Día 346

15 El Pueblo del Reino

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Lee la Biblia: 1 Juan 1- 2 - 3

Mira nuestro video Lee la Biblia sobre las cartas de Juan, que desglosa el diseño literario del libro y su línea de pensamiento. Juan hace un llamado a los seguidores de Jesús a ser partícipes de vida y el amor de Dios dedicándose al amor de los unos a los otros.

1 Juan 1

La Palabra de Vida

1Jn 1:1

El Verbo de vida

Lo que ha sido desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros propios ojos, lo que hemos contemplado, lo que hemos tocado con las manos, esto les anunciamos respecto al Verbo que es vida.

1Jn 1:2 Esta vida se manifestó. Nosotros la hemos visto y damos testimonio de ella, y les anunciamos a ustedes la vida eterna que estaba con el Padre y que se nos ha manifestado.

1Jn 1:3 Les anunciamos lo que hemos visto y oído, para que también ustedes tengan comunión con nosotros. Y nuestra comunión es con el Padre y con su Hijo Jesucristo.

1Jn 1:4 Les escribimos estas cosas para que nuestra alegría[a] sea completa.

Andamos en la luz

1Jn 1:5

Caminemos en la luz

Éste es el mensaje que hemos oído de él y que les anunciamos: Dios es luz y en él no hay ninguna oscuridad.

1Jn 1:6 Si afirmamos que tenemos comunión con él, pero vivimos en la oscuridad, mentimos y no ponemos en práctica la verdad.

1Jn 1:7 Pero si vivimos en la luz, así como él está en la luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de su Hijo Jesucristo nos limpia de todo pecado.

1Jn 1:8 Si afirmamos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos y no tenemos la verdad.

1Jn 1:9 Si confesamos nuestros pecados, Dios, que es fiel y justo, nos los perdonará y nos limpiará de toda maldad.

1Jn 1:10 Si afirmamos que no hemos pecado, lo hacemos pasar por mentiroso y su palabra no habita en nosotros.

1 Juan 2

Cristo nuestro abogado

1Jn 2:1 Mis queridos hijos, les escribo estas cosas para que no pequen. Pero si alguno peca, tenemos ante el Padre a un intercesor, a Jesucristo, el Justo.

1Jn 2:2 Él es el sacrificio por el perdón de[a] nuestros pecados, y no sólo por los nuestros sino por los de todo el mundo.

1Jn 2:3 ¿Cómo sabemos si hemos llegado a conocer a Dios? Si obedecemos sus mandamientos.

1Jn 2:4 El que afirma: «Lo conozco», pero no obedece sus mandamientos, es un mentiroso y no tiene la verdad.

1Jn 2:5 En cambio, el amor de Dios se manifiesta plenamente[b] en la vida del que obedece su palabra. De este modo sabemos que estamos unidos a él:

1Jn 2:6 el que afirma que permanece en él, debe vivir como él vivió.

El nuevo mandamiento

1Jn 2:7 Queridos hermanos, lo que les escribo no es un mandamiento nuevo, sino uno antiguo que han tenido desde el principio. Este mandamiento antiguo es el mensaje que ya oyeron.

1Jn 2:8 Por otra parte, lo que les escribo es un mandamiento nuevo, cuya verdad se manifiesta tanto en la vida de Cristo como en la de ustedes, porque la oscuridad se va desvaneciendo y ya brilla la luz verdadera.

1Jn 2:9 El que afirma que está en la luz, pero odia a su hermano, todavía está en la oscuridad.

1Jn 2:10 El que ama a su hermano permanece en la luz, y no hay nada en su vida[c] que lo haga tropezar.

1Jn 2:11 Pero el que odia a su hermano está en la oscuridad y en ella vive, y no sabe a dónde va porque la oscuridad no lo deja ver.

1Jn 2:12 Les escribo a ustedes, queridos hijos, porque sus pecados han sido perdonados por el nombre de Cristo.

1Jn 2:13 Les escribo a ustedes, padres, porque han conocido al que es desde el principio. Les escribo a ustedes, jóvenes, porque han vencido al maligno. Les he escrito a ustedes, queridos hijos, porque han conocido al Padre.

1Jn 2:14 Les he escrito a ustedes, padres, porque han conocido al que es desde el principio. Les he escrito a ustedes, jóvenes, porque son fuertes, y la palabra de Dios permanece en ustedes, y han vencido al maligno.

No améis al mundo

1Jn 2:15

No amemos al mundo

No amen al mundo ni nada de lo que hay en él. Si alguien ama al mundo, no tiene el amor del Padre.

1Jn 2:16 Porque nada de lo que hay en el mundo —los malos deseos del cuerpo, la codicia de los ojos y la arrogancia de la vida—proviene del Padre sino del mundo.

1Jn 2:17 El mundo se acaba con sus malos deseos, pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.

Cuidado con los anticristos

1Jn 2:18

Cuidémonos de los anticristos

Queridos hijos, ésta es la hora final, y así como ustedes oyeron que el anticristo vendría, muchos son los anticristos que han surgido ya. Por eso nos damos cuenta de que ésta es la hora final.

1Jn 2:19 Aunque salieron de entre nosotros, en realidad no eran de los nuestros; si lo hubieran sido, se habrían quedado con nosotros. Su salida sirvió para comprobar que ninguno de ellos era de los nuestros.

1Jn 2:20 Todos ustedes, en cambio, han recibido unción del Santo, de manera que conocen la verdad.[d]

1Jn 2:21 No les escribo porque ignoren la verdad, sino porque la conocen y porque ninguna mentira procede de la verdad.

1Jn 2:22 ¿Quién es el mentiroso sino el que niega que Jesús es el Cristo? Es el anticristo, el que niega al Padre y al Hijo.

1Jn 2:23 Todo el que niega al Hijo no tiene al Padre; el que reconoce al Hijo tiene también al Padre.

1Jn 2:24 Permanezca en ustedes lo que han oído desde el principio, y así ustedes[e] permanecerán también en el Hijo y en el Padre.

1Jn 2:25 Ésta es la promesa que él nos dio: la vida eterna.

1Jn 2:26 Estas cosas les escribo acerca de los que procuran engañarlos.

1Jn 2:27 En cuanto a ustedes, la unción que de él recibieron permanece en ustedes, y no necesitan que nadie les enseñe. Esa unción es auténtica —no es falsa—y les enseña todas las cosas. Permanezcan en él, tal y como él les enseñó.

Hijos de Dios

1Jn 2:28

Permanezcamos en Dios

Y ahora, queridos hijos, permanezcamos[f] en él para que, cuando se manifieste, podamos presentarnos ante él confiadamente, seguros de no ser avergonzados en su venida.

1Jn 2:29 Si reconocen que Jesucristo es justo, reconozcan también que todo el que practica la justicia ha nacido de él.

Salmo 36

"Cuán preciosa, oh Dios, es tu misericordia"

Sal 36:1

Al director musical. De David, el siervo del SEÑOR.

Dice el pecador: «Ser impío lo llevo en el corazón.»[a] No hay temor de Dios delante de sus ojos

Sal 36:2 Cree que merece alabanzas y no halla aborrecible su pecado

Sal 36:3 Sus palabras son inicuas y engañosas; ha perdido el buen juicio y la capacidad de hacer el bien

Sal 36:4 Aun en su lecho trama hacer el mal; se aferra a su mal camino y persiste en la maldad.

Sal 36:5 Tu amor, SEÑOR, llega hasta los cielos; tu fidelidad alcanza las nubes

Sal 36:6 Tu justicia es como las altas montañas;[b] tus juicios, como el gran océano. Tú, SEÑOR, cuidas de hombres y animales;

Sal 36:7 ¡cuán precioso, oh Dios, es tu gran amor! Todo ser humano halla refugio a la sombra de tus alas

Sal 36:8 Se sacian de la abundancia de tu casa; les das a beber de tu río de deleites

Sal 36:9 Porque en ti está la fuente de la vida, y en tu luz podemos ver la luz.

Sal 36:10 Extiende tu amor a los que te conocen, y tu justicia a los rectos de corazón

Sal 36:11 Que no me aplaste el pie del orgulloso, ni me desarraigue la mano del impío.

Sal 36:12 Vean cómo fracasan los malvados: ¡caen a tierra, y ya no pueden levantarse!