Día 278
14 Jesús & el Reino
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Evangelio de Lucas 24
Este video concluye el retrato épico de Lucas sobre Jesús de Nazaret. Los discípulos descubren la tumba vacía y eventualmente toda su visión del mundo se voltea al encontrarse con Jesús resucitado. Lucas nos muestra cómo llega a su momento culminante la misión de Jesús sobre el reino de Dios, y como prepara el escenario para su continuación en el segundo volumen de Lucas, Hechos.
Lucas 23
Jesús ante Pilato
Luc 23:1 Así que la asamblea en pleno se levantó, y lo llevaron a Pilato.
Luc 23:2 Y comenzaron la acusación con estas palabras: —Hemos descubierto a este hombre agitando a nuestra nación. Se opone al pago de impuestos al emperador y afirma que él es el Cristo, un rey.
Luc 23:3 Así que Pilato le preguntó a Jesús: —¿Eres tú el rey de los judíos? —Tú mismo lo dices —respondió.
Luc 23:4 Entonces Pilato declaró a los jefes de los sacerdotes y a la multitud: —No encuentro que este hombre sea culpable de nada.
Luc 23:5 Pero ellos insistían: —Con sus enseñanzas agita al pueblo por toda Judea.[a] Comenzó en Galilea y ha llegado hasta aquí.
Jesús ante Herodes
Luc 23:6 Al oír esto, Pilato preguntó si el hombre era galileo.
Luc 23:7 Cuando se enteró de que pertenecía a la jurisdicción de Herodes, se lo mandó a él, ya que en aquellos días también Herodes estaba en Jerusalén.
Luc 23:8 Al ver a Jesús, Herodes se puso muy contento; hacía tiempo que quería verlo por lo que oía acerca de él, y esperaba presenciar algún milagro que hiciera Jesús.
Luc 23:9 Lo acosó con muchas preguntas, pero Jesús no le contestaba nada.
Luc 23:10 Allí estaban también los jefes de los sacerdotes y los maestros de la ley, acusándolo con vehemencia.
Luc 23:11 Entonces Herodes y sus soldados, con desprecio y burlas, le pusieron un manto lujoso y lo mandaron de vuelta a Pilato.
Luc 23:12 Anteriormente, Herodes y Pilato no se llevaban bien, pero ese mismo día se hicieron amigos.
Luc 23:13 Pilato entonces reunió a los jefes de los sacerdotes, a los gobernantes y al pueblo,
Luc 23:14 y les dijo: —Ustedes me trajeron a este hombre acusado de fomentar la rebelión entre el pueblo, pero resulta que lo he interrogado delante de ustedes sin encontrar que sea culpable de lo que ustedes lo acusan.
Luc 23:15 Y es claro que tampoco Herodes lo ha juzgado culpable, puesto que nos lo devolvió. Como pueden ver, no ha cometido ningún delito que merezca la muerte,
Luc 23:16 así que le daré una paliza y después lo soltaré.[b]
Luc 23:17 --
Pilato entrega a Jesús para crucificarlo
Luc 23:18 Pero todos gritaron a una voz: —¡Llévate a ése! ¡Suéltanos a Barrabás!
Luc 23:19 A Barrabás lo habían metido en la cárcel por una insurrección en la ciudad, y por homicidio.
Luc 23:20 Pilato, como quería soltar a Jesús, apeló al pueblo otra vez,
Luc 23:21 pero ellos se pusieron a gritar: —¡Crucifícalo! ¡Crucifícalo!
Luc 23:22 Por tercera vez les habló: —Pero, ¿qué crimen ha cometido este hombre? No encuentro que él sea culpable de nada que merezca la pena de muerte, así que le daré una paliza y después lo soltaré.
Luc 23:23 Pero a voz en cuello ellos siguieron insistiendo en que lo crucificara, y con sus gritos se impusieron.
Luc 23:24 Por fin Pilato decidió concederles su demanda:
Luc 23:25 soltó al hombre que le pedían, el que por insurrección y homicidio había sido echado en la cárcel, y dejó que hicieran con Jesús lo que quisieran.
La crucifixión
Luc 23:26
La crucifixión
23:33-43—Mt 27:33-44; Mr 15:22-32; Jn 19:17-24
Cuando se lo llevaban, echaron mano de un tal Simón de Cirene, que volvía del campo, y le cargaron la cruz para que la llevara detrás de Jesús.
Luc 23:27 Lo seguía mucha gente del pueblo, incluso mujeres que se golpeaban el pecho, lamentándose por él.
Luc 23:28 Jesús se volvió hacia ellas y les dijo: —Hijas de Jerusalén, no lloren por mí; lloren más bien por ustedes y por sus hijos.
Luc 23:29 Miren, va a llegar el tiempo en que se dirá: “¡Dichosas las estériles, que nunca dieron a luz ni amamantaron!”
Luc 23:30 Entonces »“dirán a las montañas: ‘¡Caigan sobre nosotros!’, y a las colinas: ‘¡Cúbrannos!’ ”[c]
Luc 23:31 Porque si esto se hace cuando el árbol está verde, ¿qué no sucederá cuando esté seco?
Luc 23:32 También llevaban con él a otros dos, ambos criminales, para ser ejecutados.
Luc 23:33 Cuando llegaron al lugar llamado la Calavera, lo crucificaron allí, junto con los criminales, uno a su derecha y otro a su izquierda.
Luc 23:34 —Padre —dijo Jesús—, perdónalos, porque no saben lo que hacen.[d] Mientras tanto, echaban suertes para repartirse entre sí la ropa de Jesús.
Luc 23:35 La gente, por su parte, se quedó allí observando, y aun los gobernantes estaban burlándose de él. —Salvó a otros —decían—; que se salve a sí mismo, si es el Cristo de Dios, el Escogido.
Luc 23:36 También los soldados se acercaron para burlarse de él. Le ofrecieron vinagre
Luc 23:37 y le dijeron: —Si eres el rey de los judíos, sálvate a ti mismo.
Luc 23:38 Resulta que había sobre él un letrero, que decía: «Éste es el Rey de los judíos.»
Luc 23:39 Uno de los criminales allí colgados empezó a insultarlo: —¿No eres tú el Cristo? ¡Sálvate a ti mismo y a nosotros!
Luc 23:40 Pero el otro criminal lo reprendió: —¿Ni siquiera temor de Dios tienes, aunque sufres la misma condena?
Luc 23:41 En nuestro caso, el castigo es justo, pues sufrimos lo que merecen nuestros delitos; éste, en cambio, no ha hecho nada malo.
Luc 23:42 Luego dijo: —Jesús, acuérdate de mí cuando vengas en tu reino.
Luc 23:43 —Te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso —le contestó Jesús.
La muerte de Jesús
Luc 23:44
Muerte de Jesús
23:44-49—Mt 27:45-56; Mr 15:33-41
Desde el mediodía y hasta la media tarde[e] toda la tierra quedó sumida en la oscuridad,
Luc 23:45 pues el sol se ocultó. Y la cortina del santuario del templo se rasgó en dos.
Luc 23:46 Entonces Jesús exclamó con fuerza: —¡Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu! Y al decir esto, expiró.
Luc 23:47 El centurión, al ver lo que había sucedido, alabó a Dios y dijo: —Verdaderamente este hombre era justo.
Luc 23:48 Entonces los que se habían reunido para presenciar aquel espectáculo, al ver lo ocurrido, se fueron de allí golpeándose el pecho.
Luc 23:49 Pero todos los conocidos de Jesús, incluso las mujeres que lo habían seguido desde Galilea, se quedaron mirando desde lejos.
Jesús es sepultado
Luc 23:50
Sepultura de Jesús
23:50-56—Mt 27:57-61; Mr 15:42-47; Jn 19:38-42
Había un hombre bueno y justo llamado José, miembro del Consejo,
Luc 23:51 que no había estado de acuerdo con la decisión ni con la conducta de ellos. Era natural de un pueblo de Judea llamado Arimatea, y esperaba el reino de Dios.
Luc 23:52 Éste se presentó ante Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús.
Luc 23:53 Después de bajarlo, lo envolvió en una sábana de lino y lo puso en un sepulcro cavado en la roca, en el que todavía no se había sepultado a nadie.
Luc 23:54 Era el día de preparación para el sábado, que estaba a punto de comenzar.
Luc 23:55 Las mujeres que habían acompañado a Jesús desde Galilea siguieron a José para ver el sepulcro y cómo colocaban el cuerpo.
Luc 23:56 Luego volvieron a casa y prepararon especias aromáticas y perfumes. Entonces descansaron el sábado, conforme al mandamiento.
Lucas 24
La resurrección
Luc 24:1
La resurrección
24:1-10—Mt 28:1-8; Mr 16:1-8; Jn 20:1-8
El primer día de la semana, muy de mañana, las mujeres fueron al sepulcro, llevando las especias aromáticas que habían preparado.
Luc 24:2 Encontraron que había sido quitada la piedra que cubría el sepulcro
Luc 24:3 y, al entrar, no hallaron el cuerpo del Señor Jesús.
Luc 24:4 Mientras se preguntaban qué habría pasado, se les presentaron dos hombres con ropas resplandecientes.
Luc 24:5 Asustadas, se postraron sobre su rostro, pero ellos les dijeron: —¿Por qué buscan ustedes entre los muertos al que vive?
Luc 24:6 No está aquí; ¡ha resucitado! Recuerden lo que les dijo cuando todavía estaba con ustedes en Galilea:
Luc 24:7 “El Hijo del hombre tiene que ser entregado en manos de hombres pecadores, y ser crucificado, pero al tercer día resucitará.”
Luc 24:8 Entonces ellas se acordaron de las palabras de Jesús.
Luc 24:9 Al regresar del sepulcro, les contaron todas estas cosas a los once y a todos los demás.
Luc 24:10 Las mujeres eran María Magdalena, Juana, María la madre de Jacobo, y las demás que las acompañaban.
Luc 24:11 Pero a los discípulos el relato les pareció una tontería, así que no les creyeron.
Luc 24:12 Pedro, sin embargo, salió corriendo al sepulcro. Se asomó y vio sólo las vendas de lino. Luego volvió a su casa, extrañado de lo que había sucedido.
En el camino a Emaús
Luc 24:13
De camino a Emaús
Aquel mismo día dos de ellos se dirigían a un pueblo llamado Emaús, a unos once kilómetros[a] de Jerusalén.
Luc 24:14 Iban conversando sobre todo lo que había acontecido.
Luc 24:15 Sucedió que, mientras hablaban y discutían, Jesús mismo se acercó y comenzó a caminar con ellos;
Luc 24:16 pero no lo reconocieron, pues sus ojos estaban velados.
Luc 24:17 —¿Qué vienen discutiendo por el camino? —les preguntó. Se detuvieron, cabizbajos;
Luc 24:18 y uno de ellos, llamado Cleofas, le dijo: —¿Eres tú el único peregrino en Jerusalén que no se ha enterado de todo lo que ha pasado recientemente?
Luc 24:19 —¿Qué es lo que ha pasado? —les preguntó. —Lo de Jesús de Nazaret. Era un profeta, poderoso en obras y en palabras delante de Dios y de todo el pueblo.
Luc 24:20 Los jefes de los sacerdotes y nuestros gobernantes lo entregaron para ser condenado a muerte, y lo crucificaron;
Luc 24:21 pero nosotros abrigábamos la esperanza de que era él quien redimiría a Israel. Es más, ya hace tres días que sucedió todo esto.
Luc 24:22 También algunas mujeres de nuestro grupo nos dejaron asombrados. Esta mañana, muy temprano, fueron al sepulcro
Luc 24:23 pero no hallaron su cuerpo. Cuando volvieron, nos contaron que se les habían aparecido unos ángeles quienes les dijeron que él está vivo.
Luc 24:24 Algunos de nuestros compañeros fueron después al sepulcro y lo encontraron tal como habían dicho las mujeres, pero a él no lo vieron.
Luc 24:25 —¡Qué torpes son ustedes —les dijo—, y qué tardos de corazón para creer todo lo que han dicho los profetas!
Luc 24:26 ¿Acaso no tenía que sufrir el Cristo estas cosas antes de entrar en su gloria?
Luc 24:27 Entonces, comenzando por Moisés y por todos los profetas, les explicó lo que se refería a él en todas las Escrituras.
Luc 24:28 Al acercarse al pueblo adonde se dirigían, Jesús hizo como que iba más lejos.
Luc 24:29 Pero ellos insistieron: —Quédate con nosotros, que está atardeciendo; ya es casi de noche. Así que entró para quedarse con ellos.
Luc 24:30 Luego, estando con ellos a la mesa, tomó el pan, lo bendijo, lo partió y se lo dio.
Luc 24:31 Entonces se les abrieron los ojos y lo reconocieron, pero él desapareció.
Luc 24:32 Se decían el uno al otro: —¿No ardía nuestro corazón mientras conversaba con nosotros en el camino y nos explicaba las Escrituras?
Luc 24:33 Al instante se pusieron en camino y regresaron a Jerusalén. Allí encontraron a los once y a los que estaban reunidos con ellos.
Luc 24:34 «¡Es cierto! —decían—. El Señor ha resucitado y se le ha aparecido a Simón.»
Luc 24:35 Los dos, por su parte, contaron lo que les había sucedido en el camino, y cómo habían reconocido a Jesús cuando partió el pan.
Jesús se aparece a sus discípulos
Luc 24:36
Jesús se aparece a los discípulos
Todavía estaban ellos hablando acerca de esto, cuando Jesús mismo se puso en medio de ellos y les dijo: —Paz a ustedes.
Luc 24:37 Aterrorizados, creyeron que veían a un espíritu.
Luc 24:38 —¿Por qué se asustan tanto? —les preguntó—. ¿Por qué les vienen dudas?
Luc 24:39 Miren mis manos y mis pies. ¡Soy yo mismo! Tóquenme y vean; un espíritu no tiene carne ni huesos, como ven que los tengo yo.
Luc 24:40 Dicho esto, les mostró las manos y los pies.
Luc 24:41 Como ellos no acababan de creerlo a causa de la alegría y del asombro, les preguntó: —¿Tienen aquí algo de comer?
Luc 24:42 Le dieron un pedazo de pescado asado,
Luc 24:43 así que lo tomó y se lo comió delante de ellos. Luego les dijo:
Luc 24:44 —Cuando todavía estaba yo con ustedes, les decía que tenía que cumplirse todo lo que está escrito acerca de mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos.
Luc 24:45 Entonces les abrió el entendimiento para que comprendieran las Escrituras.
Luc 24:46 —Esto es lo que está escrito —les explicó—: que el Cristo padecerá y resucitará al tercer día,
Luc 24:47 y en su nombre se predicarán el arrepentimiento y el perdón de pecados a todas las naciones, comenzando por Jerusalén.
Luc 24:48 Ustedes son testigos de estas cosas.
Luc 24:49 Ahora voy a enviarles lo que ha prometido mi Padre; pero ustedes quédense en la ciudad hasta que sean revestidos del poder de lo alto.
La ascensión
Luc 24:50
La ascensión
Después los llevó Jesús hasta Betania; allí alzó las manos y los bendijo.
Luc 24:51 Sucedió que, mientras los bendecía, se alejó de ellos y fue llevado al cielo.
Luc 24:52 Ellos, entonces, lo adoraron y luego regresaron a Jerusalén con gran alegría.
Luc 24:53 Y estaban continuamente en el templo, alabando a Dios.
Salmo 119: 129-152
Sal 119:129
Pe
Tus estatutos son maravillosos; por eso los obedezco.
Sal 119:130 La exposición de tus palabras nos da luz, y da entendimiento al sencillo.
Sal 119:131 Jadeante abro la boca porque ansío tus mandamientos.
Sal 119:132 Vuélvete a mí, y tenme compasión como haces siempre con los que aman tu nombre.
Sal 119:133 Guía mis pasos conforme a tu promesa; no dejes que me domine la iniquidad.
Sal 119:134 Líbrame de la opresión humana, pues quiero obedecer tus preceptos.
Sal 119:135 Haz brillar tu rostro sobre tu siervo; enséñame tus decretos.
Sal 119:136 Ríos de lágrimas brotan de mis ojos, porque tu ley no se obedece.
Sal 119:137
Tsade
SEÑOR, tú eres justo, y tus juicios son rectos.
Sal 119:138 Justos son los estatutos que has ordenado, y muy dignos de confianza.
Sal 119:139 Mi celo me consume, porque mis adversarios pasan por alto tus palabras.
Sal 119:140 Tus promesas han superado muchas pruebas, por eso tu siervo las ama.
Sal 119:141 Insignificante y menospreciable como soy, no me olvido de tus preceptos.
Sal 119:142 Tu justicia es siempre justa; tu ley es la verdad.
Sal 119:143 He caído en la angustia y la aflicción, pero tus mandamientos son mi regocijo.
Sal 119:144 Tus estatutos son siempre justos; dame entendimiento para poder vivir.
Sal 119:145
Qof
Con todo el corazón clamo a ti, SEÑOR; respóndeme, y obedeceré tus decretos.
Sal 119:146 A ti clamo: «¡Sálvame!» Quiero cumplir tus estatutos.
Sal 119:147 Muy de mañana me levanto a pedir ayuda; en tus palabras he puesto mi esperanza.
Sal 119:148 En toda la noche no pego los ojos,[g] para meditar en tu promesa.
Sal 119:149 Conforme a tu gran amor, escucha mi voz; conforme a tus juicios, SEÑOR, dame vida.
Sal 119:150 Ya se acercan mis crueles perseguidores, pero andan muy lejos de tu ley.
Sal 119:151 Tú, SEÑOR, también estás cerca, y todos tus mandamientos son verdad.
Sal 119:152 Desde hace mucho conozco tus estatutos, los cuales estableciste para siempre.