Día 342

15 El Pueblo del Reino

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Santiago 4

Advertencia contra la mundanalidad

Stg 4:1

Sométanse a Dios

¿De dónde surgen las guerras y los conflictos entre ustedes? ¿No es precisamente de las pasiones que luchan dentro de ustedes mismos?[a]

Stg 4:2 Desean algo y no lo consiguen. Matan y sienten envidia, y no pueden obtener lo que quieren. Riñen y se hacen la guerra. No tienen, porque no piden.

Stg 4:3 Y cuando piden, no reciben porque piden con malas intenciones, para satisfacer sus propias pasiones.

Stg 4:4 ¡Oh gente adúltera! ¿No saben que la amistad con el mundo es enemistad con Dios? Si alguien quiere ser amigo del mundo se vuelve enemigo de Dios.

Stg 4:5 ¿O creen que la Escritura dice en vano que Dios ama celosamente al espíritu que hizo morar en nosotros?[b]

Stg 4:6 Pero él nos da mayor ayuda con su gracia. Por eso dice la Escritura: «Dios se opone a los orgullosos, pero da gracia a los humildes.»[c]

Stg 4:7 Así que sométanse a Dios. Resistan al diablo, y él huirá de ustedes.

Stg 4:8 Acérquense a Dios, y él se acercará a ustedes. ¡Pecadores, límpiense las manos! ¡Ustedes los inconstantes, purifiquen su corazón!

Stg 4:9 Reconozcan sus miserias, lloren y laméntense. Que su risa se convierta en llanto, y su alegría en tristeza.

Stg 4:10 Humíllense delante del Señor, y él los exaltará.

Stg 4:11 Hermanos, no hablen mal unos de otros. Si alguien habla mal de su hermano, o lo juzga, habla mal de la ley y la juzga. Y si juzgas la ley, ya no eres cumplidor de la ley, sino su juez.

Stg 4:12 No hay más que un solo legislador y juez, aquel que puede salvar y destruir. Tú, en cambio, ¿quién eres para juzgar a tu prójimo?

Jactancia sobre el mañana

Stg 4:13

Alarde sobre el mañana

Ahora escuchen esto, ustedes que dicen: «Hoy o mañana iremos a tal o cual ciudad, pasaremos allí un año, haremos negocios y ganaremos dinero.»

Stg 4:14 ¡Y eso que ni siquiera saben qué sucederá mañana! ¿Qué es su vida? Ustedes son como la niebla, que aparece por un momento y luego se desvanece.

Stg 4:15 Más bien, debieran decir: «Si el Señor quiere, viviremos y haremos esto o aquello.»

Stg 4:16 Pero ahora se jactan en sus fanfarronerías. Toda esta jactancia es mala.

Stg 4:17 Así que comete pecado todo el que sabe hacer el bien y no lo hace.

Santiago 5

Advertencia a los ricos

Stg 5:1

Advertencia a los ricos opresores

Ahora escuchen, ustedes los ricos: ¡lloren a gritos por las calamidades que se les vienen encima!

Stg 5:2 Se ha podrido su riqueza, y sus ropas están comidas por la polilla.

Stg 5:3 Se han oxidado su oro y su plata. Ese óxido dará testimonio contra ustedes y consumirá como fuego sus cuerpos. Han amontonado riquezas, ¡y eso que estamos en los últimos tiempos!

Stg 5:4 Oigan cómo clama contra ustedes el salario no pagado a los obreros que les trabajaron sus campos. El clamor de esos trabajadores ha llegado a oídos del Señor Todopoderoso.

Stg 5:5 Ustedes han llevado en este mundo una vida de lujo y de placer desenfrenado. Lo que han hecho es engordar para el día de la matanza.[a]

Stg 5:6 Han condenado y matado al justo sin que él les ofreciera resistencia.

La paciencia en el sufrimiento

Stg 5:7

Paciencia en los sufrimientos

Por tanto, hermanos, tengan paciencia hasta la venida del Señor. Miren cómo espera el agricultor a que la tierra dé su precioso fruto y con qué paciencia aguarda las temporadas de lluvia.

Stg 5:8 Así también ustedes, manténganse firmes y aguarden con paciencia la venida del Señor, que ya se acerca.

Stg 5:9 No se quejen unos de otros, hermanos, para que no sean juzgados. ¡El juez ya está a la puerta!

Stg 5:10 Hermanos, tomen como ejemplo de sufrimiento y de paciencia a los profetas que hablaron en el nombre del Señor.

Stg 5:11 En verdad, consideramos dichosos a los que perseveraron. Ustedes han oído hablar de la perseverancia de Job, y han visto lo que al final le dio el Señor. Es que el Señor es muy compasivo y misericordioso.

Stg 5:12 Sobre todo, hermanos míos, no juren ni por el cielo ni por la tierra ni por ninguna otra cosa. Que su «sí» sea «sí», y su «no», «no», para que no sean condenados.

La oración de fe

Stg 5:13

La oración de fe

¿Está afligido alguno entre ustedes? Que ore. ¿Está alguno de buen ánimo? Que cante alabanzas.

Stg 5:14 ¿Está enfermo alguno de ustedes? Haga llamar a los ancianos de la iglesia para que oren por él y lo unjan con aceite en el nombre del Señor.

Stg 5:15 La oración de fe sanará al enfermo y el Señor lo levantará. Y si ha pecado, su pecado se le perdonará.

Stg 5:16 Por eso, confiésense unos a otros sus pecados, y oren unos por otros, para que sean sanados. La oración del justo es poderosa y eficaz.

Stg 5:17 Elías era un hombre con debilidades como las nuestras. Con fervor oró que no lloviera, y no llovió sobre la tierra durante tres años y medio.

Stg 5:18 Volvió a orar, y el cielo dio su lluvia y la tierra produjo sus frutos.

Stg 5:19 Hermanos míos, si alguno de ustedes se extravía de la verdad, y otro lo hace volver a ella,

Stg 5:20 recuerden que quien hace volver a un pecador de su extravío, lo salvará de la muerte y cubrirá muchísimos pecados.

Salmo 32

Bienaventurados los perdonados

Sal 32:1

Salmo de David. Masquil.

Dichoso aquel a quien se le perdonan sus transgresiones, a quien se le borran sus pecados

Sal 32:2 Dichoso aquel a quien el SEÑOR no toma en cuenta su maldad y en cuyo espíritu no hay engaño

Sal 32:3 Mientras guardé silencio, mis huesos se fueron consumiendo por mi gemir de todo el día

Sal 32:4 Mi fuerza se fue debilitando como al calor del verano, porque día y noche tu mano pesaba sobre mí. Selah

Sal 32:5 Pero te confesé mi pecado, y no te oculté mi maldad. Me dije: «Voy a confesar mis transgresiones al SEÑOR», y tú perdonaste mi maldad y mi pecado. Selah

Sal 32:6 Por eso los fieles te invocan en momentos de angustia;[a] caudalosas aguas podrán desbordarse, pero a ellos no los alcanzarán

Sal 32:7 Tú eres mi refugio; tú me protegerás del peligro y me rodearás con cánticos de liberación. Selah

Sal 32:8 El SEÑOR dice: «Yo te instruiré, yo te mostraré el camino que debes seguir; yo te daré consejos y velaré por ti

Sal 32:9 No seas como el mulo o el caballo, que no tienen discernimiento, y cuyo brío hay que domar con brida y freno, para acercarlos a ti.»

Sal 32:10 Muchas son las calamidades de los malvados, pero el gran amor del SEÑOR envuelve a los que en él confían.

Sal 32:11 ¡Alégrense, ustedes los justos; regocíjense en el SEÑOR! ¡canten todos ustedes, los rectos de corazón!