Día 71

06 La Tierra Prometida

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Jueces 4

Débora y Barac

Jue 4:1

Débora

Después de la muerte de Aod, los israelitas volvieron a hacer lo que ofende al SEÑOR.

Jue 4:2 Así que el SEÑOR los vendió a Jabín, un rey cananeo que reinaba en Jazor. El jefe de su ejército era Sísara, que vivía en Jaroset Goyim.

Jue 4:3 Los israelitas clamaron al SEÑOR porque Yabín tenía novecientos carros de hierro y, durante veinte años, había oprimido cruelmente a los israelitas.

Jue 4:4 En aquel tiempo gobernaba a Israel una profetisa llamada Débora, que era esposa de Lapidot.

Jue 4:5 Ella tenía su tribunal bajo la Palmera de Débora, entre Ramá y Betel, en la región montañosa de Efraín, y los israelitas acudían a ella para resolver sus disputas.

Jue 4:6 Débora mandó llamar a Barac hijo de Abinoán, que vivía en Cedes de Neftalí, y le dijo: —El SEÑOR, el Dios de Israel, ordena: “Ve y reúne en el monte Tabor a diez mil hombres de la tribu de Neftalí y de la tribu de Zabulón.

Jue 4:7 Yo atraeré a Sísara, jefe del ejército de Jabín, con sus carros y sus tropas, hasta el arroyo Quisón. Allí lo entregaré en tus manos.”

Jue 4:8 Barac le dijo: —Sólo iré si tú me acompañas; de lo contrario, no iré.

Jue 4:9 —¡Está bien, iré contigo! —dijo Débora—. Pero, por la manera en que vas a encarar este asunto, la gloria no será tuya, ya que el SEÑOR entregará a Sísara en manos de una mujer. Así que Débora fue con Barac hasta Cedes,

Jue 4:10 donde él convocó a las tribus de Zabulón y Neftalí. Diez mil hombres se pusieron a sus órdenes, y también Débora lo acompañó.

Jue 4:11 Héber el quenita se había separado de los otros quenitas que descendían de Hobab, el suegro de Moisés, y armó su campamento junto a la encina que está en Zanayin, cerca de Cedes.

Jue 4:12 Cuando le informaron a Sísara que Barac hijo de Abinoán había subido al monte Tabor,

Jue 4:13 Sísara convocó a sus novecientos carros de hierro, y a todos sus soldados, desde Jaroset Goyim hasta el arroyo Quisón.

Jue 4:14 Entonces Débora le dijo a Barac: —¡Adelante! Éste es el día en que el SEÑOR entregará a Sísara en tus manos. ¿Acaso no marcha el SEÑOR al frente de tu ejército? Barac descendió del monte Tabor, seguido por los diez mil hombres.

Jue 4:15 Ante el avance de Barac, el SEÑOR desbarató a Sísara a filo de espada, con todos sus carros y su ejército, a tal grado que Sísara saltó de su carro y huyó a pie.

Jue 4:16 Barac persiguió a los carros y al ejército hasta Jaroset Goyim. Todo el ejército de Sísara cayó a filo de espada; no quedó nadie con vida.

Jue 4:17 Mientras tanto, Sísara había huido a pie hasta la carpa de Jael, la esposa de Héber el quenita, pues había buenas relaciones entre Jabín, rey de Jazor, y el clan de Héber el quenita.

Jue 4:18 Jael salió al encuentro de Sísara, y le dijo: —¡Adelante, mi señor! Entre usted por aquí. No tenga miedo. Sísara entró en la carpa, y ella lo cubrió con una manta.

Jue 4:19 —Tengo sed —dijo él—. ¿Podrías darme un poco de agua? Ella destapó un odre de leche, le dio de beber, y volvió a cubrirlo.

Jue 4:20 —Párate a la entrada de la carpa —le dijo él—. Si alguien viene y te pregunta: “¿Hay alguien aquí?”, contéstale que no.

Jue 4:21 Pero Jael, esposa de Héber, tomó una estaca de la carpa y un martillo, y con todo sigilo se acercó a Sísara, quien agotado por el cansancio dormía profundamente. Entonces ella le clavó la estaca en la sien y se la atravesó, hasta clavarla en la tierra. Así murió Sísara.

Jue 4:22 Barac pasó por allí persiguiendo a Sísara, y Jael salió a su encuentro. «Ven —le dijo ella—, y te mostraré al hombre que buscas.» Barac entró con ella, y allí estaba tendido Sísara, muerto y con la estaca atravesándole la sien.

Jue 4:23 Aquel día Dios humilló en presencia de los israelitas a Jabín, el rey cananeo.

Jue 4:24 Y el poder de los israelitas contra Jabín se consolidaba cada vez más, hasta que lo destruyeron.

Jueces 5

La canción de Débora y Barac

Jue 5:1

La canción de Débora

Aquel día Débora y Barac hijo de Abinoán entonaron este canto:

Jue 5:2 «Cuando los príncipes de Israel toman el mando, cuando el pueblo se ofrece voluntariamente, ¡bendito sea el SEÑOR!

Jue 5:3 »¡Oigan, reyes! ¡Escuchen, gobernantes! Yo cantaré, cantaré al SEÑOR; tocaré música al SEÑOR, el Dios de Israel.

Jue 5:4 »Oh SEÑOR, cuando saliste de Seír, cuando marchaste desde los campos de Edom, tembló la tierra, se estremecieron los cielos, las nubes derramaron agua.

Jue 5:5 Temblaron las montañas al ver al SEÑOR, el Dios del Sinaí; al ver al SEÑOR, el Dios de Israel.

Jue 5:6 »En los días de Samgar hijo de Anat, en los días de Jael, los viajeros abandonaron los caminos y se fueron por sendas escabrosas.

Jue 5:7 Los guerreros de Israel desaparecieron; desaparecieron hasta que yo me levanté. ¡Yo, Débora, me levanté como una madre en Israel!

Jue 5:8 Cuando escogieron nuevos dioses, llegó la guerra a las puertas de la ciudad, pero no se veía ni un escudo ni una lanza entre cuarenta mil hombres de Israel.

Jue 5:9 Mi corazón está con los príncipes de Israel, con los voluntarios del pueblo. ¡Bendito sea el SEÑOR!

Jue 5:10 «Ustedes, los que montan asnas blancas y se sientan sobre tapices, y ustedes, los que andan por el camino, ¡pónganse a pensar!

Jue 5:11 La voz de los que cantan en los abrevaderos relata los actos de justicia del SEÑOR, los actos de justicia de sus guerreros en Israel. Entonces el ejército del SEÑOR descendió a las puertas de la ciudad.

Jue 5:12 »¡Despierta, despierta, Débora! ¡Despierta, despierta, y entona una canción! ¡Levántate, Barac! Lleva cautivos a tus prisioneros, oh hijo de Abinoán.

Jue 5:13 »Los sobrevivientes descendieron con los nobles; el ejército del SEÑOR vino a mí con los valientes.

Jue 5:14 Algunos venían de Efraín, cuyas raíces estaban en Amalec; Benjamín estaba con el pueblo que te seguía. Desde Maquir bajaron capitanes; desde Zabulón, los que llevan el bastón de mando.

Jue 5:15 Con Débora estaban los príncipes de Isacar; Isacar estaba con Barac, y tras él se lanzó hasta el valle. En los distritos de Rubén hay grandes resoluciones.

Jue 5:16 ¿Por qué permaneciste entre las fogatas escuchando los silbidos para llamar a los rebaños? En los distritos de Rubén hay grandes titubeos.

Jue 5:17 Galaad habitó más allá del Jordán. Y Dan, ¿por qué se quedó junto a los barcos? Aser se quedó en la costa del mar; permaneció en sus ensenadas.

Jue 5:18 El pueblo de Zabulón arriesgó la vida hasta la muerte misma, a ejemplo de Neftalí en las alturas del campo.

Jue 5:19 »Los reyes vinieron y lucharon junto a las aguas de Meguido; los reyes de Canaán lucharon en Tanac, pero no se llevaron plata ni botín.

Jue 5:20 Desde los cielos lucharon las estrellas, desde sus órbitas lucharon contra Sísara.

Jue 5:21 El torrente Quisón los arrastró; el torrente antiguo, el torrente Quisón. ¡Marcha, alma mía, con vigor!

Jue 5:22 Resonaron entonces los cascos equinos; ¡galopan, galopan sus briosos corceles!

Jue 5:23 “Maldice a Meroz —dijo el ángel del SEÑOR—. Maldice a sus habitantes con dureza, porque no vinieron en ayuda del SEÑOR, en ayuda del SEÑOR y de sus valientes.”

Jue 5:24 »¡Sea Jael, esposa de Héber el quenita, la más bendita entre las mujeres, la más bendita entre las mujeres que habitan en carpas!

Jue 5:25 Sísara pidió agua, Jael le dio leche; en taza de nobles le ofreció leche cuajada.

Jue 5:26 Su mano izquierda tomó la estaca, su mano derecha, el mazo de trabajo. Golpeó a Sísara, le machacó la cabeza y lo remató atravesándole las sienes.

Jue 5:27 A los pies de ella se desplomó; allí cayó y quedó tendido. Cayó desplomado a sus pies; allí donde cayó, quedó muerto.

Jue 5:28 »Por la ventana se asoma la madre de Sísara; tras la celosía clama a gritos: “¿Por qué se demora su carro en venir? ¿Por qué se atrasa el estruendo de sus carros?”

Jue 5:29 Las más sabias de sus damas le responden; y ella se repite a sí misma:

Jue 5:30 “Seguramente se están repartiendo el botín arrebatado al enemigo: una muchacha o dos para cada guerrero; telas de colores como botín para Sísara; una tela, dos telas, de colores bordadas para mi cuello. ¡Todo esto como botín!”

Jue 5:31 »¡Así perezcan todos tus enemigos, oh SEÑOR! Pero los que te aman sean como el sol cuando sale en todo su esplendor.» Entonces el país tuvo paz durante cuarenta años.

Salmo 71

No me desampare cuando mi fuerza se acabe

Sal 71:1

En ti, SEÑOR, me he refugiado; jamás me dejes quedar en vergüenza.

Sal 71:2 Por tu justicia, rescátame y líbrame; dígnate escucharme, y sálvame.

Sal 71:3 Sé tú mi roca de refugio adonde pueda yo siempre acudir; da la orden de salvarme, porque tú eres mi roca, mi fortaleza.

Sal 71:4 Líbrame, Dios mío, de manos de los impíos, del poder de los malvados y violentos.

Sal 71:5 Tú, Soberano SEÑOR, has sido mi esperanza; en ti he confiado desde mi juventud.

Sal 71:6 De ti he dependido desde que nací; del vientre materno me hiciste nacer. ¡Por siempre te alabaré!

Sal 71:7 Para muchos, soy motivo de asombro, pero tú eres mi refugio inconmovible.

Sal 71:8 Mi boca rebosa de alabanzas a tu nombre, y todo el día proclama tu grandeza.

Sal 71:9 No me rechaces cuando llegue a viejo; no me abandones cuando me falten las fuerzas.

Sal 71:10 Porque mis enemigos murmuran contra mí; los que me acechan se confabulan.

Sal 71:11 Y dicen: «¡Dios lo ha abandonado! ¡Persíganlo y agárrenlo, que nadie lo rescatará!»

Sal 71:12 Dios mío, no te alejes de mí; Dios mío, ven pronto a ayudarme.

Sal 71:13 Que perezcan humillados mis acusadores; que se cubran de oprobio y de ignominia los que buscan mi ruina.

Sal 71:14 Pero yo siempre tendré esperanza, y más y más te alabaré.

Sal 71:15 Todo el día proclamará mi boca tu justicia y tu salvación, aunque es algo que no alcanzo a descifrar.

Sal 71:16 Soberano SEÑOR, relataré tus obras poderosas, y haré memoria de tu justicia, de tu justicia solamente.

Sal 71:17 Tú, oh Dios, me enseñaste desde mi juventud, y aún hoy anuncio todos tus prodigios.

Sal 71:18 Aun cuando sea yo anciano y peine canas, no me abandones, oh Dios, hasta que anuncie tu poder a la generación venidera, y dé a conocer tus proezas a los que aún no han nacido.

Sal 71:19 Oh Dios, tú has hecho grandes cosas; tu justicia llega a las alturas. ¿Quién como tú, oh Dios?

Sal 71:20 Me has hecho pasar por muchos infortunios, pero volverás a darme vida; de las profundidades de la tierra volverás a levantarme.

Sal 71:21 Acrecentarás mi honor y volverás a consolarme.

Sal 71:22 Por tu fidelidad, Dios mío, te alabaré con instrumentos de cuerda; te cantaré, oh Santo de Israel, salmos con la lira.

Sal 71:23 Gritarán de júbilo mis labios cuando yo te cante salmos, pues me has salvado la vida.

Sal 71:24 Todo el día repetirá mi lengua la historia de tus justas acciones, pues quienes buscaban mi mal han quedado confundidos y avergonzados.