Día 289
14 Jesús & el Reino
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Hechos 21-28
En el video final de nuestra serie de Hechos trazamos el viaje final de Pablo a Jerusalén y luego a una prisión romana. Pero, paradójicamente, el sufrimiento de Pablo lo lleva al corazón del imperio romano, donde anuncia el Reino de Dios sobre las naciones.
Hechos 21
Pablo en Jerusalén
Hch 21:1
Rumbo a Jerusalén
Después de separarnos de ellos, zarpamos y navegamos directamente a Cos. Al día siguiente fuimos a Rodas, y de allí a Pátara.
Hch 21:2 Como encontramos un barco que iba para Fenicia, subimos a bordo y zarpamos.
Hch 21:3 Después de avistar Chipre y de pasar al sur de la isla, navegamos hacia Siria y llegamos a Tiro, donde el barco tenía que descargar.
Hch 21:4 Allí encontramos a los discípulos y nos quedamos con ellos siete días. Ellos, por medio del Espíritu, exhortaron a Pablo a que no subiera a Jerusalén.
Hch 21:5 Pero al cabo de algunos días, partimos y continuamos nuestro viaje. Todos los discípulos, incluso las mujeres y los niños, nos acompañaron hasta las afueras de la ciudad, y allí en la playa nos arrodillamos y oramos.
Hch 21:6 Luego de despedirnos, subimos a bordo y ellos regresaron a sus hogares.
Hch 21:7 Nosotros continuamos nuestro viaje en barco desde Tiro y arribamos a Tolemaida, donde saludamos a los hermanos y nos quedamos con ellos un día.
Hch 21:8 Al día siguiente salimos y llegamos a Cesarea, y nos hospedamos en casa de Felipe el evangelista, que era uno de los siete;
Hch 21:9 éste tenía cuatro hijas solteras que profetizaban.
Hch 21:10 Llevábamos allí varios días, cuando bajó de Judea un profeta llamado Ágabo.
Hch 21:11 Éste vino a vernos y, tomando el cinturón de Pablo, se ató con él de pies y manos, y dijo: —Así dice el Espíritu Santo: “De esta manera atarán los judíos de Jerusalén al dueño de este cinturón, y lo entregarán en manos de los gentiles.”
Hch 21:12 Al oír esto, nosotros y los de aquel lugar le rogamos a Pablo que no subiera a Jerusalén.
Hch 21:13 —¿Por qué lloran? ¡Me parten el alma! —respondió Pablo—. Por el nombre del Señor Jesús estoy dispuesto no sólo a ser atado sino también a morir en Jerusalén.
Hch 21:14 Como no se dejaba convencer, desistimos exclamando: —¡Que se haga la voluntad del Señor!
Hch 21:15 Después de esto, acabamos los preparativos y subimos a Jerusalén.
Hch 21:16 Algunos de los discípulos de Cesarea nos acompañaron y nos llevaron a la casa de Mnasón, donde íbamos a alojarnos. Éste era de Chipre, y uno de los primeros discípulos.
Pablo se reúne con Santiago
Hch 21:17
Llegada de Pablo a Jerusalén
Cuando llegamos a Jerusalén, los creyentes nos recibieron calurosamente.
Hch 21:18 Al día siguiente Pablo fue con nosotros a ver a Jacobo, y todos los ancianos estaban presentes.
Hch 21:19 Después de saludarlos, Pablo les relató detalladamente lo que Dios había hecho entre los gentiles por medio de su ministerio.
Hch 21:20 Al oírlo, alabaron a Dios. Luego le dijeron a Pablo: «Ya ves, hermano, cuántos miles de judíos han creído, y todos ellos siguen aferrados a la ley.
Hch 21:21 Ahora bien, han oído decir que tú enseñas que se aparten de Moisés todos los judíos que viven entre los gentiles. Les recomiendas que no circunciden a sus hijos ni vivan según nuestras costumbres.
Hch 21:22 ¿Qué vamos a hacer? Sin duda se van a enterar de que has llegado.
Hch 21:23 Por eso, será mejor que sigas nuestro consejo. Hay aquí entre nosotros cuatro hombres que tienen que cumplir un voto.
Hch 21:24 Llévatelos, toma parte en sus ritos de purificación y paga los gastos que corresponden al voto de rasurarse la cabeza. Así todos sabrán que no son ciertos esos informes acerca de ti, sino que tú también vives en obediencia a la ley.
Hch 21:25 En cuanto a los creyentes gentiles, ya les hemos comunicado por escrito nuestra decisión de que se abstengan de lo sacrificado a los ídolos, de sangre, de la carne de animales estrangulados y de la inmoralidad sexual.»
Hch 21:26 Al día siguiente Pablo se llevó a los hombres y se purificó con ellos. Luego entró en el templo para dar aviso de la fecha en que vencería el plazo de la purificación y se haría la ofrenda por cada uno de ellos.
Pablo arrestado en el templo
Hch 21:27
Arresto de Pablo
Cuando estaban a punto de cumplirse los siete días, unos judíos de la provincia de Asia vieron a Pablo en el templo. Alborotaron a toda la multitud y le echaron mano,
Hch 21:28 gritando: «¡Israelitas! ¡Ayúdennos! Éste es el individuo que anda por todas partes enseñando a toda la gente contra nuestro pueblo, nuestra ley y este lugar. Además, hasta ha metido a unos griegos en el templo, y ha profanado este lugar santo.»
Hch 21:29 Ya antes habían visto en la ciudad a Trófimo el efesio en compañía de Pablo, y suponían que Pablo lo había metido en el templo.
Hch 21:30 Toda la ciudad se alborotó. La gente se precipitó en masa, agarró a Pablo y lo sacó del templo a rastras, e inmediatamente se cerraron las puertas.
Hch 21:31 Estaban por matarlo, cuando se le informó al comandante del batallón romano que toda la ciudad de Jerusalén estaba amotinada.
Hch 21:32 En seguida tomó algunos centuriones con sus tropas, y bajó corriendo hacia la multitud. Al ver al comandante y a sus soldados, los amotinados dejaron de golpear a Pablo.
Hch 21:33 El comandante se abrió paso, lo arrestó y ordenó que lo sujetaran con dos cadenas. Luego preguntó quién era y qué había hecho.
Hch 21:34 Entre la multitud cada uno gritaba una cosa distinta. Como el comandante no pudo averiguar la verdad a causa del alboroto, mandó que condujeran a Pablo al cuartel.
Hch 21:35 Cuando Pablo llegó a las gradas, los soldados tuvieron que llevárselo en vilo debido a la violencia de la turba.
Hch 21:36 El pueblo en masa iba detrás gritando: «¡Que lo maten!»
Pablo se dirige al pueblo
Hch 21:37
Pablo se dirige a la multitud
22:3-16—Hch 9:1-22; 26:9-18
Cuando los soldados estaban a punto de meterlo en el cuartel, Pablo le preguntó al comandante: —¿Me permite decirle algo? —¿Hablas griego? —replicó el comandante—.
Hch 21:38 ¿No eres el egipcio que hace algún tiempo provocó una rebelión y llevó al desierto a cuatro mil guerrilleros?
Hch 21:39 —No, yo soy judío, natural de Tarso, una ciudad muy importante de Cilicia —le respondió Pablo—. Por favor, permítame hablarle al pueblo.
Hch 21:40 Con el permiso del comandante, Pablo se puso de pie en las gradas e hizo una señal con la mano a la multitud. Cuando todos guardaron silencio, les dijo en arameo:[a]
Hechos 22
Hch 22:1 «Padres y hermanos, escuchen ahora mi defensa.»
Hch 22:2 Al oír que les hablaba en arameo, guardaron más silencio. Pablo continuó:
Hch 22:3 «Yo soy judío, nacido en Tarso de Cilicia, pero criado en esta ciudad. Bajo la tutela de Gamaliel recibí instrucción cabal en la ley de nuestros antepasados, y fui tan celoso de Dios como cualquiera de ustedes lo es hoy día.
Hch 22:4 Perseguí a muerte a los seguidores de este Camino, arrestando y echando en la cárcel a hombres y mujeres por igual,
Hch 22:5 y así lo pueden atestiguar el sumo sacerdote y todo el Consejo de ancianos. Incluso obtuve de parte de ellos cartas de extradición para nuestros hermanos judíos en Damasco, y fui allá con el fin de traer presos a Jerusalén a los que encontrara, para que fueran castigados.
Hch 22:6 »Sucedió que a eso del mediodía, cuando me acercaba a Damasco, una intensa luz del cielo relampagueó de repente a mi alrededor.
Hch 22:7 Caí al suelo y oí una voz que me decía: “Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?”
Hch 22:8 “¿Quién eres, Señor?”, pregunté. “Yo soy Jesús de Nazaret, a quien tú persigues”, me contestó él.
Hch 22:9 Los que me acompañaban vieron la luz, pero no percibieron la voz del que me hablaba.
Hch 22:10 “¿Qué debo hacer, Señor?”, le pregunté. “Levántate —dijo el Señor—, y entra en Damasco. Allí se te dirá todo lo que se ha dispuesto que hagas.”
Hch 22:11 Mis compañeros me llevaron de la mano hasta Damasco porque el resplandor de aquella luz me había dejado ciego.
Hch 22:12 »Vino a verme un tal Ananías, hombre devoto que observaba la ley y a quien respetaban mucho los judíos que allí vivían.
Hch 22:13 Se puso a mi lado y me dijo: “Hermano Saulo, ¡recibe la vista!” Y en aquel mismo instante recobré la vista y pude verlo.
Hch 22:14 Luego dijo: “El Dios de nuestros antepasados te ha escogido para que conozcas su voluntad, y para que veas al Justo y oigas las palabras de su boca.
Hch 22:15 Tú le serás testigo ante toda persona de lo que has visto y oído.
Hch 22:16 Y ahora, ¿qué esperas? Levántate, bautízate y lávate de tus pecados, invocando su nombre.”
Hch 22:17 »Cuando volví a Jerusalén, mientras oraba en el templo tuve una visión
Hch 22:18 y vi al Señor que me hablaba: “¡Date prisa! Sal inmediatamente de Jerusalén, porque no aceptarán tu testimonio acerca de mí.”
Hch 22:19 “Señor —le respondí—, ellos saben que yo andaba de sinagoga en sinagoga encarcelando y azotando a los que creen en ti;
Hch 22:20 y cuando se derramaba la sangre de tu testigo[a] Esteban, ahí estaba yo, dando mi aprobación y cuidando la ropa de quienes lo mataban.”
Hch 22:21 Pero el Señor me replicó: “Vete; yo te enviaré lejos, a los gentiles.” »
Pablo y el tribuno romano
Hch 22:22
Pablo el ciudadano romano
La multitud estuvo escuchando a Pablo hasta que pronunció esas palabras. Entonces levantaron la voz y gritaron: «¡Bórralo de la tierra! ¡Ese tipo no merece vivir!»
Hch 22:23 Como seguían gritando, tirando sus mantos y arrojando polvo al aire,
Hch 22:24 el comandante ordenó que metieran a Pablo en el cuartel. Mandó que lo interrogaran a latigazos con el fin de averiguar por qué gritaban así contra él.
Hch 22:25 Cuando lo estaban sujetando con cadenas para azotarlo, Pablo le dijo al centurión que estaba allí: —¿Permite la ley que ustedes azoten a un ciudadano romano antes de ser juzgado?
Hch 22:26 Al oír esto, el centurión fue y avisó al comandante. —¿Qué va a hacer usted? Resulta que ese hombre es ciudadano romano.
Hch 22:27 El comandante se acercó a Pablo y le dijo: —Dime, ¿eres ciudadano romano? —Sí, lo soy.
Hch 22:28 —A mí me costó una fortuna adquirir mi ciudadanía —le dijo el comandante. —Pues yo la tengo de nacimiento —replicó Pablo.
Hch 22:29 Los que iban a interrogarlo se retiraron en seguida. Al darse cuenta de que Pablo era ciudadano romano, el comandante mismo se asustó de haberlo encadenado.
Pablo ante el Consejo
Hch 22:30
Pablo ante el Consejo
Al día siguiente, como el comandante quería saber con certeza de qué acusaban los judíos a Pablo, lo desató y mandó que se reunieran los jefes de los sacerdotes y el Consejo en pleno. Luego llevó a Pablo para que compareciera ante ellos.
Salmo 129
Mucho me han angustiado desde mi juventud
Sal 129:1
Cántico de los peregrinos.
Mucho me han angustiado desde mi juventud —que lo repita ahora Israel—,
Sal 129:2 mucho me han angustiado desde mi juventud, pero no han logrado vencerme.
Sal 129:3 Sobre la espalda me pasaron el arado, abriéndome en ella profundos[a] surcos.
Sal 129:4 Pero el SEÑOR, que es justo, me libró de las ataduras de los impíos.
Sal 129:5 Que retrocedan avergonzados todos los que odian a Sión.
Sal 129:6 Que sean como la hierba en el techo, que antes de crecer se marchita;
Sal 129:7 que no llena las manos del segador ni el regazo del que cosecha.
Sal 129:8 Que al pasar nadie les diga: «La bendición del SEÑOR sea con ustedes; los bendecimos en el nombre del SEÑOR.»