Día 91

07 El Auge y Caída del Reino de Israel

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2 Samuel 16

David y Siba

2Sa 16:1

David y Siba

Un poco más allá de la cumbre del monte, David se encontró con Siba, el criado de Mefiboset, que llevaba un par de asnos aparejados y cargados con doscientos panes, cien tortas de uvas pasas, cien tortas de higos y un odre de vino.

2Sa 16:2 —¿Qué vas a hacer con todo esto? —le preguntó el rey. Siba respondió: —Los asnos son para que monte la familia de Su Majestad, el pan y la fruta son para que coman los soldados, y el vino es para que beban los que desfallezcan en el desierto.

2Sa 16:3 Entonces el rey le preguntó: —¿Dónde está el nieto de tu amo? —Se quedó en Jerusalén —respondió Siba—. Él se imagina que ahora la nación de Israel le va a devolver el reino de su abuelo.

2Sa 16:4 —Bueno —replicó el rey—, todo lo que antes fue de Mefiboset ahora es tuyo. —¡A sus pies, mi señor y rey! —exclamó Siba—. ¡Que cuente yo siempre con el favor de Su Majestad!

Simei maldice a David

2Sa 16:5

Simí maldice a David

Cuando el rey David llegó a Bajurín, salía de allí un hombre de la familia de Saúl, llamado Simí hijo de Guerá. Éste se puso a maldecir,

2Sa 16:6 y a tirarles piedras a David y a todos sus oficiales, a pesar de que las tropas y la guardia real rodeaban al rey.

2Sa 16:7 En sus insultos, Simí le decía al rey: —¡Largo de aquí! ¡Asesino! ¡Canalla!

2Sa 16:8 El SEÑOR te está dando tu merecido por haber masacrado a la familia de Saúl para reinar en su lugar. Por eso el SEÑOR le ha entregado el reino a tu hijo Absalón. Has caído en desgracia, porque eres un asesino.

2Sa 16:9 Abisay hijo de Sarvia le dijo al rey: —¿Cómo se atreve este perro muerto a maldecir a Su Majestad? ¡Déjeme que vaya y le corte la cabeza!

2Sa 16:10 Pero el rey respondió: —Esto no es asunto mío ni de ustedes, hijos de Sarvia. A lo mejor el SEÑOR le ha ordenado que me maldiga. Y si es así, ¿quién se lo puede reclamar?

2Sa 16:11 Dirigiéndose a Abisay y a todos sus oficiales, David añadió: —Si el hijo de mis entrañas intenta quitarme la vida, ¡qué no puedo esperar de este benjaminita! Déjenlo que me maldiga, pues el SEÑOR se lo ha mandado.

2Sa 16:12 A lo mejor el SEÑOR toma en cuenta mi aflicción y me paga con bendiciones las maldiciones que estoy recibiendo.

2Sa 16:13 David y sus hombres reanudaron el viaje. Simí, por su parte, los seguía por la ladera del monte, maldiciendo a David, tirándole piedras y levantando polvo.

2Sa 16:14 El rey y quienes lo acompañaban llegaron agotados a su destino, así que descansaron allí.

Absalón entra en Jerusalén

2Sa 16:15

El consejo de Husay y Ajitofel

Mientras tanto, Absalón y todos los israelitas que lo seguían habían entrado en Jerusalén; también Ajitofel lo acompañaba.

2Sa 16:16 Entonces Husay el arquita, amigo de David, fue a ver a Absalón y exclamó: —¡Viva el rey! ¡Viva el rey!

2Sa 16:17 Absalón le preguntó: —¿Así muestras tu lealtad a tu amigo? ¿Cómo es que no te fuiste con él?

2Sa 16:18 —De ningún modo —respondió Husay—. Soy más bien amigo del elegido del SEÑOR, elegido también por este pueblo y por todos los israelitas. Así que yo me quedo con usted.

2Sa 16:19 Además, ¿a quién voy a servir? Serviré al hijo, como antes serví al padre.

2Sa 16:20 Luego le dijo Absalón a Ajitofel: —Pónganse a pensar en lo que debemos hacer.

2Sa 16:21 Ajitofel le respondió: —Acuéstese usted con las concubinas que su padre dejó al cuidado del palacio. De ese modo todos los israelitas se darán cuenta de que Su Majestad ha roto con su padre, y quienes lo apoyan a usted se fortalecerán en el poder.

2Sa 16:22 Entonces instalaron una tienda de campaña en la azotea para que Absalón se acostara con las concubinas de su padre a la vista de todos los israelitas.

2Sa 16:23 En aquella época, recibir el consejo de Ajitofel era como oír la palabra misma de Dios, y esto era así tanto para David como para Absalón.

2 Samuel 17

Husai salva a David

2Sa 17:1 Además, Ajitofel le propuso a Absalón lo siguiente: —Yo escogería doce mil soldados, y esta misma noche saldría en busca de David.

2Sa 17:2 Como él debe de estar cansado y sin ánimo, lo atacaría, le haría sentir mucho miedo y pondría en fuga al resto de la gente que está con él. Pero mataría solamente al rey,

2Sa 17:3 y los demás se los traería a Su Majestad. La muerte del hombre que usted busca dará por resultado el regreso de los otros,[a] y todo el pueblo quedará en paz.

2Sa 17:4 La propuesta le pareció acertada a Absalón, lo mismo que a todos los ancianos de Israel,

2Sa 17:5 pero Absalón dijo: —Llamemos también a Husay el arquita, para ver cuál es su opinión.

2Sa 17:6 Cuando Husay llegó, Absalón le preguntó: —¿Debemos adoptar el plan que Ajitofel nos ha propuesto? Si no, ¿qué propones tú?

2Sa 17:7 —Esta vez el plan de Ajitofel no es bueno —respondió Husay—.

2Sa 17:8 Usted conoce bien a su padre David y a sus soldados: son valientes, y deben estar furiosos como una osa salvaje a la que le han robado su cría. Además, su padre tiene mucha experiencia como hombre de guerra y no ha de pasar la noche con las tropas.

2Sa 17:9 Ya debe de estar escondido en alguna cueva o en otro lugar. Si él ataca primero,[b] cualquiera que se entere dirá: “Ha habido una matanza entre las tropas de Absalón.”

2Sa 17:10 Entonces aun los soldados más valientes, que son tan bravos como un león, se van a acobardar, pues todos los israelitas saben que David, su padre, es un gran soldado y cuenta con hombres muy valientes.

2Sa 17:11 »El plan que yo propongo es el siguiente: Convoque Su Majestad a todos los israelitas que hay, desde Dan hasta Berseba. Son tan numerosos como la arena a la orilla del mar, y Su Majestad mismo debe dirigirlos en la batalla.

2Sa 17:12 Atacaremos a David, no importa dónde se encuentre; caeremos sobre él como el rocío que cae sobre la tierra. No quedarán vivos ni él ni ninguno de sus soldados.

2Sa 17:13 Y si llega a refugiarse en algún pueblo, todos los israelitas llevaremos sogas a ese lugar, y juntos arrastraremos a ese pueblo hasta el arroyo, de modo que no quede allí ni una piedra.

2Sa 17:14 Absalón y todos los israelitas dijeron: —El plan de Husay el arquita es mejor que el de Ajitofel. Esto sucedió porque el SEÑOR había determinado hacer fracasar el consejo de Ajitofel, aunque era el más acertado, y de ese modo llevar a Absalón a la ruina.

2Sa 17:15 Entonces Husay les dijo a los sacerdotes Sadoc y Abiatar: —Ajitofel les propuso tal y tal plan a Absalón y a los ancianos de Israel, pero yo les propuse este otro.

2Sa 17:16 Dense prisa y mándenle este mensaje a David: “No pase Su Majestad la noche en los llanos del desierto; más bien, cruce de inmediato al otro lado, no vaya a ser que Su Majestad y quienes lo acompañan sean aniquilados.”

2Sa 17:17 Jonatán y Ajimaz se habían quedado en Enroguel. Como no se podían arriesgar a que los vieran entrar en la ciudad, una criada estaba encargada de darles la información para que ellos se la pasaran al rey David.

2Sa 17:18 Sin embargo, un joven los vio y se lo hizo saber a Absalón, así que ellos se fueron de allí en seguida. Cuando llegaron a la casa de cierto hombre en Bajurín, se metieron en un pozo que él tenía en el patio.

2Sa 17:19 La esposa de aquel hombre cubrió el pozo y esparció trigo sobre la tapa. De esto nadie se enteró.

2Sa 17:20 Al pasar los soldados de Absalón por la casa, le preguntaron a la mujer: —¿Dónde están Jonatán y Ajimaz? —Cruzaron el río[c] —respondió ella. Los soldados salieron en busca de ellos, pero como no pudieron encontrarlos, regresaron a Jerusalén.

2Sa 17:21 Después de que los soldados se fueron, Jonatán y Ajimaz salieron del pozo y se dirigieron adonde estaba David para ponerlo sobre aviso. Le dijeron: —Crucen el río a toda prisa, pues Ajitofel ha aconsejado que los ataquen.

2Sa 17:22 Por tanto, David y quienes lo acompañaban se fueron y cruzaron el Jordán antes de que amaneciera. Todos sin excepción lo cruzaron.

2Sa 17:23 Ajitofel, por su parte, al ver que Absalón no había seguido su consejo, aparejó el asno y se fue a su pueblo. Cuando llegó a su casa, luego de arreglar sus asuntos, fue y se ahorcó. Así murió, y fue enterrado en la tumba de su padre.

2Sa 17:24 David se dirigió a Majanayin, y Absalón lo siguió, cruzando el Jordán con todos los israelitas.

2Sa 17:25 Ahora bien, en lugar de Joab, Absalón había nombrado general de su ejército a Amasá, que era hijo de un hombre llamado Itrá,[d] el cual era ismaelita[e] y se había casado con Abigaíl, hija de Najás y hermana de Sarvia, la madre de Joab.

2Sa 17:26 Los israelitas que estaban con Absalón acamparon en el territorio de Galaad.

2Sa 17:27 Cuando David llegó a Majanayin, allí estaban Sobí hijo de Najás, oriundo de Rabá, ciudad amonita; Maquir hijo de Amiel, que era de Lo Debar; y Barzilay el galaadita, habitante de Roguelín.

2Sa 17:28 Éstos habían llevado camas, vasijas y ollas de barro, y también trigo, cebada, harina, grano tostado, habas, lentejas,[f]

2Sa 17:29 miel, cuajada, queso de vaca y ovejas. Les ofrecieron esos alimentos a David y a su comitiva para que se los comieran, pues pensaban que en el desierto esta gente habría pasado hambre y sed, y estaría muy cansada.

2 Samuel 18

Absalón muerto

2Sa 18:1

Muerte de Absalón

David pasó revista a sus tropas y nombró jefes sobre grupos de mil y de cien soldados.

2Sa 18:2 Los dividió en tres unidades y los envió a la batalla. La primera unidad estaba bajo el mando de Joab, la segunda bajo el mando de Abisay, hijo de Sarvia y hermano de Joab, y la tercera bajo el mando de Itay el guitita. —Yo los voy a acompañar —dijo el rey.

2Sa 18:3 Pero los soldados respondieron: —No, Su Majestad no debe acompañarnos. Si tenemos que huir, el enemigo no se va a ocupar de nosotros. Y aun si la mitad de nosotros muere, a ellos no les va a importar. ¡Pero Su Majestad vale por diez mil de nosotros![a] Así que es mejor que se quede y nos apoye desde la ciudad.

2Sa 18:4 —Bien —dijo el rey—, haré lo que les parezca más conveniente. Dicho esto, se puso a un lado de la entrada de la ciudad, mientras todos los soldados marchaban en grupos de cien y de mil.

2Sa 18:5 Además, el rey dio esta orden a Joab, Abisay e Itay: —No me traten duro al joven Absalón. Y todas las tropas oyeron las instrucciones que el rey le dio a cada uno de sus generales acerca de Absalón.

2Sa 18:6 El ejército marchó al campo para pelear contra Israel, y la batalla se libró en el bosque de Efraín.

2Sa 18:7 La lucha fue intensa aquel día: hubo veinte mil bajas. Sin embargo, los soldados de David derrotaron allí al ejército de Israel.

2Sa 18:8 La batalla se extendió por toda el área, de modo que el bosque causó más muertes que la espada misma.

2Sa 18:9 Absalón, que huía montado en una mula, se encontró con los soldados de David. La mula se metió por debajo de una gran encina, y a Absalón se le trabó la cabeza entre las ramas. Como la mula siguió de largo, Absalón quedó colgado en el aire.

2Sa 18:10 Un soldado que vio lo sucedido le dijo a Joab: —Acabo de ver a Absalón colgado de una encina.

2Sa 18:11 —¡Cómo! —exclamó Joab—. ¿Lo viste y no lo mataste ahí mismo? Te habría dado diez monedas de plata[b] y un cinturón.

2Sa 18:12 Pero el hombre respondió: —Aun si recibiera mil monedas, yo no alzaría la mano contra el hijo del rey. Todos oímos cuando el rey les ordenó a usted, a Abisay y a Itay que no le hicieran daño al joven Absalón.

2Sa 18:13 Si yo me hubiera arriesgado,[c] me habrían descubierto, pues nada se le escapa al rey; y usted, por su parte, me habría abandonado.

2Sa 18:14 —No voy a malgastar mi tiempo contigo —replicó Joab. Acto seguido, agarró tres lanzas y fue y se las clavó en el pecho a Absalón, que todavía estaba vivo en medio de la encina.

2Sa 18:15 Luego, diez de los escuderos de Joab rodearon a Absalón y lo remataron.

2Sa 18:16 Entonces Joab mandó tocar la trompeta para detener a las tropas, y dejaron de perseguir a los israelitas.

2Sa 18:17 Después tomaron el cuerpo de Absalón, lo tiraron en un hoyo grande que había en el bosque, y sobre su cadáver amontonaron muchísimas piedras. Mientras tanto, todos los israelitas huyeron a sus hogares.

2Sa 18:18 En vida, Absalón se había erigido una estela en el valle del Rey, pues pensaba: «No tengo ningún hijo que conserve mi memoria.» Así que a esa estela le puso su propio nombre, y por eso hasta la fecha se conoce como la Estela de Absalón.

David se entera de la muerte de Absalón

2Sa 18:19

David hace duelo

Ajimaz hijo de Sadoc le propuso a Joab: —Déjame ir corriendo para avisarle al rey que el SEÑOR lo ha librado del poder de sus enemigos.

2Sa 18:20 —No le llevarás esta noticia hoy —le respondió Joab—. Podrás hacerlo en otra ocasión, pero no hoy, pues ha muerto el hijo del rey.

2Sa 18:21 Entonces Joab se dirigió a un soldado cusita y le ordenó: —Ve tú y dile al rey lo que has visto. El cusita se inclinó ante Joab y salió corriendo.

2Sa 18:22 Pero Ajimaz hijo de Sadoc insistió: —Pase lo que pase, déjame correr con el cusita. —Pero muchacho —respondió Joab—, ¿para qué quieres ir? ¡Ni pienses que te van a dar una recompensa por la noticia!

2Sa 18:23 —Pase lo que pase, quiero ir. —Anda, pues. Ajimaz salió corriendo por la llanura y se adelantó al cusita.

2Sa 18:24 Mientras tanto, David se hallaba sentado en el pasadizo que está entre las dos puertas de la ciudad. El centinela, que había subido al muro de la puerta, alzó la vista y vio a un hombre que corría solo.

2Sa 18:25 Cuando el centinela se lo anunció al rey, éste comentó: —Si viene solo, debe de traer buenas noticias. Pero mientras el hombre seguía corriendo y se acercaba,

2Sa 18:26 el centinela se dio cuenta de que otro hombre corría detrás de él, así que le anunció al guarda de la puerta: —¡Por ahí viene otro hombre corriendo solo! —Ése también debe de traer buenas noticias —dijo el rey.

2Sa 18:27 El centinela añadió: —Me parece que el primero corre como Ajimaz hijo de Sadoc. —Es un buen hombre —comentó el rey—; seguro que trae buenas noticias.

2Sa 18:28 Ajimaz llegó y saludó al rey postrándose rostro en tierra, y le dijo: —¡Bendito sea el SEÑOR, Dios de Su Majestad, pues nos ha entregado a los que se habían rebelado en contra suya!

2Sa 18:29 —¿Y está bien el joven Absalón? —preguntó el rey. Ajimaz respondió: —En el momento en que tu siervo Joab me enviaba, vi que se armó un gran alboroto, pero no pude saber lo que pasaba.

2Sa 18:30 —Pasa y quédate ahí —le dijo el rey. Ajimaz se hizo a un lado.

El duelo de David

2Sa 18:31 Entonces llegó el cusita y anunció: —Le traigo buenas noticias a Su Majestad. El SEÑOR lo ha librado hoy de todos los que se habían rebelado en contra suya.

2Sa 18:32 —¿Y está bien el joven Absalón? —preguntó el rey. El cusita contestó: —¡Que sufran como ese joven los enemigos de Su Majestad, y todos los que intentan hacerle mal!

2Sa 18:33 Al oír esto, el rey se estremeció; y mientras subía al cuarto que está encima de la puerta, lloraba y decía: «¡Ay, Absalón, hijo mío! ¡Hijo mío, Absalón, hijo mío! ¡Ojalá hubiera muerto yo en tu lugar! ¡Ay, Absalón, hijo mío, hijo mío!»

Salmo 91

Esperanza mía y castillo mío

Sal 91:1

El que habita al abrigo del Altísimo se acoge a la sombra del Todopoderoso.

Sal 91:2 Yo le digo al SEÑOR: «Tú eres mi refugio, mi fortaleza, el Dios en quien confío.»

Sal 91:3 Sólo él puede librarte de las trampas del cazador y de mortíferas plagas,

Sal 91:4 pues te cubrirá con sus plumas y bajo sus alas hallarás refugio. ¡Su verdad será tu escudo y tu baluarte!

Sal 91:5 No temerás el terror de la noche, ni la flecha que vuela de día,

Sal 91:6 ni la peste que acecha en las sombras ni la plaga que destruye a mediodía.

Sal 91:7 Podrán caer mil a tu izquierda, y diez mil a tu derecha, pero a ti no te afectará.

Sal 91:8 No tendrás más que abrir bien los ojos, para ver a los impíos recibir su merecido.

Sal 91:9 Ya que has puesto al SEÑOR por tu[a] refugio, al Altísimo por tu protección,

Sal 91:10 ningún mal habrá de sobrevenirte, ninguna calamidad llegará a tu hogar.

Sal 91:11 Porque él ordenará que sus ángeles te cuiden en todos tus caminos.

Sal 91:12 Con sus propias manos te levantarán para que no tropieces con piedra alguna.

Sal 91:13 Aplastarás al león y a la víbora; ¡hollarás fieras y serpientes!

Sal 91:14 «Yo lo libraré, porque él se acoge a mí; lo protegeré, porque reconoce mi nombre.

Sal 91:15 Él me invocará, y yo le responderé; estaré con él en momentos de angustia; lo libraré y lo llenaré de honores.

Sal 91:16 Lo colmaré con muchos años de vida y le haré gozar de mi salvación.»