Día 336

15 El Pueblo del Reino

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Hebreos 3

Jesús mayor que Moisés

Heb 3:1

Jesús, superior a Moisés

Por lo tanto, hermanos, ustedes que han sido santificados y que tienen parte en el mismo llamamiento celestial, consideren a Jesús, apóstol y sumo sacerdote de la fe que profesamos.

Heb 3:2 Él fue fiel al que lo nombró, como lo fue también Moisés en toda la casa de Dios.

Heb 3:3 De hecho, Jesús ha sido estimado digno de mayor honor que Moisés, así como el constructor de una casa recibe mayor honor que la casa misma.

Heb 3:4 Porque toda casa tiene su constructor, pero el constructor de todo es Dios.

Heb 3:5 Moisés fue fiel como siervo en toda la casa de Dios, para dar testimonio de lo que Dios diría en el futuro.

Heb 3:6 Cristo, en cambio, es fiel como Hijo al frente de la casa de Dios. Y esa casa somos nosotros, con tal que mantengamos[a] nuestra confianza y la esperanza que nos enorgullece.

Reposo para el pueblo de Dios

Heb 3:7

Advertencia contra la incredulidad

Por eso, como dice el Espíritu Santo: «Si ustedes oyen hoy su voz,

Heb 3:8 no endurezcan el corazón como sucedió en la rebelión, en aquel día de prueba en el desierto.

Heb 3:9 Allí sus antepasados me tentaron y me pusieron a prueba, a pesar de haber visto mis obras cuarenta años.

Heb 3:10 Por eso me enojé con aquella generación, y dije: “Siempre se descarría su corazón, y no han reconocido mis caminos.”

Heb 3:11 Así que, en mi enojo, hice este juramento: “Jamás entrarán en mi reposo.” »[b]

Heb 3:12 Cuídense, hermanos, de que ninguno de ustedes tenga un corazón pecaminoso e incrédulo que los haga apartarse del Dios vivo.

Heb 3:13 Más bien, mientras dure ese «hoy», anímense unos a otros cada día, para que ninguno de ustedes se endurezca por el engaño del pecado.

Heb 3:14 Hemos llegado a tener parte con Cristo, con tal que retengamos firme hasta el fin la confianza que tuvimos al principio.

Heb 3:15 Como se acaba de decir: «Si ustedes oyen hoy su voz, no endurezcan el corazón como sucedió en la rebelión.»[c]

Heb 3:16 Ahora bien, ¿quiénes fueron los que oyeron y se rebelaron? ¿No fueron acaso todos los que salieron de Egipto guiados por Moisés?

Heb 3:17 ¿Y con quiénes se enojó Dios durante cuarenta años? ¿No fue acaso con los que pecaron, los cuales cayeron muertos en el desierto?

Heb 3:18 ¿Y a quiénes juró Dios que jamás entrarían en su reposo, sino a los que desobedecieron?[d]

Heb 3:19 Como podemos ver, no pudieron entrar por causa de su incredulidad.

Hebreos 4

Heb 4:1

Reposo del pueblo de Dios

Cuidémonos, por tanto, no sea que, aunque la promesa de entrar en su reposo sigue vigente, alguno de ustedes parezca quedarse atrás.

Heb 4:2 Porque a nosotros, lo mismo que a ellos, se nos ha anunciado la buena noticia; pero el mensaje que escucharon no les sirvió de nada, porque no se unieron en la fe a[a] los que habían prestado atención a ese mensaje.

Heb 4:3 En tal reposo entramos los que somos creyentes, conforme Dios ha dicho: «Así que, en mi enojo, hice este juramento: “Jamás entrarán en mi reposo.” »[b] Es cierto que su trabajo quedó terminado con la creación del mundo,

Heb 4:4 pues en algún lugar se ha dicho así del séptimo día: «Y en el séptimo día reposó Dios de todas sus obras.»[c]

Heb 4:5 Y en el pasaje citado también dice: «Jamás entrarán en mi reposo.»

Heb 4:6 Sin embargo, todavía falta que algunos entren en ese reposo, y los primeros a quienes se les anunció la buena noticia no entraron por causa de su desobediencia.

Heb 4:7 Por eso, Dios volvió a fijar un día, que es «hoy», cuando mucho después declaró por medio de David lo que ya se ha mencionado: «Si ustedes oyen hoy su voz, no endurezcan el corazón.»[d]

Heb 4:8 Si Josué les hubiera dado el reposo, Dios no habría hablado posteriormente de otro día.

Heb 4:9 Por consiguiente, queda todavía un reposo especial[e] para el pueblo de Dios;

Heb 4:10 porque el que entra en el reposo de Dios descansa también de sus obras, así como Dios descansó de las suyas.

Heb 4:11 Esforcémonos, pues, por entrar en ese reposo, para que nadie caiga al seguir aquel ejemplo de desobediencia.

Heb 4:12 Ciertamente, la palabra de Dios es viva y poderosa, y más cortante que cualquier espada de dos filos. Penetra hasta lo más profundo del alma y del espíritu, hasta la médula de los huesos,[f] y juzga los pensamientos y las intenciones del corazón.

Heb 4:13 Ninguna cosa creada escapa a la vista de Dios. Todo está al descubierto, expuesto a los ojos de aquel a quien hemos de rendir cuentas.

"Jesús, el gran sumo sacerdote"

Heb 4:14

Jesús, el gran sumo sacerdote

Por lo tanto, ya que en Jesús, el Hijo de Dios, tenemos un gran sumo sacerdote que ha atravesado los cielos, aferrémonos a la fe que profesamos.

Heb 4:15 Porque no tenemos un sumo sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que ha sido tentado en todo de la misma manera que nosotros, aunque sin pecado.

Heb 4:16 Así que acerquémonos confiadamente al trono de la gracia para recibir misericordia y hallar la gracia que nos ayude en el momento que más la necesitemos.

Salmo 26

Bendeciré al Señor

Sal 26:1

Salmo de David.

Hazme justicia, SEÑOR, pues he llevado una vida intachable; ¡en el SEÑOR confío sin titubear!

Sal 26:2 Examíname, SEÑOR; ¡ponme a prueba! purifica mis entrañas y mi corazón.

Sal 26:3 Tu gran amor lo tengo presente, y siempre ando en tu verdad

Sal 26:4 Yo no convivo con los mentirosos, ni me junto con los hipócritas;

Sal 26:5 aborrezco la compañía de los malvados; no cultivo la amistad de los perversos.

Sal 26:6 Con manos limpias e inocentes camino, SEÑOR, en torno a tu altar,

Sal 26:7 proclamando en voz alta tu alabanza y contando todas tus maravillas

Sal 26:8 SEÑOR, yo amo la casa donde vives, el lugar donde reside tu gloria.

Sal 26:9 En la muerte, no me incluyas entre pecadores y asesinos,

Sal 26:10 entre gente que tiene las manos llenas de artimañas y sobornos

Sal 26:11 Yo, en cambio, llevo una vida intachable; líbrame y compadécete de mí.

Sal 26:12 Tengo los pies en terreno firme, y en la gran asamblea bendeciré al SEÑOR.