Día 52
Números 35
Ciudades para los levitas
Núm 35:1
Ciudades levíticas
En las llanuras de Moab, cerca del Jordán, a la altura de Jericó, el SEÑOR le dijo a Moisés:
Núm 35:2 «Ordénales a los israelitas que, de las heredades que reciban, entreguen a los levitas ciudades donde vivir, junto con las tierras que rodean esas ciudades.
Núm 35:3 De esta manera los levitas tendrán ciudades donde vivir y tierras de pastoreo para su ganado, rebaños y animales.
Núm 35:4 »Las tierras de pastoreo que entreguen a los levitas rodearán la ciudad, a quinientos metros[a] de la muralla.
Núm 35:5 A partir de los límites de la ciudad, ustedes medirán mil metros[b] hacia el este, mil hacia el sur, mil hacia el oeste y mil hacia el norte. La ciudad quedará en el centro. Éstas serán las tierras de pastoreo de sus ciudades.
Núm 35:6 »De las ciudades que recibirán los levitas, seis serán ciudades de refugio. A ellas podrá huir cualquiera que haya matado a alguien. Además de estas seis ciudades, les entregarán otras cuarenta y dos.
Núm 35:7 En total, les darán cuarenta y ocho ciudades con sus tierras de pastoreo.
Núm 35:8 El número de ciudades que los israelitas entreguen a los levitas de la tierra que van a heredar, deberá ser proporcional a la heredad que le corresponda a cada tribu. Es decir, de una tribu numerosa se tomará un número mayor de ciudades, mientras que de una tribu pequeña se tomará un número menor de ciudades.»
Ciudades de refugio
Núm 35:9
Ciudades de refugio
El SEÑOR le ordenó a Moisés
Núm 35:10 que les dijera a los israelitas: «Cuando crucen el Jordán y entren a Canaán,
Núm 35:11 escojan ciudades de refugio adonde pueda huir quien inadvertidamente mate a alguien.
Núm 35:12 Esa persona podrá huir a esas ciudades para protegerse del vengador. Así se evitará que se mate al homicida antes de ser juzgado por la comunidad.
Núm 35:13 »Seis serán las ciudades que ustedes reservarán como ciudades de refugio.
Núm 35:14 Tres de ellas estarán en el lado este del Jordán, y las otras tres en Canaán.
Núm 35:15 Estas seis ciudades les servirán de refugio a los israelitas y a los extranjeros, sean éstos inmigrantes o residentes. Cualquiera que inadvertidamente dé muerte a alguien, podrá refugiarse en estas ciudades.
Núm 35:16 »Si alguien golpea a una persona con un objeto de hierro, y esa persona muere, el agresor es un asesino y será condenado a muerte.
Núm 35:17 »Si alguien golpea a una persona con una piedra, y esa persona muere, el agresor es un asesino y será condenado a muerte.
Núm 35:18 »Si alguien golpea a una persona con un pedazo de madera, y esa persona muere, el agresor es un asesino y será condenado a muerte.
Núm 35:19 Corresponderá al vengador matar al asesino. Cuando lo encuentre, lo matará.
Núm 35:20 »Si alguien mata a una persona por haberla empujado con malas intenciones, o por haberle lanzado algo intencionalmente,
Núm 35:21 o por haberle dado un puñetazo por enemistad, el agresor es un asesino y será condenado a muerte. Cuando el vengador lo encuentre, lo matará.
Núm 35:22 »Pero podría ocurrir que alguien sin querer empuje a una persona, o que sin mala intención le lance algún objeto,
Núm 35:23 o que sin darse cuenta le deje caer una piedra, y que esa persona muera. Como en este caso ellos no eran enemigos, ni hubo intención de hacer daño,
Núm 35:24 será la comunidad la que, de acuerdo con estas leyes, deberá arbitrar entre el acusado y el vengador.
Núm 35:25 La comunidad deberá proteger del vengador al acusado, dejando que el acusado regrese a la ciudad de refugio adonde huyó, y que se quede allí hasta la muerte del sumo sacerdote que fue ungido con el aceite sagrado.
Núm 35:26 »Pero si el acusado sale de los límites de la ciudad de refugio adonde huyó,
Núm 35:27 el vengador podrá matarlo, y no será culpable de homicidio si lo encuentra fuera de la ciudad.
Núm 35:28 Así que el acusado debe permanecer en su ciudad de refugio hasta la muerte del sumo sacerdote. Después de eso podrá volver a su heredad.
Núm 35:29 »Esta ley regirá siempre sobre todos tus descendientes, dondequiera que vivan.
Núm 35:30 »Sólo por el testimonio de varios testigos se le podrá dar muerte a una persona acusada de homicidio. Nadie podrá ser condenado a muerte por el testimonio de un solo testigo.
Núm 35:31 »No aceptarás rescate por la vida de un asesino condenado a muerte. Tendrá que morir.
Núm 35:32 »Tampoco aceptarás rescate para permitir que el refugiado regrese a vivir a su tierra antes de la muerte del sumo sacerdote.
Núm 35:33 »No profanes la tierra que habitas. El derramamiento de sangre contamina la tierra, y sólo con la sangre de aquel que la derramó es posible hacer expiación en favor de la tierra.
Núm 35:34 »No profanes la tierra donde vives, y donde yo también vivo, porque yo, el SEÑOR, habito entre los israelitas.»
Números 36
El matrimonio de herederas
Núm 36:1
Herencia de las mujeres
36:1-12—Nm 27:1-11
Los jefes de las familias patriarcales de los clanes de Galaad fueron a hablar con Moisés y con los otros jefes de familias patriarcales israelitas. Galaad era hijo de Maquir y nieto de Manasés, por lo que sus clanes descendían de José.
Núm 36:2 Les dijeron: —Cuando el SEÑOR te ordenó repartir por sorteo la tierra entre los israelitas, también te ordenó entregar la heredad de nuestro hermano Zelofejad a sus hijas.
Núm 36:3 Ahora bien, si ellas se casan con hombres de otras tribus, su heredad saldrá del círculo de nuestra familia patriarcal y será transferida a la tribu de aquellos con quienes ellas se casen. De este modo perderíamos parte de la heredad que nos tocó por sorteo.
Núm 36:4 Cuando los israelitas celebren el año del jubileo, esa heredad será incorporada a la tribu de sus esposos, y se perderá como propiedad de nuestra familia patriarcal.
Núm 36:5 Entonces, por mandato del SEÑOR, Moisés entregó esta ley a los israelitas: —La tribu de los descendientes de José tiene razón.
Núm 36:6 Respecto a las hijas de Zelofejad, el SEÑOR ordena lo siguiente: Ellas podrán casarse con quien quieran, con tal de que se casen dentro de la tribu de José.
Núm 36:7 Ninguna heredad en Israel podrá pasar de una tribu a otra, porque cada israelita tiene el derecho de conservar la tierra que su tribu heredó de sus antepasados.
Núm 36:8 Toda hija que herede tierras, en cualquiera de las tribus, deberá casarse con alguien que pertenezca a la familia patriarcal de sus antepasados. Así cada israelita podrá conservar la heredad de sus padres.
Núm 36:9 Ninguna heredad podrá pasar de una tribu a otra, porque cada tribu israelita debe conservar la tierra que heredó.
Núm 36:10 Las hijas de Zelofejad hicieron lo que el SEÑOR le ordenó a Moisés.
Núm 36:11 Se llamaban Majlá, Tirsá, Joglá, Milca y Noa. Se casaron con sus primos,
Núm 36:12 dentro de los clanes de los descendientes de Manasés hijo de José, de modo que su heredad quedó dentro del clan y de la familia patriarcal de su padre.
Núm 36:13 Éstos son los mandamientos y ordenanzas que, por medio de Moisés, dio el SEÑOR a los israelitas en las llanuras de Moab, cerca del Jordán, a la altura de Jericó.
Salmo 52
La misericordia de Dios es continua
Sal 52:1
Al director musical. Masquil de David, cuando Doeg el edomita fue a informarle a Saúl: «David ha ido a la casa de Ajimélec.»
¿Por qué te jactas de tu maldad, varón prepotente? ¡El amor de Dios es constante!
Sal 52:2 Tu lengua, como navaja afilada, trama destrucción y practica el engaño.
Sal 52:3 Más que el bien, amas la maldad; más que la verdad, amas la mentira. Selah
Sal 52:4 Lengua embustera, te encanta ofender con tus palabras.
Sal 52:5 Pero Dios te arruinará para siempre; te tomará y te arrojará de tu hogar; ¡te arrancará del mundo de los vivientes! Selah
Sal 52:6 Los justos verán esto, y temerán; entre burlas dirán de él:
Sal 52:7 «¡Aquí tienen al hombre que no buscó refugio en Dios, sino que confió en su gran riqueza y se afirmó en su maldad!»
Sal 52:8 Pero yo soy como un olivo verde que florece en la casa de Dios; yo confío en el gran amor de Dios eternamente y para siempre.
Sal 52:9 En todo tiempo te alabaré por tus obras; en ti pondré mi esperanza en presencia de tus fieles, porque tu nombre es bueno.