Día 277

14 Jesús & el Reino

236 - 237 - 238 - 239 - 240 - 241 - 242 - 243 - 244 - 245 - 246 - 247 - 248 - 249 - 250 - 251 - 252 - 253 - 254 - 255 - 256 - 257 - 258 - 259 - 260 - 261 - 262 - 263 - 264 - 265 - 266 - 267 - 268 - 269 - 270 - 271 - 272 - 273 - 274 - 275 - 276 - 277 - 278 - 279 - 280 - 281 - 282 - 283 - 284 - 285 - 286 - 287 - 288 - 289 - 290 - 291 - 292

Lucas 21

La ofrenda de la viuda

Luc 21:1

La ofrenda de la viuda

21:1-4—Mr 12:41-44

Jesús se detuvo a observar y vio a los ricos que echaban sus ofrendas en las alcancías del templo.

Luc 21:2 También vio a una viuda pobre que echaba dos moneditas de cobre.[a]

Luc 21:3 —Les aseguro —dijo—que esta viuda pobre ha echado más que todos los demás.

Luc 21:4 Todos ellos dieron sus ofrendas de lo que les sobraba; pero ella, de su pobreza, echó todo lo que tenía para su sustento.

Jesús predice la destrucción del templo

Luc 21:5

Señales del fin del mundo

21:5-36—Mt 24; Mr 13

21:12-17—Mt 10:17-22

Algunos de sus discípulos comentaban acerca del templo, de cómo estaba adornado con hermosas piedras y con ofrendas dedicadas a Dios. Pero Jesús dijo:

Luc 21:6 —En cuanto a todo esto que ven ustedes, llegará el día en que no quedará piedra sobre piedra; todo será derribado.

Luc 21:7 —Maestro —le preguntaron—, ¿cuándo sucederá eso, y cuál será la señal de que está a punto de suceder?

Luc 21:8 —Tengan cuidado; no se dejen engañar —les advirtió Jesús—. Vendrán muchos que usando mi nombre dirán: “Yo soy”, y: “El tiempo está cerca.” No los sigan ustedes.

Luc 21:9 Cuando sepan de guerras y de revoluciones, no se asusten. Es necesario que eso suceda primero, pero el fin no vendrá en seguida.

Jesús predice guerras y persecución

Luc 21:10 »Se levantará nación contra nación, y reino contra reino —continuó—.

Luc 21:11 Habrá grandes terremotos, hambre y epidemias por todas partes, cosas espantosas y grandes señales del cielo.

Luc 21:12 »Pero antes de todo esto, echarán mano de ustedes y los perseguirán. Los entregarán a las sinagogas y a las cárceles, y por causa de mi nombre los llevarán ante reyes y gobernadores.

Luc 21:13 Así tendrán ustedes la oportunidad de dar testimonio ante ellos.

Luc 21:14 Pero tengan en cuenta que no hay por qué preparar una defensa de antemano,

Luc 21:15 pues yo mismo les daré tal elocuencia y sabiduría para responder, que ningún adversario podrá resistirles ni contradecirles.

Luc 21:16 Ustedes serán traicionados aun por sus padres, hermanos, parientes y amigos, y a algunos de ustedes se les dará muerte.

Luc 21:17 Todo el mundo los odiará por causa de mi nombre.

Luc 21:18 Pero no se perderá ni un solo cabello de su cabeza.

Luc 21:19 Si se mantienen firmes, se salvarán.[b]

Jesús predice la destrucción de Jerusalén

Luc 21:20 »Ahora bien, cuando vean a Jerusalén rodeada de ejércitos, sepan que su desolación ya está cerca.

Luc 21:21 Entonces los que estén en Judea huyan a las montañas, los que estén en la ciudad salgan de ella, y los que estén en el campo no entren en la ciudad.

Luc 21:22 Ése será el tiempo del juicio cuando se cumplirá todo lo que está escrito.

Luc 21:23 ¡Ay de las que estén embarazadas o amamantando en aquellos días! Porque habrá gran aflicción en la tierra, y castigo contra este pueblo.

Luc 21:24 Caerán a filo de espada y los llevarán cautivos a todas las naciones. Los gentiles pisotearán a Jerusalén, hasta que se cumplan los tiempos señalados para ellos.

La venida del Hijo del Hombre

Luc 21:25 »Habrá señales en el sol, la luna y las estrellas. En la tierra, las naciones estarán angustiadas y perplejas por el bramido y la agitación del mar.

Luc 21:26 Se desmayarán de terror los hombres, temerosos por lo que va a sucederle al mundo, porque los cuerpos celestes serán sacudidos.

Luc 21:27 Entonces verán al Hijo del hombre venir en una nube con poder y gran gloria.

Luc 21:28 Cuando comiencen a suceder estas cosas, cobren ánimo y levanten la cabeza, porque se acerca su redención.

La lección de la higuera

Luc 21:29 Jesús también les propuso esta comparación: —Fíjense en la higuera y en los demás árboles.

Luc 21:30 Cuando brotan las hojas, ustedes pueden ver por sí mismos y saber que el verano está cerca.

Luc 21:31 Igualmente, cuando vean que suceden estas cosas, sepan que el reino de Dios está cerca.

Luc 21:32 »Les aseguro que no pasará esta generación hasta que todas estas cosas sucedan.

Luc 21:33 El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras jamás pasarán.

Mirad por vosotros mismos

Luc 21:34 »Tengan cuidado, no sea que se les endurezca el corazón por el vicio, la embriaguez y las preocupaciones de esta vida. De otra manera, aquel día caerá de improviso sobre ustedes,

Luc 21:35 pues vendrá como una trampa sobre todos los habitantes de la tierra.

Luc 21:36 Estén siempre vigilantes, y oren para que puedan escapar de todo lo que está por suceder, y presentarse delante del Hijo del hombre.

Luc 21:37 De día Jesús enseñaba en el templo, pero salía a pasar la noche en el monte llamado de los Olivos,

Luc 21:38 y toda la gente madrugaba para ir al templo a oírlo.

Lucas 22

Complot para matar a Jesús

Luc 22:1

Judas acuerda traicionar a Jesús

22:1-2—Mt 26:2-5; Mr 14:1-2, 10-11

Se aproximaba la fiesta de los Panes sin levadura, llamada la Pascua.

Luc 22:2 Los jefes de los sacerdotes y los maestros de la ley buscaban algún modo de acabar con Jesús, porque temían al pueblo.

Judas prepara su traición

Luc 22:3 Entonces entró Satanás en Judas, uno de los doce, al que llamaban Iscariote.

Luc 22:4 Éste fue a los jefes de los sacerdotes y a los capitanes del templo para tratar con ellos cómo les entregaría a Jesús.

Luc 22:5 Ellos se alegraron y acordaron darle dinero.

Luc 22:6 Él aceptó, y comenzó a buscar una oportunidad para entregarles a Jesús cuando no hubiera gente.

La Pascua con los discípulos

Luc 22:7

La última cena

22:7-13—Mt 26:17-19; Mr 14:12-16

22:17-20—Mt 26:26-29; Mr 14:22-25; 1Co 11:23-25

22:21-23—Mt 26:21-24; Mr 14:18-21; Jn 13:21-30

22:25-27—Mt 20:25-28; Mr 10:42-45

22:33-34—Mt 26:33-35; Mr 14:29-31; Jn 13:37-38

Cuando llegó el día de la fiesta de los Panes sin levadura, en que debía sacrificarse el cordero de la Pascua,

Luc 22:8 Jesús envió a Pedro y a Juan, diciéndoles: —Vayan a hacer los preparativos para que comamos la Pascua.

Luc 22:9 —¿Dónde quieres que la preparemos? —le preguntaron.

Luc 22:10 —Miren —contestó él—: al entrar ustedes en la ciudad les saldrá al encuentro un hombre que lleva un cántaro de agua. Síganlo hasta la casa en que entre,

Luc 22:11 y díganle al dueño de la casa: “El Maestro pregunta: ¿Dónde está la sala en la que voy a comer la Pascua con mis discípulos?”

Luc 22:12 Él les mostrará en la planta alta una sala amplia y amueblada. Preparen allí la cena.

Luc 22:13 Ellos se fueron y encontraron todo tal como les había dicho Jesús. Así que prepararon la Pascua.

Institución de la Cena del Señor

Luc 22:14 Cuando llegó la hora, Jesús y sus apóstoles se sentaron a la mesa.

Luc 22:15 Entonces les dijo: —He tenido muchísimos deseos de comer esta Pascua con ustedes antes de padecer,

Luc 22:16 pues les digo que no volveré a comerla hasta que tenga su pleno cumplimiento en el reino de Dios.

Luc 22:17 Luego tomó la copa, dio gracias y dijo: —Tomen esto y repártanlo entre ustedes.

Luc 22:18 Les digo que no volveré a beber del fruto de la vid hasta que venga el reino de Dios.

Luc 22:19 También tomó pan y, después de dar gracias, lo partió, se lo dio a ellos y dijo: —Este pan es mi cuerpo, entregado por ustedes; hagan esto en memoria de mí.

Luc 22:20 De la misma manera tomó la copa después de la cena, y dijo: —Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre, que es derramada por ustedes.

Luc 22:21 Pero sepan que la mano del que va a traicionarme está con la mía, sobre la mesa.

Luc 22:22 A la verdad el Hijo del hombre se irá según está decretado, pero ¡ay de aquel que lo traiciona!

Luc 22:23 Entonces comenzaron a preguntarse unos a otros quién de ellos haría esto.

¿Quién es el mayor?

Luc 22:24 Tuvieron además un altercado sobre cuál de ellos sería el más importante.

Luc 22:25 Jesús les dijo: —Los reyes de las naciones oprimen a sus súbditos, y los que ejercen autoridad sobre ellos se llaman a sí mismos benefactores.

Luc 22:26 No sea así entre ustedes. Al contrario, el mayor debe comportarse como el menor, y el que manda como el que sirve.

Luc 22:27 Porque, ¿quién es más importante, el que está a la mesa o el que sirve? ¿No lo es el que está sentado a la mesa? Sin embargo, yo estoy entre ustedes como uno que sirve.

Luc 22:28 Ahora bien, ustedes son los que han estado siempre a mi lado en mis pruebas.

Luc 22:29 Por eso, yo mismo les concedo un reino, así como mi Padre me lo concedió a mí,

Luc 22:30 para que coman y beban a mi mesa en mi reino, y se sienten en tronos para juzgar a las doce tribus de Israel.

Jesús predice la negación de Pedro

Luc 22:31 »Simón, Simón, mira que Satanás ha pedido zarandearlos a ustedes como si fueran trigo.

Luc 22:32 Pero yo he orado por ti, para que no falle tu fe. Y tú, cuando te hayas vuelto a mí, fortalece a tus hermanos.

Luc 22:33 —Señor —respondió Pedro—, estoy dispuesto a ir contigo tanto a la cárcel como a la muerte.

Luc 22:34 —Pedro, te digo que hoy mismo, antes de que cante el gallo, tres veces negarás que me conoces.

La Escritura debe cumplirse en Jesús

Luc 22:35 Luego Jesús dijo a todos: —Cuando los envié a ustedes sin monedero ni bolsa ni sandalias, ¿acaso les faltó algo? —Nada —respondieron.

Luc 22:36 —Ahora, en cambio, el que tenga un monedero, que lo lleve; así mismo, el que tenga una bolsa. Y el que nada tenga, que venda su manto y compre una espada.

Luc 22:37 Porque les digo que tiene que cumplirse en mí aquello que está escrito: “Y fue contado entre los transgresores.”[a] En efecto, lo que se ha escrito de mí se está cumpliendo.[b]

Luc 22:38 —Mira, Señor —le señalaron los discípulos—, aquí hay dos espadas. —¡Basta! —les contestó.

Jesús ora en el monte de los Olivos

Luc 22:39

Jesús ora en el monte de los Olivos

22:40-46—Mt 26:36-46; Mr 14:32-42

Jesús salió de la ciudad y, como de costumbre, se dirigió al monte de los Olivos, y sus discípulos lo siguieron.

Luc 22:40 Cuando llegaron al lugar, les dijo: «Oren para que no caigan en tentación.»

Luc 22:41 Entonces se separó de ellos a una buena distancia,[c] se arrodilló y empezó a orar:

Luc 22:42 «Padre, si quieres, no me hagas beber este trago amargo;[d] pero no se cumpla mi voluntad, sino la tuya.»

Luc 22:43 Entonces se le apareció un ángel del cielo para fortalecerlo.

Luc 22:44 Pero, como estaba angustiado, se puso a orar con más fervor, y su sudor era como gotas de sangre que caían a tierra.[e]

Luc 22:45 Cuando terminó de orar y volvió a los discípulos, los encontró dormidos, agotados por la tristeza.

Luc 22:46 «¿Por qué están durmiendo? —les exhortó—. Levántense y oren para que no caigan en tentación.»

Traición y arresto de Jesús

Luc 22:47

Arresto de Jesús

22:47-53—Mt 26:47-56; Mr 14:43-50; Jn 18:3-11

Todavía estaba hablando Jesús cuando se apareció una turba, y al frente iba uno de los doce, el que se llamaba Judas. Éste se acercó a Jesús para besarlo,

Luc 22:48 pero Jesús le preguntó: —Judas, ¿con un beso traicionas al Hijo del hombre?

Luc 22:49 Los discípulos que lo rodeaban, al darse cuenta de lo que pasaba, dijeron: —Señor, ¿atacamos con la espada?

Luc 22:50 Y uno de ellos hirió al siervo del sumo sacerdote, cortándole la oreja derecha.

Luc 22:51 —¡Déjenlos! —ordenó Jesús. Entonces le tocó la oreja al hombre, y lo sanó.

Luc 22:52 Luego dijo a los jefes de los sacerdotes, a los capitanes del templo y a los ancianos, que habían venido a prenderlo: —¿Acaso soy un bandido,[f] para que vengan contra mí con espadas y palos?

Luc 22:53 Todos los días estaba con ustedes en el templo, y no se atrevieron a ponerme las manos encima. Pero ya ha llegado la hora de ustedes, cuando reinan las tinieblas.

Pedro niega a Jesús

Luc 22:54

Pedro niega a Jesús

22:55-62—Mt 26:69-75; Mr 14:66-72; Jn 18:16-18, 25-27

Prendieron entonces a Jesús y lo llevaron a la casa del sumo sacerdote. Pedro los seguía de lejos.

Luc 22:55 Pero luego, cuando encendieron una fogata en medio del patio y se sentaron alrededor, Pedro se les unió.

Luc 22:56 Una criada lo vio allí sentado a la lumbre, lo miró detenidamente y dijo: —Éste estaba con él.

Luc 22:57 Pero él lo negó. —Muchacha, yo no lo conozco.

Luc 22:58 Poco después lo vio otro y afirmó: —Tú también eres uno de ellos. —¡No, hombre, no lo soy! —contestó Pedro.

Luc 22:59 Como una hora más tarde, otro lo acusó: —Seguro que éste estaba con él; miren que es galileo.

Luc 22:60 —¡Hombre, no sé de qué estás hablando! —replicó Pedro. En el mismo momento en que dijo eso, cantó el gallo.

Luc 22:61 El Señor se volvió y miró directamente a Pedro. Entonces Pedro se acordó de lo que el Señor le había dicho: «Hoy mismo, antes de que el gallo cante, me negarás tres veces.»

Luc 22:62 Y saliendo de allí, lloró amargamente.

Burlas contra Jesús

Luc 22:63

Los soldados se burlan de Jesús

22:63-65—Mt 26:67-68; Mr 14:65; Jn 18:22-23

Los hombres que vigilaban a Jesús comenzaron a burlarse de él y a golpearlo.

Luc 22:64 Le vendaron los ojos, y le increpaban: —¡Adivina quién te pegó!

Luc 22:65 Y le lanzaban muchos otros insultos.

Jesús ante el Consejo

Luc 22:66

Jesús ante Pilato y Herodes

22:67-71—Mt 26:63-66; Mr 14:61-63; Jn 18:19-21

23:2-3—Mt 27:11-14; Mr 15:2-5; Jn 18:29-37

23:18-25—Mt 27:15-26; Mr 15:6-15; Jn 18:39-19:16

Al amanecer, se reunieron los ancianos del pueblo, tanto los jefes de los sacerdotes como los maestros de la ley, e hicieron comparecer a Jesús ante el Consejo.

Luc 22:67 —Si eres el Cristo, dínoslo —le exigieron. Jesús les contestó: —Si se lo dijera a ustedes, no me lo creerían,

Luc 22:68 y si les hiciera preguntas, no me contestarían.

Luc 22:69 Pero de ahora en adelante el Hijo del hombre estará sentado a la derecha del Dios Todopoderoso.

Luc 22:70 —¿Eres tú, entonces, el Hijo de Dios? —le preguntaron a una voz. —Ustedes mismos lo dicen.

Luc 22:71 —¿Para qué necesitamos más testimonios? —resolvieron—. Acabamos de oírlo de sus propios labios.

Salmo 119: 97-128

Sal 119:97

Mem

¡Cuánto amo yo tu ley! Todo el día medito en ella.

Sal 119:98 Tus mandamientos me hacen más sabio que mis enemigos porque me pertenecen para siempre.

Sal 119:99 Tengo más discernimiento que todos mis maestros porque medito en tus estatutos.

Sal 119:100 Tengo más entendimiento que los ancianos porque obedezco tus preceptos.

Sal 119:101 Aparto mis pies de toda mala senda para cumplir con tu palabra.

Sal 119:102 No me desvío de tus juicios porque tú mismo me instruyes.

Sal 119:103 ¡Cuán dulces son a mi paladar tus palabras! ¡Son más dulces que la miel a mi boca!

Sal 119:104 De tus preceptos adquiero entendimiento; por eso aborrezco toda senda de mentira.

Sal 119:105

Nun

Tu palabra es una lámpara a mis pies; es una luz en mi sendero.

Sal 119:106 Hice un juramento, y lo he confirmado: que acataré tus rectos juicios.

Sal 119:107 SEÑOR, es mucho lo que he sufrido; dame vida conforme a tu palabra.

Sal 119:108 SEÑOR, acepta la ofrenda que brota de mis labios; enséñame tus juicios.

Sal 119:109 Mi vida pende de un hilo,[e] pero no me olvido de tu ley.

Sal 119:110 Los impíos me han tendido una trampa, pero no me aparto de tus preceptos.

Sal 119:111 Tus estatutos son mi herencia permanente; son el regocijo de mi corazón.

Sal 119:112 Inclino mi corazón a cumplir tus decretos para siempre y hasta el fin.

Sal 119:113

Sámej

Aborrezco a los hipócritas, pero amo tu ley.

Sal 119:114 Tú eres mi escondite y mi escudo; en tu palabra he puesto mi esperanza.

Sal 119:115 ¡Malhechores, apártense de mí, que quiero cumplir los mandamientos de mi Dios!

Sal 119:116 Sosténme conforme a tu promesa, y viviré; no defraudes mis esperanzas.

Sal 119:117 Defiéndeme, y estaré a salvo; siempre optaré por tus decretos.

Sal 119:118 Tú rechazas a los que se desvían de tus decretos, porque sólo maquinan falsedades.

Sal 119:119 Tú desechas como escoria a los impíos de la tierra; por eso amo tus estatutos.

Sal 119:120 Mi cuerpo se estremece por el temor que me inspiras; siento reverencia por tus leyes.

Sal 119:121

Ayin

Yo practico la justicia y el derecho; no me dejes en manos de mis opresores.

Sal 119:122 Garantiza el bienestar de tu siervo; que no me opriman los arrogantes.

Sal 119:123 Mis ojos se consumen esperando tu salvación, esperando que se cumpla tu justicia.

Sal 119:124 Trata a tu siervo conforme a tu gran amor; enséñame tus decretos.

Sal 119:125 Tu siervo soy: dame entendimiento y llegaré a conocer tus estatutos.

Sal 119:126 SEÑOR, ya es tiempo de que actúes, pues tu ley está siendo quebrantada.

Sal 119:127 Sobre todas las cosas amo tus mandamientos, más que el oro, más que el oro refinado.

Sal 119:128 Por eso tomo en cuenta todos tus preceptos[f] y aborrezco toda senda falsa.