Día 337

15 El Pueblo del Reino

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Hebreos 5

Heb 5:1 Todo sumo sacerdote es escogido de entre los hombres. Él mismo es nombrado para representar a su pueblo ante Dios, y ofrecer dones y sacrificios por los pecados.

Heb 5:2 Puede tratar con paciencia a los ignorantes y extraviados, ya que él mismo está sujeto a las debilidades humanas.

Heb 5:3 Por tal razón se ve obligado a ofrecer sacrificios por sus propios pecados, como también por los del pueblo.

Heb 5:4 Nadie ocupa ese cargo por iniciativa propia; más bien, lo ocupa el que es llamado por Dios, como sucedió con Aarón.

Heb 5:5 Tampoco Cristo se glorificó a sí mismo haciéndose sumo sacerdote, sino que Dios le dijo: «Tú eres mi hijo; hoy mismo te he engendrado.»[a]

Heb 5:6 Y en otro pasaje dice: «Tú eres sacerdote para siempre, según el orden de Melquisedec.»[b]

Heb 5:7 En los días de su vida mortal, Jesús ofreció oraciones y súplicas con fuerte clamor y lágrimas al que podía salvarlo de la muerte, y fue escuchado por su reverente sumisión.

Heb 5:8 Aunque era Hijo, mediante el sufrimiento aprendió a obedecer;

Heb 5:9 y consumada su perfección, llegó a ser autor de salvación eterna para todos los que le obedecen,

Heb 5:10 y Dios lo nombró sumo sacerdote según el orden de Melquisedec.

Advertencia contra la apostasía

Heb 5:11

Advertencia contra la apostasía

Sobre este tema tenemos mucho que decir aunque es difícil explicarlo, porque a ustedes lo que les entra por un oído les sale por el otro.[c]

Heb 5:12 En realidad, a estas alturas ya deberían ser maestros, y sin embargo necesitan que alguien vuelva a enseñarles las verdades más elementales de la palabra de Dios. Dicho de otro modo, necesitan leche en vez de alimento sólido.

Heb 5:13 El que sólo se alimenta de leche es inexperto en el mensaje de justicia; es como un niño de pecho.

Heb 5:14 En cambio, el alimento sólido es para los adultos, para los que tienen la capacidad de distinguir entre lo bueno y lo malo, pues han ejercitado su facultad de percepción espiritual.

Hebreos 6

Heb 6:1 Por eso, dejando a un lado las enseñanzas elementales acerca de Cristo, avancemos hacia la madurez. No volvamos a poner los fundamentos, tales como el arrepentimiento de las obras que conducen a la muerte, la fe en Dios,

Heb 6:2 la instrucción sobre bautismos, la imposición de manos, la resurrección de los muertos y el juicio eterno.

Heb 6:3 Así procederemos, si Dios lo permite.

Heb 6:4 Es imposible que renueven su arrepentimiento aquellos que han sido una vez iluminados, que han saboreado el don celestial,

Heb 6:5 que han tenido parte en el Espíritu Santo y que han experimentado la buena palabra de Dios y los poderes del mundo venidero, y después de todo esto se han apartado.

Heb 6:6 Es imposible, porque así vuelven a crucificar, para su propio mal, al Hijo de Dios, y lo exponen a la vergüenza pública.

Heb 6:7 Cuando la tierra bebe la lluvia que con frecuencia cae sobre ella, y produce una buena cosecha para los que la cultivan, recibe bendición de Dios.

Heb 6:8 En cambio, cuando produce espinos y cardos, no vale nada; está a punto de ser maldecida, y acabará por ser quemada.

Heb 6:9 En cuanto a ustedes, queridos hermanos, aunque nos expresamos así, estamos seguros de que les espera lo mejor, es decir, lo que atañe a la salvación.

Heb 6:10 Porque Dios no es injusto como para olvidarse de las obras y del amor que, para su gloria,[a] ustedes han mostrado sirviendo a los santos, como lo siguen haciendo.

Heb 6:11 Deseamos, sin embargo, que cada uno de ustedes siga mostrando ese mismo empeño hasta la realización final y completa de su esperanza.

Heb 6:12 No sean perezosos; más bien, imiten a quienes por su fe y paciencia heredan las promesas.

La certeza de la promesa de Dios

Heb 6:13

La certeza de la promesa de Dios

Cuando Dios hizo su promesa a Abraham, como no tenía a nadie superior por quien jurar, juró por sí mismo,

Heb 6:14 y dijo: «Te bendeciré en gran manera y multiplicaré tu descendencia.»[b]

Heb 6:15 Y así, después de esperar con paciencia, Abraham recibió lo que se le había prometido.

Heb 6:16 Los seres humanos juran por alguien superior a ellos mismos, y el juramento, al confirmar lo que se ha dicho, pone punto final a toda discusión.

Heb 6:17 Por eso Dios, queriendo demostrar claramente a los herederos de la promesa que su propósito es inmutable, la confirmó con un juramento.

Heb 6:18 Lo hizo así para que, mediante la promesa y el juramento, que son dos realidades inmutables en las cuales es imposible que Dios mienta, tengamos un estímulo poderoso los que, buscando refugio, nos aferramos a la esperanza que está delante de nosotros.

Heb 6:19 Tenemos como firme y segura ancla del alma una esperanza que penetra hasta detrás de la cortina del santuario,

Heb 6:20 hasta donde Jesús, el precursor, entró por nosotros, llegando a ser sumo sacerdote para siempre, según el orden de Melquisedec.

Salmo 27

El Señor es mi luz y mi salvación

Sal 27:1

Salmo de David.

El SEÑOR es mi luz y mi salvación; ¿a quién temeré? El SEÑOR es el baluarte de mi vida; ¿quién podrá amedrentarme?

Sal 27:2 Cuando los malvados avanzan contra mí para devorar mis carnes, cuando mis enemigos y adversarios me atacan, son ellos los que tropiezan y caen

Sal 27:3 Aun cuando un ejército me asedie, no temerá mi corazón; aun cuando una guerra estalle contra mí, yo mantendré la confianza.

Sal 27:4 Una sola cosa le pido al SEÑOR, y es lo único que persigo: habitar en la casa del SEÑOR todos los días de mi vida, para contemplar la hermosura del SEÑOR y recrearme en su templo

Sal 27:5 Porque en el día de la aflicción él me resguardará en su morada; al amparo de su tabernáculo me protegerá, y me pondrá en alto, sobre una roca

Sal 27:6 Me hará prevalecer frente a los enemigos que me rodean; en su templo ofreceré sacrificios de alabanza y cantaré salmos al SEÑOR.

Sal 27:7 Oye, SEÑOR, mi voz cuando a ti clamo; compadécete de mí y respóndeme

Sal 27:8 El corazón me dice: «¡Busca su rostro!»[a] Y yo, SEÑOR, tu rostro busco

Sal 27:9 No te escondas de mí; no rechaces, en tu enojo, a este siervo tuyo, porque tú has sido mi ayuda. No me desampares ni me abandones, Dios de mi salvación.

Sal 27:10 Aunque mi padre y mi madre me abandonen, el SEÑOR me recibirá en sus brazos.

Sal 27:11 Guíame, SEÑOR, por tu camino; dirígeme por la senda de rectitud, por causa de los que me acechan

Sal 27:12 No me entregues al capricho de mis adversarios, pues contra mí se levantan falsos testigos que respiran violencia.

Sal 27:13 Pero de una cosa estoy seguro: he de ver la bondad del SEÑOR en esta tierra de los vivientes.

Sal 27:14 Pon tu esperanza en el SEÑOR; ten valor, cobra ánimo; ¡pon tu esperanza en el SEÑOR!