Día 261

14 Jesús & el Reino

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Juan 7

Jesús en la fiesta de los tabernáculos

Jua 7:1

Jesús va a la fiesta de los Tabernáculos

Algún tiempo después, Jesús andaba por Galilea. No tenía ningún interés en ir a Judea, porque allí los judíos buscaban la oportunidad para matarlo.

Jua 7:2 Faltaba poco tiempo para la fiesta judía de los Tabernáculos,[a]

Jua 7:3 así que los hermanos de Jesús le dijeron: —Deberías salir de aquí e ir a Judea, para que tus discípulos vean las obras que realizas,

Jua 7:4 porque nadie que quiera darse a conocer actúa en secreto. Ya que haces estas cosas, deja que el mundo te conozca.

Jua 7:5 Lo cierto es que ni siquiera sus hermanos creían en él.

Jua 7:6 Por eso Jesús les dijo: —Para ustedes cualquier tiempo es bueno, pero el tiempo mío aún no ha llegado.

Jua 7:7 El mundo no tiene motivos para aborrecerlos; a mí, sin embargo, me aborrece porque yo testifico que sus obras son malas.

Jua 7:8 Suban ustedes a la fiesta. Yo no voy todavía[b] a esta fiesta porque mi tiempo aún no ha llegado.

Jua 7:9 Dicho esto, se quedó en Galilea.

Jua 7:10 Sin embargo, después de que sus hermanos se fueron a la fiesta, fue también él, no públicamente sino en secreto.

Jua 7:11 Por eso las autoridades judías lo buscaban durante la fiesta, y decían: «¿Dónde se habrá metido?»

Jua 7:12 Entre la multitud corrían muchos rumores acerca de él. Unos decían: «Es una buena persona.» Otros alegaban: «No, lo que pasa es que engaña a la gente.»

Jua 7:13 Sin embargo, por temor a los judíos nadie hablaba de él abiertamente.

Jua 7:14

Jesús enseña en la fiesta

Jesús esperó hasta la mitad de la fiesta para subir al templo y comenzar a enseñar.

Jua 7:15 Los judíos se admiraban y decían: «¿De dónde sacó éste tantos conocimientos sin haber estudiado?»

Jua 7:16 —Mi enseñanza no es mía —replicó Jesús—sino del que me envió.

Jua 7:17 El que esté dispuesto a hacer la voluntad de Dios reconocerá si mi enseñanza proviene de Dios o si yo hablo por mi propia cuenta.

Jua 7:18 El que habla por cuenta propia busca su vanagloria; en cambio, el que busca glorificar al que lo envió es una persona íntegra y sin doblez.

Jua 7:19 ¿No les ha dado Moisés la ley a ustedes? Sin embargo, ninguno de ustedes la cumple. ¿Por qué tratan entonces de matarme?

Jua 7:20 —Estás endemoniado —contestó la multitud—. ¿Quién quiere matarte?

Jua 7:21 —Hice un milagro y todos ustedes han quedado asombrados.

Jua 7:22 Por eso Moisés les dio la circuncisión, que en realidad no proviene de Moisés sino de los patriarcas, y aun en sábado la practican.

Jua 7:23 Ahora bien, si para cumplir la ley de Moisés circuncidan a un varón incluso en sábado, ¿por qué se enfurecen conmigo si en sábado lo sano por completo?

Jua 7:24 No juzguen por las apariencias; juzguen con justicia.

¿Puede ser este el Cristo?

Jua 7:25

¿Es éste el Cristo?

Algunos de los que vivían en Jerusalén comentaban: «¿No es éste al que quieren matar?

Jua 7:26 Ahí está, hablando abiertamente, y nadie le dice nada. ¿Será que las autoridades se han convencido de que es el Cristo?

Jua 7:27 Nosotros sabemos de dónde viene este hombre, pero cuando venga el Cristo nadie sabrá su procedencia.»

Jua 7:28 Por eso Jesús, que seguía enseñando en el templo, exclamó: —¡Con que ustedes me conocen y saben de dónde vengo! No he venido por mi propia cuenta, sino que me envió uno que es digno de confianza. Ustedes no lo conocen,

Jua 7:29 pero yo sí lo conozco porque vengo de parte suya, y él mismo me ha enviado.

Jua 7:30 Entonces quisieron arrestarlo, pero nadie le echó mano porque aún no había llegado su hora.

Jua 7:31 Con todo, muchos de entre la multitud creyeron en él y decían: «Cuando venga el Cristo, ¿acaso va a hacer más señales que este hombre?»

Los oficiales enviados a arrestar a Jesús

Jua 7:32 Los fariseos oyeron a la multitud que murmuraba estas cosas acerca de él, y junto con los jefes de los sacerdotes mandaron unos guardias del templo para arrestarlo.

Jua 7:33 —Voy a estar con ustedes un poco más de tiempo —afirmó Jesús—, y luego volveré al que me envió.

Jua 7:34 Me buscarán, pero no me encontrarán, porque adonde yo esté no podrán ustedes llegar.

Jua 7:35 «¿Y éste a dónde piensa irse que no podamos encontrarlo? —comentaban entre sí los judíos—. ¿Será que piensa ir a nuestra gente dispersa entre las naciones,[c] para enseñar a los griegos?

Jua 7:36 ¿Qué quiso decir con eso de que “me buscarán, pero no me encontrarán”, y “adonde yo esté no podrán ustedes llegar” ?»

Ríos de agua viva

Jua 7:37

Jesús en el último día de la fiesta

En el último día, el más solemne de la fiesta, Jesús se puso de pie y exclamó: —¡Si alguno tiene sed, que venga a mí y beba!

Jua 7:38 De aquel que cree en mí, como dice[d] la Escritura, brotarán ríos de agua viva.

Jua 7:39 Con esto se refería al Espíritu que habrían de recibir más tarde los que creyeran en él. Hasta ese momento el Espíritu no había sido dado, porque Jesús no había sido glorificado todavía.

Disensión entre la gente

Jua 7:40 Al oír sus palabras, algunos de entre la multitud decían: «Verdaderamente éste es el profeta.»

Jua 7:41 Otros afirmaban: «¡Es el Cristo!» Pero otros objetaban: «¿Cómo puede el Cristo venir de Galilea?

Jua 7:42 ¿Acaso no dice la Escritura que el Cristo vendrá de la descendencia de David, y de Belén, el pueblo de donde era David?»

Jua 7:43 Por causa de Jesús la gente estaba dividida.

Jua 7:44 Algunos querían arrestarlo, pero nadie le puso las manos encima.

Jua 7:45

Incredulidad de los dirigentes judíos

Los guardias del templo volvieron a los jefes de los sacerdotes y a los fariseos, quienes los interrogaron: —¿Se puede saber por qué no lo han traído?

Jua 7:46 —¡Nunca nadie ha hablado como ese hombre! —declararon los guardias.

Jua 7:47 —¿Así que también ustedes se han dejado engañar? —replicaron los fariseos—.

Jua 7:48 ¿Acaso ha creído en él alguno de los gobernantes o de los fariseos?

Jua 7:49 ¡No! Pero esta gente, que no sabe nada de la ley, está bajo maldición.

Jua 7:50 Nicodemo, que era uno de ellos y que antes había ido a ver a Jesús, les interpeló:

Jua 7:51 —¿Acaso nuestra ley condena a un hombre sin antes escucharlo y averiguar lo que hace?

Jua 7:52 —¿No eres tú también de Galilea? —protestaron—. Investiga y verás que de Galilea no ha salido ningún profeta.[e]

La mujer sorprendida en adulterio

Jua 7:53 Entonces todos se fueron a casa.

Juan 8

Jua 8:1

La mujer sorprendida en adulterio

Pero Jesús se fue al monte de los Olivos.

Jua 8:2 Al amanecer se presentó de nuevo en el templo. Toda la gente se le acercó, y él se sentó a enseñarles.

Jua 8:3 Los maestros de la ley y los fariseos llevaron entonces a una mujer sorprendida en adulterio, y poniéndola en medio del grupo

Jua 8:4 le dijeron a Jesús: —Maestro, a esta mujer se le ha sorprendido en el acto mismo de adulterio.

Jua 8:5 En la ley Moisés nos ordenó apedrear a tales mujeres. ¿Tú qué dices?

Jua 8:6 Con esta pregunta le estaban tendiendo una trampa, para tener de qué acusarlo. Pero Jesús se inclinó y con el dedo comenzó a escribir en el suelo.

Jua 8:7 Y como ellos lo acosaban a preguntas, Jesús se incorporó y les dijo: —Aquel de ustedes que esté libre de pecado, que tire la primera piedra.

Jua 8:8 E inclinándose de nuevo, siguió escribiendo en el suelo.

Jua 8:9 Al oír esto, se fueron retirando uno tras otro, comenzando por los más viejos, hasta dejar a Jesús solo con la mujer, que aún seguía allí.

Jua 8:10 Entonces él se incorporó y le preguntó: —Mujer, ¿dónde están?[a] ¿Ya nadie te condena?

Jua 8:11 —Nadie, Señor. —Tampoco yo te condeno. Ahora vete, y no vuelvas a pecar.

Yo soy la luz del mundo

Jua 8:12

Validez del testimonio de Jesús

Una vez más Jesús se dirigió a la gente, y les dijo: —Yo soy la luz del mundo. El que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.

Jua 8:13 —Tú te presentas como tu propio testigo —alegaron los fariseos—, así que tu testimonio no es válido.

Jua 8:14 —Aunque yo sea mi propio testigo —repuso Jesús—, mi testimonio es válido, porque sé de dónde he venido y a dónde voy. Pero ustedes no saben de dónde vengo ni a dónde voy.

Jua 8:15 Ustedes juzgan según criterios humanos; yo, en cambio, no juzgo a nadie.

Jua 8:16 Y si lo hago, mis juicios son válidos porque no los emito por mi cuenta sino en unión con el Padre que me envió.

Jua 8:17 En la ley de ustedes está escrito que el testimonio de dos personas es válido.

Jua 8:18 Uno de mis testigos soy yo mismo, y el Padre que me envió también da testimonio de mí.

Jua 8:19 —¿Dónde está tu padre? —Si supieran quién soy yo, sabrían también quién es mi Padre.

Jua 8:20 Estas palabras las dijo Jesús en el lugar donde se depositaban las ofrendas, mientras enseñaba en el templo. Pero nadie le echó mano porque aún no había llegado su tiempo.

Jua 8:21

Yo no soy de este mundo

De nuevo Jesús les dijo: —Yo me voy, y ustedes me buscarán, pero en su pecado morirán. Adonde yo voy, ustedes no pueden ir.

Jua 8:22 Comentaban, por tanto, los judíos: «¿Acaso piensa suicidarse? ¿Será por eso que dice: “Adonde yo voy, ustedes no pueden ir” ?»

Jua 8:23 —Ustedes son de aquí abajo —continuó Jesús—; yo soy de allá arriba. Ustedes son de este mundo; yo no soy de este mundo.

Jua 8:24 Por eso les he dicho que morirán en sus pecados, pues si no creen que yo soy el que afirmo ser,[b] en sus pecados morirán.

Jua 8:25 —¿Quién eres tú? —le preguntaron. —En primer lugar, ¿qué tengo que explicarles?[c] —contestó Jesús—.

Jua 8:26 Son muchas las cosas que tengo que decir y juzgar de ustedes. Pero el que me envió es veraz, y lo que le he oído decir es lo mismo que le repito al mundo.

Jua 8:27 Ellos no entendieron que les hablaba de su Padre.

Jua 8:28 Por eso Jesús añadió: —Cuando hayan levantado al Hijo del hombre, sabrán ustedes que yo soy, y que no hago nada por mi propia cuenta, sino que hablo conforme a lo que el Padre me ha enseñado.

Jua 8:29 El que me envió está conmigo; no me ha dejado solo, porque siempre hago lo que le agrada.

Jua 8:30 Mientras aún hablaba, muchos creyeron en él.

La verdad os hará libres

Jua 8:31

Los hijos de Abraham

Jesús se dirigió entonces a los judíos que habían creído en él, y les dijo: —Si se mantienen fieles a mis enseñanzas, serán realmente mis discípulos;

Jua 8:32 y conocerán la verdad, y la verdad los hará libres.

Jua 8:33 —Nosotros somos descendientes de Abraham —le contestaron—, y nunca hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo puedes decir que seremos liberados?

Jua 8:34 —Ciertamente les aseguro que todo el que peca es esclavo del pecado —respondió Jesús—.

Jua 8:35 Ahora bien, el esclavo no se queda para siempre en la familia; pero el hijo sí se queda en ella para siempre.

Jua 8:36 Así que si el Hijo los libera, serán ustedes verdaderamente libres.

Jua 8:37 Yo sé que ustedes son descendientes de Abraham. Sin embargo, procuran matarme porque no está en sus planes aceptar mi palabra.

Jua 8:38 Yo hablo de lo que he visto en presencia del Padre; así también ustedes, hagan lo que del Padre han escuchado.

Vosotros sois de vuestro padre el Diablo

Jua 8:39 —Nuestro padre es Abraham —replicaron. —Si fueran hijos de Abraham, harían lo mismo que él hizo.

Jua 8:40 Ustedes, en cambio, quieren matarme, ¡a mí, que les he expuesto la verdad que he recibido de parte de Dios! Abraham jamás haría tal cosa.

Jua 8:41 Las obras de ustedes son como las de su padre. —Nosotros no somos hijos nacidos de prostitución —le reclamaron—. Un solo Padre tenemos, y es Dios mismo.

Jua 8:42

Los hijos del diablo

—Si Dios fuera su Padre —les contestó Jesús—, ustedes me amarían, porque yo he venido de Dios y aquí me tienen. No he venido por mi propia cuenta, sino que él me envió.

Jua 8:43 ¿Por qué no entienden mi modo de hablar? Porque no pueden aceptar mi palabra.

Jua 8:44 Ustedes son de su padre, el diablo, cuyos deseos quieren cumplir. Desde el principio éste ha sido un asesino, y no se mantiene en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando miente, expresa su propia naturaleza, porque es un mentiroso. ¡Es el padre de la mentira!

Jua 8:45 Y sin embargo a mí, que les digo la verdad, no me creen.

Jua 8:46 ¿Quién de ustedes me puede probar que soy culpable de pecado? Si digo la verdad, ¿por qué no me creen?

Jua 8:47 El que es de Dios escucha lo que Dios dice. Pero ustedes no escuchan, porque no son de Dios.

"Antes que Abraham fuese, yo soy"

Jua 8:48

Declaración de Jesús acerca de sí mismo

—¿No tenemos razón al decir que eres un samaritano, y que estás endemoniado? —replicaron los judíos.

Jua 8:49 —No estoy poseído por ningún demonio —contestó Jesús—. Tan sólo honro a mi Padre; pero ustedes me deshonran a mí.

Jua 8:50 Yo no busco mi propia gloria; pero hay uno que la busca, y él es el juez.

Jua 8:51 Ciertamente les aseguro que el que cumple mi palabra, nunca morirá.

Jua 8:52 —¡Ahora estamos convencidos de que estás endemoniado! —exclamaron los judíos—. Abraham murió, y también los profetas, pero tú sales diciendo que si alguno guarda tu palabra, nunca morirá.

Jua 8:53 ¿Acaso eres tú mayor que nuestro padre Abraham? Él murió, y también murieron los profetas. ¿Quién te crees tú?

Jua 8:54 —Si yo me glorifico a mí mismo —les respondió Jesús—, mi gloria no significa nada. Pero quien me glorifica es mi Padre, el que ustedes dicen que es su Dios,

Jua 8:55 aunque no lo conocen. Yo, en cambio, sí lo conozco. Si dijera que no lo conozco, sería tan mentiroso como ustedes; pero lo conozco y cumplo su palabra.

Jua 8:56 Abraham, el padre de ustedes, se regocijó al pensar que vería mi día; y lo vio y se alegró.

Jua 8:57 —Ni a los cincuenta años llegas —le dijeron los judíos—, ¿y has visto a Abraham?

Jua 8:58 —Ciertamente les aseguro que, antes de que Abraham naciera, ¡yo soy!

Jua 8:59 Entonces los judíos tomaron piedras para arrojárselas, pero Jesús se escondió y salió inadvertido del templo.[d]

Salmo 106

Alabad al Señor porque él es bueno

Sal 106:1

¡Aleluya! ¡Alabado sea el SEÑOR! Den gracias al SEÑOR, porque él es bueno; su gran amor perdura para siempre.

Sal 106:2 ¿Quién puede proclamar las proezas del SEÑOR, o expresar toda su alabanza?

Sal 106:3 Dichosos los que practican la justicia y hacen siempre lo que es justo.

Sal 106:4 Recuérdame, SEÑOR, cuando te compadezcas de tu pueblo; ven en mi ayuda el día de tu salvación.

Sal 106:5 Hazme disfrutar del bienestar de tus escogidos, participar de la alegría de tu pueblo y expresar mis alabanzas con tu heredad.

Sal 106:6 Hemos pecado, lo mismo que nuestros padres; hemos hecho lo malo y actuado con iniquidad.

Sal 106:7 Cuando nuestros padres estaban en Egipto, no tomaron en cuenta tus maravillas; no tuvieron presente tu bondad infinita y se rebelaron junto al mar, el Mar Rojo.[a]

Sal 106:8 Pero Dios los salvó, haciendo honor a su nombre, para mostrar su gran poder.

Sal 106:9 Reprendió al Mar Rojo, y éste quedó seco; los condujo por las profundidades del mar como si cruzaran el desierto.

Sal 106:10 Los salvó del poder de sus enemigos, del poder de quienes los odiaban.

Sal 106:11 Las aguas envolvieron a sus adversarios, y ninguno de éstos quedó con vida.

Sal 106:12 Entonces ellos creyeron en sus promesas y le entonaron alabanzas.

Sal 106:13 Pero muy pronto olvidaron sus acciones y no esperaron a conocer sus planes.

Sal 106:14 En el desierto cedieron a sus propios deseos; en los páramos pusieron a prueba a Dios.

Sal 106:15 Y él les dio lo que pidieron, pero les envió una enfermedad devastadora.

Sal 106:16 En el campamento tuvieron envidia de Moisés y de Aarón, el que estaba consagrado al SEÑOR.

Sal 106:17 Se abrió la tierra y se tragó a Datán; sepultó a los seguidores de Abirán.

Sal 106:18 Un fuego devoró a esa pandilla; las llamas consumieron a los impíos.

Sal 106:19 En Horeb hicieron un becerro; se postraron ante un ídolo de fundición.

Sal 106:20 Cambiaron al que era su motivo de orgullo[b] por la imagen de un toro que come hierba.

Sal 106:21 Se olvidaron del Dios que los salvó y que había hecho grandes cosas en Egipto:

Sal 106:22 milagros en la tierra de Cam y portentos junto al Mar Rojo.

Sal 106:23 Dios amenazó con destruirlos, pero no lo hizo por Moisés, su escogido, que se puso ante él en la brecha e impidió que su ira los destruyera.

Sal 106:24 Menospreciaron esa bella tierra; no creyeron en la promesa de Dios.

Sal 106:25 Refunfuñaron en sus tiendas de campaña y no obedecieron al SEÑOR.

Sal 106:26 Por tanto, él levantó su mano contra ellos para hacerlos caer en el desierto,

Sal 106:27 para hacer caer a sus descendientes entre las naciones y dispersarlos por todos los países.

Sal 106:28 Se sometieron al yugo de Baal Peor y comieron de las ofrendas a ídolos sin vida.[c]

Sal 106:29 Provocaron al SEÑOR con sus malvadas acciones, y les sobrevino una plaga.

Sal 106:30 Pero Finés se levantó e hizo justicia, y la plaga se detuvo.

Sal 106:31 Esto se le acreditó como un acto de justicia para siempre, por todas las generaciones.

Sal 106:32 Junto a las aguas de Meribá hicieron enojar al SEÑOR, y a Moisés le fue mal por culpa de ellos,

Sal 106:33 pues lo sacaron de quicio y él habló sin pensar lo que decía.

Sal 106:34 No destruyeron a los pueblos que el SEÑOR les había señalado,

Sal 106:35 sino que se mezclaron con los paganos y adoptaron sus costumbres.

Sal 106:36 Rindieron culto a sus ídolos, y se les volvieron una trampa.

Sal 106:37 Ofrecieron a sus hijos y a sus hijas como sacrificio a esos demonios.

Sal 106:38 Derramaron sangre inocente, la sangre de sus hijos y sus hijas. Al ofrecerlos en sacrificio a los ídolos de Canaán, su sangre derramada profanó la tierra.

Sal 106:39 Tales hechos los contaminaron; tales acciones los corrompieron.

Sal 106:40 La ira del SEÑOR se encendió contra su pueblo; su heredad le resultó aborrecible.

Sal 106:41 Por eso los entregó a los paganos, y fueron dominados por quienes los odiaban.

Sal 106:42 Sus enemigos los oprimieron, los sometieron a su poder.

Sal 106:43 Muchas veces Dios los libró; pero ellos, empeñados en su rebeldía, se hundieron en la maldad.

Sal 106:44 Al verlos Dios angustiados, y al escuchar su clamor,

Sal 106:45 se acordó del pacto que había hecho con ellos y por su gran amor les tuvo compasión.

Sal 106:46 Hizo que todos sus opresores también se apiadaran de ellos.

Sal 106:47 Sálvanos, SEÑOR, Dios nuestro; vuelve a reunirnos de entre las naciones, para que demos gracias a tu santo nombre y orgullosos te alabemos.

Sal 106:48 ¡Bendito sea el SEÑOR, el Dios de Israel, eternamente y para siempre! ¡Que todo el pueblo diga: «Amén»! ¡Aleluya! ¡Alabado sea el SEÑOR! LIBRO V

Salmos 107-150