Día 89

07 El Auge y Caída del Reino de Israel

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2 Samuel 9

Bondad de David hacia Mefi-boset

2Sa 9:1

David y Mefiboset

El rey David averiguó si había alguien de la familia de Saúl a quien pudiera beneficiar en memoria de Jonatán,

2Sa 9:2 y como la familia de Saúl había tenido un administrador que se llamaba Siba, mandaron a llamarlo. Cuando Siba se presentó ante David, éste le preguntó: —¿Tú eres Siba? —A las órdenes de Su Majestad —respondió.

2Sa 9:3 —¿No queda nadie de la familia de Saúl a quien yo pueda beneficiar en el nombre de Dios? —volvió a preguntar el rey. —Sí, Su Majestad. Todavía le queda a Jonatán un hijo que está tullido de ambos pies —le respondió Siba.

2Sa 9:4 —¿Y dónde está? —En Lo Debar; vive en casa de Maquir hijo de Amiel.

2Sa 9:5 Entonces el rey David mandó a buscarlo a casa de Maquir hijo de Amiel, en Lo Debar.

2Sa 9:6 Cuando Mefiboset, que era hijo de Jonatán y nieto de Saúl, estuvo en presencia de David, se inclinó ante él rostro en tierra. —¿Tú eres Mefiboset? —le preguntó David. —A las órdenes de Su Majestad —respondió.

2Sa 9:7 —No temas, pues en memoria de tu padre Jonatán he decidido beneficiarte. Voy a devolverte todas las tierras que pertenecían a tu abuelo Saúl, y de ahora en adelante te sentarás a mi mesa.

2Sa 9:8 Mefiboset se inclinó y dijo: —¿Y quién es este siervo suyo, para que Su Majestad se fije en él? ¡Si no valgo más que un perro muerto!

2Sa 9:9 Pero David llamó a Siba, el administrador de Saúl, y le dijo: —Todo lo que pertenecía a tu amo Saúl y a su familia se lo entrego a su nieto Mefiboset.

2Sa 9:10 Te ordeno que cultives para él la tierra y guardes la cosecha para el sustento de su casa. Que te ayuden tus quince hijos y tus veinte criados. En cuanto al nieto de tu amo, siempre comerá en mi mesa.

2Sa 9:11 —Yo estoy para servir a Su Majestad. Haré todo lo que Su Majestad me mande —respondió Siba. A partir de ese día Mefiboset se sentó a la mesa de David[a] como uno más de los hijos del rey.

2Sa 9:12 Toda la familia de Siba estaba al servicio de Mefiboset, quien tenía un hijo pequeño llamado Micaías.

2Sa 9:13 Tullido de ambos pies, Mefiboset vivía en Jerusalén, pues siempre se sentaba a la mesa del rey.

2 Samuel 10

David derrota a Amón y Siria

2Sa 10:1

David derrota a los amonitas

10:1-19—1Cr 19:1-19

Pasado algún tiempo, murió el rey de los amonitas, y su hijo Janún lo sucedió en el trono.

2Sa 10:2 Entonces David pensó: «Debo ser leal con Janún hijo de Najás, tal como su padre lo fue conmigo.» Así que envió a unos mensajeros para darle el pésame por la muerte de su padre. Cuando los mensajeros de David llegaron al país de los amonitas,

2Sa 10:3 los jefes de ese pueblo aconsejaron a Janún, su rey: «¿Y acaso cree Su Majestad que David ha enviado a estos mensajeros sólo para darle el pésame, y porque quiere honrar a su padre? ¿No será más bien que los ha enviado a espiar la ciudad para luego destruirla?»

2Sa 10:4 Entonces Janún mandó que apresaran a los mensajeros de David y que les afeitaran media barba y les rasgaran la ropa por la mitad, a la altura de las nalgas. Y así los despidió.

2Sa 10:5 Los hombres del rey David se sentían muy avergonzados. Cuando David se enteró de lo que les había pasado, mandó que los recibieran y les dieran este mensaje de su parte: «Quédense en Jericó, y no regresen hasta que les crezca la barba.»

2Sa 10:6 Al darse cuenta los amonitas de que habían ofendido a David, hicieron trámites para contratar mercenarios: de entre los sirios de Bet Rejob y de Sobá, veinte mil soldados de infantería; del rey de Macá, mil hombres; y de Tob, doce mil hombres.

2Sa 10:7 Cuando David lo supo, despachó a Joab con todos los soldados del ejército.

2Sa 10:8 Los amonitas avanzaron hasta la entrada de su ciudad y se alistaron para la batalla, mientras que los sirios de Sobá y Rejob se quedaron aparte, en campo abierto, junto con los hombres de Tob y de Macá.

2Sa 10:9 Joab se vio amenazado por el frente y por la retaguardia, así que escogió a las mejores tropas israelitas para pelear contra los sirios,

2Sa 10:10 y el resto de las tropas las puso al mando de su hermano Abisay, para que enfrentaran a los amonitas.

2Sa 10:11 A Abisay le ordenó: «Si los sirios pueden más que yo, tú vendrás a rescatarme; y si los amonitas pueden más que tú, yo iré a tu rescate.

2Sa 10:12 ¡Ánimo! ¡Luchemos con valor por nuestro pueblo y por las ciudades de nuestro Dios! Y que el SEÑOR haga lo que bien le parezca.»

2Sa 10:13 En seguida Joab y sus tropas avanzaron para atacar a los sirios, y éstos huyeron de él.

2Sa 10:14 Al ver que los sirios se daban a la fuga, también los amonitas huyeron de Abisay y se refugiaron en la ciudad. Entonces Joab suspendió el ataque contra los amonitas y regresó a Jerusalén.

2Sa 10:15 Los sirios, al verse derrotados por Israel, volvieron a reunirse.

2Sa 10:16 Además, Hadad Ezer mandó movilizar a los sirios que estaban al otro lado del río Éufrates, los cuales fueron a Jelán bajo el mando de Sobac, general del ejército de Hadad Ezer.

2Sa 10:17 Cuando David se enteró de esto, reunió a todo Israel, cruzó el Jordán y marchó hacia Jelán. Los sirios se enfrentaron con David y lo atacaron,

2Sa 10:18 pero tuvieron que huir ante los israelitas. David mató a setecientos soldados sirios de caballería y cuarenta mil de infantería.[a] También hirió a Sobac, general del ejército sirio, quien murió allí mismo.

2Sa 10:19 Al ver que los sirios habían sido derrotados por los israelitas, todos los reyes vasallos de Hadad Ezer hicieron la paz con los israelitas y se sometieron a ellos. Y nunca más se atrevieron los sirios a ir en auxilio de los amonitas.

2 Samuel 11

David y Betsabé

2Sa 11:1

David y Betsabé

En la primavera, que era la época en que los reyes[a] salían de campaña, David mandó a Joab con la guardia real y todo el ejército de Israel para que aniquilara a los amonitas y sitiara la ciudad de Rabá. Pero David se quedó en Jerusalén.

2Sa 11:2 Una tarde, al levantarse David de la cama, comenzó a pasearse por la azotea del palacio, y desde allí vio a una mujer que se estaba bañando. La mujer era sumamente hermosa,

2Sa 11:3 por lo que David mandó que averiguaran quién era, y le informaron: «Se trata de Betsabé, que es hija de Elián y esposa de Urías el hitita.»

2Sa 11:4 Entonces David ordenó que la llevaran a su presencia, y cuando Betsabé llegó, él se acostó con ella. Después de eso, ella volvió a su casa. Hacía poco que Betsabé se había purificado de su menstruación,[b]

2Sa 11:5 así que quedó embarazada y se lo hizo saber a David.

2Sa 11:6 Entonces David le envió este mensaje a Joab: «Mándame aquí a Urías el hitita.» Y Joab así lo hizo.

2Sa 11:7 Cuando Urías llegó, David le preguntó cómo estaban Joab y los soldados, y cómo iba la campaña.

2Sa 11:8 Luego le dijo: «Vete a tu casa y acuéstate con tu mujer.»[c] Tan pronto como salió del palacio, Urías recibió un regalo de parte del rey,

2Sa 11:9 pero en vez de irse a su propia casa, se acostó a la entrada del palacio, donde dormía la guardia real.

2Sa 11:10 David se enteró de que Urías no había ido a su casa, así que le preguntó: —Has hecho un viaje largo; ¿por qué no fuiste a tu casa?

2Sa 11:11 —En este momento —respondió Urías—, tanto el arca como los hombres de Israel y de Judá se guarecen en simples enramadas, y mi señor Joab y sus oficiales acampan al aire libre, ¿y yo voy a entrar en mi casa para darme un banquete y acostarme con mi esposa? ¡Tan cierto como que Su Majestad vive, que yo no puedo hacer tal cosa!

2Sa 11:12 —Bueno, entonces quédate hoy aquí, y mañana te enviaré de regreso —replicó David. Urías se quedó ese día en Jerusalén. Pero al día siguiente

2Sa 11:13 David lo invitó a un banquete y logró emborracharlo. A pesar de eso, Urías no fue a su casa sino que volvió a pasar la noche donde dormía la guardia real.

2Sa 11:14 A la mañana siguiente, David le escribió una carta a Joab, y se la envió por medio de Urías.

2Sa 11:15 La carta decía: «Pongan a Urías al frente de la batalla, donde la lucha sea más dura. Luego déjenlo solo, para que lo hieran y lo maten.»

2Sa 11:16 Por tanto, cuando Joab ya había sitiado la ciudad, puso a Urías donde sabía que estaban los defensores más aguerridos.

2Sa 11:17 Los de la ciudad salieron para enfrentarse a Joab, y entre los oficiales de David que cayeron en batalla también perdió la vida Urías el hitita.

2Sa 11:18 Entonces Joab envió a David un informe con todos los detalles del combate,

2Sa 11:19 y le dio esta orden al mensajero: «Cuando hayas terminado de contarle al rey todos los pormenores del combate,

2Sa 11:20 tal vez se enoje y te pregunte: “¿Por qué se acercaron tanto a la ciudad para atacarla? ¿Acaso no sabían que les dispararían desde la muralla?

2Sa 11:21 ¿Quién mató a Abimélec hijo de Yerubéset?[d] ¿No fue acaso una mujer la que le arrojó una piedra de molino desde la muralla de Tebes y lo mató? ¿Por qué se acercaron tanto a la muralla?” Pues si te hace estas preguntas, respóndele: “También ha muerto Urías el hitita, siervo de Su Majestad.” »

2Sa 11:22 El mensajero partió, y al llegar le contó a David todo lo que Joab le había mandado decir.

2Sa 11:23 —Los soldados enemigos nos estaban venciendo —dijo el mensajero—, pero cuando nos atacaron a campo abierto pudimos rechazarlos hasta la entrada de la ciudad.

2Sa 11:24 Entonces los arqueros dispararon desde la muralla a los soldados de Su Majestad, de modo que murieron varios de los nuestros. También ha muerto Urías el hitita, siervo de Su Majestad.

2Sa 11:25 Entonces David le dijo al mensajero: —Dile a Joab de mi parte que no se aflija tanto por lo que ha pasado, pues la espada devora sin discriminar. Dile también que reanude el ataque contra la ciudad, hasta destruirla.

2Sa 11:26 Cuando Betsabé se enteró de que Urías, su esposo, había muerto, hizo duelo por él.

2Sa 11:27 Después del luto, David mandó que se la llevaran al palacio y la tomó por esposa. Con el tiempo, ella le dio un hijo. Sin embargo, lo que David había hecho le desagradó al SEÑOR.

2 Samuel 12

Natán reprende a David

2Sa 12:1

Natán reprende a David

11:1; 12:29-31—1Cr 20:1-3

El SEÑOR envió a Natán para que hablara con David. Cuando este profeta se presentó ante David, le dijo: —Dos hombres vivían en un pueblo. El uno era rico, y el otro pobre.

2Sa 12:2 El rico tenía muchísimas ovejas y vacas;

2Sa 12:3 en cambio, el pobre no tenía más que una sola ovejita que él mismo había comprado y criado. La ovejita creció con él y con sus hijos: comía de su plato, bebía de su vaso y dormía en su regazo. Era para ese hombre como su propia hija.

2Sa 12:4 Pero sucedió que un viajero llegó de visita a casa del hombre rico, y como éste no quería matar ninguna de sus propias ovejas o vacas para darle de comer al huésped, le quitó al hombre pobre su única ovejita.

2Sa 12:5 Tan grande fue el enojo de David contra aquel hombre, que le respondió a Natán: —¡Tan cierto como que el SEÑOR vive, que quien hizo esto merece la muerte!

2Sa 12:6 ¿Cómo pudo hacer algo tan ruin? ¡Ahora pagará cuatro veces el valor de la oveja!

2Sa 12:7 Entonces Natán le dijo a David: —¡Tú eres ese hombre! Así dice el SEÑOR, Dios de Israel: “Yo te ungí como rey sobre Israel, y te libré del poder de Saúl.

2Sa 12:8 Te di el palacio de tu amo, y puse sus mujeres en tus brazos. También te permití gobernar a Israel y a Judá. Y por si esto hubiera sido poco, te habría dado mucho más.

2Sa 12:9 ¿Por qué, entonces, despreciaste la palabra del SEÑOR haciendo lo que me desagrada? ¡Asesinaste a Urías el hitita para apoderarte de su esposa! ¡Lo mataste con la espada de los amonitas!

2Sa 12:10 Por eso la espada jamás se apartará de tu familia, pues me despreciaste al tomar la esposa de Urías el hitita para hacerla tu mujer.”

2Sa 12:11 »Pues bien, así dice el SEÑOR: “Yo haré que el desastre que mereces surja de tu propia familia, y ante tus propios ojos tomaré a tus mujeres y se las daré a otro, el cual se acostará con ellas en pleno día.

2Sa 12:12 Lo que tú hiciste a escondidas, yo lo haré a plena luz, a la vista de todo Israel.”

2Sa 12:13 —¡He pecado contra el SEÑOR! —reconoció David ante Natán. —El SEÑOR ha perdonado ya tu pecado, y no morirás —contestó Natán—.

2Sa 12:14 Sin embargo, tu hijo sí morirá, pues con tus acciones has ofendido al[a] SEÑOR.

El hijo de David muere

2Sa 12:15 Dicho esto, Natán volvió a su casa. Y el SEÑOR hirió al hijo que la esposa de Urías le había dado a David, de modo que el niño cayó gravemente enfermo.

2Sa 12:16 David se puso a rogar a Dios por él; ayunaba y pasaba las noches tirado en el suelo.

2Sa 12:17 Los ancianos de su corte iban a verlo y le rogaban que se levantara, pero él se resistía, y aun se negaba a comer con ellos.

2Sa 12:18 Siete días después, el niño murió. Los oficiales de David tenían miedo de darle la noticia, pues decían: «Si cuando el niño estaba vivo, le hablábamos al rey y no nos hacía caso, ¿qué locura no hará ahora si le decimos que el niño ha muerto?»

2Sa 12:19 Pero David, al ver que sus oficiales estaban cuchicheando, se dio cuenta de lo que había pasado y les preguntó: —¿Ha muerto el niño? —Sí, ya ha muerto —le respondieron.

2Sa 12:20 Entonces David se levantó del suelo y en seguida se bañó y se perfumó; luego se vistió y fue a la casa del SEÑOR para adorar. Después regresó al palacio, pidió que le sirvieran alimentos, y comió.

2Sa 12:21 —¿Qué forma de actuar es ésta? —le preguntaron sus oficiales—. Cuando el niño estaba vivo, usted ayunaba y lloraba; pero ahora que se ha muerto, ¡usted se levanta y se pone a comer!

2Sa 12:22 David respondió: —Es verdad que cuando el niño estaba vivo yo ayunaba y lloraba, pues pensaba: “¿Quién sabe? Tal vez el SEÑOR tenga compasión de mí y permita que el niño viva.”

2Sa 12:23 Pero ahora que ha muerto, ¿qué razón tengo para ayunar? ¿Acaso puedo devolverle la vida? Yo iré adonde él está, aunque él ya no volverá a mí.

Nacimiento de Salomón

2Sa 12:24 Luego David fue a consolar a su esposa y se unió a ella. Betsabé le dio un hijo, al que David llamó Salomón. El SEÑOR amó al niño

2Sa 12:25 y mandó a decir por medio del profeta Natán que le pusieran por nombre Jedidías,[b] por disposición del SEÑOR.

La toma de Rabá

2Sa 12:26 Mientras tanto, Joab había atacado la ciudad amonita de Rabá y capturado la fortaleza[c] real.

2Sa 12:27 Entonces envió unos mensajeros a decirle a David: «Acabo de atacar a Rabá y he capturado los depósitos[d] de agua.

2Sa 12:28 Ahora, pues, le pido a Su Majestad que movilice el resto de las tropas para sitiar y capturar la ciudad. Si no, lo haré yo mismo y le pondrán mi nombre.»

2Sa 12:29 Por tanto, David, movilizando todas las tropas, marchó contra Rabá, la atacó y la capturó.

2Sa 12:30 Al rey de los amonitas[e] le quitó la corona de oro que tenía puesta, la cual pesaba treinta y tres kilos[f] y estaba adornada con piedras preciosas. Luego se la pusieron a David. Además, David saqueó la ciudad y se llevó un botín inmenso.

2Sa 12:31 Expulsó de allí a sus habitantes y los puso a trabajar con sierras, trillos y hachas, y también los forzó a trabajar en los hornos de ladrillos. Lo mismo hizo con todos los pueblos amonitas, después de lo cual regresó a Jerusalén con todas sus tropas.

Salmo 89

Las misericordias de Jehová cantaré perpetuamente

Sal 89:1

Masquil de Etán el ezraíta.

Oh SEÑOR, por siempre cantaré la grandeza de tu amor; por todas las generaciones proclamará mi boca tu fidelidad.

Sal 89:2 Declararé que tu amor permanece firme para siempre, que has afirmado en el cielo tu fidelidad.

Sal 89:3 Dijiste: «He hecho un pacto con mi escogido; le he jurado a David mi siervo:

Sal 89:4 “Estableceré tu dinastía para siempre, y afirmaré tu trono por todas las generaciones.” » Selah

Sal 89:5 Los cielos, SEÑOR, celebran tus maravillas, y tu fidelidad la asamblea de los santos.

Sal 89:6 ¿Quién en los cielos es comparable al SEÑOR? ¿Quién como él entre los seres celestiales?

Sal 89:7 Dios es muy temido en la asamblea de los santos; grande y portentoso sobre cuantos lo rodean.

Sal 89:8 ¿Quién como tú, SEÑOR, Dios Todopoderoso, rodeado de poder y de fidelidad?

Sal 89:9 Tú gobiernas sobre el mar embravecido; tú apaciguas sus encrespadas olas.

Sal 89:10 Aplastaste a Rahab como a un cadáver; con tu brazo poderoso dispersaste a tus enemigos.

Sal 89:11 Tuyo es el cielo, y tuya la tierra; tú fundaste el mundo y todo lo que contiene.

Sal 89:12 Por ti fueron creados el norte y el sur; el Tabor y el Hermón cantan alegres a tu nombre.

Sal 89:13 Tu brazo es capaz de grandes proezas; fuerte es tu mano, exaltada tu diestra.

Sal 89:14 La justicia y el derecho son el fundamento de tu trono, y tus heraldos, el amor y la verdad.

Sal 89:15 Dichosos los que saben aclamarte, SEÑOR, y caminan a la luz de tu presencia;

Sal 89:16 los que todo el día se alegran en tu nombre y se regocijan en tu justicia.

Sal 89:17 Porque tú eres su gloria y su poder; por tu buena voluntad aumentas nuestra fuerza.[a]

Sal 89:18 Tú, SEÑOR, eres nuestro escudo; tú, Santo de Israel, eres nuestro rey.

Sal 89:19 Una vez hablaste en una visión, y le dijiste a tu pueblo fiel: «Le he brindado mi ayuda a un valiente; al mejor hombre del pueblo lo he exaltado.

Sal 89:20 He encontrado a David, mi siervo, y lo he ungido con mi aceite santo.

Sal 89:21 Mi mano siempre lo sostendrá; mi brazo lo fortalecerá.

Sal 89:22 Ningún enemigo lo someterá a tributo; ningún inicuo lo oprimirá.

Sal 89:23 Aplastaré a quienes se le enfrenten y derribaré a quienes lo aborrezcan.

Sal 89:24 La fidelidad de mi amor lo acompañará, y por mi nombre será exaltada su fuerza.[b]

Sal 89:25 Le daré poder sobre el mar[c] y dominio sobre los ríos.[d]

Sal 89:26 Él me dirá: “Tú eres mi Padre, mi Dios, la roca de mi salvación.”

Sal 89:27 Yo le daré los derechos de primogenitura, la primacía sobre los reyes de la tierra.

Sal 89:28 Mi amor por él será siempre constante, y mi pacto con él se mantendrá fiel.

Sal 89:29 Afirmaré su dinastía y su trono para siempre, mientras el cielo exista.

Sal 89:30 »Pero si sus hijos se apartan de mi ley y no viven según mis decretos,

Sal 89:31 si violan mis estatutos y no observan mis mandamientos,

Sal 89:32 con vara castigaré sus transgresiones y con azotes su iniquidad.

Sal 89:33 Con todo, jamás le negaré mi amor, ni mi fidelidad le faltará.

Sal 89:34 No violaré mi pacto ni me retractaré de mis palabras.

Sal 89:35 Una sola vez he jurado por mi santidad, y no voy a mentirle a David:

Sal 89:36 Su descendencia vivirá por siempre; su trono durará como el sol en mi presencia.

Sal 89:37 Como la luna, fiel testigo en el cielo, será establecido para siempre.» Selah

Sal 89:38 Pero tú has desechado, has rechazado a tu ungido; te has enfurecido contra él en gran manera.

Sal 89:39 Has revocado el pacto con tu siervo; has arrastrado por los suelos su corona.

Sal 89:40 Has derribado todas sus murallas y dejado en ruinas sus fortalezas.

Sal 89:41 Todos los que pasan lo saquean; ¡es motivo de burla para sus vecinos!

Sal 89:42 Has exaltado el poder de sus adversarios y llenado de gozo a sus enemigos.

Sal 89:43 Le has quitado el filo a su espada, y no lo has apoyado en la batalla.

Sal 89:44 Has puesto fin a su esplendor al derribar por tierra su trono.

Sal 89:45 Has acortado los días de su juventud; lo has cubierto con un manto de vergüenza. Selah

Sal 89:46 ¿Hasta cuándo, SEÑOR, te seguirás escondiendo? ¿Va a arder tu ira para siempre, como el fuego?

Sal 89:47 ¡Recuerda cuán efímera es mi vida![e] Al fin y al cabo, ¿para qué creaste a los mortales?

Sal 89:48 ¿Quién hay que viva y no muera jamás, o que pueda escapar del poder del sepulcro? Selah

Sal 89:49 ¿Dónde está, Señor, tu amor de antaño, que en tu fidelidad juraste a David?

Sal 89:50 Recuerda, Señor, que se burlan de tus siervos; que llevo en mi pecho los insultos de muchos pueblos.

Sal 89:51 Tus enemigos, SEÑOR, nos ultrajan; a cada paso ofenden a tu ungido.

Sal 89:52 ¡Bendito sea el SEÑOR por siempre! Amén y amén.