Día 250

14 Jesús & el Reino

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Lee la Biblia: Marcos

Mira nuestro video de Lee la Biblia sobre el libro de Marcos, que desglosa el diseño literario del libro y su línea de pensamiento. Marcos demuestra que Jesús es el Mesías de Israel, quien inaugura el reino de Dios a través de su sufrimiento, muerte y resurrección.

Marcos 1

Juan el Bautista prepara el camino

Mar 1:1

Juan el Bautista prepara el camino

1:2-8—Mt 3:1-11; Lc 3:2-16

Comienzo del evangelio de Jesucristo, el Hijo de Dios.[a]

Mar 1:2 Sucedió como está escrito en el profeta Isaías: «Yo estoy por enviar a mi mensajero delante de ti, el cual preparará tu camino.»[b]

Mar 1:3 «Voz de uno que grita en el desierto: “Preparen el camino del Señor, háganle sendas derechas.” »[c]

Mar 1:4 Así se presentó Juan, bautizando en el desierto y predicando el bautismo de arrepentimiento para el perdón de pecados.

Mar 1:5 Toda la gente de la región de Judea y de la ciudad de Jerusalén acudía a él. Cuando confesaban sus pecados, él los bautizaba en el río Jordán.

Mar 1:6 La ropa de Juan estaba hecha de pelo de camello. Llevaba puesto un cinturón de cuero, y comía langostas y miel silvestre.

Mar 1:7 Predicaba de esta manera: «Después de mí viene uno más poderoso que yo; ni siquiera merezco agacharme para desatar la correa de sus sandalias.

Mar 1:8 Yo los he bautizado a ustedes con[d] agua, pero él los bautizará con el Espíritu Santo.»

El bautismo de Jesús

Mar 1:9

Bautismo y tentación de Jesús

1:9-11—Mt 3:13-17; Lc 3:21-22

1:12-13—Mt 4:1-11; Lc 4:1-13

En esos días llegó Jesús desde Nazaret de Galilea y fue bautizado por Juan en el Jordán.

Mar 1:10 En seguida, al subir del agua, Jesús vio que el cielo se abría y que el Espíritu bajaba sobre él como una paloma.

Mar 1:11 También se oyó una voz del cielo que decía: «Tú eres mi Hijo amado; estoy muy complacido contigo.»

La tentación de Jesús

Mar 1:12 En seguida el Espíritu lo impulsó a ir al desierto,

Mar 1:13 y allí fue tentado por Satanás durante cuarenta días. Estaba entre las fieras, y los ángeles le servían.

Jesús comienza su ministerio

Mar 1:14

Llamamiento de los primeros discípulos

1:16-20—Mt 4:18-22; Lc 5:2-11; Jn 1:35-42

Después de que encarcelaron a Juan, Jesús se fue a Galilea a anunciar las buenas nuevas de Dios.

Mar 1:15 «Se ha cumplido el tiempo —decía—. El reino de Dios está cerca. ¡Arrepiéntanse y crean las buenas nuevas!»

Jesús llama a sus primeros discípulos

Mar 1:16 Pasando por la orilla del mar de Galilea, Jesús vio a Simón y a su hermano Andrés que echaban la red al lago, pues eran pescadores.

Mar 1:17 «Vengan, síganme —les dijo Jesús—, y los haré pescadores de hombres.»

Mar 1:18 Al momento dejaron las redes y lo siguieron.

Mar 1:19 Un poco más adelante vio a Jacobo y a su hermano Juan, hijos de Zebedeo, que estaban en su barca remendando las redes.

Mar 1:20 En seguida los llamó, y ellos, dejando a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros, se fueron con Jesús.

Jesús sana a un hombre con un espíritu inmundo

Mar 1:21

Jesús expulsa a un espíritu maligno

1:21-28—Lc 4:31-37

Entraron en Capernaúm, y tan pronto como llegó el sábado, Jesús fue a la sinagoga y se puso a enseñar.

Mar 1:22 La gente se asombraba de su enseñanza, porque la impartía como quien tiene autoridad y no como los maestros de la ley.

Mar 1:23 De repente, en la sinagoga, un hombre que estaba poseído por un espíritu maligno gritó:

Mar 1:24 —¿Por qué te entrometes, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a destruirnos? Yo sé quién eres tú: ¡el Santo de Dios!

Mar 1:25 —¡Cállate! —lo reprendió Jesús—. ¡Sal de ese hombre!

Mar 1:26 Entonces el espíritu maligno sacudió al hombre violentamente y salió de él dando un alarido.

Mar 1:27 Todos se quedaron tan asustados que se preguntaban unos a otros: «¿Qué es esto? ¡Una enseñanza nueva, pues lo hace con autoridad! Les da órdenes incluso a los espíritus malignos, y le obedecen.»

Mar 1:28 Como resultado, su fama se extendió rápidamente por toda la región de Galilea.

Jesús sana a muchos enfermos

Mar 1:29

Jesús sana a muchos enfermos

1:29-31—Mt 8:14-15; Lc 4:38-39

1:32-34—Mt 8:16-17; Lc 4:40-41

Tan pronto como salieron de la sinagoga, Jesús fue con Jacobo y Juan a casa de Simón y Andrés.

Mar 1:30 La suegra de Simón estaba en cama con fiebre, y en seguida se lo dijeron a Jesús.

Mar 1:31 Él se le acercó, la tomó de la mano y la ayudó a levantarse. Entonces se le quitó la fiebre y se puso a servirles.

Mar 1:32 Al atardecer, cuando ya se ponía el sol, la gente le llevó a Jesús todos los enfermos y endemoniados,

Mar 1:33 de manera que la población entera se estaba congregando a la puerta.

Mar 1:34 Jesús sanó a muchos que padecían de diversas enfermedades. También expulsó a muchos demonios, pero no los dejaba hablar porque sabían quién era él.

Jesús predica en Galilea

Mar 1:35

Jesús ora en un lugar solitario

1:35-38—Lc 4:42-43

Muy de madrugada, cuando todavía estaba oscuro, Jesús se levantó, salió de la casa y se fue a un lugar solitario, donde se puso a orar.

Mar 1:36 Simón y sus compañeros salieron a buscarlo.

Mar 1:37 Por fin lo encontraron y le dijeron: —Todo el mundo te busca.

Mar 1:38 Jesús respondió: —Vámonos de aquí a otras aldeas cercanas donde también pueda predicar; para esto he venido.

Mar 1:39 Así que recorrió toda Galilea, predicando en las sinagogas y expulsando demonios.

Jesús limpia a un leproso

Mar 1:40

Jesús sana a un leproso

1:40-44—Mt 8:2-4; Lc 5:12-14

Un hombre que tenía lepra se le acercó, y de rodillas le suplicó: —Si quieres, puedes limpiarme.

Mar 1:41 Movido a compasión, Jesús extendió la mano y tocó al hombre, diciéndole: —Sí quiero. ¡Queda limpio!

Mar 1:42 Al instante se le quitó la lepra y quedó sano.[e]

Mar 1:43 Jesús lo despidió en seguida con una fuerte advertencia:

Mar 1:44 —Mira, no se lo digas a nadie; sólo ve, preséntate al sacerdote y lleva por tu purificación lo que ordenó Moisés, para que sirva de testimonio.

Mar 1:45 Pero él salió y comenzó a hablar sin reserva, divulgando lo sucedido. Como resultado, Jesús ya no podía entrar en ningún pueblo abiertamente, sino que se quedaba afuera, en lugares solitarios. Aun así, gente de todas partes seguía acudiendo a él.

Marcos 2

Jesús sana a un paralítico

Mar 2:1

Jesús sana a un paralítico

2:3-12—Mt 9:2-8; Lc 5:18-26

Unos días después, cuando Jesús entró de nuevo en Capernaúm, corrió la voz de que estaba en casa.

Mar 2:2 Se aglomeraron tantos que ya no quedaba sitio ni siquiera frente a la puerta mientras él les predicaba la palabra.

Mar 2:3 Entonces llegaron cuatro hombres que le llevaban un paralítico.

Mar 2:4 Como no podían acercarlo a Jesús por causa de la multitud, quitaron parte del techo encima de donde estaba Jesús y, luego de hacer una abertura, bajaron la camilla en la que estaba acostado el paralítico.

Mar 2:5 Al ver Jesús la fe de ellos, le dijo al paralítico: —Hijo, tus pecados quedan perdonados.

Mar 2:6 Estaban sentados allí algunos maestros de la ley, que pensaban:

Mar 2:7 «¿Por qué habla éste así? ¡Está blasfemando! ¿Quién puede perdonar pecados sino sólo Dios?»

Mar 2:8 En ese mismo instante supo Jesús en su espíritu que esto era lo que estaban pensando. —¿Por qué razonan así? —les dijo—.

Mar 2:9 ¿Qué es más fácil, decirle al paralítico: “Tus pecados son perdonados”, o decirle: “Levántate, toma tu camilla y anda” ?

Mar 2:10 Pues para que sepan que el Hijo del hombre tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados —se dirigió entonces al paralítico—:

Mar 2:11 A ti te digo, levántate, toma tu camilla y vete a tu casa.

Mar 2:12 Él se levantó, tomó su camilla en seguida y salió caminando a la vista de todos. Ellos se quedaron asombrados y comenzaron a alabar a Dios. —Jamás habíamos visto cosa igual —decían.

Jesús llama a Leví

Mar 2:13

Llamamiento de Leví

2:14-17—Mt 9:9-13; Lc 5:27-32

De nuevo salió Jesús a la orilla del lago. Toda la gente acudía a él, y él les enseñaba.

Mar 2:14 Al pasar vio a Leví hijo de Alfeo, donde éste cobraba impuestos. —Sígueme —le dijo Jesús. Y Leví se levantó y lo siguió.

Mar 2:15 Sucedió que, estando Jesús a la mesa en casa de Leví, muchos recaudadores de impuestos y pecadores se sentaron con él y sus discípulos, pues ya eran muchos los que lo seguían.

Mar 2:16 Cuando los maestros de la ley, que eran fariseos, vieron con quién comía, les preguntaron a sus discípulos: —¿Y éste come con recaudadores de impuestos y con pecadores?

Mar 2:17 Al oírlos, Jesús les contestó: —No son los sanos los que necesitan médico sino los enfermos. Y yo no he venido a llamar a justos sino a pecadores.

Una pregunta sobre el ayuno

Mar 2:18

Le preguntan a Jesús sobre el ayuno

2:18-22—Mt 9:14-17; Lc 5:33-38

Al ver que los discípulos de Juan y los fariseos ayunaban, algunos se acercaron a Jesús y le preguntaron: —¿Cómo es que los discípulos de Juan y de los fariseos ayunan, pero los tuyos no?

Mar 2:19 Jesús les contestó: —¿Acaso pueden ayunar los invitados del novio mientras él está con ellos? No pueden hacerlo mientras lo tienen con ellos.

Mar 2:20 Pero llegará el día en que se les quitará el novio, y ese día sí ayunarán.

Mar 2:21 Nadie remienda un vestido viejo con un retazo de tela nueva. De hacerlo así, el remiendo fruncirá el vestido y la rotura se hará peor.

Mar 2:22 Ni echa nadie vino nuevo en odres viejos. De hacerlo así, el vino hará reventar los odres y se arruinarán tanto el vino como los odres. Más bien, el vino nuevo se echa en odres nuevos.

Jesús es Señor del día de reposo

Mar 2:23

Señor del sábado

2:23-28—Mt 12:1-8; Lc 6:1-5

3:1-6—Mt 12:9-14; Lc 6:6-11

Un sábado, al cruzar Jesús los sembrados, sus discípulos comenzaron a arrancar a su paso unas espigas de trigo.

Mar 2:24 —Mira —le preguntaron los fariseos—, ¿por qué hacen ellos lo que está prohibido hacer en sábado?

Mar 2:25 Él les contestó: —¿Nunca han leído lo que hizo David en aquella ocasión, cuando él y sus compañeros tuvieron hambre y pasaron necesidad?

Mar 2:26 Entró en la casa de Dios cuando Abiatar era el sumo sacerdote, y comió los panes consagrados a Dios, que sólo a los sacerdotes les es permitido comer. Y dio también a sus compañeros.

Mar 2:27 »El sábado se hizo para el hombre, y no el hombre para el sábado —añadió—.

Mar 2:28 Así que el Hijo del hombre es Señor incluso del sábado.

Salmo 95

Cantemos con júbilo

Sal 95:1

Vengan, cantemos con júbilo al SEÑOR; aclamemos a la roca de nuestra salvación.

Sal 95:2 Lleguemos ante él con acción de gracias, aclamémoslo con cánticos.

Sal 95:3 Porque el SEÑOR es el gran Dios, el gran Rey sobre todos los dioses.

Sal 95:4 En sus manos están los abismos de la tierra; suyas son las cumbres de los montes.

Sal 95:5 Suyo es el mar, porque él lo hizo; con sus manos formó la tierra firme.

Sal 95:6 Vengan, postrémonos reverentes, doblemos la rodilla ante el SEÑOR nuestro Hacedor.

Sal 95:7 Porque él es nuestro Dios y nosotros somos el pueblo de su prado; ¡somos un rebaño bajo su cuidado! Si ustedes oyen hoy su voz,

Sal 95:8 no endurezcan el corazón, como en Meribá,[a] como aquel día en Masá,[b] en el desierto,

Sal 95:9 cuando sus antepasados me tentaron, cuando me pusieron a prueba, a pesar de haber visto mis obras.

Sal 95:10 Cuarenta años estuve enojado con aquella generación, y dije: «Son un pueblo mal encaminado que no reconoce mis senderos.»

Sal 95:11 Así que, en mi enojo, hice este juramento: «Jamás entrarán en mi reposo.»