Día 262

14 Jesús & el Reino

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Juan 9

Jesús sana a un ciego de nacimiento

Jua 9:1

Jesús sana a un ciego de nacimiento

A su paso, Jesús vio a un hombre que era ciego de nacimiento.

Jua 9:2 Y sus discípulos le preguntaron: —Rabí, para que este hombre haya nacido ciego, ¿quién pecó, él o sus padres?

Jua 9:3 —Ni él pecó, ni sus padres —respondió Jesús—, sino que esto sucedió para que la obra de Dios se hiciera evidente en su vida.

Jua 9:4 Mientras sea de día, tenemos que llevar a cabo la obra del que me envió. Viene la noche cuando nadie puede trabajar.

Jua 9:5 Mientras esté yo en el mundo, luz soy del mundo.

Jua 9:6 Dicho esto, escupió en el suelo, hizo barro con la saliva y se lo untó en los ojos al ciego, diciéndole:

Jua 9:7 —Ve y lávate en el estanque de Siloé (que significa: Enviado). El ciego fue y se lavó, y al volver ya veía.

Jua 9:8 Sus vecinos y los que lo habían visto pedir limosna decían: «¿No es éste el que se sienta a mendigar?»

Jua 9:9 Unos aseguraban: «Sí, es él.» Otros decían: «No es él, sino que se le parece.» Pero él insistía: «Soy yo.»

Jua 9:10 —¿Cómo entonces se te han abierto los ojos? —le preguntaron.

Jua 9:11 —Ese hombre que se llama Jesús hizo un poco de barro, me lo untó en los ojos y me dijo: “Ve y lávate en Siloé.” Así que fui, me lavé, y entonces pude ver.

Jua 9:12 —¿Y dónde está ese hombre? —le preguntaron. —No lo sé —respondió.

Jua 9:13

Las autoridades investigan la sanidad del ciego

Llevaron ante los fariseos al que había sido ciego.

Jua 9:14 Era sábado cuando Jesús hizo el barro y le abrió los ojos al ciego.

Jua 9:15 Por eso los fariseos, a su vez, le preguntaron cómo había recibido la vista. —Me untó barro en los ojos, me lavé, y ahora veo —respondió.

Jua 9:16 Algunos de los fariseos comentaban: «Ese hombre no viene de parte de Dios, porque no respeta el sábado.» Otros objetaban: «¿Cómo puede un pecador hacer semejantes señales?» Y había desacuerdo entre ellos.

Jua 9:17 Por eso interrogaron de nuevo al ciego: —¿Y qué opinas tú de él? Fue a ti a quien te abrió los ojos. —Yo digo que es profeta —contestó.

Jua 9:18 Pero los judíos no creían que el hombre hubiera sido ciego y que ahora viera, y hasta llamaron a sus padres

Jua 9:19 y les preguntaron: —¿Es éste su hijo, el que dicen ustedes que nació ciego? ¿Cómo es que ahora puede ver?

Jua 9:20 —Sabemos que éste es nuestro hijo —contestaron los padres—, y sabemos también que nació ciego.

Jua 9:21 Lo que no sabemos es cómo ahora puede ver, ni quién le abrió los ojos. Pregúntenselo a él, que ya es mayor de edad y puede responder por sí mismo.

Jua 9:22 Sus padres contestaron así por miedo a los judíos, pues ya éstos habían convenido que se expulsara de la sinagoga a todo el que reconociera que Jesús era el Cristo.

Jua 9:23 Por eso dijeron sus padres: «Pregúntenselo a él, que ya es mayor de edad.»

Jua 9:24 Por segunda vez llamaron los judíos al que había sido ciego, y le dijeron: —Júralo por Dios.[a] A nosotros nos consta que ese hombre es pecador.

Jua 9:25 —Si es pecador, no lo sé —respondió el hombre—. Lo único que sé es que yo era ciego y ahora veo.

Jua 9:26 Pero ellos le insistieron: —¿Qué te hizo? ¿Cómo te abrió los ojos?

Jua 9:27 —Ya les dije y no me hicieron caso. ¿Por qué quieren oírlo de nuevo? ¿Es que también ustedes quieren hacerse sus discípulos?

Jua 9:28 Entonces lo insultaron y le dijeron: —¡Discípulo de ése lo serás tú! ¡Nosotros somos discípulos de Moisés!

Jua 9:29 Y sabemos que a Moisés le habló Dios; pero de éste no sabemos ni de dónde salió.

Jua 9:30 —¡Allí está lo sorprendente! —respondió el hombre—: que ustedes no sepan de dónde salió, y que a mí me haya abierto los ojos.

Jua 9:31 Sabemos que Dios no escucha a los pecadores, pero sí a los piadosos y a quienes hacen su voluntad.

Jua 9:32 Jamás se ha sabido que alguien le haya abierto los ojos a uno que nació ciego.

Jua 9:33 Si este hombre no viniera de parte de Dios, no podría hacer nada.

Jua 9:34 Ellos replicaron: —Tú, que naciste sumido en pecado, ¿vas a darnos lecciones? Y lo expulsaron.

Jua 9:35

La ceguera espiritual

Jesús se enteró de que habían expulsado a aquel hombre, y al encontrarlo le preguntó: —¿Crees en el Hijo del hombre?

Jua 9:36 —¿Quién es, Señor? Dímelo, para que crea en él.

Jua 9:37 —Pues ya lo has visto —le contestó Jesús—; es el que está hablando contigo.

Jua 9:38 —Creo, Señor —declaró el hombre. Y, postrándose, lo adoró.

Jua 9:39 Entonces Jesús dijo: —Yo he venido a este mundo para juzgarlo, para que los ciegos vean, y los que ven se queden ciegos.

Jua 9:40 Algunos fariseos que estaban con él, al oírlo hablar así, le preguntaron: —¿Qué? ¿Acaso también nosotros somos ciegos?

Jua 9:41 Jesús les contestó: —Si fueran ciegos, no serían culpables de pecado, pero como afirman que ven, su pecado permanece.

Juan 10

Yo soy el buen pastor

Jua 10:1

Jesús, el buen pastor

»Ciertamente les aseguro que el que no entra por la puerta al redil de las ovejas, sino que trepa y se mete por otro lado, es un ladrón y un bandido.

Jua 10:2 El que entra por la puerta es el pastor de las ovejas.

Jua 10:3 El portero le abre la puerta, y las ovejas oyen su voz. Llama por nombre a las ovejas y las saca del redil.

Jua 10:4 Cuando ya ha sacado a todas las que son suyas, va delante de ellas, y las ovejas lo siguen porque reconocen su voz.

Jua 10:5 Pero a un desconocido jamás lo siguen; más bien, huyen de él porque no reconocen voces extrañas.

Jua 10:6 Jesús les puso este ejemplo, pero ellos no captaron el sentido de sus palabras.

Jua 10:7 Por eso volvió a decirles: «Ciertamente les aseguro que yo soy la puerta de las ovejas.

Jua 10:8 Todos los que vinieron antes de mí eran unos ladrones y unos bandidos, pero las ovejas no les hicieron caso.

Jua 10:9 Yo soy la puerta; el que entre por esta puerta, que soy yo, será salvo.[a] Se moverá con entera libertad,[b] y hallará pastos.

Jua 10:10 El ladrón no viene más que a robar, matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y la tengan en abundancia.

Jua 10:11 »Yo soy el buen pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas.

Jua 10:12 El asalariado no es el pastor, y a él no le pertenecen las ovejas. Cuando ve que el lobo se acerca, abandona las ovejas y huye; entonces el lobo ataca al rebaño y lo dispersa.

Jua 10:13 Y ese hombre huye porque, siendo asalariado, no le importan las ovejas.

Jua 10:14 »Yo soy el buen pastor; conozco a mis ovejas, y ellas me conocen a mí,

Jua 10:15 así como el Padre me conoce a mí y yo lo conozco a él, y doy mi vida por las ovejas.

Jua 10:16 Tengo otras ovejas que no son de este redil, y también a ellas debo traerlas. Así ellas escucharán mi voz, y habrá un solo rebaño y un solo pastor.

Jua 10:17 Por eso me ama el Padre: porque entrego mi vida para volver a recibirla.

Jua 10:18 Nadie me la arrebata, sino que yo la entrego por mi propia voluntad. Tengo autoridad para entregarla, y tengo también autoridad para volver a recibirla. Éste es el mandamiento que recibí de mi Padre.»

Jua 10:19 De nuevo las palabras de Jesús fueron motivo de disensión entre los judíos.

Jua 10:20 Muchos de ellos decían: «Está endemoniado y loco de remate. ¿Para qué hacerle caso?»

Jua 10:21 Pero otros opinaban: «Estas palabras no son de un endemoniado. ¿Puede acaso un demonio abrirles los ojos a los ciegos?»

Yo y el Padre uno somos

Jua 10:22

Jesús y la fiesta de la Dedicación

Por esos días se celebraba en Jerusalén la fiesta de la Dedicación.[c] Era invierno,

Jua 10:23 y Jesús andaba en el templo, por el pórtico de Salomón.

Jua 10:24 Entonces lo rodearon los judíos y le preguntaron: —¿Hasta cuándo vas a tenernos en suspenso? Si tú eres el Cristo, dínoslo con franqueza.

Jua 10:25 —Ya se lo he dicho a ustedes, y no lo creen. Las obras que hago en nombre de mi Padre son las que me acreditan,

Jua 10:26 pero ustedes no creen porque no son de mi rebaño.

Jua 10:27 Mis ovejas oyen mi voz; yo las conozco y ellas me siguen.

Jua 10:28 Yo les doy vida eterna, y nunca perecerán, ni nadie podrá arrebatármelas de la mano.

Jua 10:29 Mi Padre, que me las ha dado, es más grande que todos;[d] y de la mano del Padre nadie las puede arrebatar.

Jua 10:30 El Padre y yo somos uno.

Jua 10:31 Una vez más los judíos tomaron piedras para arrojárselas,

Jua 10:32 pero Jesús les dijo: —Yo les he mostrado muchas obras irreprochables que proceden del Padre. ¿Por cuál de ellas me quieren apedrear?

Jua 10:33 —No te apedreamos por ninguna de ellas sino por blasfemia; porque tú, siendo hombre, te haces pasar por Dios.

Jua 10:34 —¿Y acaso —respondió Jesús—no está escrito en su ley: “Yo he dicho que ustedes son dioses” ?[e]

Jua 10:35 Si Dios llamó “dioses” a aquellos para quienes vino la palabra (y la Escritura no puede ser quebrantada),

Jua 10:36 ¿por qué acusan de blasfemia a quien el Padre apartó para sí y envió al mundo? ¿Tan sólo porque dijo: “Yo soy el Hijo de Dios” ?

Jua 10:37 Si no hago las obras de mi Padre, no me crean.

Jua 10:38 Pero si las hago, aunque no me crean a mí, crean a mis obras, para que sepan y entiendan que el Padre está en mí, y que yo estoy en el Padre.

Jua 10:39 Nuevamente intentaron arrestarlo, pero él se les escapó de las manos.

Jua 10:40 Volvió Jesús al otro lado del Jordán, al lugar donde Juan había estado bautizando antes; y allí se quedó.

Jua 10:41 Mucha gente acudía a él, y decía: «Aunque Juan nunca hizo ninguna señal milagrosa, todo lo que dijo acerca de este hombre era verdad.»

Jua 10:42 Y muchos en aquel lugar creyeron en Jesús.

Salmo 107

Díganlo los redimidos del Señor

Sal 107:1

Den gracias al SEÑOR, porque él es bueno; su gran amor perdura para siempre.

Sal 107:2 Que lo digan los redimidos del SEÑOR, a quienes redimió del poder del adversario,

Sal 107:3 a quienes reunió de todos los países, de oriente y de occidente, del norte y del sur.[a]

Sal 107:4 Vagaban perdidos por parajes desiertos, sin dar con el camino a una ciudad habitable.

Sal 107:5 Hambrientos y sedientos, la vida se les iba consumiendo.

Sal 107:6 En su angustia clamaron al SEÑOR, y él los libró de su aflicción.

Sal 107:7 Los llevó por el camino recto hasta llegar a una ciudad habitable.

Sal 107:8 ¡Que den gracias al SEÑOR por su gran amor, por sus maravillas en favor de los hombres!

Sal 107:9 ¡Él apaga la sed del sediento, y sacia con lo mejor al hambriento!

Sal 107:10 Afligidos y encadenados, habitaban en las más densas tinieblas

Sal 107:11 por haberse rebelado contra las palabras de Dios, por menospreciar los designios del Altísimo.

Sal 107:12 Los sometió[b] a trabajos forzados; tropezaban, y no había quien los ayudara.

Sal 107:13 En su angustia clamaron al SEÑOR, y él los salvó de su aflicción.

Sal 107:14 Los sacó de las sombras tenebrosas y rompió en pedazos sus cadenas.

Sal 107:15 ¡Que den gracias al SEÑOR por su gran amor, por sus maravillas en favor de los hombres!

Sal 107:16 ¡Él hace añicos las puertas de bronce y rompe en mil pedazos las barras de hierro!

Sal 107:17 Trastornados por su rebeldía, afligidos por su iniquidad,

Sal 107:18 todo alimento les causaba asco. ¡Llegaron a las puertas mismas de la muerte!

Sal 107:19 En su angustia clamaron al SEÑOR, y él los salvó de su aflicción.

Sal 107:20 Envió su palabra para sanarlos, y así los rescató del sepulcro.

Sal 107:21 ¡Que den gracias al SEÑOR por su gran amor, por sus maravillas en favor de los hombres!

Sal 107:22 ¡Que ofrezcan sacrificios de gratitud, y jubilosos proclamen sus obras!

Sal 107:23 Se hicieron a la mar en sus barcos; para comerciar surcaron las muchas aguas.

Sal 107:24 Allí, en las aguas profundas, vieron las obras del SEÑOR y sus maravillas.

Sal 107:25 Habló Dios, y se desató un fuerte viento que tanto encrespó las olas

Sal 107:26 que subían a los cielos y bajaban al abismo. Ante el peligro, ellos perdieron el coraje.

Sal 107:27 Como ebrios tropezaban, se tambaleaban; de nada les valía toda su pericia.

Sal 107:28 En su angustia clamaron al SEÑOR, y él los sacó de su aflicción.

Sal 107:29 Cambió la tempestad en suave brisa: se sosegaron las olas del mar.

Sal 107:30 Ante esa calma se alegraron, y Dios los llevó al puerto anhelado.

Sal 107:31 ¡Que den gracias al SEÑOR por su gran amor, por sus maravillas en favor de los hombres!

Sal 107:32 ¡Que lo exalten en la asamblea del pueblo! ¡Que lo alaben en el consejo de los ancianos!

Sal 107:33 Dios convirtió los ríos en desiertos, los manantiales en tierra seca,

Sal 107:34 los fértiles terrenos en tierra salitrosa, por la maldad de sus habitantes.

Sal 107:35 Convirtió el desierto en fuentes de agua, la tierra seca en manantiales;

Sal 107:36 hizo habitar allí a los hambrientos, y ellos fundaron una ciudad habitable.

Sal 107:37 Sembraron campos, plantaron viñedos, obtuvieron abundantes cosechas.

Sal 107:38 Dios los bendijo y se multiplicaron, y no dejó que menguaran sus rebaños.

Sal 107:39 Pero si merman y son humillados, es por la opresión, la maldad y la aflicción.

Sal 107:40 Dios desdeña a los nobles y los hace vagar por desiertos sin senderos.

Sal 107:41 Pero a los necesitados los saca de su miseria, y hace que sus familias crezcan como rebaños.

Sal 107:42 Los rectos lo verán y se alegrarán, pero todos los impíos serán acallados.

Sal 107:43 Quien sea sabio, que considere estas cosas y entienda bien el gran amor del SEÑOR.