Día 241

14 Jesús & el Reino

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Mateo 11

Mensajeros de Juan el Bautista

Mat 11:1

Jesús y Juan el Bautista

11:2-19—Lc 7:18-35

Cuando Jesús terminó de dar instrucciones a sus doce discípulos, se fue de allí a enseñar y a predicar en otros pueblos.

Mat 11:2 Juan estaba en la cárcel, y al enterarse de lo que Cristo estaba haciendo, envió a sus discípulos a que le preguntaran:

Mat 11:3 —¿Eres tú el que ha de venir, o debemos esperar a otro?

Mat 11:4 Les respondió Jesús: —Vayan y cuéntenle a Juan lo que están viendo y oyendo:

Mat 11:5 Los ciegos ven, los cojos andan, los que tienen lepra son sanados, los sordos oyen, los muertos resucitan y a los pobres se les anuncian las buenas nuevas.

Mat 11:6 Dichoso el que no tropieza por causa mía.

Mat 11:7 Mientras se iban los discípulos de Juan, Jesús comenzó a hablarle a la multitud acerca de Juan: «¿Qué salieron a ver al desierto? ¿Una caña sacudida por el viento?

Mat 11:8 Si no, ¿qué salieron a ver? ¿A un hombre vestido con ropa fina? Claro que no, pues los que usan ropa de lujo están en los palacios de los reyes.

Mat 11:9 Entonces, ¿qué salieron a ver? ¿A un profeta? Sí, les digo, y más que profeta.

Mat 11:10 Éste es de quien está escrito: »“Yo estoy por enviar a mi mensajero delante de ti, el cual preparará tu camino.”[a]

Mat 11:11 Les aseguro que entre los mortales no se ha levantado nadie más grande que Juan el Bautista; sin embargo, el más pequeño en el reino de los cielos es más grande que él.

Mat 11:12 Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el reino de los cielos ha venido avanzando contra viento y marea, y los que se esfuerzan logran aferrarse a él.[b]

Mat 11:13 Porque todos los profetas y la ley profetizaron hasta Juan.

Mat 11:14 Y si quieren aceptar mi palabra, Juan es el Elías que había de venir.

Mat 11:15 El que tenga oídos, que oiga.

Mat 11:16 »¿Con qué puedo comparar a esta generación? Se parece a los niños sentados en la plaza que gritan a los demás:

Mat 11:17 »“Tocamos la flauta, y ustedes no bailaron; Cantamos por los muertos, y ustedes no lloraron.”

Mat 11:18 »Porque vino Juan, que no comía ni bebía, y ellos dicen: “Tiene un demonio.”

Mat 11:19 Vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: “Éste es un glotón y un borracho, amigo de recaudadores de impuestos y de pecadores.” Pero la sabiduría queda demostrada por sus hechos.»

Ay de las ciudades impenitentes

Mat 11:20

Ayes sobre ciudades no arrepentidas

11:21-23—Lc 10:13-15

Entonces comenzó Jesús a denunciar a las ciudades en que había hecho la mayor parte de sus milagros, porque no se habían arrepentido.

Mat 11:21 «¡Ay de ti, Corazín! ¡Ay de ti, Betsaida! Si se hubieran hecho en Tiro y en Sidón los milagros que se hicieron en medio de ustedes, ya hace tiempo que se habrían arrepentido con muchos lamentos.[c]

Mat 11:22 Pero les digo que en el día del juicio será más tolerable el castigo para Tiro y Sidón que para ustedes.

Mat 11:23 Y tú, Capernaúm, ¿acaso serás levantada hasta el cielo? No, sino que descenderás hasta el abismo. Si los milagros que se hicieron en ti se hubieran hecho en Sodoma, ésta habría permanecido hasta el día de hoy.

Mat 11:24 Pero te[d] digo que en el día del juicio será más tolerable el castigo para Sodoma que para ti.»

"Venid a mí, y yo os haré descansar"

Mat 11:25

Descanso para los cansados

11:25-27—Lc 10:21-22

En aquel tiempo Jesús dijo: «Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque habiendo escondido estas cosas de los sabios e instruidos, se las has revelado a los que son como niños.

Mat 11:26 Sí, Padre, porque esa fue tu buena voluntad.

Mat 11:27 »Mi Padre me ha entregado todas las cosas. Nadie conoce al Hijo sino el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo quiera revelarlo.

Mat 11:28 »Vengan a mí todos ustedes que están cansados y agobiados, y yo les daré descanso.

Mat 11:29 Carguen con mi yugo y aprendan de mí, pues yo soy apacible y humilde de corazón, y encontrarán descanso para su alma.

Mat 11:30 Porque mi yugo es suave y mi carga es liviana.»

Mateo 12

Jesús es Señor del día de reposo

Mat 12:1

Señor del sábado

12:1-8—Mr 2:23-28; Lc 6:1-5

12:9-14—Mr 3:1-6; Lc 6:6-11

Por aquel tiempo pasaba Jesús por los sembrados en sábado. Sus discípulos tenían hambre, así que comenzaron a arrancar algunas espigas de trigo y comérselas.

Mat 12:2 Al ver esto, los fariseos le dijeron: —¡Mira! Tus discípulos están haciendo lo que está prohibido en sábado.

Mat 12:3 Él les contestó: —¿No han leído lo que hizo David en aquella ocasión en que él y sus compañeros tuvieron hambre?

Mat 12:4 Entró en la casa de Dios, y él y sus compañeros comieron los panes consagrados a Dios, lo que no se les permitía a ellos sino sólo a los sacerdotes.

Mat 12:5 ¿O no han leído en la ley que los sacerdotes en el templo profanan el sábado sin incurrir en culpa?

Mat 12:6 Pues yo les digo que aquí está uno más grande que el templo.

Mat 12:7 Si ustedes supieran lo que significa: “Lo que pido de ustedes es misericordia y no sacrificios”,[a] no condenarían a los que no son culpables.

Mat 12:8 Sepan que el Hijo del hombre es Señor del sábado.

El hombre de la mano seca

Mat 12:9 Pasando de allí, entró en la sinagoga,

Mat 12:10 donde había un hombre que tenía una mano paralizada. Como buscaban un motivo para acusar a Jesús, le preguntaron: —¿Está permitido sanar en sábado?

Mat 12:11 Él les contestó: —Si alguno de ustedes tiene una oveja y en sábado se le cae en un hoyo, ¿no la agarra y la saca?

Mat 12:12 ¡Cuánto más vale un hombre que una oveja! Por lo tanto, está permitido hacer el bien en sábado.

Mat 12:13 Entonces le dijo al hombre: —Extiende la mano. Así que la extendió y le quedó restablecida, tan sana como la otra.

Mat 12:14 Pero los fariseos salieron y tramaban cómo matar a Jesús.

El siervo escogido de Dios

Mat 12:15

El siervo escogido por Dios

Consciente de esto, Jesús se retiró de aquel lugar. Muchos lo siguieron, y él sanó a todos los enfermos,

Mat 12:16 pero les ordenó que no dijeran quién era él.

Mat 12:17 Esto fue para que se cumpliera lo dicho por el profeta Isaías:

Mat 12:18 «Éste es mi siervo, a quien he escogido, mi amado, en quien estoy muy complacido; sobre él pondré mi Espíritu, y proclamará justicia a las naciones.

Mat 12:19 No disputará ni gritará; nadie oirá su voz en las calles.

Mat 12:20 No acabará de romper la caña quebrada ni apagará la mecha que apenas arde, hasta que haga triunfar la justicia.

Mat 12:21 Y en su nombre pondrán las naciones su esperanza.»[b]

Blasfemia contra el Espíritu Santo

Mat 12:22

Jesús y Beelzebú

12:25-29—Mr 3:23-27; Lc 11:17-22

Un día le llevaron un endemoniado que estaba ciego y mudo, y Jesús lo sanó, de modo que pudo ver y hablar.

Mat 12:23 Toda la gente se quedó asombrada y decía: «¿No será éste el Hijo de David?»

Mat 12:24 Pero al oírlo los fariseos, dijeron: «Éste no expulsa a los demonios sino por medio de Beelzebú, príncipe de los demonios.»

Mat 12:25 Jesús conocía sus pensamientos, y les dijo: «Todo reino dividido contra sí mismo quedará asolado, y toda ciudad o familia dividida contra sí misma no se mantendrá en pie.

Mat 12:26 Si Satanás expulsa a Satanás, está dividido contra sí mismo. ¿Cómo puede, entonces, mantenerse en pie su reino?

Mat 12:27 Ahora bien, si yo expulso a los demonios por medio de Beelzebú, ¿los seguidores de ustedes por medio de quién los expulsan? Por eso ellos mismos los juzgarán a ustedes.

Mat 12:28 En cambio, si expulso a los demonios por medio del Espíritu de Dios, eso significa que el reino de Dios ha llegado a ustedes.

Mat 12:29 »¿O cómo puede entrar alguien en la casa de un hombre fuerte y arrebatarle sus bienes, a menos que primero lo ate? Sólo entonces podrá robar su casa.

Mat 12:30 »El que no está de mi parte, está contra mí; y el que conmigo no recoge, esparce.

Mat 12:31 Por eso les digo que a todos se les podrá perdonar todo pecado y toda blasfemia, pero la blasfemia contra el Espíritu no se le perdonará a nadie.

Mat 12:32 A cualquiera que pronuncie alguna palabra contra el Hijo del hombre se le perdonará, pero el que hable contra el Espíritu Santo no tendrá perdón ni en este mundo ni en el venidero.

Por su fruto se conoce al árbol

Mat 12:33 »Si tienen un buen árbol, su fruto es bueno; si tienen un mal árbol, su fruto es malo. Al árbol se le reconoce por su fruto.

Mat 12:34 Camada de víboras, ¿cómo pueden ustedes que son malos decir algo bueno? De la abundancia del corazón habla la boca.

Mat 12:35 El que es bueno, de la bondad que atesora en el corazón saca el bien, pero el que es malo, de su maldad saca el mal.

Mat 12:36 Pero yo les digo que en el día del juicio todos tendrán que dar cuenta de toda palabra ociosa que hayan pronunciado.

Mat 12:37 Porque por tus palabras se te absolverá, y por tus palabras se te condenará.»

La señal de Jonás

Mat 12:38

La señal de Jonás

12:39-42—Lc 11:29-32

12:43-45—Lc 11:24-26

Algunos de los fariseos y de los maestros de la ley le dijeron: —Maestro, queremos ver alguna señal milagrosa de parte tuya.

Mat 12:39 Jesús les contestó: —¡Esta generación malvada y adúltera pide una señal milagrosa! Pero no se le dará más señal que la del profeta Jonás.

Mat 12:40 Porque así como tres días y tres noches estuvo Jonás en el vientre de un gran pez, también tres días y tres noches estará el Hijo del hombre en las entrañas de la tierra.

Mat 12:41 Los habitantes de Nínive se levantarán en el juicio contra esta generación y la condenarán; porque ellos se arrepintieron al escuchar la predicación de Jonás, y aquí tienen ustedes a uno más grande que Jonás.

Mat 12:42 La reina del Sur se levantará en el día del juicio y condenará a esta generación; porque ella vino desde los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón, y aquí tienen ustedes a uno más grande que Salomón.

Regreso de un espíritu inmundo

Mat 12:43 »Cuando un espíritu maligno sale de una persona, va por lugares áridos, buscando descanso sin encontrarlo.

Mat 12:44 Entonces dice: “Volveré a la casa de donde salí.” Cuando llega, la encuentra desocupada, barrida y arreglada.

Mat 12:45 Luego va y trae a otros siete espíritus más malvados que él, y entran a vivir allí. Así que el estado postrero de aquella persona resulta peor que el primero. Así le pasará también a esta generación malvada.

La madre y los hermanos de Jesús

Mat 12:46

La madre y los hermanos de Jesús

12:46-50—Mr 3:31-35; Lc 8:19-21

Mientras Jesús le hablaba a la multitud, se presentaron su madre y sus hermanos. Se quedaron afuera, y deseaban hablar con él.

Mat 12:47 Alguien le dijo: —Tu madre y tus hermanos están afuera y quieren hablar contigo.[c]

Mat 12:48 —¿Quién es mi madre, y quiénes son mis hermanos? —replicó Jesús.

Mat 12:49 Señalando a sus discípulos, añadió: —Aquí tienen a mi madre y a mis hermanos.

Mat 12:50 Pues mi hermano, mi hermana y mi madre son los que hacen la voluntad de mi Padre que está en el cielo.

Salmo 86

Tu misericordia es grande para conmigo

Sal 86:1

Oración de David.

Atiéndeme, SEÑOR; respóndeme, pues pobre soy y estoy necesitado.

Sal 86:2 Presérvame la vida, pues te soy fiel. Tú eres mi Dios, y en ti confío; ¡salva a tu siervo!

Sal 86:3 Compadécete, Señor, de mí, porque a ti clamo todo el día.

Sal 86:4 Reconforta el espíritu de tu siervo, porque a ti, Señor, elevo mi alma.

Sal 86:5 Tú, Señor, eres bueno y perdonador; grande es tu amor por todos los que te invocan.

Sal 86:6 Presta oído, SEÑOR, a mi oración; atiende a la voz de mi clamor.

Sal 86:7 En el día de mi angustia te invoco, porque tú me respondes.

Sal 86:8 No hay, SEÑOR, entre los dioses otro como tú, ni hay obras semejantes a las tuyas.

Sal 86:9 Todas las naciones que has creado vendrán, Señor, y ante ti se postrarán y glorificarán tu nombre.

Sal 86:10 Porque tú eres grande y haces maravillas; ¡sólo tú eres Dios!

Sal 86:11 Instrúyeme, SEÑOR, en tu camino para conducirme con fidelidad. Dame integridad de corazón para temer tu nombre.

Sal 86:12 Señor mi Dios, con todo el corazón te alabaré, y por siempre glorificaré tu nombre.

Sal 86:13 Porque grande es tu amor por mí: me has librado de caer en el sepulcro.

Sal 86:14 Gente altanera me ataca, oh Dios; una banda de asesinos procura matarme. ¡Son gente que no te toma en cuenta!

Sal 86:15 Pero tú, Señor, eres Dios clemente y compasivo, lento para la ira, y grande en amor y verdad.

Sal 86:16 Vuélvete hacia mí, y tenme compasión; concédele tu fuerza a este siervo tuyo. ¡Salva a tu hijo fiel![a]

Sal 86:17 Dame una muestra de tu amor, para que mis enemigos la vean y se avergüencen, porque tú, SEÑOR, me has brindado ayuda y consuelo.