Día 274

14 Jesús & el Reino

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Lucas 14

Curación de un hombre en el día de reposo

Luc 14:1

Jesús en casa de un fariseo

Un día Jesús fue a comer a casa de un notable de los fariseos. Era sábado, así que éstos estaban acechando a Jesús.

Luc 14:2 Allí, delante de él, estaba un hombre enfermo de hidropesía.

Luc 14:3 Jesús les preguntó a los expertos en la ley y a los fariseos: —¿Está permitido o no sanar en sábado?

Luc 14:4 Pero ellos se quedaron callados. Entonces tomó al hombre, lo sanó y lo despidió.

Luc 14:5 También les dijo: —Si uno de ustedes tiene un hijo[a] o un buey que se le cae en un pozo, ¿no lo saca en seguida aunque sea sábado?

Luc 14:6 Y no pudieron contestarle nada.

La parábola del banquete de bodas

Luc 14:7 Al notar cómo los invitados escogían los lugares de honor en la mesa, les contó esta parábola:

Luc 14:8 —Cuando alguien te invite a una fiesta de bodas, no te sientes en el lugar de honor, no sea que haya algún invitado más distinguido que tú.

Luc 14:9 Si es así, el que los invitó a los dos vendrá y te dirá: “Cédele tu asiento a este hombre.” Entonces, avergonzado, tendrás que ocupar el último asiento.

Luc 14:10 Más bien, cuando te inviten, siéntate en el último lugar, para que cuando venga el que te invitó, te diga: “Amigo, pasa más adelante a un lugar mejor.” Así recibirás honor en presencia de todos los demás invitados.

Luc 14:11 Todo el que a sí mismo se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.

La parábola del gran banquete

Luc 14:12 También dijo Jesús al que lo había invitado: —Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a tus vecinos ricos; no sea que ellos, a su vez, te inviten y así seas recompensado.

Luc 14:13 Más bien, cuando des un banquete, invita a los pobres, a los inválidos, a los cojos y a los ciegos.

Luc 14:14 Entonces serás dichoso, pues aunque ellos no tienen con qué recompensarte, serás recompensado en la resurrección de los justos.

Luc 14:15

Parábola del gran banquete

Al oír esto, uno de los que estaban sentados a la mesa con Jesús le dijo: —¡Dichoso el que coma en el banquete del reino de Dios!

Luc 14:16 Jesús le contestó: —Cierto hombre preparó un gran banquete e invitó a muchas personas.

Luc 14:17 A la hora del banquete mandó a su siervo a decirles a los invitados: “Vengan, porque ya todo está listo.”

Luc 14:18 Pero todos, sin excepción, comenzaron a disculparse. El primero le dijo: “Acabo de comprar un terreno y tengo que ir a verlo. Te ruego que me disculpes.”

Luc 14:19 Otro adujo: “Acabo de comprar cinco yuntas de bueyes, y voy a probarlas. Te ruego que me disculpes.”

Luc 14:20 Otro alegó: “Acabo de casarme y por eso no puedo ir.”

Luc 14:21 El siervo regresó y le informó de esto a su señor. Entonces el dueño de la casa se enojó y le mandó a su siervo: “Sal de prisa por las plazas y los callejones del pueblo, y trae acá a los pobres, a los inválidos, a los cojos y a los ciegos.”

Luc 14:22 “Señor —le dijo luego el siervo—, ya hice lo que usted me mandó, pero todavía hay lugar.”

Luc 14:23 Entonces el señor le respondió: “Ve por los caminos y las veredas, y oblígalos a entrar para que se llene mi casa.

Luc 14:24 Les digo que ninguno de aquellos invitados disfrutará de mi banquete.”

El coste de ser discípulo

Luc 14:25

El precio del discipulado

Grandes multitudes seguían a Jesús, y él se volvió y les dijo:

Luc 14:26 «Si alguno viene a mí y no sacrifica el amor[b] a su padre y a su madre, a su esposa y a sus hijos, a sus hermanos y a sus hermanas, y aun a su propia vida, no puede ser mi discípulo.

Luc 14:27 Y el que no carga su cruz y me sigue, no puede ser mi discípulo.

Luc 14:28 »Supongamos que alguno de ustedes quiere construir una torre. ¿Acaso no se sienta primero a calcular el costo, para ver si tiene suficiente dinero para terminarla?

Luc 14:29 Si echa los cimientos y no puede terminarla, todos los que la vean comenzarán a burlarse de él,

Luc 14:30 y dirán: “Este hombre ya no pudo terminar lo que comenzó a construir.”

Luc 14:31 »O supongamos que un rey está a punto de ir a la guerra contra otro rey. ¿Acaso no se sienta primero a calcular si con diez mil hombres puede enfrentarse al que viene contra él con veinte mil?

Luc 14:32 Si no puede, enviará una delegación mientras el otro está todavía lejos, para pedir condiciones de paz.

Luc 14:33 De la misma manera, cualquiera de ustedes que no renuncie a todos sus bienes, no puede ser mi discípulo.

La sal insípida no sirve para nada

Luc 14:34 »La sal es buena, pero si se vuelve insípida, ¿cómo recuperará el sabor?

Luc 14:35 No sirve ni para la tierra ni para el abono; hay que tirarla fuera. »El que tenga oídos para oír, que oiga.»

Lucas 15

La parábola de la oveja perdida

Luc 15:1

Parábola de la oveja perdida

15:4-7—Mt 18:12-14

Muchos recaudadores de impuestos y pecadores se acercaban a Jesús para oírlo,

Luc 15:2 de modo que los fariseos y los maestros de la ley se pusieron a murmurar: «Este hombre recibe a los pecadores y come con ellos.»

Luc 15:3 Él entonces les contó esta parábola:

Luc 15:4 «Supongamos que uno de ustedes tiene cien ovejas y pierde una de ellas. ¿No deja las noventa y nueve en el campo, y va en busca de la oveja perdida hasta encontrarla?

Luc 15:5 Y cuando la encuentra, lleno de alegría la carga en los hombros

Luc 15:6 y vuelve a la casa. Al llegar, reúne a sus amigos y vecinos, y les dice: “Alégrense conmigo; ya encontré la oveja que se me había perdido.”

Luc 15:7 Les digo que así es también en el cielo: habrá más alegría por un solo pecador que se arrepienta, que por noventa y nueve justos que no necesitan arrepentirse.

La parábola de la moneda perdida

Luc 15:8

Parábola de la moneda perdida

»O supongamos que una mujer tiene diez monedas de plata[a] y pierde una. ¿No enciende una lámpara, barre la casa y busca con cuidado hasta encontrarla?

Luc 15:9 Y cuando la encuentra, reúne a sus amigas y vecinas, y les dice: “Alégrense conmigo; ya encontré la moneda que se me había perdido.”

Luc 15:10 Les digo que así mismo se alegra Dios con sus ángeles[b] por un pecador que se arrepiente.

La parábola del hijo pródigo

Luc 15:11

Parábola del hijo perdido

«Un hombre tenía dos hijos —continuó Jesús—.

Luc 15:12 El menor de ellos le dijo a su padre: “Papá, dame lo que me toca de la herencia.” Así que el padre repartió sus bienes entre los dos.

Luc 15:13 Poco después el hijo menor juntó todo lo que tenía y se fue a un país lejano; allí vivió desenfrenadamente y derrochó su herencia.

Luc 15:14 »Cuando ya lo había gastado todo, sobrevino una gran escasez en la región, y él comenzó a pasar necesidad.

Luc 15:15 Así que fue y consiguió empleo con un ciudadano de aquel país, quien lo mandó a sus campos a cuidar cerdos.

Luc 15:16 Tanta hambre tenía que hubiera querido llenarse el estómago con la comida que daban a los cerdos, pero aun así nadie le daba nada.

Luc 15:17 Por fin recapacitó y se dijo: “¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen comida de sobra, y yo aquí me muero de hambre!

Luc 15:18 Tengo que volver a mi padre y decirle: Papá, he pecado contra el cielo y contra ti.

Luc 15:19 Ya no merezco que se me llame tu hijo; trátame como si fuera uno de tus jornaleros.”

Luc 15:20 Así que emprendió el viaje y se fue a su padre. »Todavía estaba lejos cuando su padre lo vio y se compadeció de él; salió corriendo a su encuentro, lo abrazó y lo besó.

Luc 15:21 El joven le dijo: “Papá, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no merezco que se me llame tu hijo.”[c]

Luc 15:22 Pero el padre ordenó a sus siervos: “¡Pronto! Traigan la mejor ropa para vestirlo. Pónganle también un anillo en el dedo y sandalias en los pies.

Luc 15:23 Traigan el ternero más gordo y mátenlo para celebrar un banquete.

Luc 15:24 Porque este hijo mío estaba muerto, pero ahora ha vuelto a la vida; se había perdido, pero ya lo hemos encontrado.” Así que empezaron a hacer fiesta.

Luc 15:25 »Mientras tanto, el hijo mayor estaba en el campo. Al volver, cuando se acercó a la casa, oyó la música del baile.

Luc 15:26 Entonces llamó a uno de los siervos y le preguntó qué pasaba.

Luc 15:27 “Ha llegado tu hermano —le respondió—, y tu papá ha matado el ternero más gordo porque ha recobrado a su hijo sano y salvo.”

Luc 15:28 Indignado, el hermano mayor se negó a entrar. Así que su padre salió a suplicarle que lo hiciera.

Luc 15:29 Pero él le contestó: “¡Fíjate cuántos años te he servido sin desobedecer jamás tus órdenes, y ni un cabrito me has dado para celebrar una fiesta con mis amigos!

Luc 15:30 ¡Pero ahora llega ese hijo tuyo, que ha despilfarrado tu fortuna con prostitutas, y tú mandas matar en su honor el ternero más gordo!”

Luc 15:31 »“Hijo mío —le dijo su padre—, tú siempre estás conmigo, y todo lo que tengo es tuyo.

Luc 15:32 Pero teníamos que hacer fiesta y alegrarnos, porque este hermano tuyo estaba muerto, pero ahora ha vuelto a la vida; se había perdido, pero ya lo hemos encontrado.” »

Lucas 16

La parábola del mayordomo deshonesto

Luc 16:1

Parábola del administrador astuto

Jesús contó otra parábola a sus discípulos: «Un hombre rico tenía un administrador a quien acusaron de derrochar sus bienes.

Luc 16:2 Así que lo mandó a llamar y le dijo: “¿Qué es esto que me dicen de ti? Rinde cuentas de tu administración, porque ya no puedes seguir en tu puesto.”

Luc 16:3 El administrador reflexionó: “¿Qué voy a hacer ahora que mi patrón está por quitarme el puesto? No tengo fuerzas para cavar, y me da vergüenza pedir limosna.

Luc 16:4 Tengo que asegurarme de que, cuando me echen de la administración, haya gente que me reciba en su casa. ¡Ya sé lo que voy a hacer!”

Luc 16:5 »Llamó entonces a cada uno de los que le debían algo a su patrón. Al primero le preguntó: “¿Cuánto le debes a mi patrón?”

Luc 16:6 “Cien barriles[a] de aceite”, le contestó él. El administrador le dijo: “Toma tu factura, siéntate en seguida y escribe cincuenta.”

Luc 16:7 Luego preguntó al segundo: “Y tú, ¿cuánto debes?” “Cien bultos[b] de trigo”, contestó. El administrador le dijo: “Toma tu factura y escribe ochenta.”

Luc 16:8 »Pues bien, el patrón elogió al administrador de riquezas mundanas[c] por haber actuado con astucia. Es que los de este mundo, en su trato con los que son como ellos, son más astutos que los que han recibido la luz.

Luc 16:9 Por eso les digo que se valgan de las riquezas mundanas para ganar amigos,[d] a fin de que cuando éstas se acaben haya quienes los reciban a ustedes en las viviendas eternas.

Luc 16:10 »El que es honrado[e] en lo poco, también lo será en lo mucho; y el que no es íntegro[f] en lo poco, tampoco lo será en lo mucho.

Luc 16:11 Por eso, si ustedes no han sido honrados en el uso de las riquezas mundanas,[g] ¿quién les confiará las verdaderas?

Luc 16:12 Y si con lo ajeno no han sido honrados, ¿quién les dará a ustedes lo que les pertenece?

Luc 16:13 »Ningún sirviente puede servir a dos patrones. Menospreciará a uno y amará al otro, o querrá mucho a uno y despreciará al otro. Ustedes no pueden servir a la vez a Dios y a las riquezas.»

La Ley y el Reino de Dios

Luc 16:14 Oían todo esto los fariseos, a quienes les encantaba el dinero, y se burlaban de Jesús.

Luc 16:15 Él les dijo: «Ustedes se hacen los buenos ante la gente, pero Dios conoce sus corazones. Dense cuenta de que aquello que la gente tiene en gran estima es detestable delante de Dios.

Luc 16:16

Otras enseñanzas

»La ley y los profetas se proclamaron hasta Juan. Desde entonces se anuncian las buenas nuevas del reino de Dios, y todos se esfuerzan por entrar en él.[h]

Luc 16:17 Es más fácil que desaparezcan el cielo y la tierra, que caiga una sola tilde de la ley.

Divorcio y segundas nupcias

Luc 16:18 »Todo el que se divorcia de su esposa y se casa con otra, comete adulterio; y el que se casa con la divorciada, comete adulterio.

El hombre rico y Lázaro

Luc 16:19

El rico y Lázaro

»Había un hombre rico que se vestía lujosamente[i] y daba espléndidos banquetes todos los días.

Luc 16:20 A la puerta de su casa se tendía un mendigo llamado Lázaro, que estaba cubierto de llagas

Luc 16:21 y que hubiera querido llenarse el estómago con lo que caía de la mesa del rico. Hasta los perros se acercaban y le lamían las llagas.

Luc 16:22 »Resulta que murió el mendigo, y los ángeles se lo llevaron para que estuviera al lado de Abraham. También murió el rico, y lo sepultaron.

Luc 16:23 En el infierno,[j] en medio de sus tormentos, el rico levantó los ojos y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro junto a él.

Luc 16:24 Así que alzó la voz y lo llamó: “Padre Abraham, ten compasión de mí y manda a Lázaro que moje la punta del dedo en agua y me refresque la lengua, porque estoy sufriendo mucho en este fuego.”

Luc 16:25 Pero Abraham le contestó: “Hijo, recuerda que durante tu vida te fue muy bien, mientras que a Lázaro le fue muy mal; pero ahora a él le toca recibir consuelo aquí, y a ti, sufrir terriblemente.

Luc 16:26 Además de eso, hay un gran abismo entre nosotros y ustedes, de modo que los que quieren pasar de aquí para allá no pueden, ni tampoco pueden los de allá para acá.”

Luc 16:27 »Él respondió: “Entonces te ruego, padre, que mandes a Lázaro a la casa de mi padre,

Luc 16:28 para que advierta a mis cinco hermanos y no vengan ellos también a este lugar de tormento.”

Luc 16:29 Pero Abraham le contestó: “Ya tienen a Moisés y a los profetas; ¡que les hagan caso a ellos!”

Luc 16:30 “No les harán caso, padre Abraham —replicó el rico—; en cambio, si se les presentara uno de entre los muertos, entonces sí se arrepentirían.”

Luc 16:31 Abraham le dijo: “Si no les hacen caso a Moisés y a los profetas, tampoco se convencerán aunque alguien se levante de entre los muertos.” »

Salmo 119: 1-32

Lámpara es a mis pies tu palabra

Sal 119:1

Álef

Dichosos los que van por caminos perfectos, los que andan conforme a la ley del SEÑOR.

Sal 119:2 Dichosos los que guardan sus estatutos y de todo corazón lo buscan.

Sal 119:3 Jamás hacen nada malo, sino que siguen los caminos de Dios.

Sal 119:4 Tú has establecido tus preceptos, para que se cumplan fielmente.

Sal 119:5 ¡Cuánto deseo afirmar mis caminos para cumplir tus decretos!

Sal 119:6 No tendré que pasar vergüenzas cuando considere todos tus mandamientos.

Sal 119:7 Te alabaré con integridad de corazón, cuando aprenda tus justos juicios.

Sal 119:8 Tus decretos cumpliré; no me abandones del todo.

Sal 119:9

Bet

¿Cómo puede el joven llevar una vida íntegra? Viviendo conforme a tu palabra.

Sal 119:10 Yo te busco con todo el corazón; no dejes que me desvíe de tus mandamientos.

Sal 119:11 En mi corazón atesoro tus dichos para no pecar contra ti.

Sal 119:12 ¡Bendito seas, SEÑOR! ¡Enséñame tus decretos!

Sal 119:13 Con mis labios he proclamado todos los juicios que has emitido.

Sal 119:14 Me regocijo en el camino de tus estatutos más que en[b] todas las riquezas.

Sal 119:15 En tus preceptos medito, y pongo mis ojos en tus sendas.

Sal 119:16 En tus decretos hallo mi deleite, y jamás olvidaré tu palabra.

Sal 119:17

Guímel

Trata con bondad a este siervo tuyo; así viviré y obedeceré tu palabra.

Sal 119:18 Ábreme los ojos, para que contemple las maravillas de tu ley.

Sal 119:19 En esta tierra soy un extranjero; no escondas de mí tus mandamientos.

Sal 119:20 A toda hora siento un nudo en la garganta por el deseo de conocer tus juicios.

Sal 119:21 Tú reprendes a los insolentes; ¡malditos los que se apartan de tus mandamientos!

Sal 119:22 Aleja de mí el menosprecio y el desdén, pues yo cumplo tus estatutos.

Sal 119:23 Aun los poderosos se confabulan contra mí, pero este siervo tuyo medita en tus decretos.

Sal 119:24 Tus estatutos son mi deleite; son también mis consejeros.

Sal 119:25

Dálet

Postrado estoy en el polvo; dame vida conforme a tu palabra.

Sal 119:26 Tú me respondiste cuando te hablé de mis caminos. ¡Enséñame tus decretos!

Sal 119:27 Hazme entender el camino de tus preceptos, y meditaré en tus maravillas.

Sal 119:28 De angustia se me derrite el alma: susténtame conforme a tu palabra.

Sal 119:29 Manténme alejado de caminos torcidos; concédeme las bondades de tu ley.

Sal 119:30 He optado por el camino de la fidelidad, he escogido tus juicios.

Sal 119:31 Yo, SEÑOR, me apego a tus estatutos; no me hagas pasar vergüenza.

Sal 119:32 Corro por el camino de tus mandamientos, porque has ampliado mi modo de pensar.