Día 230
2 de Cronicas 18
Josafat se alía con Acab
2Cr 18:1
Micaías profetiza contra Acab
18:1-27—1R 22:1-28
Josafat se hizo muy rico y famoso, y como había emparentado con Acab,
2Cr 18:2 después de algún tiempo fue a visitarlo en Samaria. Allí Acab mató muchas ovejas y vacas para Josafat y sus acompañantes, y lo animó a marchar contra Ramot de Galaad.
2Cr 18:3 Acab, rey de Israel, le preguntó a Josafat, rey de Judá: —¿Irías conmigo a pelear contra Ramot de Galaad? Josafat le respondió: —Estoy a tu disposición, lo mismo que mi pueblo. Iremos contigo a la guerra.
2Cr 18:4 Pero antes que nada, consultemos al SEÑOR—añadió.
2Cr 18:5 Así que el rey de Israel reunió a los cuatrocientos profetas, y les preguntó: —¿Debemos ir a la guerra contra Ramot de Galaad, o no? —Vaya, Su Majestad —contestaron ellos—, porque Dios la entregará en sus manos.
2Cr 18:6 Pero Josafat inquirió: —¿No hay aquí un profeta del SEÑOR a quien podamos consultar?
2Cr 18:7 El rey de Israel le respondió: —Todavía hay alguien por medio de quien podemos consultar al SEÑOR, pero me cae muy mal porque nunca me profetiza nada bueno; sólo me anuncia desastres. Se trata de Micaías hijo de Imlá. —No digas eso —replicó Josafat.
2Cr 18:8 Entonces el rey de Israel llamó a uno de sus funcionarios y le ordenó: —¡Traigan de inmediato a Micaías hijo de Imlá!
2Cr 18:9 El rey de Israel, y Josafat, rey de Judá, vestidos con sus vestiduras reales y sentados en sus respectivos tronos, estaban en la plaza a la entrada de Samaria, con todos los que profetizaban en su presencia.
2Cr 18:10 Sedequías hijo de Quenaná, que se había hecho unos cuernos de hierro, anunció: «Así dice el SEÑOR: “Con estos cuernos atacarás a los sirios hasta aniquilarlos.” »
2Cr 18:11 Y los demás profetas vaticinaban lo mismo. «Ataque Su Majestad a Ramot de Galaad, y vencerá, porque el SEÑOR la entregará en sus manos.»
2Cr 18:12 Ahora bien, el mensajero que había ido a llamar a Micaías le advirtió: —Mira, los demás profetas a una voz predicen el éxito del rey. Habla favorablemente, para que tu mensaje concuerde con el de ellos.
2Cr 18:13 Pero Micaías repuso: —Tan cierto como que el SEÑOR vive, te juro que yo le anunciaré al rey lo que Dios me diga.
2Cr 18:14 Cuando compareció ante el rey, éste le preguntó: —Micaías, ¿debemos ir a la guerra contra Ramot de Galaad, o no? —Ataquen y vencerán —contestó él—, porque les será entregada.
2Cr 18:15 El rey le reclamó: —¿Cuántas veces debo hacerte jurar que no me digas nada más que la verdad en el nombre del SEÑOR?
2Cr 18:16 Ante esto, Micaías concedió: —Vi a todo Israel esparcido por las colinas, como ovejas sin pastor. Y el SEÑOR dijo: “Esta gente no tiene amo. ¡Que cada cual se vaya a su casa en paz!”
2Cr 18:17 El rey de Israel le dijo a Josafat: —¿No te dije que jamás me profetiza nada bueno, y que sólo me anuncia desastres?
2Cr 18:18 Micaías prosiguió: —Por lo tanto, oigan la palabra del SEÑOR: Vi al SEÑOR sentado en su trono con todo el ejército del cielo alrededor de él, a su derecha y a su izquierda.
2Cr 18:19 Y el SEÑOR dijo: “¿Quién seducirá a Acab, rey de Israel, para que ataque a Ramot de Galaad y vaya a morir allí?” Uno sugería una cosa, y otro sugería otra.
2Cr 18:20 Por último, un espíritu se adelantó, se puso delante del SEÑOR y dijo: “Yo lo seduciré.” “¿Por qué medios?”, preguntó el SEÑOR.
2Cr 18:21 Y aquel espíritu respondió: “Saldré y seré un espíritu mentiroso en la boca de sus profetas.” Entonces el SEÑOR ordenó: “Ve y hazlo así, que tendrás éxito en seducirlo.”
2Cr 18:22 Así que ahora el SEÑOR ha puesto un espíritu mentiroso en la boca de estos profetas de Su Majestad. El SEÑOR ha decretado para usted la calamidad.
2Cr 18:23 Al oír esto, Sedequías hijo de Quenaná se levantó y le dio una bofetada a Micaías. —¿Por dónde se fue el espíritu[a] del SEÑOR cuando salió de mí para hablarte? —le preguntó.
2Cr 18:24 Micaías contestó: —Lo sabrás el día en que andes de escondite en escondite.
2Cr 18:25 Entonces el rey de Israel ordenó: —Tomen a Micaías, y llévenselo a Amón, el gobernador de la ciudad, y a Joás, mi hijo.
2Cr 18:26 Díganles que les ordeno echar en la cárcel a ese tipo, y no darle más que pan y agua, hasta que yo regrese sin contratiempos.
2Cr 18:27 Micaías manifestó: —Si regresas sin contratiempos, el SEÑOR no ha hablado por medio de mí. ¡Tomen nota todos ustedes de lo que estoy diciendo!
Derrota y muerte de Acab
2Cr 18:28
Muerte de Acab en Ramot de Galaad
18:28-34—1R 22:29-36
El rey de Israel, y Josafat, rey de Judá, marcharon juntos contra Ramot de Galaad.
2Cr 18:29 Allí el rey de Israel le dijo a Josafat: «Yo entraré a la batalla disfrazado, pero tú te pondrás tus vestiduras reales.» Así que el rey de Israel se disfrazó y entró al combate.
2Cr 18:30 Pero el rey de Siria les había ordenado a sus capitanes de los carros de combate: «No luchen contra nadie, grande o pequeño, salvo contra el rey de Israel.»
2Cr 18:31 Cuando los capitanes de los carros vieron a Josafat, pensaron: «Éste es el rey de Israel.» Así que se volvieron para atacarlo; pero Josafat gritó, y Dios el SEÑOR lo ayudó, haciendo que se apartaran de él.
2Cr 18:32 Entonces los capitanes de los carros vieron que no era el rey de Israel, y dejaron de perseguirlo.
2Cr 18:33 Sin embargo, alguien disparó su arco al azar e hirió al rey de Israel entre las piezas de su armadura. El rey le ordenó al que conducía su carro: «Da la vuelta y sácame del campo de batalla, pues me han herido.»
2Cr 18:34 Todo el día arreció la batalla, y al rey de Israel se le mantuvo de pie en su carro frente a los sirios, hasta el atardecer, y murió al ponerse el sol.
2 de Cronicas 19
Reformas de Josafat
2Cr 19:1 Cuando Josafat, rey de Judá, regresó sin ningún contratiempo a su palacio en Jerusalén,
2Cr 19:2 el vidente Jehú hijo de Jananí fue a visitarlo y le dijo: «¿Cómo te atreviste a ayudar a los malvados, haciendo alianza con los enemigos del[a] SEÑOR? Por haber hecho eso, la ira del SEÑOR ha caído sobre ti.
2Cr 19:3 Pero hay cosas buenas a tu favor, pues has quitado del país las imágenes de la diosa Aserá, y has buscado a Dios de todo corazón.»
2Cr 19:4
Josafat nombra jueces
Josafat se estableció en Jerusalén, pero volvió a visitar al pueblo, desde Berseba hasta los montes de Efraín, para hacerlo volver al SEÑOR, Dios de sus antepasados.
2Cr 19:5 En cada una de las ciudades fortificadas de Judá nombró jueces
2Cr 19:6 y les advirtió: «Tengan mucho cuidado con lo que hacen, pues su autoridad no proviene de un hombre, sino del SEÑOR, que estará con ustedes cuando impartan justicia.
2Cr 19:7 Por eso, teman al SEÑOR y tengan cuidado con lo que hacen, porque el SEÑOR nuestro Dios no admite la injusticia ni la parcialidad ni el soborno.»
2Cr 19:8 En Jerusalén, Josafat designó también a levitas, sacerdotes y jefes de las familias patriarcales de Israel, para que administraran la ley del SEÑOR y resolvieran pleitos. Éstos vivían en Jerusalén.
2Cr 19:9 Josafat les ordenó: «Ustedes actuarán con fidelidad e integridad, bajo el temor del SEÑOR.
2Cr 19:10 Cuando sus compatriotas vengan de las ciudades y sometan al juicio de ustedes casos de violencia, o algún otro asunto concerniente a la ley, los mandamientos, los estatutos y los juicios, ustedes les advertirán que no pequen contra el SEÑOR, para que su ira no caiga sobre ustedes y sobre ellos. Si así lo hacen, no serán culpables.
2Cr 19:11 »El sumo sacerdote Amarías los orientará en todo asunto de carácter religioso, mientras que Zebadías hijo de Ismael, que es el jefe de la tribu de Judá, lo hará en todo asunto de carácter civil.[b] También los levitas estarán al servicio de ustedes. ¡Anímense, y manos a la obra! El SEÑOR estará con los que actúen bien.»
2 de Cronicas 20
La oración de Josafat
2Cr 20:1
Josafat derrota a Moab y Amón
Después de esto, los moabitas, los amonitas y algunos de los meunitas[a] le declararon la guerra a Josafat,
2Cr 20:2 y alguien fue a informarle: «Del otro lado del Mar Muerto y de Edom[b] viene contra ti una gran multitud. Ahora están en Jazezón Tamar, es decir, en Engadi.»
2Cr 20:3 Atemorizado, Josafat decidió consultar al SEÑOR y proclamó un ayuno en todo Judá.
2Cr 20:4 Los habitantes de todas las ciudades de Judá llegaron para pedir juntos la ayuda del SEÑOR.
2Cr 20:5 En el templo del SEÑOR, frente al atrio nuevo, Josafat se puso de pie ante la asamblea de Judá y de Jerusalén,
2Cr 20:6 y dijo: «SEÑOR, Dios de nuestros antepasados, ¿no eres tú el Dios del cielo, y el que gobierna a todas las naciones? ¡Es tal tu fuerza y tu poder que no hay quien pueda resistirte!
2Cr 20:7 ¿No fuiste tú, Dios nuestro, quien a los ojos de tu pueblo Israel expulsó a los habitantes de esta tierra? ¿Y no fuiste tú quien les dio para siempre esta tierra a los descendientes de tu amigo Abraham?
2Cr 20:8 Ellos la habitaron y construyeron un santuario en tu honor, diciendo:
2Cr 20:9 “Cuando nos sobrevenga una calamidad, o un castigo por medio de la espada, o la peste o el hambre, si nos congregamos ante ti, en este templo donde habitas, y clamamos a ti en medio de nuestra aflicción, tú nos escucharás y nos salvarás.”
2Cr 20:10 »Cuando Israel salió de Egipto, tú no le permitiste que invadiera a los amonitas, ni a los moabitas ni a los del monte de Seír, sino que lo enviaste por otro camino para que no destruyera a esas naciones.
2Cr 20:11 ¡Mira cómo nos pagan ahora, viniendo a arrojarnos de la tierra que tú nos diste como herencia!
2Cr 20:12 Dios nuestro, ¿acaso no vas a dictar sentencia contra ellos? Nosotros no podemos oponernos a esa gran multitud que viene a atacarnos. ¡No sabemos qué hacer! ¡En ti hemos puesto nuestra esperanza!»
2Cr 20:13 Todos los hombres de Judá estaban de pie delante del SEÑOR, junto con sus mujeres y sus hijos, aun los más pequeños.
2Cr 20:14 Entonces el Espíritu del SEÑOR vino sobre Jahaziel, hijo de Zacarías y descendiente en línea directa de Benaías, Jeyel y Matanías. Este último era un levita de los hijos de Asaf que se encontraba en la asamblea.
2Cr 20:15 Y dijo Jahaziel: «Escuchen, habitantes de Judá y de Jerusalén, y escuche también Su Majestad. Así dice el SEÑOR: “No tengan miedo ni se acobarden cuando vean ese gran ejército, porque la batalla no es de ustedes sino mía.
2Cr 20:16 Mañana, cuando ellos suban por la cuesta de Sis, ustedes saldrán contra ellos y los encontrarán junto al arroyo, frente al desierto de Jeruel.
2Cr 20:17 Pero ustedes no tendrán que intervenir en esta batalla. Simplemente, quédense quietos en sus puestos, para que vean la salvación que el SEÑOR les dará. ¡Habitantes de Judá y de Jerusalén, no tengan miedo ni se acobarden! Salgan mañana contra ellos, porque yo, el SEÑOR, estaré con ustedes.” »
2Cr 20:18 Josafat y todos los habitantes de Judá y de Jerusalén se postraron rostro en tierra y adoraron al SEÑOR,
2Cr 20:19 y los levitas de los hijos de Coat y de Coré se pusieron de pie para alabar al SEÑOR a voz en cuello.
2Cr 20:20 Al día siguiente, madrugaron y fueron al desierto de Tecoa. Mientras avanzaban, Josafat se detuvo y dijo: «Habitantes de Judá y de Jerusalén, escúchenme: ¡Confíen en el SEÑOR, y serán librados! ¡Confíen en sus profetas, y tendrán éxito!»
2Cr 20:21 Después de consultar con el pueblo, Josafat designó a los que irían al frente del ejército para cantar al SEÑOR y alabar el esplendor de su santidad[c] con el cántico: «Den gracias al SEÑOR; su gran amor perdura para siempre.»
2Cr 20:22 Tan pronto como empezaron a entonar este cántico de alabanza, el SEÑOR puso emboscadas contra los amonitas, los moabitas y los del monte de Seír que habían venido contra Judá, y los derrotó.
2Cr 20:23 De hecho, los amonitas y los moabitas atacaron a los habitantes de los montes de Seír y los mataron hasta aniquilarlos. Luego de exterminar a los habitantes de Seír, ellos mismos se atacaron y se mataron unos a otros.
El Señor libra a Judá
2Cr 20:24 Cuando los hombres de Judá llegaron a la torre del desierto para ver el gran ejército enemigo, no vieron sino los cadáveres que yacían en tierra. ¡Ninguno había escapado con vida!
2Cr 20:25 Entonces Josafat y su gente fueron para apoderarse del botín, y entre los cadáveres encontraron muchas riquezas, vestidos y joyas preciosas. Cada uno se apoderó de todo lo que quiso, hasta más no poder. Era tanto el botín, que tardaron tres días en recogerlo.
2Cr 20:26 El cuarto día se congregaron en el valle de Beracá, y alabaron al SEÑOR; por eso llamaron a ese lugar el valle de Beracá,[d] nombre con el que hasta hoy se le conoce.
2Cr 20:27 Más tarde, todos los de Judá y Jerusalén, con Josafat a la cabeza, regresaron a Jerusalén llenos de gozo porque el SEÑOR los había librado de sus enemigos.
2Cr 20:28 Al llegar, entraron en el templo del SEÑOR al son de arpas, liras y trompetas.
2Cr 20:29 Al oír las naciones de la tierra cómo el SEÑOR había peleado contra los enemigos de Israel, el temor de Dios se apoderó de ellas.
2Cr 20:30 Por lo tanto, el reinado de Josafat disfrutó de tranquilidad, y Dios le dio paz por todas partes.
2Cr 20:31
Fin del reinado de Josafat
20:31-21:1—1R 22:41-50
Josafat tenía treinta y cinco años cuando ascendió al trono de Judá, y reinó en Jerusalén veinticinco años. El nombre de su madre era Azuba hija de Siljí.
2Cr 20:32 Siguió el buen ejemplo de su padre Asá y nunca se desvió de él, sino que hizo lo que agrada al SEÑOR.
2Cr 20:33 Sin embargo, no se quitaron los santuarios paganos, pues el pueblo aún no se había consagrado al Dios de sus antepasados.
2Cr 20:34 Los demás acontecimientos del reinado de Josafat, desde el primero hasta el último, están escritos en las crónicas de Jehú hijo de Jananí, que forman parte del libro de los reyes de Israel.
El final del reinado de Josafat
2Cr 20:35 Después de esto, Josafat se alió con el perverso Ocozías, rey de Israel,
2Cr 20:36 para construir una flota mercante que iría a Tarsis. Los barcos los hacían en Ezión Guéber.
2Cr 20:37 Entonces Eliezer hijo de Dodías, de Maresá, profetizó contra Josafat: «Por haberte aliado con Ocozías, el SEÑOR destruirá lo que estás haciendo.» En efecto, los barcos naufragaron y no pudieron ir a Tarsis.
Salmo 75
Yo juzgaré rectamente
Sal 75:1
Al director musical. Sígase la tonada de «No destruyas». Salmo de Asaf. Cántico.
Te damos gracias, oh Dios, te damos gracias e invocamos[a] tu nombre; ¡todos hablan de tus obras portentosas!
Sal 75:2 Tú dices: «Cuando yo lo decida, juzgaré con justicia.
Sal 75:3 Cuando se estremece la tierra con todos sus habitantes, soy yo quien afirma sus columnas.» Selah
Sal 75:4 «No sean altaneros», digo a los altivos; «No sean soberbios», ordeno a los impíos;
Sal 75:5 «No hagan gala de soberbia contra el cielo, ni hablen con aires de suficiencia.»
Sal 75:6 La exaltación no viene del oriente, ni del occidente ni del sur,
Sal 75:7 sino que es Dios el que juzga: a unos humilla y a otros exalta.
Sal 75:8 En la mano del SEÑOR hay una copa de espumante vino mezclado con especias; cuando él lo derrame, todos los impíos de la tierra habrán de beberlo hasta las heces.
Sal 75:9 Yo hablaré de esto siempre; cantaré salmos al Dios de Jacob.
Sal 75:10 Aniquilaré la altivez de todos los impíos, y exaltaré el poder de los justos.