Día 306

15 El Pueblo del Reino

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1 Corintios 11

1Co 11:1 Imítenme a mí, como yo imito a Cristo.

Cobertura para la cabeza

1Co 11:2

Decoro en el culto

Los elogio porque se acuerdan de mí en todo y retienen las enseñanzas,[a] tal como se las transmití.

1Co 11:3 Ahora bien, quiero que entiendan que Cristo es cabeza de todo hombre, mientras que el hombre es cabeza de la mujer y Dios es cabeza de Cristo.

1Co 11:4 Todo hombre que ora o profetiza con la cabeza cubierta[b] deshonra al que es su cabeza.

1Co 11:5 En cambio, toda mujer que ora o profetiza con la cabeza descubierta deshonra al que es su cabeza; es como si estuviera rasurada.

1Co 11:6 Si la mujer no se cubre la cabeza, que se corte también el cabello; pero si es vergonzoso para la mujer tener el pelo corto o la cabeza rasurada, que se la cubra.

1Co 11:7 El hombre no debe cubrirse la cabeza, ya que él es imagen y gloria de Dios, mientras que la mujer es gloria del hombre.

1Co 11:8 De hecho, el hombre no procede de la mujer sino la mujer del hombre;

1Co 11:9 ni tampoco fue creado el hombre a causa de la mujer, sino la mujer a causa del hombre.

1Co 11:10 Por esta razón, y a causa de los ángeles, la mujer debe llevar sobre la cabeza señal de autoridad.[c]

1Co 11:11 Sin embargo, en el Señor, ni la mujer existe aparte del hombre ni el hombre aparte de la mujer.

1Co 11:12 Porque así como la mujer procede del hombre, también el hombre nace de la mujer; pero todo proviene de Dios.

1Co 11:13 Juzguen ustedes mismos: ¿Es apropiado que la mujer ore a Dios sin cubrirse la cabeza?

1Co 11:14 ¿No les enseña el mismo orden natural de las cosas que es una vergüenza para el hombre dejarse crecer el cabello,

1Co 11:15 mientras que es una gloria para la mujer llevar cabello largo? Es que a ella se le ha dado su cabellera como velo.

1Co 11:16 Si alguien insiste en discutir este asunto, tenga en cuenta que nosotros no tenemos otra costumbre, ni tampoco las iglesias de Dios.

La Cena del Señor

1Co 11:17

La Cena del Señor

11:23-25—Mt 26:26-28; Mr 14:22-24; Lc 22:17-20

Al darles las siguientes instrucciones, no puedo elogiarlos, ya que sus reuniones traen más perjuicio que beneficio.

1Co 11:18 En primer lugar, oigo decir que cuando se reúnen como iglesia hay divisiones entre ustedes, y hasta cierto punto lo creo.

1Co 11:19 Sin duda, tiene que haber grupos sectarios entre ustedes, para que se demuestre quiénes cuentan con la aprobación de Dios.

1Co 11:20 De hecho, cuando se reúnen, ya no es para comer la Cena del Señor,

1Co 11:21 porque cada uno se adelanta a comer su propia cena, de manera que unos se quedan con hambre mientras otros se emborrachan.

1Co 11:22 ¿Acaso no tienen casas donde comer y beber? ¿O es que menosprecian a la iglesia de Dios y quieren avergonzar a los que no tienen nada? ¿Qué les diré? ¿Voy a elogiarlos por esto? ¡Claro que no!

1Co 11:23 Yo recibí del Señor lo mismo que les transmití a ustedes: Que el Señor Jesús, la noche en que fue traicionado, tomó pan,

1Co 11:24 y después de dar gracias, lo partió y dijo: «Este pan es mi cuerpo, que por ustedes entrego; hagan esto en memoria de mí.»

1Co 11:25 De la misma manera, después de cenar, tomó la copa y dijo: «Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre; hagan esto, cada vez que beban de ella, en memoria de mí.»

1Co 11:26 Porque cada vez que comen este pan y beben de esta copa, proclaman la muerte del Señor hasta que él venga.

1Co 11:27 Por lo tanto, cualquiera que coma el pan o beba de la copa del Señor de manera indigna, será culpable de pecar contra el cuerpo y la sangre del Señor.

1Co 11:28 Así que cada uno debe examinarse a sí mismo antes de comer el pan y beber de la copa.

1Co 11:29 Porque el que come y bebe sin discernir el cuerpo,[d] come y bebe su propia condena.

1Co 11:30 Por eso hay entre ustedes muchos débiles y enfermos, e incluso varios han muerto.

1Co 11:31 Si nos examináramos a nosotros mismos, no se nos juzgaría;

1Co 11:32 pero si nos juzga el Señor, nos disciplina para que no seamos condenados con el mundo.

1Co 11:33 Así que, hermanos míos, cuando se reúnan para comer, espérense unos a otros.

1Co 11:34 Si alguno tiene hambre, que coma en su casa, para que las reuniones de ustedes no resulten dignas de condenación. Los demás asuntos los arreglaré cuando los visite.

1 Corintios 12

Dones espirituales

1Co 12:1

Los dones espirituales

En cuanto a los dones espirituales, hermanos, quiero que entiendan bien este asunto.

1Co 12:2 Ustedes saben que cuando eran paganos se dejaban arrastrar hacia los ídolos mudos.

1Co 12:3 Por eso les advierto que nadie que esté hablando por el Espíritu de Dios puede maldecir a Jesús; ni nadie puede decir: «Jesús es el Señor» sino por el Espíritu Santo.

1Co 12:4 Ahora bien, hay diversos dones, pero un mismo Espíritu.

1Co 12:5 Hay diversas maneras de servir, pero un mismo Señor.

1Co 12:6 Hay diversas funciones, pero es un mismo Dios el que hace todas las cosas en todos.

1Co 12:7 A cada uno se le da una manifestación especial del Espíritu para el bien de los demás.

1Co 12:8 A unos Dios les da por el Espíritu palabra de sabiduría; a otros, por el mismo Espíritu, palabra de conocimiento;

1Co 12:9 a otros, fe por medio del mismo Espíritu; a otros, y por ese mismo Espíritu, dones para sanar enfermos;

1Co 12:10 a otros, poderes milagrosos; a otros, profecía; a otros, el discernir espíritus; a otros, el hablar en diversas lenguas; y a otros, el interpretar lenguas.

1Co 12:11 Todo esto lo hace un mismo y único Espíritu, quien reparte a cada uno según él lo determina.

Un cuerpo con muchos miembros

1Co 12:12

Un cuerpo con muchos miembros

De hecho, aunque el cuerpo es uno solo, tiene muchos miembros, y todos los miembros, no obstante ser muchos, forman un solo cuerpo. Así sucede con Cristo.

1Co 12:13 Todos fuimos bautizados por[a] un solo Espíritu para constituir un solo cuerpo —ya seamos judíos o gentiles, esclavos o libres—, y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu.

1Co 12:14 Ahora bien, el cuerpo no consta de un solo miembro sino de muchos.

1Co 12:15 Si el pie dijera: «Como no soy mano, no soy del cuerpo», no por eso dejaría de ser parte del cuerpo.

1Co 12:16 Y si la oreja dijera: «Como no soy ojo, no soy del cuerpo», no por eso dejaría de ser parte del cuerpo.

1Co 12:17 Si todo el cuerpo fuera ojo, ¿qué sería del oído? Si todo el cuerpo fuera oído, ¿qué sería del olfato?

1Co 12:18 En realidad, Dios colocó cada miembro del cuerpo como mejor le pareció.

1Co 12:19 Si todos ellos fueran un solo miembro, ¿qué sería del cuerpo?

1Co 12:20 Lo cierto es que hay muchos miembros, pero el cuerpo es uno solo.

1Co 12:21 El ojo no puede decirle a la mano: «No te necesito.» Ni puede la cabeza decirles a los pies: «No los necesito.»

1Co 12:22 Al contrario, los miembros del cuerpo que parecen más débiles son indispensables,

1Co 12:23 y a los que nos parecen menos honrosos los tratamos con honra especial. Y se les trata con especial modestia a los miembros que nos parecen menos presentables,

1Co 12:24 mientras que los más presentables no requieren trato especial. Así Dios ha dispuesto los miembros de nuestro cuerpo, dando mayor honra a los que menos tenían,

1Co 12:25 a fin de que no haya división en el cuerpo, sino que sus miembros se preocupen por igual unos por otros.

1Co 12:26 Si uno de los miembros sufre, los demás comparten su sufrimiento; y si uno de ellos recibe honor, los demás se alegran con él.

1Co 12:27 Ahora bien, ustedes son el cuerpo de Cristo, y cada uno es miembro de ese cuerpo.

1Co 12:28 En la iglesia Dios ha puesto, en primer lugar, apóstoles; en segundo lugar, profetas; en tercer lugar, maestros; luego los que hacen milagros; después los que tienen dones para sanar enfermos, los que ayudan a otros, los que administran y los que hablan en diversas lenguas.

1Co 12:29 ¿Son todos apóstoles? ¿Son todos profetas? ¿Son todos maestros? ¿Hacen todos milagros?

1Co 12:30 ¿Tienen todos dones para sanar enfermos? ¿Hablan todos en lenguas? ¿Acaso interpretan todos?

1Co 12:31 Ustedes, por su parte, ambicionen[b] los mejores dones.

Salmo 146

No confiéis en los príncipes

Sal 146:1

¡Aleluya! ¡Alabado sea el SEÑOR! Alaba, alma mía, al SEÑOR.

Sal 146:2 Alabaré al SEÑOR toda mi vida; mientras haya aliento en mí, cantaré salmos a mi Dios.

Sal 146:3 No pongan su confianza en gente poderosa, en simples mortales, que no pueden salvar.

Sal 146:4 Exhalan el espíritu y vuelven al polvo, y ese mismo día se desbaratan sus planes.

Sal 146:5 Dichoso aquel cuya ayuda es el Dios de Jacob, cuya esperanza está en el SEÑOR su Dios,

Sal 146:6 creador del cielo y de la tierra, del mar y de todo cuanto hay en ellos, y que siempre mantiene la verdad.

Sal 146:7 El SEÑOR hace justicia a los oprimidos, da de comer a los hambrientos y pone en libertad a los cautivos.

Sal 146:8 El SEÑOR da vista a los ciegos, el SEÑOR sostiene a los agobiados, el SEÑOR ama a los justos.

Sal 146:9 El SEÑOR protege al extranjero y sostiene al huérfano y a la viuda, pero frustra los planes de los impíos.

Sal 146:10 ¡Oh Sión, que el SEÑOR reine para siempre! ¡Que tu Dios reine por todas las generaciones! ¡Aleluya! ¡Alabado sea el SEÑOR!