:69 Aunque los insolentes me difaman, yo cumplo tus preceptos con todo el corazón.

Sal 119:70 El corazón de ellos es torpe e insensible, pero yo me regocijo en tu ley.

Sal 119:71 Me hizo bien haber sido afligido, porque así llegué a conocer tus decretos.

Sal 119:72 Para mí es más valiosa tu enseñanza que millares de monedas de oro y plata.

Sal 119:73

Yod

Con tus manos me creaste, me diste forma. Dame entendimiento para aprender tus mandamientos.

Sal 119:74 Los que te honran se regocijan al verme, porque he puesto mi esperanza en tu palabra.

Sal 119:75 SEÑOR, yo sé que tus juicios son justos, y que con justa razón me afliges.

Sal 119:76 Que sea tu gran amor mi consuelo, conforme a la promesa que hiciste a tu siervo.

Sal 119:77 Que venga tu compasión a darme vida, porque en tu ley me regocijo.

Sal 119:78 Sean avergonzados los insolentes que sin motivo me maltratan; yo, por mi parte, meditaré en tus preceptos.

Sal 119:79 Que se reconcilien conmigo los que te temen, los que conocen tus estatutos.

Sal 119:80 Sea mi corazón íntegro hacia tus decretos, para que yo no sea avergonzado.

Sal 119:81

Caf

Esperando tu salvación se me va la vida. En tu palabra he puesto mi esperanza.

Sal 119:82 Mis ojos se consumen esperando tu promesa, y digo: «¿Cuándo vendrás a consolarme?»

Sal 119:83 Parezco un odre ennegrecido por el humo, pero no me olvido de tus decretos.

Sal 119:84 ¿Cuánto más vivirá este siervo tuyo? ¿Cuándo juzgarás a mis perseguidores?

Sal 119:85 Me han cavado trampas los insolentes, los que no viven conforme a tu ley.

Sal 119:86 Todos tus mandamientos son fidedignos; ¡ayúdame!, pues falsos son mis perseguidores.

Sal 119:87 Por poco me borran de la tierra, pero yo no abandono tus preceptos.

Sal 119:88 Por tu gran amor, dame vida y cumpliré tus estatutos.

Sal 119:89

Lámed

Tu palabra, SEÑOR, es eterna, y está firme en los cielos.

Sal 119:90 Tu fidelidad permanece para siempre; estableciste la tierra, y quedó firme.

Sal 119:91 Todo subsiste hoy, conforme a tus decretos, porque todo está a tu servicio.

Sal 119:92 Si tu ley no fuera mi regocijo, la aflicción habría acabado conmigo.

Sal 119:93 Jamás me olvidaré de tus preceptos, pues con ellos me has dado vida.

Sal 119:94 ¡Sálvame, pues te pertenezco y escudriño tus preceptos!

Sal 119:95 Los impíos me acechan para destruirme, pero yo me esfuerzo por entender tus estatutos.

Sal 119:96 He visto que aun la perfección tiene sus límites; ¡sólo tus mandamientos son infinitos!