11
Génesis 35
Dios bendice a Jacob y le cambia el nombre
Gén 35:1
Jacob vuelve a Betel
Dios le dijo a Jacob: «Ponte en marcha, y vete a vivir a Betel. Erige allí un altar al Dios que se te apareció cuando escapabas de tu hermano Esaú.»
Gén 35:2 Entonces Jacob dijo a su familia y a quienes lo acompañaban: «Desháganse de todos los dioses extraños que tengan con ustedes, purifíquense y cámbiense de ropa.
Gén 35:3 Vámonos a Betel. Allí construiré un altar al Dios que me socorrió cuando estaba yo en peligro, y que me ha acompañado en mi camino.»
Gén 35:4 Así que le entregaron a Jacob todos los dioses extraños que tenían, junto con los aretes que llevaban en las orejas, y Jacob los enterró a la sombra de la encina que estaba cerca de Siquén.
Gén 35:5 Cuando partieron, nadie persiguió a la familia de Jacob, porque un terror divino se apoderó de las ciudades vecinas.
Gén 35:6 Fue así como Jacob y quienes lo acompañaban llegaron a Luz, es decir, Betel, en la tierra de Canaán.
Gén 35:7 Erigió un altar y llamó a ese lugar El Betel,[a] porque allí se le había revelado Dios cuando escapaba de su hermano Esaú.
Gén 35:8 Por esos días murió Débora, la nodriza de Rebeca, y la sepultaron a la sombra de la encina que se encuentra cerca de Betel. Por eso Jacob llamó a ese lugar Elón Bacut.[b]
Gén 35:9 Cuando Jacob regresó de Padán Aram[c], Dios se le apareció otra vez y lo bendijo
Gén 35:10 con estas palabras: «Tu nombre es Jacob,[d] pero ya no te llamarás así. De aquí en adelante te llamarás Israel.»[e] Y, en efecto, ese fue el nombre que le puso.
Gén 35:11 Luego Dios añadió: «Yo soy el Dios Todopoderoso. Sé fecundo y multiplícate. De ti nacerá una nación y una comunidad de naciones, y habrá reyes entre tus vástagos.
Gén 35:12 La tierra que les di a Abraham y a Isaac te la doy a ti, y también a tus descendientes.»
Gén 35:13 Y Dios se alejó del lugar donde había hablado con Jacob.
Gén 35:14 Jacob erigió una estela de piedra en el lugar donde Dios le había hablado. Vertió sobre ella una libación, y la ungió con aceite,
Gén 35:15 y al lugar donde Dios le había hablado lo llamó Betel.[f]
Muerte de Raquel y de Isaac
Gén 35:16
Muerte de Raquel y de Isaac
Después partieron de Betel. Cuando todavía estaban lejos de Efrata, Raquel dio a luz, pero tuvo un parto muy difícil.
Gén 35:17 En el momento más difícil del parto, la partera le dijo: «¡No temas; estás por tener otro varón!»
Gén 35:18 No obstante, ella se estaba muriendo, y en sus últimos suspiros alcanzó a llamar a su hijo Benoní,[g] pero Jacob, su padre, le puso por nombre Benjamín.[h]
Gén 35:19 Así murió Raquel, y la sepultaron en el camino que va hacia Efrata, que es Belén.
Gén 35:20 Sobre la tumba Jacob erigió una estela, que hasta el día de hoy señala el lugar donde Raquel fue sepultada.
Gén 35:21 Israel siguió su camino y acampó más allá de Migdal Edar.
Gén 35:22 Mientras vivía en esa región, Rubén fue y se acostó con Bilhá, la concubina de su padre. Cuando Israel se enteró de esto, se enojó muchísimo.[i] Jacob tuvo doce hijos:
Gén 35:23 Los hijos de Lea fueron Rubén, que era el primogénito de Jacob, Simeón, Leví, Judá, Isacar y Zabulón.
Gén 35:24 Los hijos de Raquel fueron José y Benjamín.
Gén 35:25 Los hijos de Bilhá, la esclava de Raquel, fueron Dan y Neftalí.
Gén 35:26 Los hijos de Zilpá, la esclava de Lea, fueron Gad y Aser. Éstos fueron los hijos que tuvo Jacob en Padán Aram.
Gén 35:27 Jacob volvió a la casa de su padre Isaac en Mamré, cerca de Quiriat Arbá, es decir, Hebrón, donde también habían vivido Abraham e Isaac.
Gén 35:28 Isaac tenía ciento ochenta años
Gén 35:29 cuando se reunió con sus antepasados. Era ya muy anciano cuando murió, y lo sepultaron sus hijos Esaú y Jacob.
Génesis 36
Descendientes de Esaú
Gén 36:1
Descendientes de Esaú
Éstos son los descendientes de Esaú, o sea Edom.
Gén 36:2 Esaú se casó con mujeres cananeas: con Ada, hija de Elón el hitita; con Aholibama, hija de Aná y nieta de Zibeón el heveo;
Gén 36:3 y con Basemat, hija de Ismael y hermana de Nebayot.
Gén 36:4 Esaú tuvo estos hijos: con Ada tuvo a Elifaz; con Basemat, a Reuel;
Gén 36:5 con Aholibama, a Jeús, Jalán y Coré. Éstos fueron los hijos que tuvo Esaú mientras vivía en la tierra de Canaán.
Gén 36:6 Después Esaú tomó a sus esposas, hijos e hijas, y a todas las personas que lo acompañaban, junto con su ganado y todos sus animales, y todos los bienes que había adquirido en la tierra de Canaán, y se trasladó a otra región para alejarse de su hermano Jacob.
Gén 36:7 Los dos habían acumulado tantos bienes que no podían estar juntos; la tierra donde vivían no bastaba para alimentar al ganado de ambos.
Gén 36:8 Fue así como Esaú, o sea Edom, se asentó en la región montañosa de Seír.
Gén 36:9 Éstos son los descendientes de Esaú, padre de los edomitas, que habitaron en la región montañosa de Seír.
Gén 36:10 Los nombres de sus hijos son éstos: Elifaz hijo de Ada, esposa de Esaú; y Reuel hijo de Basemat, esposa de Esaú.
Gén 36:11 Los hijos de Elifaz fueron Temán, Omar, Zefo, Gatán y Quenaz.
Gén 36:12 Elifaz tuvo un hijo con una concubina suya, llamada Timná, al que llamó Amalec. Todos éstos fueron nietos de Ada, esposa de Esaú.
Gén 36:13 Los hijos de Reuel fueron Najat, Zera, Sama y Mizá. Éstos fueron los nietos de Basemat, esposa de Esaú.
Gén 36:14 Los hijos de la otra esposa de Esaú, Aholibama, que era hija de Aná y nieta de Zibeón fueron Jeús, Jalán y Coré.
Gén 36:15 Éstos fueron los jefes de los descendientes de Esaú: De los hijos de Elifaz, primogénito de Esaú, los jefes fueron Temán, Omar, Zefo, Quenaz,
Gén 36:16 Coré, Gatán y Amalec. Éstos fueron los jefes de los descendientes de Elifaz en la tierra de Edom, y todos ellos fueron nietos de Ada.
Gén 36:17 De los hijos de Reuel hijo de Esaú, los jefes fueron Najat, Zera, Sama y Mizá. Éstos fueron los jefes de los descendientes de Reuel en la tierra de Edom, y todos ellos fueron nietos de Basemat, esposa de Esaú.
Gén 36:18 De los hijos de Aholibama, hija de Aná y esposa de Esaú, los jefes fueron Jeús, Jalán y Coré.
Gén 36:19 Éstos fueron descendientes de Esaú, también llamado Edom, y a su vez jefes de sus respectivas tribus.
Gén 36:20 Éstos fueron los descendientes de Seír el horeo, que habitaban en aquella región: Lotán, Sobal, Zibeón, Aná,
Gén 36:21 Disón, Ezer y Disán. Estos descendientes de Seír fueron los jefes de los horeos en la tierra de Edom.
Gén 36:22 Los hijos de Lotán fueron Horí y Homán. Lotán tenía una hermana llamada Timná.
Gén 36:23 Los hijos de Sobal fueron: Alván, Manajat, Ebal, Sefó y Onam.
Gén 36:24 Los hijos de Zibeón fueron Ayá y Aná. Este último es el mismo que encontró las aguas termales[a] en el desierto mientras cuidaba los asnos de su padre Zibeón.
Gén 36:25 Los hijos de Aná fueron: Disón y Aholibama, hija de Aná.
Gén 36:26 Los hijos de Disón fueron Hemdán, Esbán, Itrán y Querán.
Gén 36:27 Los hijos de Ezer fueron Bilán, Zaván y Acán.
Gén 36:28 Los hijos de Disán fueron Uz y Arán.
Gén 36:29 Los jefes de los horeos fueron Lotán, Sobal, Zibeón, Aná,
Gén 36:30 Disón, Ezer y Disán. Cada uno de ellos fue jefe de su tribu en la región de Seír.
Gén 36:31
Los reyes de Edom
36:31-43—1Cr 1:43-54
Antes de que los israelitas tuvieran rey, éstos fueron los reyes que reinaron en el país de Edom:
Gén 36:32 Bela hijo de Beor, que reinó en Edom. El nombre de su ciudad era Dinaba.
Gén 36:33 Cuando murió Bela, reinó en su lugar Jobab hijo de Zera, que provenía de Bosra.
Gén 36:34 Cuando murió Jobab, reinó en su lugar Jusán, que venía de la región de Temán.
Gén 36:35 Cuando murió Jusán, reinó en su lugar Hadad hijo de Bedad. Éste derrotó a Madián en el campo de Moab. El nombre de su ciudad era Avit.
Gén 36:36 Cuando murió Hadad, reinó en su lugar Samla, que era del pueblo de Masreca.
Gén 36:37 Cuando murió Samla, reinó en su lugar Saúl de Rejobot del Río.
Gén 36:38 Cuando murió Saúl, reinó en su lugar Baal Janán hijo de Acbor.
Gén 36:39 Cuando murió Baal Janán hijo de Acbor, reinó en su lugar Hadad.[b] El nombre de su ciudad era Pau. Su esposa se llamaba Mehitabel, y era hija de Matred y nieta de Mezab.
Gén 36:40 Éstos son los nombres de los jefes que descendieron de Esaú, cada uno según su clan y región: Timná, Alvá, Jetet,
Gén 36:41 Aholibama, Elá, Pinón,
Gén 36:42 Quenaz, Temán, Mibzar,
Gén 36:43 Magdiel e Iram. Éstos fueron los jefes de Edom, según los lugares que habitaron. Éste fue Esaú, padre de los edomitas.
Génesis 37
Los sueños de José
Gén 37:1
Los sueños de José
Jacob se estableció en la tierra de Canaán, donde su padre había residido como extranjero.
Gén 37:2 Ésta es la historia de Jacob y su familia. Cuando José tenía diecisiete años, apacentaba el rebaño junto a sus hermanos, los hijos de Bilhá y de Zilpá, que eran concubinas de su padre. El joven José solía informar a su padre de la mala fama que tenían estos hermanos suyos.
Gén 37:3 Israel amaba a José más que a sus otros hijos, porque lo había tenido en su vejez. Por eso mandó que le confeccionaran una túnica especial de mangas largas.[a]
Gén 37:4 Viendo sus hermanos que su padre amaba más a José que a ellos, comenzaron a odiarlo y ni siquiera lo saludaban.
Gén 37:5 Cierto día José tuvo un sueño y, cuando se lo contó a sus hermanos, éstos le tuvieron más odio todavía,
Gén 37:6 pues les dijo: —Préstenme atención, que les voy a contar lo que he soñado.
Gén 37:7 Resulta que estábamos todos nosotros en el campo atando gavillas. De pronto, mi gavilla se levantó y quedó erguida, mientras que las de ustedes se juntaron alrededor de la mía y le hicieron reverencias.
Gén 37:8 Sus hermanos replicaron: —¿De veras crees que vas a reinar sobre nosotros, y que nos vas a someter? Y lo odiaron aún más por los sueños que él les contaba.
Gén 37:9 Después José tuvo otro sueño, y se lo contó a sus hermanos. Les dijo: —Tuve otro sueño, en el que veía que el sol, la luna y once estrellas me hacían reverencias.
Gén 37:10 Cuando se lo contó a su padre y a sus hermanos, su padre lo reprendió: —¿Qué quieres decirnos con este sueño que has tenido? —le preguntó—. ¿Acaso tu madre, tus hermanos y yo vendremos a hacerte reverencias?
Gén 37:11 Sus hermanos le tenían envidia, pero su padre meditaba en todo esto.
José vendido por sus hermanos
Gén 37:12
José es vendido por sus hermanos
En cierta ocasión, los hermanos de José se fueron a Siquén para apacentar las ovejas de su padre.
Gén 37:13 Israel le dijo a José: —Tus hermanos están en Siquén apacentando las ovejas. Quiero que vayas a verlos. —Está bien —contestó José.
Gén 37:14 Israel continuó: —Vete a ver cómo están tus hermanos y el rebaño, y tráeme noticias frescas. Y lo envió desde el valle de Hebrón. Cuando José llegó a Siquén,
Gén 37:15 un hombre lo encontró perdido en el campo y le preguntó: —¿Qué andas buscando?
Gén 37:16 —Ando buscando a mis hermanos —contestó José—. ¿Podría usted indicarme dónde están apacentando el rebaño?
Gén 37:17 —Ya se han marchado de aquí —le informó el hombre—. Les oí decir que se dirigían a Dotán. José siguió buscando a sus hermanos, y los encontró cerca de Dotán.
Gén 37:18 Como ellos alcanzaron a verlo desde lejos, antes de que se acercara tramaron un plan para matarlo.
Gén 37:19 Se dijeron unos a otros: —Ahí viene ese soñador.
Gén 37:20 Ahora sí que le llegó la hora. Vamos a matarlo y echarlo en una de estas cisternas, y diremos que lo devoró un animal salvaje. ¡Y a ver en qué terminan sus sueños!
Gén 37:21 Cuando Rubén escuchó esto, intentó librarlo de las garras de sus hermanos, así que les propuso: —No lo matemos.
Gén 37:22 No derramen sangre. Arrójenlo en esta cisterna en el desierto, pero no le pongan la mano encima. Rubén dijo esto porque su intención era rescatar a José y devolverlo a su padre.
Gén 37:23 Cuando José llegó adonde estaban sus hermanos, le arrancaron la túnica especial de mangas largas,
Gén 37:24 lo agarraron y lo echaron en una cisterna que estaba vacía y seca.
Gén 37:25 Luego se sentaron a comer. En eso, al levantar la vista, divisaron una caravana de ismaelitas que venía de Galaad. Sus camellos estaban cargados de perfumes, bálsamo y mirra, que llevaban a Egipto.
Gén 37:26 Entonces Judá les propuso a sus hermanos: —¿Qué ganamos con matar a nuestro hermano y ocultar su muerte?
Gén 37:27 En vez de eliminarlo, vendámoslo a los ismaelitas; al fin de cuentas, es nuestro propio hermano. Sus hermanos estuvieron de acuerdo con él,
Gén 37:28 así que cuando los mercaderes madianitas se acercaron, sacaron a José de la cisterna y se lo vendieron a los ismaelitas por veinte monedas de plata. Fue así como se llevaron a José a Egipto.
Gén 37:29 Cuando Rubén volvió a la cisterna y José ya no estaba allí, se rasgó las vestiduras en señal de duelo.
Gén 37:30 Regresó entonces adonde estaban sus hermanos, y les reclamó: —¡Ya no está ese mocoso! Y ahora, ¿qué hago?
Gén 37:31 En seguida los hermanos tomaron la túnica especial de José, degollaron un cabrito, y con la sangre empaparon la túnica.
Gén 37:32 Luego la mandaron a su padre con el siguiente mensaje: «Encontramos esto. Fíjate bien si es o no la túnica de tu hijo.»
Gén 37:33 En cuanto Jacob la reconoció, exclamó: «¡Sí, es la túnica de mi hijo! ¡Seguro que un animal salvaje se lo devoró y lo hizo pedazos!»
Gén 37:34 Y Jacob se rasgó las vestiduras y se vistió de luto, y por mucho tiempo hizo duelo por su hijo.
Gén 37:35 Todos sus hijos y sus hijas intentaban calmarlo, pero él no se dejaba consolar, sino que decía: «No. Guardaré luto hasta que descienda al sepulcro para reunirme con mi hijo.» Así Jacob siguió llorando la muerte de José.
Gén 37:36 En Egipto, los madianitas[b] lo vendieron a un tal Potifar, funcionario del faraón y capitán de la guardia.
Salmo 11
El Señor está en su santo templo
Al director musical. Salmo de David.
En el SEÑOR hallo refugio. ¿Cómo, pues, se atreven a decirme: «Huye al monte, como las aves»?
Sal 11:2 Vean cómo tensan sus arcos los malvados: preparan las flechas sobre la cuerda para disparar desde las sombras contra los rectos de corazón.
Sal 11:3 Cuando los fundamentos son destruidos, ¿qué le queda al justo?
Sal 11:4 El SEÑOR está en su santo templo, en los cielos tiene el SEÑOR su trono, y atentamente observa al ser humano; con sus propios ojos lo examina.
Sal 11:5 El SEÑOR examina a justos y a malvados, y aborrece a los que aman la violencia.
Sal 11:6 Hará llover sobre los malvados ardientes brasas y candente azufre; ¡un viento abrasador será su suerte!
Sal 11:7 Justo es el SEÑOR, y ama la justicia; por eso los íntegros contemplarán su rostro.