Día 252

14 Jesús & el Reino

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Marcos 5

Jesús sana a un endemoniado

Mar 5:1

Liberación de un endemoniado

5:1-17—Mt 8:28-34; Lc 8:26-37

5:18-20—Lc 8:38-39

Cruzaron el lago hasta llegar a la región de los gerasenos.[a]

Mar 5:2 Tan pronto como desembarcó Jesús, un hombre poseído por un espíritu maligno le salió al encuentro de entre los sepulcros.

Mar 5:3 Este hombre vivía en los sepulcros, y ya nadie podía sujetarlo, ni siquiera con cadenas.

Mar 5:4 Muchas veces lo habían atado con cadenas y grilletes, pero él los destrozaba, y nadie tenía fuerza para dominarlo.

Mar 5:5 Noche y día andaba por los sepulcros y por las colinas, gritando y golpeándose con piedras.

Mar 5:6 Cuando vio a Jesús desde lejos, corrió y se postró delante de él.

Mar 5:7 —¿Por qué te entrometes, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? —gritó con fuerza—. ¡Te ruego por Dios que no me atormentes!

Mar 5:8 Es que Jesús le había dicho: «¡Sal de este hombre, espíritu maligno!»

Mar 5:9 —¿Cómo te llamas? —le preguntó Jesús. —Me llamo Legión —respondió—, porque somos muchos.

Mar 5:10 Y con insistencia le suplicaba a Jesús que no los expulsara de aquella región.

Mar 5:11 Como en una colina estaba paciendo una manada de muchos cerdos, los demonios le rogaron a Jesús:

Mar 5:12 —Mándanos a los cerdos; déjanos entrar en ellos.

Mar 5:13 Así que él les dio permiso. Cuando los espíritus malignos salieron del hombre, entraron en los cerdos, que eran unos dos mil, y la manada se precipitó al lago por el despeñadero y allí se ahogó.

Mar 5:14 Los que cuidaban los cerdos salieron huyendo y dieron la noticia en el pueblo y por los campos, y la gente fue a ver lo que había pasado.

Mar 5:15 Llegaron adonde estaba Jesús, y cuando vieron al que había estado poseído por la legión de demonios, sentado, vestido y en su sano juicio, tuvieron miedo.

Mar 5:16 Los que habían presenciado estos hechos le contaron a la gente lo que había sucedido con el endemoniado y con los cerdos.

Mar 5:17 Entonces la gente comenzó a suplicarle a Jesús que se fuera de la región.

Mar 5:18 Mientras subía Jesús a la barca, el que había estado endemoniado le rogaba que le permitiera acompañarlo.

Mar 5:19 Jesús no se lo permitió, sino que le dijo: —Vete a tu casa, a los de tu familia, y diles todo lo que el Señor ha hecho por ti y cómo te ha tenido compasión.

Mar 5:20 Así que el hombre se fue y se puso a proclamar en Decápolis lo mucho que Jesús había hecho por él. Y toda la gente se quedó asombrada.

Jesús sana a una mujer y a la hija de Jairo

Mar 5:21

Una niña muerta y una mujer enferma

5:22-43—Mt 9:18-26; Lc 8:41-56

Después de que Jesús regresó en la barca al otro lado del lago, se reunió alrededor de él una gran multitud, por lo que él se quedó en la orilla.

Mar 5:22 Llegó entonces uno de los jefes de la sinagoga, llamado Jairo. Al ver a Jesús, se arrojó a sus pies,

Mar 5:23 suplicándole con insistencia: —Mi hijita se está muriendo. Ven y pon tus manos sobre ella para que se sane y viva.

Mar 5:24 Jesús se fue con él, y lo seguía una gran multitud, la cual lo apretujaba.

Mar 5:25 Había entre la gente una mujer que hacía doce años padecía de hemorragias.

Mar 5:26 Había sufrido mucho a manos de varios médicos, y se había gastado todo lo que tenía sin que le hubiera servido de nada, pues en vez de mejorar, iba de mal en peor.

Mar 5:27 Cuando oyó hablar de Jesús, se le acercó por detrás entre la gente y le tocó el manto.

Mar 5:28 Pensaba: «Si logro tocar siquiera su ropa, quedaré sana.»

Mar 5:29 Al instante cesó su hemorragia, y se dio cuenta de que su cuerpo había quedado libre de esa aflicción.

Mar 5:30 Al momento también Jesús se dio cuenta de que de él había salido poder, así que se volvió hacia la gente y preguntó: —¿Quién me ha tocado la ropa?

Mar 5:31 —Ves que te apretuja la gente —le contestaron sus discípulos—, y aun así preguntas: “¿Quién me ha tocado?”

Mar 5:32 Pero Jesús seguía mirando a su alrededor para ver quién lo había hecho.

Mar 5:33 La mujer, sabiendo lo que le había sucedido, se acercó temblando de miedo y, arrojándose a sus pies, le confesó toda la verdad.

Mar 5:34 —¡Hija, tu fe te ha sanado! —le dijo Jesús—. Vete en paz y queda sana de tu aflicción.

Mar 5:35 Todavía estaba hablando Jesús, cuando llegaron unos hombres de la casa de Jairo, jefe de la sinagoga, para decirle: —Tu hija ha muerto. ¿Para qué sigues molestando al Maestro?

Mar 5:36 Sin hacer caso de la noticia, Jesús le dijo al jefe de la sinagoga: —No tengas miedo; cree nada más.

Mar 5:37 No dejó que nadie lo acompañara, excepto Pedro, Jacobo y Juan, el hermano de Jacobo.

Mar 5:38 Cuando llegaron a la casa del jefe de la sinagoga, Jesús notó el alboroto, y que la gente lloraba y daba grandes alaridos.

Mar 5:39 Entró y les dijo: —¿Por qué tanto alboroto y llanto? La niña no está muerta sino dormida.

Mar 5:40 Entonces empezaron a burlarse de él, pero él los sacó a todos, tomó consigo al padre y a la madre de la niña y a los discípulos que estaban con él, y entró adonde estaba la niña.

Mar 5:41 La tomó de la mano y le dijo: —Talita cum[b] (que significa: Niña, a ti te digo, ¡levántate!).

Mar 5:42 La niña, que tenía doce años, se levantó en seguida y comenzó a andar. Ante este hecho todos se llenaron de asombro.

Mar 5:43 Él dio órdenes estrictas de que nadie se enterara de lo ocurrido, y les mandó que le dieran de comer a la niña.

Marcos 6

Jesús rechazado en Nazaret

Mar 6:1

Un profeta sin honra

6:1-6—Mt 13:54-58

Salió Jesús de allí y fue a su tierra, en compañía de sus discípulos.

Mar 6:2 Cuando llegó el sábado, comenzó a enseñar en la sinagoga. —¿De dónde sacó éste tales cosas? —decían maravillados muchos de los que le oían—. ¿Qué sabiduría es ésta que se le ha dado? ¿Cómo se explican estos milagros que vienen de sus manos?

Mar 6:3 ¿No es acaso el carpintero, el hijo de María y hermano de Jacobo, de José, de Judas y de Simón? ¿No están sus hermanas aquí con nosotros? Y se escandalizaban a causa de él. Por tanto, Jesús les dijo:

Mar 6:4 —En todas partes se honra a un profeta, menos en su tierra, entre sus familiares y en su propia casa.

Mar 6:5 En efecto, no pudo hacer allí ningún milagro, excepto sanar a unos pocos enfermos al imponerles las manos.

Mar 6:6 Y él se quedó asombrado por la incredulidad de ellos.

Jesús envía a los doce

6:7-11—Mt 10:1, 9-14; Lc 9:1, 3-5

Jesús recorría los alrededores, enseñando de pueblo en pueblo.

Jesús envía a los doce apóstoles

Mar 6:7 Reunió a los doce, y comenzó a enviarlos de dos en dos, dándoles autoridad sobre los espíritus malignos.

Mar 6:8 Les ordenó que no llevaran nada para el camino, ni pan, ni bolsa, ni dinero en el cinturón, sino sólo un bastón.

Mar 6:9 «Lleven sandalias —dijo—, pero no dos mudas de ropa.»

Mar 6:10 Y añadió: «Cuando entren en una casa, quédense allí hasta que salgan del pueblo.

Mar 6:11 Y si en algún lugar no los reciben bien o no los escuchan, al salir de allí sacúdanse el polvo de los pies, como un testimonio contra ellos.»

Mar 6:12 Los doce salieron y exhortaban a la gente a que se arrepintiera.

Mar 6:13 También expulsaban a muchos demonios y sanaban a muchos enfermos, ungiéndolos con aceite.

La muerte de Juan el Bautista

Mar 6:14

Decapitación de Juan el Bautista

6:14-29—Mt 14:1-12

6:14-16—Lc 9:7-9

El rey Herodes se enteró de esto, pues el nombre de Jesús se había hecho famoso. Algunos decían:[a] «Juan el Bautista ha resucitado, y por eso tiene poder para realizar milagros.»

Mar 6:15 Otros decían: «Es Elías.» Otros, en fin, afirmaban: «Es un profeta, como los de antes.»

Mar 6:16 Pero cuando Herodes oyó esto, exclamó: «¡Juan, al que yo mandé que le cortaran la cabeza, ha resucitado!»

Mar 6:17 En efecto, Herodes mismo había mandado que arrestaran a Juan y que lo encadenaran en la cárcel. Herodes se había casado con Herodías, esposa de Felipe su hermano,

Mar 6:18 y Juan le había estado diciendo a Herodes: «La ley te prohíbe tener a la esposa de tu hermano.»

Mar 6:19 Por eso Herodías le guardaba rencor a Juan y deseaba matarlo. Pero no había logrado hacerlo,

Mar 6:20 ya que Herodes temía a Juan y lo protegía, pues sabía que era un hombre justo y santo. Cuando Herodes oía a Juan, se quedaba muy desconcertado, pero lo escuchaba con gusto.

Mar 6:21 Por fin se presentó la oportunidad. En su cumpleaños Herodes dio un banquete a sus altos oficiales, a los comandantes militares y a los notables de Galilea.

Mar 6:22 La hija de Herodías entró en el banquete y bailó, y esto agradó a Herodes y a los invitados. —Pídeme lo que quieras y te lo daré —le dijo el rey a la muchacha.

Mar 6:23 Y le prometió bajo juramento: —Te daré cualquier cosa que me pidas, aun cuando sea la mitad de mi reino.

Mar 6:24 Ella salió a preguntarle a su madre: —¿Qué debo pedir? —La cabeza de Juan el Bautista —contestó.

Mar 6:25 En seguida se fue corriendo la muchacha a presentarle al rey su petición: —Quiero que ahora mismo me des en una bandeja la cabeza de Juan el Bautista.

Mar 6:26 El rey se quedó angustiado, pero a causa de sus juramentos y en atención a los invitados, no quiso desairarla.

Mar 6:27 Así que en seguida envió a un verdugo con la orden de llevarle la cabeza de Juan. El hombre fue, decapitó a Juan en la cárcel

Mar 6:28 y volvió con la cabeza en una bandeja. Se la entregó a la muchacha, y ella se la dio a su madre.

Mar 6:29 Al enterarse de esto, los discípulos de Juan fueron a recoger el cuerpo y le dieron sepultura.

Jesús alimenta a cinco mil

Mar 6:30

Jesús alimenta a los cinco mil

6:32-44—Mt 14:13-21; Lc 9:10-17; Jn 6:5-13

Los apóstoles se reunieron con Jesús y le contaron lo que habían hecho y enseñado.

Mar 6:31 Y como no tenían tiempo ni para comer, pues era tanta la gente que iba y venía, Jesús les dijo: —Vengan conmigo ustedes solos a un lugar tranquilo y descansen un poco.

Mar 6:32 Así que se fueron solos en la barca a un lugar solitario.

Mar 6:33 Pero muchos que los vieron salir los reconocieron y, desde todos los poblados, corrieron por tierra hasta allá y llegaron antes que ellos.

Mar 6:34 Cuando Jesús desembarcó y vio tanta gente, tuvo compasión de ellos, porque eran como ovejas sin pastor. Así que comenzó a enseñarles muchas cosas.

Mar 6:35 Cuando ya se hizo tarde, se le acercaron sus discípulos y le dijeron: —Éste es un lugar apartado y ya es muy tarde.

Mar 6:36 Despide a la gente, para que vayan a los campos y pueblos cercanos y se compren algo de comer.

Mar 6:37 —Denles ustedes mismos de comer —contestó Jesús. —¡Eso costaría casi un año de trabajo![b] —objetaron—. ¿Quieres que vayamos y gastemos todo ese dinero en pan para darles de comer?

Mar 6:38 —¿Cuántos panes tienen ustedes? —preguntó—. Vayan a ver. Después de averiguarlo, le dijeron: —Cinco, y dos pescados.

Mar 6:39 Entonces les mandó que hicieran que la gente se sentara por grupos sobre la hierba verde.

Mar 6:40 Así que ellos se acomodaron en grupos de cien y de cincuenta.

Mar 6:41 Jesús tomó los cinco panes y los dos pescados y, mirando al cielo, los bendijo. Luego partió los panes y se los dio a los discípulos para que se los repartieran a la gente. También repartió los dos pescados entre todos.

Mar 6:42 Comieron todos hasta quedar satisfechos,

Mar 6:43 y los discípulos recogieron doce canastas llenas de pedazos de pan y de pescado.

Mar 6:44 Los que comieron fueron cinco mil.

Jesús camina sobre el agua

Mar 6:45

Jesús camina sobre el agua

6:45-51—Mt 14:22-32; Jn 6:15-21

6:53-56—Mt 14:34-36

En seguida Jesús hizo que sus discípulos subieran a la barca y se le adelantaran al otro lado, a Betsaida, mientras él despedía a la multitud.

Mar 6:46 Cuando se despidió, fue a la montaña para orar.

Mar 6:47 Al anochecer, la barca se hallaba en medio del lago, y Jesús estaba en tierra solo.

Mar 6:48 En la madrugada,[c] vio que los discípulos hacían grandes esfuerzos para remar, pues tenían el viento en contra. Se acercó a ellos caminando sobre el lago, e iba a pasarlos de largo.

Mar 6:49 Los discípulos, al verlo caminar sobre el agua, creyeron que era un fantasma y se pusieron a gritar,

Mar 6:50 llenos de miedo por lo que veían. Pero él habló en seguida con ellos y les dijo: «¡Cálmense! Soy yo. No tengan miedo.»

Mar 6:51 Subió entonces a la barca con ellos, y el viento se calmó. Estaban sumamente asombrados,

Mar 6:52 porque tenían la mente embotada y no habían comprendido lo de los panes.

Jesús sana a los enfermos en Genesaret

Mar 6:53 Después de cruzar el lago, llegaron a tierra en Genesaret y atracaron allí.

Mar 6:54 Al bajar ellos de la barca, la gente en seguida reconoció a Jesús.

Mar 6:55 Lo siguieron por toda aquella región y, adonde oían que él estaba, le llevaban en camillas a los que tenían enfermedades.

Mar 6:56 Y dondequiera que iba, en pueblos, ciudades o caseríos, colocaban a los enfermos en las plazas. Le suplicaban que les permitiera tocar siquiera el borde de su manto, y quienes lo tocaban quedaban sanos.

Salmo 97

El Señor reina

Sal 97:1

¡El SEÑOR es rey! ¡Regocíjese la tierra! ¡Alégrense las costas más remotas!

Sal 97:2 Oscuros nubarrones lo rodean; la rectitud y la justicia son la base de su trono.

Sal 97:3 El fuego va delante de él y consume a los adversarios que lo rodean.

Sal 97:4 Sus relámpagos iluminan el mundo; al verlos, la tierra se estremece.

Sal 97:5 Ante el SEÑOR, dueño de toda la tierra, las montañas se derriten como cera.

Sal 97:6 Los cielos proclaman su justicia, y todos los pueblos contemplan su gloria.

Sal 97:7 Sean avergonzados todos los idólatras, los que se jactan de sus ídolos inútiles. ¡Póstrense ante él todos los dioses!

Sal 97:8 SEÑOR, por causa de tus juicios Sión escucha esto y se alegra, y las ciudades de Judá se regocijan.

Sal 97:9 Porque tú eres el SEÑOR Altísimo, por encima de toda la tierra. ¡Tú estás muy por encima de todos los dioses!

Sal 97:10 El SEÑOR ama[a] a los que odian[b] el mal; él protege la vida de sus fieles, y los libra de manos de los impíos.

Sal 97:11 La luz se esparce sobre los justos, y la alegría sobre los rectos de corazón.

Sal 97:12 Alégrense en el SEÑOR, ustedes los justos, y alaben su santo nombre.