Día 90

07 El Auge y Caída del Reino de Israel

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2 Samuel 13

Amnón y Tamar

2Sa 13:1

Amnón y Tamar

Pasado algún tiempo, sucedió lo siguiente. Absalón hijo de David tenía una hermana muy bella, que se llamaba Tamar; y Amnón, otro hijo de David, se enamoró de ella.

2Sa 13:2 Pero como Tamar era virgen, Amnón se enfermó de angustia al pensar que le sería muy difícil llevar a cabo sus intenciones con su hermana.

2Sa 13:3 Sin embargo, Amnón tenía un amigo muy astuto, que se llamaba Jonadab, y que era hijo de Simá y sobrino de David. Jonadab

2Sa 13:4 le preguntó a Amnón: —¿Cómo es que tú, todo un príncipe, te ves cada día peor? ¿Por qué no me cuentas lo que te pasa? —Es que estoy muy enamorado de mi hermana Tamar —respondió Amnón.

2Sa 13:5 Jonadab le sugirió: —Acuéstate y finge que estás enfermo. Cuando tu padre vaya a verte, dile: “Por favor, que venga mi hermana Tamar a darme de comer. Quisiera verla preparar la comida aquí mismo, y que ella me la sirva.”

2Sa 13:6 Así que Amnón se acostó y fingió estar enfermo. Y cuando el rey fue a verlo, Amnón le dijo: —Por favor, que venga mi hermana Tamar a prepararme aquí mismo dos tortas, y que me las sirva.

2Sa 13:7 David envió un mensajero a la casa de Tamar, para que le diera este recado: «Ve a casa de tu hermano Amnón, y prepárale la comida.»

2Sa 13:8 Tamar fue a casa de su hermano Amnón y lo encontró acostado. Tomó harina, la amasó, preparó las tortas allí mismo, y las coció.

2Sa 13:9 Luego tomó la sartén para servirle, pero Amnón se negó a comer y ordenó: —¡Fuera de aquí todos! ¡No quiero ver a nadie! Una vez que todos salieron,

2Sa 13:10 Amnón le dijo a Tamar: —Trae la comida a mi habitación, y dame de comer tú misma. Ella tomó las tortas que había preparado y se las llevó a su hermano Amnón a la habitación,

2Sa 13:11 pero cuando se le acercó para darle de comer, él la agarró por la fuerza y le dijo: —¡Ven, hermanita; acuéstate conmigo!

2Sa 13:12 Pero ella exclamó: —¡No, hermano mío! No me humilles, que esto no se hace en Israel. ¡No cometas esta infamia!

2Sa 13:13 ¿A dónde iría yo con mi vergüenza? ¿Y qué sería de ti? ¡Serías visto en Israel como un depravado! Yo te ruego que hables con el rey; con toda seguridad, no se opondrá a que yo sea tu esposa.

2Sa 13:14 Pero Amnón no le hizo caso sino que, aprovechándose de su fuerza, se acostó con ella y la violó.

2Sa 13:15 Pero el odio que sintió por ella después de violarla fue mayor que el amor que antes le había tenido. Así que le dijo: —¡Levántate y vete!

2Sa 13:16 —¡No me eches de aquí! —replicó ella—. Después de lo que has hecho conmigo, ¡echarme de aquí sería una maldad aun más terrible! Pero él no le hizo caso,

2Sa 13:17 sino que llamó a su criado y le ordenó: —¡Echa de aquí a esta mujer! Y luego que la hayas echado, cierra bien la puerta.

2Sa 13:18 Así que el criado la echó de la casa, y luego cerró bien la puerta. Tamar llevaba puesta una túnica especial de mangas largas,[a] pues así se vestían las princesas solteras.

2Sa 13:19 Al salir, se echó ceniza en la cabeza, se rasgó la túnica y, llevándose las manos a la cabeza, se fue por el camino llorando a gritos.

2Sa 13:20 Entonces su hermano Absalón le dijo: —¡Así que tu hermano Amnón ha estado contigo! Pues bien, hermana mía, cálmate y no digas nada. Al fin de cuentas, es tu hermano. Desolada, Tamar se quedó a vivir en casa de su hermano Absalón.

2Sa 13:21 El rey David, al enterarse de todo lo que había pasado, se enfureció.

2Sa 13:22 Absalón, por su parte, no le dirigía la palabra a Amnón, pues lo odiaba por haber violado a su hermana Tamar.

Absalón asesina a Amnón

2Sa 13:23

Asesinato de Amnón

Pasados dos años, Absalón convidó a todos los hijos del rey a un banquete en Baal Jazor, cerca de la frontera de Efraín, donde sus hombres estaban esquilando ovejas.

2Sa 13:24 Además, se presentó ante el rey y le dijo: —Su Majestad, este siervo suyo tiene esquiladores trabajando. Le ruego venir con su corte.

2Sa 13:25 —No, hijo mío —le respondió el rey—. No debemos ir todos, pues te seríamos una carga. Absalón insistió, pero el rey no quiso ir; sin embargo, le dio su bendición.

2Sa 13:26 Entonces Absalón le dijo: —Ya que Su Majestad no viene, ¿por qué no permite que nos acompañe mi hermano Amnón? —¿Y para qué va a ir contigo? —le preguntó el rey.

2Sa 13:27 Pero tanto insistió Absalón que el rey dejó que Amnón y sus otros hijos fueran con Absalón.

2Sa 13:28 Éste, por su parte, les había dado instrucciones a sus criados: «No pierdan de vista a Amnón. Y cuando se le haya subido el vino,[b] yo les daré la señal de ataque, y ustedes lo matarán. No tengan miedo, pues soy yo quien les da la orden. Ánimo; sean valientes.»

2Sa 13:29 Los criados hicieron con Amnón tal como Absalón les había ordenado. Entonces los otros hijos del rey se levantaron y, montando cada uno su mula, salieron huyendo.

2Sa 13:30 Todavía estaban en camino cuando llegó este rumor a oídos de David: «¡Absalón ha matado a todos los hijos del rey! ¡Ninguno de ellos ha quedado con vida!»

2Sa 13:31 El rey se levantó y, rasgándose las vestiduras en señal de duelo, se arrojó al suelo. También todos los oficiales que estaban con él se rasgaron las vestiduras.

2Sa 13:32 Pero Jonadab, el hijo de Simá y sobrino de David, intervino: —No piense Su Majestad que todos los príncipes han sido asesinados, sino sólo Amnón. Absalón ya lo tenía decidido desde el día en que Amnón violó a su hermana Tamar.

2Sa 13:33 Su Majestad no debe dejarse llevar por el rumor de que han muerto todos sus hijos, pues el único que ha muerto es Amnón.

Absalón huye a Gesur

2Sa 13:34 El centinela de la ciudad alzó la vista y vio que del oeste, por la ladera del monte, venía bajando una gran multitud. Entonces fue a decirle al rey: «Veo venir gente por el camino de Joronayin, por la ladera del monte.»[c] Mientras tanto, Absalón había huido.

2Sa 13:35 Jonadab le comentó al rey: —¿Ya ve Su Majestad? Aquí llegan sus hijos, tal como yo se lo había dicho.

2Sa 13:36 Apenas había terminado de hablar cuando entraron los hijos del rey, todos ellos llorando a voz en cuello, y también el rey y sus oficiales se pusieron a llorar desconsoladamente.

2Sa 13:37 Absalón, en su huida, fue a refugiarse con Talmay hijo de Amiud, rey de Guesur,

2Sa 13:38 y allí se quedó tres años. David, por su parte, lloraba todos los días por su hijo Amnón,

2Sa 13:39 y cuando se consoló por su muerte, comenzó a sentir grandes deseos de ver a Absalón.

2 Samuel 14

Absalón regresa a Jerusalén

2Sa 14:1

Absalón regresa a Jerusalén

Joab hijo de Sarvia se dio cuenta de que el rey extrañaba mucho a Absalón.

2Sa 14:2 Por eso mandó traer a una mujer muy astuta, la cual vivía en Tecoa, y le dijo: —Quiero que te vistas de luto, y que no te eches perfume, sino que finjas estar de duelo, como si llevaras mucho tiempo llorando la muerte de alguien.

2Sa 14:3 Luego Joab le ordenó presentarse ante el rey, explicándole antes lo que tenía que decirle.

2Sa 14:4 Cuando aquella mujer de Tecoa se presentó ante el rey,[a] le hizo una reverencia y se postró rostro en tierra. —¡Ayúdeme, Su Majestad! —exclamó.

2Sa 14:5 —¿Qué te pasa? —le preguntó el rey. —Soy una pobre viuda —respondió ella—; mi esposo ha muerto.

2Sa 14:6 Esta servidora de Su Majestad tenía dos hijos, los cuales se pusieron a pelear en el campo. Como no había nadie que los separara, uno de ellos le asestó un golpe al otro y lo mató.

2Sa 14:7 Pero ahora resulta que toda la familia se ha puesto en contra de esta servidora de Su Majestad. Me exigen que entregue al asesino para que lo maten, y así vengar la muerte de su hermano, aunque al hacerlo eliminen al heredero. La verdad es que de esa manera apagarían la última luz de esperanza que me queda, y dejarían a mi esposo sin nombre ni descendencia sobre la tierra.

2Sa 14:8 —Regresa a tu casa, que yo me encargaré de este asunto —respondió el rey.

2Sa 14:9 Pero la mujer de Tecoa replicó: —Su Majestad, que la culpa caiga sobre mí y sobre mi familia, y no sobre el rey ni su trono.

2Sa 14:10 —Si alguien te amenaza —insistió el rey—, tráemelo para que no vuelva a molestarte.

2Sa 14:11 Entonces ella le suplicó: —¡Ruego a Su Majestad invocar al SEÑOR su Dios, para que quien deba vengar la muerte de mi hijo no aumente mi desgracia matando a mi otro hijo! —¡Tan cierto como que el SEÑOR vive —respondió el rey—, juro que tu hijo no perderá ni un solo cabello!

2Sa 14:12 Pero la mujer siguió diciendo: —Permita Su Majestad a esta servidora suya decir algo más. —Habla.

2Sa 14:13 —¿Cómo es que Su Majestad intenta hacer lo mismo contra el pueblo de Dios? Al prometerme usted estas cosas, se declara culpable, pues no deja regresar a su hijo desterrado.

2Sa 14:14 Así como el agua que se derrama en tierra no se puede recoger, así también todos tenemos que morir. Pero Dios no nos arrebata la vida, sino que provee los medios para que el desterrado no siga separado de él para siempre.

2Sa 14:15 »Yo he venido a hablar con Su Majestad porque hay gente que me ha infundido temor. He pensado: “Voy a hablarle al rey; tal vez me conceda lo que le pida,

2Sa 14:16 librándonos a mí y a mi hijo de quien quiere eliminarnos, para quedarse con la heredad que Dios nos ha dado.”

2Sa 14:17 »Pensé, además, que su palabra me traería alivio, pues Su Majestad es como un ángel de Dios, que sabe distinguir entre lo bueno y lo malo. ¡Que el SEÑOR su Dios lo bendiga!

2Sa 14:18 Al llegar a este punto, el rey le dijo a la mujer: —Voy a hacerte una pregunta, y te pido que no me ocultes nada. —Dígame usted.

2Sa 14:19 —¿Acaso no está Joab detrás de todo esto? La mujer respondió: —Juro por la vida de Su Majestad que su pregunta ha dado en el blanco.[b] En efecto, fue su siervo Joab quien me instruyó y puso en mis labios todo lo que he dicho.

2Sa 14:20 Lo hizo para disimular el asunto,[c] pero Su Majestad tiene la sabiduría de un ángel de Dios, y sabe todo lo que sucede en el país.

2Sa 14:21 Entonces el rey llamó a Joab y le dijo: —Estoy de acuerdo. Anda, haz que regrese el joven Absalón.

2Sa 14:22 Postrándose rostro en tierra, Joab le hizo una reverencia al rey y le dio las gracias, añadiendo: —Hoy sé que cuento con el favor de mi señor y rey, pues usted ha accedido a mi petición.

2Sa 14:23 Dicho esto, Joab emprendió la marcha a Guesur, y regresó a Jerusalén con Absalón.

2Sa 14:24 Pero el rey dio esta orden: «Que se retire a su casa, y que nunca me visite.» Por tanto, Absalón tuvo que irse a su casa sin presentarse ante el rey.

2Sa 14:25 En todo Israel no había ningún hombre tan admirado como Absalón por su hermosura; era perfecto de pies a cabeza.

2Sa 14:26 Tenía una cabellera tan pesada que una vez al año tenía que cortársela; y según la medida oficial, el pelo cortado pesaba dos kilos.[d]

2Sa 14:27 Además, tuvo tres hijos y una hija. Su hija, que se llamaba Tamar, llegó a ser una mujer muy hermosa.

2Sa 14:28 Absalón vivió en Jerusalén durante dos años sin presentarse ante el rey.

2Sa 14:29 Un día, le pidió a Joab que fuera a ver al rey, pero Joab no quiso ir. Se lo volvió a pedir, pero Joab se negó a hacerlo.

2Sa 14:30 Así que Absalón dio esta orden a sus criados: «Miren, Joab ha sembrado cebada en el campo que tiene junto al mío. ¡Vayan y préndanle fuego!» Los criados fueron e incendiaron el campo de Joab.

2Sa 14:31 Entonces éste fue en seguida a casa de Absalón y le reclamó: —¿Por qué tus criados le han prendido fuego a mi campo?

2Sa 14:32 Y Absalón le respondió: —Te pedí que fueras a ver al rey y le preguntaras para qué he vuelto de Guesur. ¡Más me habría valido quedarme allá! Voy a presentarme ante el rey, y si soy culpable de algo, ¡que me mate!

2Sa 14:33 Joab fue a comunicárselo al rey; éste, por su parte, mandó llamar a Absalón, el cual se presentó ante el rey y, postrándose rostro en tierra, le hizo una reverencia. A su vez, el rey recibió a Absalón con un beso.

2 Samuel 15

Conspiración de Absalón

2Sa 15:1

Absalón conspira contra David

Pasado algún tiempo, Absalón consiguió carros de combate, algunos caballos y una escolta de cincuenta soldados.

2Sa 15:2 Se levantaba temprano y se ponía a la vera del camino, junto a la entrada de la ciudad. Cuando pasaba alguien que iba a ver al rey para que le resolviera un pleito, Absalón lo llamaba y le preguntaba de qué pueblo venía. Aquél le decía de qué tribu israelita era,

2Sa 15:3 y Absalón le aseguraba: «Tu demanda es muy justa, pero no habrá quien te escuche de parte del rey.»

2Sa 15:4 En seguida añadía: «¡Ojalá me pusieran por juez en el país! Todo el que tuviera un pleito o una demanda vendría a mí, y yo le haría justicia.»

2Sa 15:5 Además de esto, si alguien se le acercaba para inclinarse ante él, Absalón le tendía los brazos, lo abrazaba y lo saludaba con un beso.

2Sa 15:6 Esto hacía Absalón con todos los israelitas que iban a ver al rey para que les resolviera algún asunto, y así fue ganándose el cariño del pueblo.

2Sa 15:7 Al cabo de cuatro[a] años, Absalón le dijo al rey: —Permítame Su Majestad ir a Hebrón, a cumplir un voto que le hice al SEÑOR.

2Sa 15:8 Cuando vivía en Guesur de Aram, hice este voto: “Si el SEÑOR me concede volver a Jerusalén, le ofreceré un sacrificio.”

2Sa 15:9 —Vete tranquilo —respondió el rey. Absalón emprendió la marcha a Hebrón,

2Sa 15:10 pero al mismo tiempo envió mensajeros por todas las tribus de Israel con este mensaje: «Tan pronto como oigan el toque de trompeta, exclamen: “¡Absalón reina en Hebrón!” »

2Sa 15:11 Además, desde Jerusalén llevó Absalón a doscientos invitados, los cuales lo acompañaron de buena fe y sin sospechar nada.

2Sa 15:12 Luego, mientras celebraba los sacrificios, Absalón mandó llamar a un consejero de su padre David, el cual se llamaba Ajitofel y era del pueblo de Guiló. Así la conspiración fue tomando fuerza, y el número de los que seguían a Absalón crecía más y más.

David huye de Jerusalén

2Sa 15:13 Un mensajero le llevó a David esta noticia: «Todos los israelitas se han puesto de parte de Absalón.»

2Sa 15:14 Entonces David les dijo a todos los oficiales que estaban con él en Jerusalén: —¡Vámonos de aquí! Tenemos que huir, pues de otro modo no podremos escapar de Absalón. Démonos prisa, no sea que él se nos adelante. Si nos alcanza, nos traerá la ruina y pasará a toda la gente a filo de espada.

2Sa 15:15 —Como diga Su Majestad —respondieron los oficiales—; nosotros estamos para servirle.

2Sa 15:16 De inmediato partió el rey acompañado de toda la corte, con excepción de diez concubinas que dejó para cuidar el palacio.

2Sa 15:17 Habiendo salido del palacio con todo su séquito, se detuvo junto a la casa más lejana de la ciudad.

2Sa 15:18 Todos sus oficiales se pusieron a su lado. Entonces los quereteos y los peleteos, y seiscientos guititas que lo habían seguido desde Gat, desfilaron ante el rey.

2Sa 15:19 El rey se dirigió a Itay el guitita: —¿Y tú por qué vienes con nosotros? Regresa y quédate con el rey Absalón, ya que eres extranjero y has sido desterrado de tu propio país.

2Sa 15:20 ¿Cómo voy a dejar que nos acompañes, si acabas de llegar y ni yo mismo sé a dónde vamos? Regresa y llévate a tus paisanos. ¡Y que el amor y la fidelidad de Dios te acompañen!

2Sa 15:21 Pero Itay le respondió al rey: —¡Tan cierto como que el SEÑOR y Su Majestad viven, juro que, para vida o para muerte, iré adondequiera que usted vaya!

2Sa 15:22 —Está bien —contestó el rey—, ven con nosotros. Así que Itay el guitita marchó con todos los hombres de David y con las familias que lo acompañaban.

2Sa 15:23 Todo el pueblo lloraba a gritos mientras David pasaba con su gente, y cuando el rey cruzó el arroyo de Cedrón, toda la gente comenzó la marcha hacia el desierto.

2Sa 15:24 Entre ellos se encontraba también Sadoc, con los levitas que llevaban el arca del pacto de Dios. Éstos hicieron descansar el arca en el suelo, y Abiatar ofreció sacrificios[b] hasta que toda la gente terminó de salir de la ciudad.

2Sa 15:25 Luego le dijo el rey al sacerdote Sadoc: —Devuelve el arca de Dios a la ciudad. Si cuento con el favor del SEÑOR, él hará que yo regrese y vuelva a ver el arca y el lugar donde él reside.

2Sa 15:26 Pero si el SEÑOR me hace saber que no le agrado, quedo a su merced y puede hacer conmigo lo que mejor le parezca.

2Sa 15:27 También le dijo: —Como tú eres vidente, puedes volver tranquilo a la ciudad con Abiatar, y llevarte contigo a tu hijo Ajimaz y a Jonatán hijo de Abiatar.

2Sa 15:28 Yo me quedaré en los llanos del desierto hasta que ustedes me informen de la situación.

2Sa 15:29 Entonces Sadoc y Abiatar volvieron a Jerusalén con el arca de Dios, y allí se quedaron.

2Sa 15:30 David, por su parte, subió al monte de los Olivos llorando, con la cabeza cubierta y los pies descalzos. También todos los que lo acompañaban se cubrieron la cabeza y subieron llorando.

2Sa 15:31 En eso le informaron a David que Ajitofel se había unido a la conspiración de Absalón. Entonces David oró: «SEÑOR, haz que fracasen los planes de Ajitofel.»

2Sa 15:32 Cuando David llegó a la cumbre del monte, donde se rendía culto a Dios, se encontró con Husay el arquita, que en señal de duelo llevaba las vestiduras rasgadas y la cabeza cubierta de ceniza.

2Sa 15:33 David le dijo: —Si vienes conmigo, vas a serme una carga.

2Sa 15:34 Es mejor que regreses a la ciudad y le digas a Absalón: “Majestad, estoy a su servicio. Antes fui siervo de su padre, pero ahora lo soy de usted.” De ese modo podrás ayudarme a desbaratar los planes de Ajitofel.

2Sa 15:35 Allí contarás con los sacerdotes Sadoc y Abiatar, así que manténlos informados de todo lo que escuches en el palacio real.

2Sa 15:36 También contarás con Ajimaz hijo de Sadoc y con Jonatán hijo de Abiatar; comuníquenme ustedes por medio de ellos cualquier cosa que averigüen.

2Sa 15:37 Husay, que era amigo de David, llegó a Jerusalén en el momento en que Absalón entraba en la ciudad.

Salmo 90

Desde el siglo y hasta el siglo

Sal 90:1

LIBRO IV

Oración de Moisés, hombre de Dios.

Señor, tú has sido nuestro refugio generación tras generación.

Sal 90:2 Desde antes que nacieran los montes y que crearas la tierra y el mundo, desde los tiempos antiguos y hasta los tiempos postreros, tú eres Dios.

Sal 90:3 Tú haces que los hombres vuelvan al polvo, cuando dices: «¡Vuélvanse al polvo, mortales!»

Sal 90:4 Mil años, para ti, son como el día de ayer, que ya pasó; son como unas cuantas horas de la noche.

Sal 90:5 Arrasas a los mortales. Son como un sueño. Nacen por la mañana, como la hierba

Sal 90:6 que al amanecer brota lozana y por la noche ya está marchita y seca.

Sal 90:7 Tu ira en verdad nos consume, tu indignación nos aterra.

Sal 90:8 Ante ti has puesto nuestras iniquidades; a la luz de tu presencia, nuestros pecados secretos.

Sal 90:9 Por causa de tu ira se nos va la vida entera; se esfuman nuestros años como un suspiro.

Sal 90:10 Algunos llegamos hasta los setenta años, quizás alcancemos hasta los ochenta, si las fuerzas nos acompañan. Tantos años de vida,[a] sin embargo, sólo traen pesadas cargas y calamidades: pronto pasan, y con ellos pasamos nosotros.

Sal 90:11 ¿Quién puede comprender el furor de tu enojo? ¡Tu ira es tan grande como el temor que se te debe!

Sal 90:12 Enséñanos a contar bien nuestros días, para que nuestro corazón adquiera sabiduría.

Sal 90:13 ¿Cuándo, SEÑOR, te volverás hacia nosotros? ¡Compadécete ya de tus siervos!

Sal 90:14 Sácianos de tu amor por la mañana, y toda nuestra vida cantaremos de alegría.

Sal 90:15 Días y años nos has afligido, nos has hecho sufrir; ¡devuélvenos ahora ese tiempo en alegría!

Sal 90:16 ¡Sean manifiestas tus obras a tus siervos, y tu esplendor a sus descendientes!

Sal 90:17 Que el favor[b] del Señor nuestro Dios esté sobre nosotros. Confirma en nosotros la obra de nuestras manos; sí, confirma la obra de nuestras manos.