Día 178

10 Los Profetas del Exilio

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Jeremias 37

Jeremías advierte a Sedequías

Jer 37:1

Encarcelamiento de Jeremías

Nabucodonosor, rey de Babilonia, puso como rey de Judá a Sedequías hijo de Josías, en lugar de Jeconías[a] hijo de Joacim.

Jer 37:2 Pero ni Sedequías ni sus siervos ni la gente de Judá hicieron caso a las palabras que el SEÑOR había hablado a través del profeta Jeremías.

Jer 37:3 No obstante, el rey Sedequías envió a Jucal hijo de Selemías y al sacerdote Sofonías hijo de Maseías a decirle al profeta Jeremías: «Ora por nosotros al SEÑOR nuestro Dios.»

Jer 37:4 Mientras tanto, Jeremías se movía con total libertad entre la gente, pues todavía no lo habían encarcelado.

Jer 37:5 Por otra parte, el ejército del faraón había salido de Egipto. Y cuando los babilonios, que estaban sitiando a Jerusalén, se enteraron de la noticia, emprendieron la retirada.

Jer 37:6 La palabra del SEÑOR vino al profeta Jeremías:

Jer 37:7 «Así dice el SEÑOR, el Dios de Israel: “Díganle al rey de Judá que los mandó a consultarme: ‘El ejército del faraón, que salió para apoyarlos, se volverá a Egipto.

Jer 37:8 Los babilonios regresarán para atacar esta ciudad, y la capturarán y la incendiarán.’”

Jer 37:9 »Así dice el SEÑOR: “No se hagan ilusiones creyendo que los babilonios se van a retirar. ¡Se equivocan! No se van a retirar.

Jer 37:10 Y aunque ustedes derrotaran a todo el ejército babilonio, y sólo quedaran en sus campamentos algunos hombres heridos, éstos se levantarían e incendiarían esta ciudad.” »

Jeremías encarcelado

Jer 37:11 Cuando por causa de la incursión del ejército del faraón el ejército de Babilonia se retiró de Jerusalén,

Jer 37:12 Jeremías quiso trasladarse de Jerusalén al territorio de Benjamín para tomar posesión de una herencia.

Jer 37:13 Pero al llegar a la puerta de Benjamín, un capitán de la guardia llamado Irías, hijo de Selemías y nieto de Jananías, detuvo al profeta Jeremías y lo acusó: —¡Estás por pasarte a los babilonios!

Jer 37:14 Jeremías respondió: —¡Mentira, no voy a pasarme a los babilonios! Pero Irías no le hizo caso, sino que lo detuvo y lo llevó ante los jefes.

Jer 37:15 Éstos estaban enfurecidos contra Jeremías, así que luego de golpearlo lo encarcelaron en la casa del cronista Jonatán, ya que la habían convertido en prisión.

Jer 37:16 Así Jeremías fue encerrado en un calabozo subterráneo, donde permaneció mucho tiempo.

Jer 37:17 El rey Sedequías mandó que trajeran a Jeremías al palacio, y allí le preguntó en secreto: —¿Has recibido alguna palabra del SEÑOR? —Sí —respondió Jeremías—, Su Majestad será entregado en manos del rey de Babilonia.

Jer 37:18 A su vez, Jeremías le preguntó al rey Sedequías: —¿Qué crimen he cometido contra Su Majestad, o contra sus ministros o este pueblo, para que me hayan encarcelado?

Jer 37:19 ¿Dónde están sus profetas, los que profetizaban que el rey de Babilonia no los atacaría ni a ustedes ni a este país?

Jer 37:20 Pero ahora, ruego a Su Majestad me preste atención. Le pido que no me mande de vuelta a la casa del cronista Jonatán, no sea que yo muera allí.

Jer 37:21 Entonces el rey Sedequías ordenó que pusieran a Jeremías en el patio de la guardia y que, mientras hubiera pan en la ciudad, todos los días le dieran una porción del pan horneado en la calle de los Panaderos. Así fue como Jeremías permaneció en el patio de la guardia.

Jeremias 38

Jeremías arrojado a una cisterna

Jer 38:1

Jeremías en la cisterna

Sefatías hijo de Matán, Guedalías hijo de Pasur, Jucal hijo de Selemías, y Pasur hijo de Malquías, oyeron que Jeremías le decía a todo el pueblo:

Jer 38:2 «Así dice el SEÑOR: “El que se quede en esta ciudad morirá de hambre, por la espada o por la peste. Pero el que se pase a los babilonios vivirá. ¡Se entregará como botín de guerra, pero salvará su vida!”

Jer 38:3 Así dice el SEÑOR: “Esta ciudad caerá en poder del ejército del rey de Babilonia, y será capturada.” »

Jer 38:4 Los jefes le dijeron al rey: —Hay que matar a este hombre. Con semejantes discursos está desmoralizando a los soldados y a todo el pueblo que aún quedan en esta ciudad. Este hombre no busca el bien del pueblo, sino su desgracia.

Jer 38:5 El rey Sedequías respondió: —Lo dejo en sus manos. Ni yo, que soy el rey, puedo oponerme a ustedes.

Jer 38:6 Ellos tomaron a Jeremías y, bajándolo con cuerdas, lo echaron en la cisterna del patio de la guardia, la cual era de Malquías, el hijo del rey. Pero como en la cisterna no había agua, sino lodo, Jeremías se hundió en él.

Jeremías rescatado de la cisterna

Jer 38:7 El etíope Ebedmélec, funcionario[a] de la casa real, se enteró de que habían echado a Jeremías en la cisterna. En cierta ocasión cuando el rey estaba participando en una sesión frente al portón de Benjamín,

Jer 38:8 Ebedmélec salió del palacio real y le dijo:

Jer 38:9 —Mi rey y señor, estos hombres han actuado con saña. Han arrojado a Jeremías en la cisterna, y allí se morirá de hambre, porque ya no hay pan en la ciudad.

Jer 38:10 Entonces el rey ordenó al etíope Ebedmélec: —Toma contigo tres[b] hombres, y rescata de la cisterna al profeta Jeremías antes de que se muera.

Jer 38:11 Ebedmélec lo hizo así, y fue al depósito de ropa[c] del palacio real, sacó de allí ropas y trapos viejos, y con unas sogas se los bajó a la cisterna a Jeremías.

Jer 38:12 Ebedmélec le dijo a Jeremías: —Ponte en los sobacos estas ropas y trapos viejos, para protegerte de las sogas. Así lo hizo Jeremías.

Jer 38:13 Los hombres tiraron de las sogas y lo sacaron de la cisterna. Y Jeremías permaneció en el patio de la guardia.

Jeremías advierte de nuevo a Sedequías

Jer 38:14

Sedequías interroga a Jeremías

El rey Sedequías mandó que llevaran a Jeremías a la tercera entrada de la casa del SEÑOR, y allí le dijo: —Te voy a preguntar algo, y por favor no me ocultes nada.

Jer 38:15 Jeremías le respondió al rey: —Si respondo a la pregunta de Su Majestad, lo más seguro es que me mate. Y si le doy un consejo, no me va a hacer caso.

Jer 38:16 Pero en secreto el rey Sedequías le hizo este juramento a Jeremías: —¡Te juro por el SEÑOR, que nos ha dado esta vida, que no te mataré ni te entregaré en manos de estos hombres que atentan contra tu vida!

Jer 38:17 Jeremías le dijo a Sedequías: —Así dice el SEÑOR Todopoderoso, el Dios de Israel: “Si Su Majestad se rinde ante los jefes del rey de Babilonia, salvará su vida, y esta ciudad no será incendiada; Su Majestad y su familia vivirán.

Jer 38:18 Pero si no se rinde ante los jefes del rey de Babilonia, la ciudad caerá bajo el poder de los caldeos, y será incendiada, y usted no tendrá escapatoria.”

Jer 38:19 El rey Sedequías respondió: —Yo le tengo terror a los judíos que se pasaron al bando de los babilonios, pues me pueden entregar en sus manos para que me torturen.

Jer 38:20 Jeremías le contestó: —Obedezca Su Majestad la voz del SEÑOR que yo le estoy comunicando, y no caerá en manos de los babilonios. Así le irá bien a usted, y salvará su vida.

Jer 38:21 Pero si Su Majestad se empecina en no rendirse, ésta es la palabra que el SEÑOR me ha revelado:

Jer 38:22 Todas las mujeres que aún quedan en el palacio del rey de Judá serán entregadas a los jefes del rey de Babilonia, y ellas mismas le echarán en cara: »“Tus amigos más confiables te han engañado y te han vencido. Tienes los pies hundidos en el fango, pues tus amigos te dieron la espalda.”

Jer 38:23 »Todas las mujeres y los hijos de Su Majestad serán entregados a los babilonios, y ni Su Majestad podrá escapar, sino que caerá bajo el poder del rey de Babilonia, y la ciudad será incendiada.

Jer 38:24 Sedequías le contestó a Jeremías: —Que nadie se entere de estas palabras, pues de lo contrario morirás.

Jer 38:25 Si los jefes se enteran de que yo hablé contigo, y vienen y te dicen: “Dinos ya lo que le has informado al rey, y lo que él te dijo; no nos ocultes nada, pues de lo contrario te mataremos”,

Jer 38:26 tú les dirás: “Vine a suplicarle al rey que no me mandara de vuelta a casa de Jonatán, a morir allí.”

Jer 38:27 Y así fue. Todos los jefes vinieron a interrogar a Jeremías, pero él les contestó de acuerdo con lo que el rey le había ordenado. Entonces lo dejaron tranquilo, porque nadie había escuchado la conversación.

Jer 38:28 Y Jeremías se quedó en el patio de la guardia hasta el día en que Jerusalén fue capturada.

Jeremias 39

La caída de Jerusalén

Jer 39:1

La caída de Jerusalén

39:1-10—2R 25:1-12; Jer 52:4-16

Jerusalén fue tomada de la siguiente manera: En el mes décimo del año noveno del reinado de Sedequías en Judá, el rey Nabucodonosor de Babilonia y todo su ejército marcharon contra Jerusalén y la sitiaron.

Jer 39:2 El día nueve del mes cuarto del año undécimo del reinado de Sedequías, abrieron una brecha en el muro de la ciudad,

Jer 39:3 por la que entraron todos los jefes del rey de Babilonia, hasta instalarse en la puerta central: Nergal Sarézer de Samgar, Nebo Sarsequín,[a] un oficial principal, Nergal Sarézer, también un alto funcionario, y todos los otros jefes del rey de Babilonia.

Jer 39:4 Al verlos, el rey Sedequías de Judá y todos los soldados huyeron de la ciudad. Salieron de noche por el camino del jardín del rey, por la puerta que está entre los dos muros, tomando el camino del Arabá.[b]

Jer 39:5 Pero el ejército babilónico los persiguió hasta alcanzarlos en las llanuras de Jericó. Capturaron a Sedequías y lo llevaron ante Nabucodonosor, rey de Babilonia, que estaba en Riblá, en el territorio de Jamat. Allí dictó sentencia contra Sedequías,

Jer 39:6 y ante sus propios ojos hizo degollar a sus hijos, lo mismo que a todos los nobles de Judá.

Jer 39:7 Luego mandó que a Sedequías le sacaran los ojos y le pusieran cadenas de bronce, para llevarlo a Babilonia.

Jer 39:8 Los babilonios prendieron fuego al palacio real y a las casas del pueblo, y derribaron los muros de Jerusalén.

Jer 39:9 Finalmente Nabuzaradán, el comandante de la guardia, llevó cautivos a Babilonia tanto al resto de la población como a los desertores, es decir, a todos los que quedaban.

Jer 39:10 Nabuzaradán, comandante de la guardia, sólo dejó en el territorio de Judá a algunos de los más pobres, que no poseían nada. En aquel día les asignó campos y viñedos.

El Señor libera a Jeremías

Jer 39:11 En cuanto a Jeremías, el rey Nabucodonosor de Babilonia había dado la siguiente orden a Nabuzaradán, el comandante de la guardia:

Jer 39:12 «Vigílalo bien, sin hacerle ningún daño, y atiende a todas sus necesidades.»

Jer 39:13 Nabuzaradán, comandante de la guardia, Nebusazbán, un oficial principal, Nergal Sarézer, un alto funcionario, y todos los demás oficiales del rey de Babilonia,

Jer 39:14 mandaron sacar a Jeremías del patio de la guardia y se lo confiaron a Guedalías hijo de Ajicán, nieto de Safán, para que lo llevaran de vuelta a su casa. Así Jeremías se quedó a vivir en medio del pueblo.

Jer 39:15 Aún estaba Jeremías preso en el patio de la guardia cuando la palabra del SEÑOR vino a él:

Jer 39:16 «Ve y dile a Ebedmélec, el etíope, que así dice el SEÑOR Todopoderoso, el Dios de Israel: “Voy a cumplir las palabras que anuncié contra esta ciudad, para mal y no para bien. En aquel día, tú serás testigo de todo esto.

Jer 39:17 Pero en ese mismo día yo te rescataré —afirma el SEÑOR—, y no caerás en las manos de los hombres que temes.

Jer 39:18 Porque ciertamente yo te libraré —afirma el SEÑOR—, y no caerás a filo de espada; antes bien, tu vida será tu botín, porque has confiado en mí.” »

Salmo 23

Jehová es mi pastor

Sal 23:1

Salmo de David.

El SEÑOR es mi pastor, nada me falta;

Sal 23:2 en verdes pastos me hace descansar. Junto a tranquilas aguas me conduce;

Sal 23:3 me infunde nuevas fuerzas. Me guía por sendas de justicia por amor a su nombre.

Sal 23:4 Aun si voy por valles tenebrosos, no temo peligro alguno porque tú estás a mi lado; tu vara de pastor me reconforta.

Sal 23:5 Dispones ante mí un banquete en presencia de mis enemigos. Has ungido con perfume mi cabeza; has llenado mi copa a rebosar.

Sal 23:6 La bondad y el amor me seguirán todos los días de mi vida; y en la casa del SEÑOR habitaré para siempre.