Día 291
14 Jesús & el Reino
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Hechos 25
Pablo apela al César
Hch 25:1
El proceso ante Festo
Tres días después de llegar a la provincia, Festo subió de Cesarea a Jerusalén.
Hch 25:2 Entonces los jefes de los sacerdotes y los dirigentes de los judíos presentaron sus acusaciones contra Pablo.
Hch 25:3 Insistentemente le pidieron a Festo que les hiciera el favor de trasladar a Pablo a Jerusalén. Lo cierto es que ellos estaban preparando una emboscada para matarlo en el camino.
Hch 25:4 Festo respondió: «Pablo está preso en Cesarea, y yo mismo partiré en breve para allá.
Hch 25:5 Que vayan conmigo algunos de los dirigentes de ustedes y formulen allí sus acusaciones contra él, si es que ha hecho algo malo.»
Hch 25:6 Después de pasar entre los judíos unos ocho o diez días, Festo bajó a Cesarea, y al día siguiente convocó al tribunal y mandó que le trajeran a Pablo.
Hch 25:7 Cuando éste se presentó, los judíos que habían bajado de Jerusalén lo rodearon, formulando contra él muchas acusaciones graves que no podían probar.
Hch 25:8 Pablo se defendía: —No he cometido ninguna falta, ni contra la ley de los judíos ni contra el templo ni contra el emperador.
Hch 25:9 Pero Festo, queriendo congraciarse con los judíos, le preguntó: —¿Estás dispuesto a subir a Jerusalén para ser juzgado allí ante mí?
Hch 25:10 Pablo contestó: —Ya estoy ante el tribunal del emperador, que es donde se me debe juzgar. No les he hecho ningún agravio a los judíos, como usted sabe muy bien.
Hch 25:11 Si soy culpable de haber hecho algo que merezca la muerte, no me niego a morir. Pero si no son ciertas las acusaciones que estos judíos formulan contra mí, nadie tiene el derecho de entregarme a ellos para complacerlos. ¡Apelo al emperador!
Hch 25:12 Después de consultar con sus asesores, Festo declaró: —Has apelado al emperador. ¡Al emperador irás!
Pablo ante Agripa y Berenice
Hch 25:13
Festo consulta al rey Agripa
Pasados algunos días, el rey Agripa y Berenice llegaron a Cesarea para saludar a Festo.
Hch 25:14 Como se entretuvieron allí varios días, Festo le presentó al rey el caso de Pablo. —Hay aquí un hombre —le dijo—que Félix dejó preso.
Hch 25:15 Cuando fui a Jerusalén, los jefes de los sacerdotes y los ancianos de los judíos presentaron acusaciones contra él y exigieron que se le condenara.
Hch 25:16 Les respondí que no es costumbre de los romanos entregar a ninguna persona sin antes concederle al acusado un careo con sus acusadores, y darle la oportunidad de defenderse de los cargos.
Hch 25:17 Cuando acudieron a mí, no dilaté el caso, sino que convoqué al tribunal el día siguiente y mandé traer a este hombre.
Hch 25:18 Al levantarse para hablar, sus acusadores no alegaron en su contra ninguno de los delitos que yo había supuesto.
Hch 25:19 Más bien, tenían contra él algunas cuestiones tocantes a su propia religión y sobre un tal Jesús, ya muerto, que Pablo sostiene que está vivo.
Hch 25:20 Yo no sabía cómo investigar tales cuestiones, así que le pregunté si estaba dispuesto a ir a Jerusalén para ser juzgado allí con respecto a esos cargos.
Hch 25:21 Pero como Pablo apeló para que se le reservara el fallo al emperador,[a] ordené que quedara detenido hasta ser remitido a Roma.[b]
Hch 25:22 —A mí también me gustaría oír a ese hombre —le dijo Agripa a Festo. —Pues mañana mismo lo oirá usted —le contestó Festo.
Hch 25:23
Pablo ante Agripa
26:12-18—Hch 9:3-8; 22:6-11
Al día siguiente Agripa y Berenice se presentaron con gran pompa, y entraron en la sala de la audiencia acompañados por oficiales de alto rango y por las personalidades más distinguidas de la ciudad. Festo mandó que le trajeran a Pablo,
Hch 25:24 y dijo: —Rey Agripa y todos los presentes: Aquí tienen a este hombre. Todo el pueblo judío me ha presentado una demanda contra él, tanto en Jerusalén como aquí en Cesarea, pidiendo a gritos su muerte.
Hch 25:25 He llegado a la conclusión de que él no ha hecho nada que merezca la muerte, pero como apeló al emperador, he decidido enviarlo a Roma.
Hch 25:26 El problema es que no tengo definido nada que escribir al soberano acerca de él. Por eso lo he hecho comparecer ante ustedes, y especialmente delante de usted, rey Agripa, para que como resultado de esta investigación tenga yo algunos datos para mi carta;
Hch 25:27 me parece absurdo enviar un preso sin especificar los cargos contra él.
Hechos 26
Defensa de Pablo ante Agripa
Hch 26:1 Entonces Agripa le dijo a Pablo: —Tienes permiso para defenderte. Pablo hizo un ademán con la mano y comenzó así su defensa:
Hch 26:2 —Rey Agripa, para mí es un privilegio presentarme hoy ante usted para defenderme de las acusaciones de los judíos,
Hch 26:3 sobre todo porque usted está bien informado de todas las tradiciones y controversias de los judíos. Por eso le ruego que me escuche con paciencia.
Hch 26:4 »Todos los judíos saben cómo he vivido desde que era niño, desde mi edad temprana entre mi gente y también en Jerusalén.
Hch 26:5 Ellos me conocen desde hace mucho tiempo y pueden atestiguar, si quieren, que viví como fariseo, de acuerdo con la secta más estricta de nuestra religión.
Hch 26:6 Y ahora me juzgan por la esperanza que tengo en la promesa que Dios hizo a nuestros antepasados.
Hch 26:7 Ésta es la promesa que nuestras doce tribus esperan alcanzar rindiendo culto a Dios con diligencia día y noche. Es por esta esperanza, oh rey, por lo que me acusan los judíos.
Hch 26:8 ¿Por qué les parece a ustedes increíble que Dios resucite a los muertos?
Hch 26:9 »Pues bien, yo mismo estaba convencido de que debía hacer todo lo posible por combatir el nombre de Jesús de Nazaret.
Hch 26:10 Eso es precisamente lo que hice en Jerusalén. Con la autoridad de los jefes de los sacerdotes metí en la cárcel a muchos de los santos, y cuando los mataban, yo manifestaba mi aprobación.
Hch 26:11 Muchas veces anduve de sinagoga en sinagoga castigándolos para obligarlos a blasfemar. Mi obsesión contra ellos me llevaba al extremo de perseguirlos incluso en ciudades del extranjero.
Pablo relata su conversión
Hch 26:12 »En uno de esos viajes iba yo hacia Damasco con la autoridad y la comisión de los jefes de los sacerdotes.
Hch 26:13 A eso del mediodía, oh rey, mientras iba por el camino, vi una luz del cielo, más refulgente que el sol, que con su resplandor nos envolvió a mí y a mis acompañantes.
Hch 26:14 Todos caímos al suelo, y yo oí una voz que me decía en arameo:[a] “Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? ¿Qué sacas con darte cabezazos contra la pared?”[b]
Hch 26:15 Entonces pregunté: “¿Quién eres, Señor?” “Yo soy Jesús, a quien tú persigues —me contestó el Señor—.
Hch 26:16 Ahora, ponte en pie y escúchame. Me he aparecido a ti con el fin de designarte siervo y testigo de lo que has visto de mí y de lo que te voy a revelar.
Hch 26:17 Te libraré de tu propio pueblo y de los gentiles. Te envío a éstos
Hch 26:18 para que les abras los ojos y se conviertan de las tinieblas a la luz, y del poder de Satanás a Dios, a fin de que, por la fe en mí, reciban el perdón de los pecados y la herencia entre los santificados.”
Hch 26:19 »Así que, rey Agripa, no fui desobediente a esa visión celestial.
Hch 26:20 Al contrario, comenzando con los que estaban en Damasco, siguiendo con los que estaban en Jerusalén y en toda Judea, y luego con los gentiles, a todos les prediqué que se arrepintieran y se convirtieran a Dios, y que demostraran su arrepentimiento con sus buenas obras.
Hch 26:21 Sólo por eso los judíos me prendieron en el templo y trataron de matarme.
Hch 26:22 Pero Dios me ha ayudado hasta hoy, y así me mantengo firme, testificando a grandes y pequeños. No he dicho sino lo que los profetas y Moisés ya dijeron que sucedería:
Hch 26:23 que el Cristo padecería y que, siendo el primero en resucitar, proclamaría la luz a su propio pueblo y a los gentiles.
Hch 26:24 Al llegar Pablo a este punto de su defensa, Festo interrumpió. —¡Estás loco, Pablo! —le gritó—. El mucho estudio te ha hecho perder la cabeza.
Hch 26:25 —No estoy loco, excelentísimo Festo —contestó Pablo—. Lo que digo es cierto y sensato.
Hch 26:26 El rey está familiarizado con estas cosas, y por eso hablo ante él con tanto atrevimiento. Estoy convencido de que nada de esto ignora, porque no sucedió en un rincón.
Hch 26:27 Rey Agripa, ¿cree usted en los profetas? ¡A mí me consta que sí!
Hch 26:28 —Un poco más y me convences a hacerme cristiano[c] —le dijo Agripa.
Hch 26:29 —Sea por poco o por mucho —le replicó Pablo—, le pido a Dios que no sólo usted, sino también todos los que me están escuchando hoy, lleguen a ser como yo, aunque sin estas cadenas.
Hch 26:30 Se levantó el rey, y también el gobernador, Berenice y los que estaban sentados con ellos.
Hch 26:31 Al retirarse, decían entre sí: —Este hombre no ha hecho nada que merezca la muerte ni la cárcel.
Hch 26:32 Y Agripa le dijo a Festo: —Se podría poner en libertad a este hombre si no hubiera apelado al emperador.
Salmo 131
He acallado mi alma
Sal 131:1
Cántico de los peregrinos. De David.
SEÑOR, mi corazón no es orgulloso, ni son altivos mis ojos; no busco grandezas desmedidas, ni proezas que excedan a mis fuerzas.
Sal 131:2 Todo lo contrario: he calmado y aquietado mis ansias. Soy como un niño recién amamantado en el regazo de su madre. ¡Mi alma es como un niño recién amamantado!
Sal 131:3 Israel, pon tu esperanza en el SEÑOR desde ahora y para siempre.